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You are my light, and I, your darkness. por Etsuko Kagayaku

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Notas del fanfic:

No se como se me ocurrió esto, simplemente pense en los verdaderos sentimientos de los personaje y bue, esto salió xD

Notas del capitulo:

Espero les guste

Sus ojos se cerraban contra su voluntad, se encontraba en el carruaje, analizando la hermosa noche que se alzaba ante sus ojos, como el sol se perdía dándole paso a la luna. No era muy devoto de la luz, no le agradaba, le hacía sentirse incómodo, por eso, prefería la fría y lúgubre noche, él era la noche. A pesar de que en el pasado, anhelaba la luz, él era oscuridad, él se hundía en ella, porque esta, le parecía más cálida. Era en esos momentos de penumbra y melancolía, donde comenzaba a analizar su triste pasado, dos años habían pasado desde que hizo un contrato, anulando toda posibilidad de felicidad en su vida. No se arrepentía de nada, todavía faltaba para cumplir su tan anhelada venganza, pero eso no lo detenía, solo le daba ánimos a seguir. Mas, a pesar de todo, se preguntaba, ¿Cuál era el sentido de su vida?, ¿Desde que nació Dios tenía preparado este trágico destino?. Una sonrisa surcó por sus labios, se sentía ridículo al pensar en alguien en quien no creía.

Las pesadillas, habían estado azotándolo día tras día desde que salió de ese lugar, su mayordomo logró calmarlo con palabras banales, solo burda palabrería, ya que todo era falso, su vida era una obra de teatro, la cual esperaba el acto final para cerrar el telón, todos eran actores, absolutamente todos, en especial su mayordomo. Ese demonio solo era un estereotipo, simple estética ante la sociedad, ante Londres completo. Lo peor, es que esas pesadillas después de dos años, volvieron a aparecer, después de dos años, volvió a soñar con sus padres siendo consumidos por las llamas. Esos sueños solo lograban sumirlo en una profunda melancolía y una agonía inexplicable.

Algo le faltaba a su vida, si bien el sentimiento de venganza lo llenaba, algo faltaba, y quería saber que era, alguien muy conocido ya le había dicho lo que quería oír, no había sido nadie más que Undertaker.



Después de ir a la tienda del sepulturero. El había tenido que quedarse por unos minutos en la tienda de este, hasta que su mayordomo regresara con una nueva información crucial para un caso.

-Lo noto distinto Earl.-le dijo el extraño sujeto con una enigmática sonrisa, a la cual ya estaba acostumbrado.

-No sé a qué te refieres, sigo igual que siempre.-replicó haciéndose el desentendido, mientras tomaba su té.

-Puede engañar con esa fachada a su mayordomo, pero a mí no.-dijo más serio mientras se sentaba a su lado.

-Vuelvo a repetirte, no sé de qué me estás hablando.-le dijo Ciel, ahora más enojado.

-¿Acaso por fin se está dando cuenta de la situación?-pregunto curioso.

-¿De qué situación hablas?-pregunto desconcertado.

-De que al fin sus ojos se están abriendo, están dejando de lado la ceguera, para ver la realidad…le sirvió su alma en bandeja de plata a un demonio.

Ciel se quedó impresionado ante lo que decía el shinigami.

-Lo que yo pacte con Sebastian, es algo que a ti no te incumbe, aparte, yo no le serví mi alma en bandeja de plata, yo hice un trato, le di mi alma a cambio de mi venganza, eso es todo lo que necesito.

-¿Está seguro de que es todo lo que necesita?, puedo verlo en sus ojos conde, si quiere puede mentirme, pero no puede mentirse a usted mismo. Sus ojos me muestran un vacío emocional, que espera ser llenado.

-¿Ah que te refieres con eso?-preguntó confundido Ciel.

-Ah lo que me refiero conde, es que al fin su mente está viendo todo desde su verdadera perspectiva. El día que usted pacto con su demonio, no pensó en las consecuencias, solo quería salir de la oscuridad que lo invadía, no pensó en lo que vendría después, estaba cegado por la ira y la soledad, usted necesitaba algo de que sostenerse, y lo consiguió en un demonio. Su verdadero ser, después de dos largos años, se está dando cuenta de lo que en verdad necesita.

