Mucho antes de que Jack y Yannis entraran al bar, una banda indie de cuatro integrantes está preparándose para tocar. Dos de ellos son los candidatos de Yannis para Foals: el bajista de rulos rubios, ojos verdes claros y penetrantes y de estatura alta, Walter Gervers, y el guitarrista de aspecto varonil y norteamericano, a pesar de ser de la zona, Jimmy Smith.
-Ven, acércate Jimmy. Quiero hacerte una pregunta antes de que el resto llegue -le pide Walter al muchacho en su camerino, que lucía más como una pocilga.
-Deja de hacerte el intrigante y pregúntame lo que quieras.
-De acuerdo -toma valor y lo agarra del brazo fuertemente.
No había nada más placentero para Walter que sentir la piel de Jimmy. Tan suave, tan blanca sin ser pálida, tan peluda, tan varonil. Sentir esos vellos del brazo era como tocar el cielo con las manos, aunque sea por unos segundos. Muy perfecto para ser cierto.
-Oh, Jimmy -le susurra a su chico profundamente, de la misma intensidad que la de sus ojos verdes claros.
La curiosidad está torturando al muchacho lentamente. Millones de preguntas se le vienen a la cabeza: ¿qué le está pasando a Gervers? ¿Qué quiere decirle? ¿Y si alguien malinterpreta la situación? ¿Qué ocurrirá entre ellos dos? ¿Será que él al fin le declarará sus sentimientos? ¡No, eso jamás! Wally tampoco es de razonar de esa manera, además de que supuestamente está con una mujer. Aún así, la relación entre ellos dos es por conveniencia mutua y la última vez que se han vuelto a ver fue hace 2 años, con una discusión exagerada como despedida.
-Dime rápido lo que me tengas que decir, estamos a menos de diez minutos de tocar.
-A diez minutos, de tocarte. -dice el rubio, con un sutil y excitante descaro que deja la piel de gallina a su amado- Vengo a pedirte, si es que puedo proseguir.
La valentía y virilidad de Smith fue desplazada gracias a aquella pregunta que le planteó Walter. Nunca nadie lo había desafiado de tal modo. Al menos, esa cuestión se volvió un desafío para Jimmy, de esos que puede crear una respuesta, pero no está seguro de lo que puede llegar a pasar. Qué más da, hay que arriesgarse como al tocar la guitarra. Hay que acostumbrarse a ritmos nuevos.
-Prosiga, muchacho -afirma Jimmy con parte de la valentía que empezó a recuperar.
Gervers se acerca más a la cara del muchacho, hipnotizándolo con sus ojos radiantes. Siente su cuello con sus amplias manos. Por fin pudo cumplir su deseo, ahora sólo quedaba realizar los de él. Se aproxima a los labios finos del joven, hasta que Jimmy se mueve primero y lo besa con tranquilidad al principio, pero con voracidad a lo último, dejando sorprendido al muchacho de rulos. Toman aire los dos simultáneamente, como si estuvieran haciendo telepatía. Con la cabeza cercana a la del otro, Walter se saca salvajemente su polo rayado de color pastel y se desabrocha el cinturón mientras que Jimmy lo imita, pero con las bermudas por los tobillos, dejando visible su calzoncillo negro, masculino como él y vuelve a saborear sus labios.
Smith comienza a gemir al sentir sus lenguas entrelazadas y desenfrenadas.
Nunca se habían sentido tan bien, no querían que esto terminase (y eso que sólo se estaban besando) hasta que ambos escuchan unos gritos de enojo.
-Wal, Jim, ¿qué carajo...? -los reta el líder de su banda, Tom, un hombre fornido y muy machista, mucho más viril que su socio, Smith.
-¿Qué no lo ves acaso? -le contesta Jimmy, como si fuera un duelo de machos.
-Sí, lo veo más que claro. Las parejitas se van a los hoteles, no se besuquean tras bambalinas, ¡y encima siendo músicos! Para colmo con un hombre comprometido con una dama, qué asco. ¡Gerard, debes ver esto! -llama al otro miembro de Face Meets Grill.
Jimmy se sube rápido las bermudas, ya era demasiado que dos pendejos como estos estuvieran chequeando qué hace con su cuerpo y sus labios.
-Ponte la camisa también, así tu noviecito no se pone celoso si te miro.
-¡Buena esa, Gerard! Pero tengo una genial idea que seguro a todos nos encantará -Tom sigue la burla hacia los muchachos-. ¿Y si les permitimos que hagan sus mariconeadas en otra parte? Ellos felices, nosotros también.
-¿Por qué no? Prefiero tocar mi bajo en la calle antes de esta tortura llamada "banda indie de Oxford" -responde Walter, con más coraje del que había impuesto para declararle sus sentimientos hacia Jimmy-. Y esa tipa llamada "novia" no existe en mi mente, y yo jamás he estado en la suya.
