Como un potro por Marianasabian

Jack Bevan es un jovencito de 20 años, amante de la electrónica y de su batería. Sin ambas cosas él se siente solo.
-¡Oye, Jack! ¡Deja el salvajismo con tu amigo y ven para acá que es la hora del té!
-¡Allá voy, no me tardo! -responde él, sin ganas de cortar su relación momentánea con su batería.
A él le parece muy ridículo y molesto que alguien, incluso si es su propia madre, le dijera algo como lo que ella dijo. "Deja el salvajismo", ojalá él pudiera decirle exactamente lo mismo como cuando entran sus parejas residuales a su habitación. Sin embargo, una de las pocas cosas que él respeta desde pequeño es la hora del té. Cuando llega esa hora, es una relación con él mismo. Tan especial como con su instrumento predilecto. 
-Y tú, Yannis, ¿vienes también? -pregunta a los gritos la madre de Jack.
-¡Claro! ¡Vamos Jack, una carrera hasta la sala!
-¡No lloriquees si llegas último! -Exclama Jack, desafiante hacia su amigo.
Hablando de relaciones especiales, se encuentra su gran compañero de la infancia, Yannis Philippakis. Es un año menor que él, pero gracias a su descendencia griega aparenta alguien inteligente y maduro. Por supuesto que carecía de lo último. Aunque, con este proyecto de banda, The Edmund Fitzgerald, ha estado un poco más serio y comprometido, pero no lo suficiente como para enojarse por cada interrupción gracias a la queridísima hora del té.
Ambos llegaron sudados al mismo tiempo al comedor, donde los esperaba su té caliente, junto a una bandeja redonda rodeada de masas finas para todos los gustos: bombas de chocolate, arrollados de dulce de leche, cheese cakes, etc. 
-¿Y, Jack? Ese chico, Mears, hace mucho no lo veo. ¿Le ha pasado algo? -pregunta la madre curiosamente.
-Julie, él se ha separado de la banda -le responde su hijo, con mas seriedad que la apariencia de Yannis.
-Pero, ¿por qué? ¿Le hicieron algo? Por cierto, trata de no decirme Julie, ¿acaso no puedes llamarme "madre", "mamá", "mami"...?
-¡Ay! ¿Para qué decirte "mami", si así ya te dicen tus amigos? -le resopla el directo de su hijo, sarcásticamente.
-Tranquila, señorita, estaremos buscando vocalistas, o más integrantes -le asegura Philippakis a Julie, tratando de volver al hilo.
-¡Buenísimo! Si tan sólo Jack fuera como tú. Cordial y respetuoso.
Jack se ríe a carcajadas, sin afirmar ni negar nada, y mucho menos contestarle a su madre, luego quién la tolera.
Pasa aproximadamente media hora hasta que la madre decide irse a la casa de una amiga para luego salir a la noche. Estarían Jack y Yannis, solos, como casi siempre han estado desde que se conocieron. 
Bajan al sótano, su "lugar místico", donde el ruido se volvía música y poesía para ellos. 
Unos minutos de silencio eternos han pasado ni bien Julie se retira, hasta que Philippakis decide hablar.
-¿No le habías contado a tu madre que Andrew se fue de Fitzgerald? -ya llegó su lado seco de poco agrado para Jack.
-Se me olvidó, ¿y? ¿Realmente te parecía tan importante?
-Lamento decirte que sí, lo fue. Es más; yo creía que mi relación con él te había sorprendido, a tal punto de que cualquier desgracia que le hubiese pasado (tanto a él como a la banda, gracias a él) sería, para ti, una noticia que no te podrías sacar de la cabeza.
El joven toma asiento, mientras Bevan lo mira preocupado pero a la vez pensativo. Cuando lo escucha resoplar y ve que sus pies empiezan a moverse sin control, él siente que debe comprenderlo más, así que se sienta a su lado en un asiento más alto pero más incómodo que el de su tembloroso compañero.
-Relájate, Wannip -ese era su apodo con el que se refiere a él desde hace tiempo, larga historia-, perdóname si fui un poco... 