-No entiendo, ¿Qué crees que necesito?-pregunto desconcertado.

-Usted necesita lo que toda persona, para poder vivir una vida plena y sin remordimiento, usted…necesita amor.

Ciel en ese momento se quedó con los ojos abiertos como platos, para luego sonreír burlonamente.

-Yo no necesito amor Undertaker, es un sentimiento asqueroso que no quiero volver a sentir, lo tuve con mis padres, y ahora no tengo nada, no voy a perder el tiempo en algo tan burdo e inservible como es ese sentimiento.-finalizó riendo por lo bajo con burla.

-A usted no le parece asqueroso el amor, usted, tiene miedo de volver a sentir amor, y que de nuevo vuelvan a robárselo.-dijo toscamente.

Ciel en ese momento se enfadó completamente.

-¡Ellos me robaron la felicidad que por derecho me pertenecía, y eso es algo que nunca voy a perdonar!-le gritó más que enojado. Mas el shinigami no cambió su semblante serio.- El amor, es algo que yo nunca voy a volver a sentir.-finalizó bajando su vos a un suave susurro.

-Sáquese la venda de los ojos, no deje que pase más tiempo, aunque le parezca absurdo, el amor es algo que todos necesitamos, es algo que anhelamos desde el primer indicio de vida, algo crucial en nuestra vida. Sus ojos demuestran el vacío sentimental que lleva dentro Conde, el brillo de sus ojos se está apagando con cada suspiro, le ruego, no se vaya de este mundo sin antes haber amado.

Ciel solo se quedó con la cabeza gacha, analizando las palabras de Undertaker.

-¿Qué tipo de amor necesito yo?-pregunto en un susurro.

-Existen muchos tipos de amor, el de un padre y un hijo, el de dos hermanos, el de amigos y demás. Pero usted no necesita ese tipo de amor, usted necesita amor puro y pasional.

-El amor se borró de mi vida Undertaker, no creo que la vida me vaya a dar una oportunidad de amar nuevamente.-dijo tristemente.

-El amor que necesita se encuentra más cerca de lo que cree. Abra sus ojos a la realidad, mire todo desde otra perspectiva, no muera sin haber conocido el amor, porque créame que lo lamentara por siempre.

-¿Ah que te refieres con que el amor lo tengo más cerca de lo que creo?

-Eso no puedo decírselo, solo usted puede saberlo, ¿sabe?, el amor es algo tan complejo y doloroso, pero a la vez es algo tan hermoso y puro, completamente contradictorio. El amor es un dolor que vale la pena sentir.-le dijo con una sonrisa.

-No sé cómo sentir amor.-dijo Ciel mirándolo a los ojos, en ellos reflejaba la profunda desesperación que lo consumía.

-Solo tiene que dejar que palpite su corazón, lo tiene que liberar de esa cárcel en la cual lo metió.-dijo tocando el pecho del niño, justamente donde se encontraba su corazón.- Déjelo florecer, no deje que se marchite como una rosa, usted es luz conde, brille.-le dijo con una sonrisa.

Justo en ese momento, Sebastian entró por la puerta, extrañándose ante la escena que sus ojos le mostraban.

-Bochan, ya he conseguido toda la información, es hora de irnos, ya es demasiado tarde.-dijo Sebastian extrañado.

Ciel se paró de donde estaba, y caminó dispuesto a salir, pero antes, le dijo algo a Undertaker.

-Hay algo en lo que estas equivocado Undertaker, yo no soy luz, yo…Soy oscuridad.-finalizó Ciel saliendo de la tienda junto a su mayordomo. Dejando a un shinigami sumido en tristeza.



Esa había sido toda la charla que tuvo con el sepulturero, solo lo dejo con dudas, el vacío que crecía en su interior se hacía cada vez más grande, lo consumía hasta el borde de la desesperación. Ahora entendía todo, entendía el por qué se sentía así, él tenía dinero, era un famoso aristócrata, tenía a un demonio bajo sus órdenes, una prometida, todo, pero hay algo que no tenía, y eso era amor.

