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El cuarto de Geminis por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Cuanto tiempo habrá pasado de la ultima actualización 3, 4 meses?, pido perdón por desaparecer tan así y dejarlos abandonados pero bueno tenia otras cosas que hacer quiero agradecer a los reviews que he recibido hasta ahora y a los lectores que le han dado una oportunidad a mi historia, se lo agradezo mucho.

 

muchas gracias Megami Pallas, Keligeminis, amoros y gen_sagita_gemini por sus reviews realmente se agradecen mushisisimo y pronto los responderé a cada uno.

 

Espero les guste este nuevo capítulo, donde se une el personaje que faltaba en la historiia del trasfondo, he avanzado mucho en estos días, la hitoria de trasnfondo "el mito" esta casi completo, el lemon, porque si si señores y señoras, si habrá lemon en esta historia pero no pronto por lo que veo, el proximo capitulo tengo pensado dar más pistas de la trama y acercar mas a la pareja principal y acercar al "problema". bueno eso cuuidense

CAPÍTULO IV

EL LEÓN DE NEMEA

 

Otra vez despertaba abatido, con su garganta seca, muriendo de hambre, mareado, apaleado y destrozado completamente, todo le pesaba, aun le costaba abrir sus parpados y la molesta luz del sol no lo dejaba tranquilo, se removió de la cama sin suerte, su cuerpo pesaba mucho para su gusto y sin energías de reserva la tarea de mover un dedo era tediosa y frustrante, a costa de mucho esfuerzo logro levantar su dorso y comenzó a abrir lentamente sus ojos, era peor que una resaca, era peor que una guerra santa.

 

— Tsk… Estúpido libro— Saga refunfuñaba ese libro tenia algo obscuro, era como si le succionara al vitalidad, su fuerzas y energías, si quería terminar de leer sus paginas debería prepararse para la próxima que tomara entre sus manos aquel libro color ébano.

 

Odiaba su curiosidad, odiaba su poca resistencia de humano, si tuviese su cosmos quizá sólo le causaría un leve dolor de cabeza, pero no, ya no era un santo y era momento de asumirlo, y había algo más en su mente mas allá del dolor, las nauseas y vértigos, tenia que  meditar si ese libro era peligroso en sus manos o no.

 

Era peligroso y en el fondo lo sabia, y sobre todo en la posición en la que estaba, sin poder y si nada, un allegado en la que una vez fue la gloriosa casa de géminis, había pasado de ser un guerrero a un vagabundo que vive de la caridad y aunque quisiera comenzar su vida fuera de todo aquello, comenzar desde cero, olvidar el pasado y ser normal, ahí estaba, amarrado al cuello por las cadenas de su resurrección a un lugar en el que ya no era bienvenido.

 

Salió de la habitación lánguido, desecho y apoyándose por las paredes, miraba sus brazos y no recordaba que fueran de esa manera, miraba sus manos y sentía que algo había diferente en él y debía saber que era, debía mirarse frente a un espejo y averiguar que era lo diferente en él.

Siguió su lento caminar hasta llegar al baño y bebió agua para calmar el desierto de su boca, mojó su cara y sus cabellos, seguía sintiendo extraño, más débil de lo que ya era, si es que eso podía ser posible, y cuando sus cabellos y cuerpo fueron reflejados se dio cuenta de que si era posible ser algo más débil de lo que ya era.

 

Al mirarse en el espejo quedó totalmente perplejo pero no estaba lejos de la lógica su condición, estaba mas delgado de lo que recordaba, hasta se veía mas pálido, mas enfermo, como alguien que esta a punto de morir, se quitó su camiseta y vio como ahora se notaban sus costillas y parte de sus clavículas, sus prominentes músculos habían perdido varios centímetros tras dormir quizás cuantas semanas más, era lo peor a su vista, era un humano, un humano débil y ahora le agregaba escuálido.

— Maldito libro — Refunfuñaba, alegaba y tiraba humos por los oídos, maldecía, gritaba improperios que jamás pensó decir dentro de tierra santa, estaba ofuscado por todo, era una continua mierda la que caía sobre él, habían más cosas que agregar a su vida en el santuario, era odiado, estaba solo, hambriento, sin un rumbo propio y ahora un escuálido sin fuerzas que no se podría defender.