-¿Distraído? ¿Un jodido pendejo? ¿Con menos sutileza que Britney Spears después de los 90s? -lo interrumpe con una sonrisa extraña y feliz en su rostro.
-¡Cállate! ¡Déjame terminar! -hace una pausa reflexiva- Aunque, ahora que lo pienso, creo que lo último que dijiste encaja... perfecto. Ya lo admití, ahora saca esa risita rara de tu cara, me espanta y me da repulsión.
-Oh, pues, ¿a mí qué? -le saca el dedo del medio y se lo acerca a la cara. Suelta una carcajada, se levanta y empieza a imitar a la típica celebridad diva, gesticulando exageradamente, con la cabeza hacia adelante.
-Bueno, Reina de la Moda, afloja tu onda mariposona y cuéntame quienes podrían ser los próximos Fitzgeralds -Jack detiene a Yannis, quien por poco no luce un tutu y se pone a bailar el Cascanueces.
-O.K. Príncipe Bevan, my weird ginger man child -le lanza un beso guiñando el ojo y vuelve a reírse de forma sonriente y sombría a la vez. Jack se sonroja, por más acostumbrado que esté a la personalidad de su amigo.
Se dirigen hacia una mesa rectangular de madera tan descuidada que parecía que en cualquier momento se rompía y se llevaba consigo todas las letras y partituras que ellos habían escrito en ese entonces. Toman asiento en unas sillas de madera iguales a la mesa, en la misma condición. Yannis realiza gestos de suspenso y suspira, dejando intrigado por completo al otro.
-¡Ya dime! ¡No seas así!
-De acuerdo, pero antes opino que deberíamos cambiarnos el nombre, me trae recuerdos, ya sabes.
-Está bien, ¿pero por cuál lo cambiamos? 
-¿Qué te parece, Dr. Dog?
-Estoy muy seguro de que hay unos que se llaman así.
-Bueno... ¿Mama's Bullshit?
-Es en chiste, ¿verdad?
Jack lo mira con profundas ganas de golpearlo, hasta que se le ilumina la mente al ver una de las tantas imágenes esparcidas en la mesa, de un potrillo parado en el campo.
-Yannis... ¿Te parece, Foals? No sólo es tu apellido, sino que, además, es pegajoso y adorable -le guiña el ojo y lo señala con el dedo índice.
-No es "mi apellido", en realidad el mío es "pequeño amante de los caballos" así que técnicamente, sí, es mi apellido.
-¿Y? ¿Te parece bien? Al menos suena mejor que Mama's Bullshit, sinceramente.
-Lo pensaré -Yannis trata de tragarse su orgullo sin admitir la buena idea de su gran amigo, pero ni un minuto tuvo que haber pasado para luego añadir-: ¡Mentira! Está genial, ok, a partir de ahora somos Foals.
-¡Yupi! -el pelirrojo le sigue el juego de la amplia alegría demostrada por el griego-. Ahora, ¿podrías decirme a los próximos "Foals", por favor?
-Estoy pensando en estos dos. Los escuché en un pequeño bar por aquí cerca, están todos los viernes a última hora. ¿No se ven guapos? -se sonroja un poco, mirando fijo al guitarrista.
-Wannip, deja de mojarte y pásame la dirección de ese bar, ¿qué hora es?
-Espera que me fijo -mira su reloj con prisa-, ¡son las nueve y cuarto! Dentro de una hora y quince minutos cierra.
-¿Tan temprano? -duda Jack, pero luego se da cuenta que eso ahora es de menor importancia-. ¿Cómo llegaremos, si la genio de Julie se ha llevado el auto, y no hay ni micro ni tren que pase?
-Pero, estúpido, ¿dónde crees que es? ¿En China? ¡Si es el bar que está a diez cuadras en aquel callejón, ese de graffitis!
-¡Oh, ese lugar! ¿Por qué no empezaste desde ahí, chico listo? ¡Salgamos ya de acá, pues!
Esta es una de las pocas veces que Jack sigue una idea de Yannis sin siquiera pensarlo. De todos modos, ¿qué podría pensar él sobre lo que podría pasar? Sólo quedaba arriesgarse e ir a ese maldito lugar, quién sabe cuándo podrán contactarse con esos chicos de nuevo.