Se coloca la remera y se abrocha el cinturón, sujeta su estuche con su bajo en él, agarra del brazo a su chico y se retiran de la sala. Eso sí, no había salida sin antes cruzar la parte pública del bar, es decir, la zona de consumición y la entrada y salida de clientes, además de que no se puede salir del lugar excepto por el consumo de mínimo 2 a 3 bebidas por persona.
♦
Yannis y Jack entran al bar como si fueran los tres mosqueteros buscando a D'Artagnan. Recorren todo el lugar y a cada ser viviente que esté sentado, bebiendo, bailando, conversando, a tal punto que piensan que ya no habrá otra oportunidad. Miran alrededor, parados, sin saber dónde más buscar, hasta que Yannis ve a un joven de pelo corto y castaño oscuro junto a un muchacho más alto que él, de pelo enrulado.
-¡Jack! ¡Hombre! ¿Crees que esos sean los que estamos buscando?
-Se nota que estás desesperado, aunque, no tenemos nada que perder si les preguntamos -le responde a su amigo, sólo porque ya no quiere seguir buscando.
Antes de que ellos den un paso, el de pelo oscuro se voltea todavía con su mano en el brazo del otro, mirando a Philippakis fijamente.
-Usted... Mejor dicho, tú, eres... Phil... Phip, Philip... -tartamudea el joven, no de los nervios, sino por la búsqueda de la pronunciación correcta de aquel apellido.
-Philippakis. Yannis Philippakis -le responde con un aire a James Bond, dejando boquiabierto a los tres tipos, especialmente a Jack, quien ahora mismo se está preguntando de dónde sacó ese nivel de habilidades sociales-. Tú eres Jimmy, ¿estoy en lo correcto?
-Sí, Jimmy Smith. Tengo 21 años, toco la guitarra...
-Te faltó "fui miembro de Face Meets Grill" -se interpone de manera simpática el otro muchacho.
-Y tú eres Walter, ¿o no? -pregunta Yannis, mientras Jack contempla las caras de todos ellos, agradeciendo las casualidades de la vida.
-¡Por supuesto! Soy Walter Gervers, un bajista de 22 años, más alto que todos ustedes -saluda a Yannis y a Jack, sonriendo de una manera amistosa y agradable-. ¿Y tú, beaker, cómo te llamas? -refiriéndose a Bevan.
-Soy Jack Bevan, tengo 20 años, soy baterista y más pelirrojo que todos ustedes -contesta el joven, sacando una sonrisa al resto de los chicos.
-Y más adorable, también -agrega Yannis, quien luego le agarra los cachetes como si fueran malvaviscos, los suelta y besa el derecho como si así se pudiera aliviar el dolor.
-¡Eso dolió... y asqueó! -pone carita de puchero, viéndose mas tierno todavía.
-Volviendo al asunto, ¿qué ha pasado con su banda? Algún problema entre miembros, seguro -toma las riendas Philippakis, haciéndose el responsable.
-Es una larga historia. Odio las largas historias -contesta Jimmy-. Tan larga como...
-Verán, hombres, digamos que sólo estaba manifestando mi amor hacia Jimmy, descamisado y el otro loco en calzones, abrieron la puerta, se burlaron de nosotros, nos defendimos y renunciamos a la banda por los dos juntos, sin que nadie nos cabree. -lo interrumpe y cuenta la situación sin rodeos. -Ahora estamos en busca de un destino juntos (musicalmente hablando), ni sabemos qué vamos a hacer con nuestros instrumentos.
-¡Eso fue tan romántico! -Yannis extiende sus brazos musculosos hacia Gervers y Smith y los abraza con fuerza y calidez.
-Muchachos, si no saben cómo sobrevivirán, ¿por qué no se unen a nosotros? Los toleraremos, los joderemos, les daremos mi sótano, mi batería... Bueno, lo último no, pero el resto sí, en serio -propone Jack, después de varios minutos sin decir nada.
Yannis corre hacia él y le da un abrazo el doble de fuerte que el que recibieron Jimmy y Walter.
-¡Enhorabuena! -celebra el griego-. ¡Era de suponerse que esta criaturita ahora algo callada iba a idear algo! Todo un geniecillo -le refriega la cabeza, dejándolo despeinado.
-¡Agh, Yannis! Sí que estás muy meloso, me cabrea ya. -protesta el pelirrojo acomodándose el flequillo asimétrico pero original-. Bueno, ¿aceptan o no?
-¡Eso ni se pregunta! ¿Cómo no? -acepta Walter, sin tener conciencia de lo que pueda o no suceder. Jimmy asiente con la cabeza.
Él nunca había recibido tantos desafíos en su vida. Sin embargo, de cierta manera, le gusta esta incertidumbre constante. Se supone que debe conservar el aspecto varonil que sus genes le otorgaron.
-Veremos... ¡Meh! ¡Ya qué, si no hay nada que perder!