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Un rincón secreto en la torre de astronomía. por Diego0402

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Notas del fanfic:

 

Fanfic inspirado en la saga de Harry Potter de J. K. Rowling.

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Estaba pensando meter un poco de yaoi en la novela, pero aún no estoy muy seguro, por mientras les dejo una probada y espero que les agrade. 

No estoy acostumbrado a esta clase de situaciones, estoy temblando y mis manos sudan demasiado, no sé qué hacer; es decir, toda mi vida había soñado con este momento y precisamente conmigo siendo el protagonista, pero creo que es una carga demasiado pesada. Hacía frío, tal vez un poco más de lo esperado y éramos los únicos dos que se habían atrevido a estar fuera de cama a esta hora. Sigo temblando, espero que no lo note; probablemente piense que tiemblo de frío –es decir eso esta bien ¿no?- prefiero por mucho que piense que tiemblo gracias a la helada caricia del aire nocturno, que descubra que mi tremor se debe a mis ansias, mis sentimientos.

-Deberías respirar profundo y relajarte un poco- me dice. Dios, no soporto su voz: no es que la odie, al contrario, me derrito al escucharle. Tan dulce, pero a la vez tan fuerte; es de esa clase de voces diseñadas por la naturaleza para hacerte sentir seguro.

-¿qué te hace creer que no estoy relajado?- digo, tratando muy decepcionantemente de ocultar mi nerviosismo. –Es bastante evidente que estás agitado, puedo ver tus latidos gracias a tus vasos palpitantes asomándose por tu cuello, sin mencionar claro que estás respirando mucho más rápidamente que yo y eso se ve por la cantidad de vaho que estás soltando. A mi no puedes engañarme Leo-

Mi nombre. Personalmente nunca me acabó de agradar mi nombre ya que no me gusta el león, es un animal que considero bastante perezoso y dependiente de sus hembras: considero que en lo más mínimo representa el valor, la fuerza o el coraje –contrario a lo que pensaría mi padre- pero, cuando él lo pronuncia de ese modo, mirándome a los ojos como si fuera capaz de penetrar mi alma y ver lo vulnerable que me siento frente a él, dulcemente encarcelado por sus brazos y la pared a mi espalda, digo encarcelado… voluntariamente.

-Estoy relajado créeme, es solo… que hace mucho frío, y no puedo dejar de temblar y respirar como loco- miento. En realidad estoy ardiendo, muy posiblemente mi cara esté ruborizada en este momento y mi mentira sea un completo fracaso.

Entonces antes de que me de cuenta él acerca su cuerpo al mío, apoya su cabeza entre mi hombro y mi cuello, y me susurra –Creí que tenías frío. Pero estás más caliente que una salamandra escandinava.- En ese instante me rindo, mis piernas flaquean y confieso.

-Vale, tú ganas, no siento frío alguno. Y mi tremor tiene una causa bastante evidente, que espero no tenga que explicar.- Él ríe de manera gentil como autonombrándose con ella el vencedor de una justa de caballeros. –Venga…- toma mi mano y la aprieta con fuerza- tenemos que disfrutar de este momento en la torre antes de que venga un prefecto y nos descubra- Al menos eso es lo que pude escuchar antes de perderme, sus labios se movían y podría haber jurado que seguía hablando pero no prestaba atención: aquellos ojos plateados brillaban intensamente bajo la luz de la luna llena, nuestras manos se estaban tomando con tal fuerza una con otra que en caso de haber estado hechos de metal, muy seguramente hubieran terminado aleadas una con otra.

-Leo… Leo…. LEO!- Su voz fuerte como un estallido por fin penetra mi estupor y me libera del hechizo provocado por su encanto. –Lo siento, yo, estaba… creí haber oído algo, es todo- dije torpemente.

-A otro perro con ese hueso, pero efectivamente, escucho pasos, ocultémonos más al fondo; después de todo ahí se ven mejor las estrellas.- No tenía sentido lo que me dijo, ¿cómo es que más al fondo iban a verse mejor las estrellas? Debería estar mas oculto, de cualquier manera esa no era cosa de preocupación ya que como él decía se acercaba alguien, y si no queríamos ser detenidos por un prefecto o peor aún, por un profesor, debíamos ocultarnos lo antes posible.