Desde que hizo el contrato, el no quiso recuperar ese sentimiento, su vida solo necesitaba venganza en ese momento. Undertaker tenía razón, él no pensó en lo que vendría luego. Su ser pedía a gritos sentir, quería sentirse vivo, al parecer el amor sería la cura de su enfermedad. Pero… ¿Por quién sentirlo?, Undertaker le dijo que él tenía el amor más cerca de lo que pensaba, no entendía absolutamente nada.

El traqueteo del carruaje se detuvo, sintió unas pisadas entre las pequeñas piedras, al instante la puerta del carruaje se abrió, mostrando a ese demonio que tanto conocía.

Sin mediar palabra alguna, este le tendió la mano al orgulloso niño. Este la tomo sin refutar, bajando lentamente.

Una vez puso los pies en el suelo, caminó rápidamente hacia la mansión, subió las escaleras sin siquiera saludar a sus sirvientes, solo quería dormirse de una vez. Tan sumido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta, que Sebastian se encontraba ya, desvistiéndolo para dormir.

-Buenas noches, joven amo.-dijo el mayordomo, con un candelabro en manos, mientras salía de la habitación.

Ciel se acostó y apoyo su cabeza entre las almohadas, trato, por todos los medios, cerraba los ojos, daba vueltas, acomodaba las mantas, hizo todo lo posible, pero no logro dormir. A pesar de que se sentía cansado, a pesar de que sus parpados se cansaban de mantenerse en lo alto, mostrando sus ojos. No podía dormir, era una sensación agobiante, una agonía tan profunda, capaz de llevar a cualquiera a la locura.

Más que enojado, con sus piernas se destapó, mostrándose solo en un camisón, que le quedaba hasta las rodillas. Salió de la habitación, sin rumbo alguno, no se preocupó en ponerse unas pantuflas para cubrir sus pies, ni una bata que cubriera su delicado cuerpo del frío. Camino descalzo por toda la mansión, buscando que hacer para distraer sus pensamientos, entonces una idea cruzo por su mente. Salió de la mansión, pudo sentir el viento frío calar sus huesos, descalzo, apoyo sus pies en el verde césped, sintiéndose extrañamente bien ante esa textura. Camino hasta el jardín trasero, cuando llego, se quedó vislumbrado por ese hermoso paisaje. Nunca había ido al jardín de noche, este era realmente hermoso, la luz de la luna solo ayudaba a mejorarlo, mostrando la mismísima visión del paraíso.

Cerró sus ojos, mientras caminaba, sintiendo el embriagante olor a rosas, sintiendo la textura, el frío, el viento, la naturaleza, agudizando sus sentidos a todas esas sensaciones placenteras que la vida tenía y daba de manera gratuita.

Abrió sus ojos, llegando hasta un rosal, era realmente hermoso, rosas blancas, sus favoritas. Al momento que toco una de las rosas, sintió una sensación recorrer su cuerpo, era observado, y ya se imaginaba por quien.

-¿Cuánto tiempo más estarás siguiéndome?...Sebastian.-dijo en un susurro.

-Está muy mal que salga a esta hora Bochan, encima mire su vestimenta, no se ha puesto nada para abrigarse, no solamente eso, se enfermará si anda descalzo.-dijo serio su mayordomo, saliendo de debajo de un árbol.

-Necesitaba pensar.-solo susurró el pequeño.

-¿No era más apropiado hacerlo en su habitación?.-pregunto con una ceja alzada el demonio.

-No, ese es un lugar sofocante, necesitaba aire fresco.-finalizó el menor.

Ambos se miraron a los ojos, sintiéndose extrañamente en paz ante la presencia del otro, tranquilos de alguna manera.

-Acaso, ¿paso algo hoy con el sepulturero joven amo?-pregunto Sebastian.

-Como siempre, no se te escapa nada demonio.-dijo con una sonrisa el menor.-solo intercambiamos unas palabras.-le respondió mirando el Cielo.

