Taemin está sentado en el sofá de terciopelo, el de la última fila, el «VIP» Y es como si por milésima vez se fuese a rendir ante el alcohol, porque no puede despegar los labios de la botella y quizás, esté pensando en fumarse un par de cigarrillos –Cajas de cigarrillos–. Más tarde; Minutos después, no le ha dado chance de obtener otro satisfactorio sorbo, porque alguien lo ha arrastrado de manera abusiva al centro del club.
La música es lo único que hace falta para que Taemin se olvide de todo lo demás, está en sus venas así que, no lo pensó dos veces para «romper el suelo» y dejar que los efectos del alcohol acabaran con su organismo.
–¿Lindo, no…? –. Es lo que se oye de entre la multitud.
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–¿Lindo, no? Es una lástima que sólo le quede unos pocos años de vida.
–Sus problemas de adicción lo llevarán a la tumba, se dice que duerme en las calles, ¿lo habías oído? Al pie de un árbol o, a veces, entra a las tiendas a dormir allí, los padres han hecho un trabajo de mierda.
–¿Qué padres, idiota? El chico es huérfano. Sabéis que duerme en la calle pero no que es huérfano, ¿Quién te da la información?
–¿Ah, eso a mí qué? la gente no debería interesarse en su vida para empezar.
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Minho ya ha valido mierda un par de veces esa noche y decidió ir a por la tercera. Entró al bar con un cigarrillo vacilando en su boca, la conmoción causada por toda la gente aglomerada en el centro de la pista despertó curiosidad en él.
No sabía quién era y nunca antes lo había visto, pero podía oler el alcohol proveniente de su cuerpo y cuando se dio cuenta, sus ojos estaban demasiado fijados en el chico bailarín. Sin embargo, cuando la música acabó, la magia se desvaneció y Minho fue a sentarse en los muebles de imitación de cuero que yacían en la entrada, «Huelen a sexo» pensó al instante con una media sonrisa en sus labios, media sonrisa que pronto se convirtió en una carcajada, definitivamente estaba delirando.
Perdido en su mundo, sentía que se estaba muriendo, el corazón nadaba en alcohol y entonces cerró los ojos y se preguntó si ese sería el final de su vida, en un bar, con un cigarrillo gastado.
Taemin se acercó al chico que dormía en el sofá, preguntándose si aquél de ojos grandes que lo observaba mientras bailaba se había muerto o qué.
–Hey, si tienes sueño ve a otra parte, si llega alguien en busca de sexo te hará trizas. –Le gritó Taemin lo suficientemente fuerte como para que el llevado por el alcohol de Minho, abriera los ojos–. ¿Lo pillas?
–Sí, ya, aunque eso de hacerme trizas no va en mi contra. –Respondió con una sonrisa pícara.
–No sabes lo que dices, mejor vete.
–¿Estás preocupado de alguien cuyo nombre ni siquiera sabes?
–Ni estoy preocupado ni me hace falta saberlo, pero ya qué. –Taemin se sentó a su lado, destapando otra cerveza, llegando a beber casi hasta la mitad; Minho lo veía sonriente, pensando que a él una cerveza tampoco le vendría mal. Tomó una y mientras la abría le respondió.
–Me llamo Minho el violador ¿Lo pillas?
Taemin se ahogó con su trago, y una carcajada inmensa surgió, porque por qué este extraño ya se siente en confianza como para hablarle así.
–Qué lindo, y yo soy Taemin el violador junior, un placer.
No pararon de bromear en toda la noche, en toda la madrugada, en todo lo que vino después, hasta que a rastras, los sacaron del bar y los tiraron a la calle porque al parecer «Minho el violador» había roto todos los muebles del local saltando de cojín en cojín.