Navidad de Fuego
Toda la tripulación de los piratas de Shirohige se encontraba en tierra firme, festejando la Navidad con entusiasmo, comida y litros y litros de todo lo que tuviera alcohol, la enorme estancia estaba llena con gritos de alegría, villancicos extraños y las risas de Edward Newgate que se divertía viendo a sus hijos caer rendidos ante él, tan solo había dos personas en su tripulación que podían competir con él en la bebida: Marco y Ace, pero se habían esfumado desde hacía unas horas y entre todo el barullo no fue notada por mucho tiempo su ausencia.
Entonces, ¿Dónde diablos se habían metido los Comandantes de la Primera y la Segunda División?
Por un lado, Ace estaba peleando encarnizadamente en la cocina del Moby Dick contra un pavo, el chico de fuego no era un gran cocinero, pero era una ocasión especial, así que quería prepararlo él mismo.
Por otro lugar, Marco surcaba los cielos a una gran velocidad, estaba en su forma de Fénix por completo y sus patas sostenían una bolsa repleta de cosas, sus planes eran desembarcar en la isla siguiente y comprar todo caminando, pero debido a una tempestad, se detuvieron antes y había tenido que salir volando, literalmente, por sus encargos.
Justo cuando puso un pie en la cubierta del barco, un enorme estruendo se escuchó, preocupado, Marco corrió en dirección al sonido y al humo, para encontrarse con un chamuscado Ace y lo que parecían ser los restos de algo que una vez fue comestible.
-¡No veas! –el pecoso tenía la voz quebrada y lágrimas en sus ojos. –Soy un desastre… quería hacer una cena de Navidad, pero termine arruinándolo todo…
-Claro que eres un desastre. –se arrodillo a su lado y lo abrazó tiernamente. –Porque si no lo fueras, no serias Portgas D. Ace. –poco a poco, el pelinegro se fue calmando. –Vamos, ven, adelantare tu sorpresa…
Lentamente y tomados de la mano, caminaron por el barco, completamente vació a excepción de ellos dos, que llevaban poco tiempo saliendo, pero mucho tiempo queriéndose entre ellos. Al llegar a la cubierta, Marco tomó la bolsa y tras susurrarle un: -Quédate quieto… -salió volando.
De pronto el cielo comenzó a llenarse de luces, provenientes de los fuegos artificiales que Marco encendía, creando un hermoso espectáculo para su amado, cuando hubo lanzado los últimos y el cielo seguía iluminado, bajo hasta posarse frente a Ace y arrodillarse, lentamente, saco una pequeña cajita y la abrió, mostrando su contenido, un anillo sencillo, de dos colores, que observados de cerca, eran en realidad un fénix azul y un fénix rojo, uniendo sus cabezas, en señal de amor mutuo.
-Portgas D. Ace, Comandante de la Segunda División de los piratas de Shirohige… -inspiro profundamente, intentando reunir valor, “Dios, es más sencillo pelear contra los tres almirantes…” -¿Quisieras casarte conmigo? –cerró los ojos y bajó la cabeza, todo su valor se había ido al carajo con los angustiantes segundos que pasaban uno a uno en completo silencio.
Cuando por fin levantó la mirada al no recibir ningún tipo de respuesta se encontró con que Ace se tapaba la boca para no emitir ningún sonido y de sus ojos salían grandes lágrimas, antes de poder decir algo, el pelinegro calló de rodillas y con una voz claramente forzada en la que se percibía que intentaba aguantar el llanto, exclamó:
-¡SI QUIEROO~! –no podía dejar de llorar, estaba tan feliz, amaba a Marco y era correspondido, al cabeza de piña le venía valiendo queso si era el hijo del Rey Pirata, era amado por ser el mismo.
Pronto ambos hombres se encontraban abrazados mientras miraban el cielo surcado de estrellas, bueno, en realidad, Ace no dejaba de ver el anillo que ahora adornaba su dedo anular y Marco no dejaba de verlo a él, susurrándole palabras de cariño.
-Feliz Navidad Marco.
-Feliz Navidad Ace.
Sellaron su compromiso con un dulce beso y continuaron observando el bello paisaje que la naturaleza les brindaba sin darse cuenta de que habían sido observados por su Padre, quien se retiró en silencio y con una enorme sonrisa en su rostro, adoraba que sus mocosos estuvieran felices y esos dos sí que lo estaban.