-Algo de lo que le dijo, lo dejo desconcertado.-le dijo Sebastian en un susurro.

-Sí, y mucho.-le dijo también en un susurro.-Yo…soy oscuridad.-susurró para sí mismo.

-Bochan, está usted muy equivocado.-le negó Sebastian.

-¿Ah que te refieres con eso Sebastian?-pregunto confundido el menor ante esa contradicción.

-Bochan, usted no es oscuridad, los demonios somos oscuridad, dígame, ¿Cuál cree que es el sentido de la vida de un demonio?-le pregunto Sebastian.

Ciel solo lo miró sin saber, pidiendo silenciosamente una respuesta.

-Los humanos tienen un ciclo vital, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Los demonios no tenemos nada de eso, pero en especial, nosotros no morimos, nosotros somos esa parte excluida del mundo, esa parte que no sirve, somos esa oscuridad que acecha en el rincón. No somos nada, vivimos para alimentarnos, nos regimos de pecado capitales que nada nos llenan, no tenemos alma ni corazón, no sentimos, somos algo sucio a la vez que somos algo cristalino.

Ciel por un momento se sintió acongojado ante las palabras del demonio.

-Dígame bochan, ¿Que se siente… sentir?-pregunto Sebastian, mostrando un poco más su rostro, demostrándole al niño, su cara en una dolorosa y triste mueca.

Ciel estaba sin palabras ante la figura de su mayordomo, sentía el dolor de su mayordomo, lo sentía por que el, tampoco encontraba algo que lo llenara.

-¿Qué se siente sentir amor?, ¿Sentir el calor y el frío?, ¿La gratitud y la desconformidad?, estoy vacío bochan, no siento nada, no puedo sentir, a pesar de que los demonios no queremos a los humanos, es un sentimiento contradictorio, ya que nos gustaría ser uno, ser alguien que sienta.

Sebastian agarro una rosa entre sus manos, mostrándosela al niño.

-Yo soy esto, soy muerte, soy un estereotipo sin sentido en este mundo, usted no es oscuridad, yo lo soy.-declaró mientras la rosa se marchitaba en sus manos y se convertía en simples cenizas.

Ciel no sabía que decirle a su mayordomo ante lo que este le estaba diciendo, relajó un poco más su semblante para comenzar a hablar.

-Entonces dime Sebastian, ¿Soy yo acaso un demonio?, yo tampoco puedo sentir, no siento nada, estoy igual de vacío que tú, soy un insignificante humano sin sentimientos, soy, un cascaron vacío.-dijo tristemente el menor.

-Usted puede sentir mas no quiere

-Sabes Sebastian, yo logro comprenderte de alguna forma, yo el día que sucedió mi tragedia, perdí todo sentimiento, perdí todo, un vacío existencial marco mi vida. Hasta el día de hoy, pensé que mi objetivo de venganza llenaría ese vacío, me cegué a mí mismo, pero me di cuenta que no fue así, necesito sentir, dime, Si yo soy luz, y tu oscuridad, ¿Cómo logramos vivir uno al lado del otro?, después de todo, el día no puede vivir al mismo tiempo que la noche. El sol no puede estar al lado de la luna.

-Tal vez, y solo tal vez, es porque la luz, logra cegar a la oscuridad, tal vez, la luz logra llenar de vida a la tan desesperante y agónica oscuridad.

-Sin embargo no es suficiente, para que la luz, convierta la oscuridad en su reflejo.-dijo el menor mirándolo.

-Tiene mucha suerte bochan, al menos, usted puede morir.-le dijo con una sonrisa el mayordomo.

-El morir no trae nada bueno.-declaró serio el menor.

-El vivir eternamente tampoco.-le dijo el mayordomo.

Ciel se quedó callado ante esto, no sabiendo a que se refería.

-Sabe, hay una cosa que tienen en parecido todos los humanos, y eso es el poder morir, usted bochan, no tiene idea lo que es vivir eternamente. Los humanos esperan morir algún día, para juntarse con sus seres queridos, para tener un descanso de una buena vez de este mundo cruel. Luego de una vida llena de odio, remordimiento y demás, solo esperan morir, para descansar eternamente. Los demonios sin embargo, no podemos morir, no sabemos lo que es el descanso, no sabemos lo que es la paz, y nunca lo sabremos.-le dijo el demonio.-solo…quiero ser capaz de sentir, de ver todo desde otra perspectiva.-finalizó

-Tú mismo has dicho, que el sentir solo es debilidad.