Acabamos en un rincón obscuro de la torre de astronomía, como Ravenclaws profesionales sabíamos donde escondernos para perder a los prefectos y profesores; o al menos él era el profesional. Ya no se escuchaban los pasos del extraño intruso, y de pronto una suave luz plateada se apoderó del lugar, resulta que en su famoso “rinconcito” se alzaba elegantemente un pequeño balcón donde apenas cabía una pareja -una muy apretada-. Estaba encantado, los suaves cabellos lacios de Kraai brillaban con la luna como si formaran parte de la cabellera mística de un elfo, sus ojos grises se volvían de un precioso color plateado y por supuesto su sonrisa remarcaba el resto de la perfección frente a mis ojos. –Adelante, acércate… es la mejor vista de la torre- dijo invitándome con la mano alzada esperando la mía. Al final me acerqué –y como había predicho el balcón apenas daba para nosotros- no mentía, Kraai tenía toda la razón al decir que la torre de astronomía tenía escondido el mejor de los asientos, no para admirar el cielo estrellado solamente, sino para admirar todo Hogwarts y parte del Bosque prohibido. –Alucinante…- dije, ya que no encontraba otras palabras para describirlo.

-Leo… desde hace mucho que nos estamos viendo, y he sentido últimamente que le doy crédito a mi nombre puesto que te he estado asechando como un cuervo solitario, he esperado pacientemente un momento donde pudiéramos estar solos y donde yo… al fin pudiera enseñar todos los sentimientos que te tengo- Kraai estaba tomando la iniciativa, y yo, claro tenía las manos empapadas en sudor, el corazón me latía al ritmo de una máquina de vapor a límite, mi respiración ya no era rápida al contrario, yo ya no estaba respirando. Es cierto que desde tercer año no dejaba de verle, y cada vez que aprovechaba lo seguía sigilosamente en la biblioteca, en los pasillos o en las bañeras para estudiantes; él no era el cuervo que asechaba, yo era el león que seguía sigilosamente a su presa, pero un león que nunca tuvo las agallas de ir a por ella. Kraai parecía convencido de todo lo que hice hasta ahora y de cómo le miraba. Al fin estábamos juntos a solas, oficialmente, después de varias citas con los demás miembros del grupo; todas esas salidas a Hogsmeade, o a las praderas del castillo en pandilla eran los momentos donde ambos aprovechábamos para conocernos e intercambiar miradillas coquetas; pero en este momento estábamos solos él y yo, bajo el suave velo lunar. Tomó mi rostro, yo estaba viendo la extensión del castillo evitando sus ojos, porque sabía que si ya estaba ruborizado; al verlo acabaría rojo como un tomate: al final sus manos pudieron contra mi vergüenza, ahora estaba viéndolo frente a frente, juntos casi como si solo fuéramos uno solo.

-Kraai, yo… no sé que decir- y efectivamente no tenía idea de que decir, incluso no se si mis palabras fueran entendibles ya que estaba temblándome mucho la voz y podría habérseme quebrado. De nuevo, esa mirada de vidente, penetrando mi alma, dejando la privacidad como solo un viejo concepto lanzado al aire; puede verlo todo y estoy seguro de ello. –No digas nada entonces…- Respondió, y al final el tiempo se paró.

El corazón que bombeaba como si no hubiera un mañana se detuvo en seco, mis piernas se paralizaron y un choque eléctrico recorrió mi espina. Era humanamente imposible que sus labios estuviesen tan cálidos siendo una de las noches más frías del otoño. Eran suaves, pero tenían fuerza, se podía sentir la timidez que estaba cargando sobre sus hombros; posiblemente no quería sobrepasarse más de la cuenta, pero él sabía que no podría haberse contenido una noche más –y seamos sinceros, yo tampoco- si él no me hubiera besado, probablemente yo lo hubiera hecho al final, en un pasillo, totalmente vulnerables a la vista chismosa de un personaje de cuadro, uno de los fantasmas del castillo o un prefecto. El mundo seguía congelado, pero ya no hacía frío, sus manos seguían en mi rostro y las mías pasaron de estar en completa tetania a subir a su espalda y aferrarse a ella como si estuviese a punto de caer al suelo.

Podría haber jurado que aquel ósculo duró una eternidad, pero al parecer había sido un fugaz pero más que satisfactorio beso. –Lo siento, no quería sobrepasarme, pero Leo; desde que te conocí no he podido dejar de pensar en lo mucho que me agradas, y lo mucho que…- Probablemente yo no estaba escuchando los halagos puesto que lo interrumpí de la manera más irónicamente grosera: otro beso. Soy un completo guarro –no dejaba de pensar- y ahora Kraai creerá que tengo problemas de impulsividad.

 -Al menos debiste haberme dejado terminar ¿no?- argumentó ruborizado. Era la primera vez que se le coloraban las mejillas, y debo admitir que eso hizo que me terminara de enamorar de él.

-Lo siento, no podía dejarte terminar… me harías ver mal Kraai, ya que no soy bueno con las palabras y la única forma de decirte “gracias, yo también estoy loco por ti” era de esa manera- dije de la manera humanamente más rápida. Afortunadamente pareció entenderme.

-Eres todo lo que necesitaba Leo- Y dulcemente terminó abrazándome como si quisiera que jamás me apartase de su lado. El cuarto año en Hogwarts estaba mejorando para mí.

 

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Gracias, espero y os haya agradado. :)

 


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