Conduce despacio y con cautela por las calles nevadas mientras dentro del auto el cálido aire de la calefacción nos hace sentir cómodos, me gusta viajar en ese auto, me gusta poner mi mano sobre la suya en la palanca y dejar que conduzca mientras entre sus dedos se aprietan los míos, me encanta sentir lo cálido que es conmigo y las mil maneras que tiene de hacerme sentir especial. Siempre ha sido bueno conmigo, desde el día en que lo conocí siempre ha sido dulce…
- Georg… - me atrevo a susurrar su nombre en el completo silencio del auto cuando nos estacionamos en un semáforo
- ¿mmnnhh? – pregunta como toda respuesta mientras mira que de pronto comenzó a nevar de nuevo
- Mírame… - le pido y de inmediato él fija su atención en mi pensando que quizás era algo importante, me sonríe y yo me pierdo en sus preciosos ojos verdes…son tan bonitos… - te amo… - susurré mientras seguía ahogándome en el brillo de sus ojos
- Yo te amo muchísimo más, Gustav… nunca lo olvides – me dice y después de ello arranca el auto
Georg me dijo una vez cuando recién habíamos comenzado a salir que para él yo siempre había representado un amor imposible y que él creía que nunca iba a tenerme…porque precisamente éramos muy diferentes, no había demasiadas cosas en común… sin embargo él veía de pie ante la vida que nuestros caminos insistían en entrelazarse y que sin importar que tan diferentes fuéramos las sutiles semejanzas nos hacían ser tan buenos amigos…y se dio la oportunidad de amarme y me amó como nunca nadie me ha amado…lo sé bien.
Lo miro conducir y sonrió sintiendo que la vida es buena y que tenerlo a mi lado me hace sentir que todo vale la pena, me hace sentir vivo y cada día desear gritar con la fuerza con la que tocamos en el escenario, para ambos nuestro amor es como nuestra música….mucha pasión y todo el amor… lo más importante en la vida.
- ¿Georg? – pregunté de nuevo mientras llegábamos a casa y él estacionaba el auto bajo el edificio en que vivíamos juntos
- Dime, amor…. Hoy has estado demasiado perdido en tus pensamientos…estas teniendo dudas de nuevo ¿verdad? ¿dudas sobre mí? – preguntó buscándome los ojos, yo me sentía avergonzado, no era la primera vez que sentía dudas y alguna vez casi terminamos por mis asquerosas dudas
- Lo siento, si… - murmuré y él sonrió abrazándome con fuerza
- Nada, nada en este mundo me hace sonreír como lo hace verte por las mañanas y por todo el día, nada me hace sonreír tanto como tomar tu mano….nada me hace sentir tan vivo como besar tus labios y hacerte el amor hasta la madrugada… Gustav… las diferencias son lo que hizo que la banda funcionara…mira a los gemelos…son iguales y completamente diferentes… las diferencias son lo que hacen que el amor que siento por ti sea tan intenso que sin dudarlo ni un minuto me lanzaría al vacío para pasar un minuto más a tu lado… Ya no tengas dudas… y... y tampoco me veas así….ya sabes que soy muy cursi… - dijo él sonrojándose por completo al ver mi cara
Yo estaba encantado, fascinado…enamorado por completo y como el más idiota de los hombres sobre la tierra de ese chico, lo miré ponerse rojo un momento más antes de sentir como las lágrimas rodaban por mis mejillas, vi su cara de preocupación pero no lo dejé preguntar y me lancé a besarlo con todo mi cariño…
No sé cómo es que llegamos a la habitación entre besos y empujones, con la respiración acelerada y entre risas apenas y pudo abrir la puerta del departamento mientras yo besaba su nuca y lo sujetaba de la cadera contra mí, entramos al departamento y lanzábamos nuestra ropa por un lado y por el otro esforzándonos en no dejar de besarnos introduciendo nuestras lenguas a la boca del otro y jugando con ellas mientras seguíamos caminando a la habitación.
Llegamos a la recamara y me dejé caer sobre él sabiendo que él era muy fuerte y nunca había tenido problema con cargarme o sostenerme…esa era quizás la cosa que más me encantaba de Georg…nunca jamás me hacía sentir incomodo con nada…sabía justo que hacer y qué decir cuando de mí se trataba. Acaricié sus pectorales bien marcados sintiendo sus pezones entre mis dedos y los apreté un poco, él sonreía y jadeaba bajito dejando que me entretuviera con él mientras que también su mano se entretenía en masturbarme, era yo sin duda quien siempre perdía la razón primero…no podía evitarlo si sus caricias eran justo donde más me gustaba y si sus dedos se movían por todo mi cuerpo como si fuera la cosa más sagrada para él.
Me giró haciéndome caer al colchón y aproveché para arrastrarme hasta la cabecera de la cama, él capturó una de mis piernas y me jaló suavemente abriendo mis piernas.
- ¡no! ¡no! – grité en verdad tratando de huir pero sabía lo que intentaba y cuando no pude huir y al fin sentí su lengua sobre mi entrada me derretí por completo en gemidos que trataban de protestar
- Ya…quédate quieto, sabes que te gusta – dijo y yo sentí su cálido aliento en mi entrada de lo más delicioso del mundo…iba a perder la cabeza de nuevo pronto
- ¡nooo! ¡basta! ¡es asqueroso! – chillé yo aun tratando de escapar pero en cuanto sentí una nueva lamida mis brazos perdieron la fuerza y me dejé caer al colchón
- Mmmmmnnn….no es cierto...sabes delicioso – dijo y siguió gimiendo mientras su lengua penetraba mi entrada preparándola….
Perdí la cabeza y me quedé contra el colchón gimiendo su nombre con fuerza, las vibraciones de su voz siempre me hacían sentir cerca de las nubes sin duda y esta vez no fue muy diferente, no se cuánto tiempo pasó metido entre mis nalgas lamiéndome, no me importaba…aquello era deleitante. De pronto se movió y se puso por completo sobre mi besando con su deliciosa lengua mis hombros llenos de pecas y mi nuca, busque su boca y me dejó probarlo mientras despacio se introducía en mi interior haciéndome gemir con fuerza.
Se movía con velocidad causando un obsceno sonido al chocar nuestra carne la una con la otra y entonces pude notar…como cada vez que teníamos sexo…que él sabía todo de mi como yo lo sabía de él…que no importaba que tan diferentes fuéramos porque habíamos logrado el complemento ideal....como ahora.
Las horas se nos pasaron mágicamente y por ultimo mientras él mantenía mis piernas sobre sus hombros y golpeaba duro contra mi próstata llegué de nuevo a un orgasmo elevándome hasta un paraíso donde nada importaba más que amar al hombre que estaba entre mis piernas.
- ¡Geeoooorggg! – gemí sintiendo que mi garganta estaba ronca por tantos gemidos, mis músculos tensos casi hasta el límite y mis ganas estallaban al sentir el líquido caliente que fluía de su cuerpo al mío inundarme
- ¡Gus.taaaav! – gimió él roncamente en mi oído y finalmente nos desplomamos.
Lo abracé contra mí, jadeados y cansados, nos besamos de nuevo, nos sonreímos y nos miramos a los ojos diciéndonos solo con ello lo mucho que nos amábamos mutuamente. Nos quedamos dormidos sabiendo que no llegaríamos temprano al trabajo y que los gemelos estarían molestos…pero nada nos importaba, éramos muy felices juntos.