-Burda palabrería bochan, lo que más deseamos los demonios es sentir, estamos envidiosos de los humanos, por más que parezca lo contrario, lo necesitamos.

-¿Cómo puedes estar seguro de que no tienes sentimientos?-pregunto el niño desconcertado.

-Para tener sentimiento hay que tener alma, y yo no la tengo.-le dijo el mayordomo tristemente.

-El alma no es algo que se tiene Sebastian, no es algo con lo que nacemos. El alma es la hoja en blanco, es el destino, es todo lo que sucede desde nuestro nacimiento, eso es el alma, eso que nosotros formamos en nuestro ser, simplemente es así.-le dijo con una sonrisa.-la iglesia y otros lugares lo describen de manera ideológica. Pero lo que no se dan cuenta, es que simplemente, el alma no es diferente al cuerpo, el alma somos nosotros.-finalizó.-El sentir en su totalidad, no es algo que no tenemos, si el alma somos nosotros, entonces lo sentimientos que el alma alberga los tenemos, solo que no se han desarrollado apropiadamente.

-¿Y Cómo puede asegurarme eso?-pregunto confundido Sebastian.

-Fácil, ustedes dicen regirse por los pecados capitales, la gula, la ira, la lujuria y demás, son sentimientos, por más que no parezcan, además, ¿No sienten los humanos los pecados capitales?, si los humanos los sienten y los demonios también, entonces los demonios tienen sentimientos.

-Si usted dice que es posible el sentir en un demonio, dígame como. El vacío de mi existencia está formado desde que nací como demonio.

-Tú has vivido muchos años, dime, ¿Recuerdas cada uno de ellos?-pregunto el menor.

-En realidad bochan, no, los demonios cuando terminamos un contrato, lo olvidamos completamente.-le respondió el mayor.

-¿Te olvidarás de mí?-pregunto raramente triste el menor.

El demonio se impresionó ante esto, eso no lo había pensado.

-No…no quiero.-susurro el mayor.

-¿Qué?-pregunto desconcertado el menor.

-No quiero olvidarme de usted joven amo.-le susurro el mayordomo.

El niño abrió los ojos sorprendido.

-Usted, es diferente a los demás, usted, logra llenarme de dudas, me intriga, me interesa, usted no es un humano común y corriente.-le declaró el mayor.

Había pasado un rato mientras hablaban, a pesar de que era de madrugada, siguieron hablando igual, importándoles poco el horario, luego de un rato, ambos estaban sentado en el césped, charlando por primera vez, no como amo-mayordomo, humano-demonio, simplemente, como dos personas.

-Cuando devores mi alma, no importa lo que hagas, igual me olvidarás, quedaré en la nada.-dijo Ciel con una sonrisa, mientras miraba el cielo.

-Puedo jurarle que no lo olvidaré.

-No jures en vano.

Ambos se miraron bajo la luz de la luna, sintiendo la desesperación y tristeza del contrario.

-A pesar de todo Sebastian, puedo decir, que te he llegado a apreciar.-le confesó el menor.

Sebastian se sorprendió ante la declaración del menor.

-¿Qué significado tiene apreciar?-pregunto Sebastian mirándolo fijamente.

-Es… como el amor, solo que diferente, es… Valorar el esfuerzo que has hecho por mi todo este tiempo, por cómo me has protegido llegando a poner en riesgo tu vida, como nunca me has mentido y me has ayudado a seguir adelante.

-¿Cómo hace para no confundir el aprecio con el amor?

-Yo he sentido el amor, lo he sentido, yo amaba a mis padres, es diferente, se podría decir que el aprecio es un tipo diferente de amor.

-Entonces, enséñeme a apreciar.-dijo Sebastian acercándose a él.

Ciel se impresionó ante lo que dijo el demonio. Mas no replicó nada. Lentamente se puso sobre el regazo de Sebastian, ambos se miraron con desesperación, queriendo sentir eso que todos presumían, de lo que todos hablaban más pocos sentían.

Ciel lentamente acercó sus labios a los de Sebastian, y lo besó, dulcemente, un beso simple. Cuando se separaron, juntaron sus frentes, aún con los ojos cerrados.

-Tú tienes un corazón Sebastian, ¿Sabes cómo lo sé?

-¿Cómo?

-El palpita igual de acelerado que el mío.

Volvieron a besarse, esta vez queriendo sentir más, queriéndose embriagar por esas sensaciones nuevas, desconocidas, apasionadas que nunca experimentaron, pero que ahora disfrutaban.

Sebastian recostó a Ciel en el césped. Comenzando a besar se cuello, dejando marcas, ahí había otro sentimiento, el de propiedad.

Ciel solo largaba largos suspiros, sintiendo esos labios sobre su cuello, enloqueciéndolo lentamente, en una tortura placentera.

Sebastian bajó más, deleitándose con la cremosa piel de su joven amo. Comenzando a fingir embestidas en el ombligo del menor con su lengua, sacándole pequeños gemidos. Bajando y encontrándose con esa parte íntima del niño, engulléndola lentamente, para lograr que su amo disfrutara a pleno de las sensaciones.

Ciel sentía un placer infinito, al tener a su mayordomo, haciendo eso en esa parte tan delicada de su cuerpo. Sentía olas de placer recorrer su menudo cuerpo. Cuando sentía cerca el orgasmo, detuvo a su mayordomo.

Volvió a sentarse sobre él, mirándose el uno al otro. Ciel comenzó a desvestir a su mayordomo, tan solo mirándolo, viendo esas lagunas rojas que lo ahogaban en infinito placer. Una vez que el mayordomo estaba completamente desnudo, ambos se abrazaron, sintiendo el calor del contrario.

Por primera vez, Sebastian sintió el calor y Ciel dejo de sentir frío.

Ciel pensaba sentarse sobre la erección de su mayordomo de una sola vez, pero este lo detuvo.

-Bochan, si lo hace sin preparación le dolerá.-dijo el mayordomo excitado.

-El dolor también es un sentimiento.-finalizó este, sentándose sobre la erección, acallando su grito de dolor al morder el hombro de su demonio.

Sebastian solo gruño por lo bajo al sentir el interior de su joven amo, sin esperar más, ambos comenzaron a moverse, no gemían, simplemente suspiraban y se besaban, no eran necesarios los gemidos descontrolados, ni tampoco los jadeos desesperados, simplemente, estaban cometiendo un acto tratando de sentir, tratando de encontrar algo que llenara el vacío de ambos, el vacío de un humano y de un demonio. Algo que les hiciera reaccionar, que les hiciera saber que se encontraban vivos, que ellos eran vida.

Disfrutaban de ese acto lentamente, queriendo que nunca acabara, queriendo que durara por siempre, todas esas sensaciones desconocidas albergando sus cuerpos, en una danza apasionada y frenética de sus almas dándose placer.

Acabaron, gimiendo solo esa vez, demostrando que ese acto tan placentero había sido terminado, que había llegado a su fin, sintiendo el calor de sus cuerpos, sintiendo la vida por primera vez.

-¿Estamos enamorados bochan?-pregunto Sebastian una vez que ambos estaban acostados en el hermoso jardín, viendo el amanecer.

-Sí. Tú estás enamorado de la luz y yo de la oscuridad.-le dijo con una sonrisa.

Con un último beso, sellaron ese acto apasionado y puro que lograron hacerlos sentir.

Simplemente eran eso, eran luz y oscuridad, eran la noche y el día, el sol y la luna.

Humano y demonio hasta el final.







Notas finales:

Espero que les haya gustado, siento mucho si no llego a ser de su agrado, y también siento mucho si el lemon fue leve. Pero quise hacer algo mas...romántico, por así decirlo. Muchas gracias por leer.

 

Besos mis lectoras :3


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