 

El sonido de la manilla de la puerta girando lo sacó de su arrebato, y trajo consigo espanto, alguien iba entrar y podía ser cualquiera, podría ser alguien buscándolo a él, a su hermano, no lo sabia pero verían su deplorable condición. Su mente no o estaba ayudando demoraba más en pensar que actuar y por la culpa de aquello sus ojos observaron como una melena de color celeste y unos ojos del mismo color lo miraban un tanto impactado y burlones.

 

— Por Atenas, Saga creo que esta no es la forma de redención, decir perdón funciona de igual manera— Afrodita reía mientras un desconcertado pero muy hambriento Saga lo observaba sin decir nada, mientras el caballero de picis reía hasta el punto de dejar caer una ligera lágrima desde su ojo.

 

Eso era inverosímil para él, un segundo caballero dorado que aparecía en los dominios de géminis  y al parecer su ex hogar había sido trasformado en paso peatonal o  mucho peor, una especie de salón de reuniones donde el dueño nunca está presente, porque eso si que lo tenia mas que claro, Kanon ya no posaba su ahora dorado trasero por aquel lugar, nada de trampas, nada de ilusiones, ningún intento de laberinto, nada, sólo suciedad, misterios e inesperadas visitas albergaba la casa de géminis.

 

— Debes admitir que esto es gracioso, jamás pensé ver al glorioso Saga…— El de cabellos añiles comenzaba a marearse, su cuerpo pesaba aún más de lo que recordaba, su mirar era borroso y pequeños puntos negros aparecieron frente a él bloqueando la imagen del otro, no alcanzó a sostenerse, a formular una palabra, sólo pestañeo y cayó al suelo.

 

El sol  golpeaba su piel quemándolo, tiñendo su blanquecino color en un rojo intenso, había estado caminando por horas, lo sabia, no por vivirlo si no por el dolor en sus pies, estaba agitado como si hubiese estado corriendo de algo, en su boca había un sabor a tierra y en sus brazos había una mezcla de barro y sangre, múltiples raspones lo adornaban, pero sin control de su propio cuerpo continuaba caminando, seguro de cada paso que daba.

 

Unos brazos lo tomaron por la espalda aprisionándolo fuertemente, no sentía miedo, mas bien, se sentía seguro en ese lugar, era donde él correspondía, su espalda lograba sentir un torso fuerte y desnudo tras él, se daba vuelta para observar mejor a su captor pero no conseguía observar su rostro, sólo notaba la melena y piel de león  en los hombros de aquel hombre.

En un parpadeo se encontraba frente a una pequeña laguna que recordaba haberla visto y quizás no haberla visto, algo había ahí que deseaba, pero no sabia exactamente que era y se disponía a adentrarse a las aguas pero en lo alto de una roca la sombra de un hombre adornado con una armadura de piel de león se posaba imponente y a su parecer iracundo.

 

Saga despertó un tanto asustado, pestañaba e intentaba abrir sus ojos pesadamente, ese sueño había sido demasiado extraño, ya que estaba seguro de que lo había sido, esas imágenes habían sido como las veces que leía aquel misterioso libro, pero esta vez no lo había leído realmente, se sentía raro haber soñado con aquel tipo, haber sentido eso por aquel tipo, era una tipo se repetía mentalmente.

 

Todo era muy confuso lo ultimo que recordaba era haber despertado, haberse mirado al espejo y luego la extraña aparición de Picis y a unos escasos centímetros un peculiar olor a rosas se avecinaba y una aguda risilla se dirigía probablemente a su persona.

 

—Saga, Saga, Saga que susto me has hecho pasar, por un momento creí que no volverías a abrir los ojos, si no hubiese sido por él de seguro yo no sabría que haber echo querido— Afrodita se sentaba junto al sillón donde estaba recostado, ya no tenia tanta sed después de su descompensación se sentía mas ligero, mucho mejor que antes,  se encontraba más descansado y hasta se atrevía decir relajado, la mirada de Afrodita ahora se posaba directamente en él y eso le molestaba demasiado, y con su seño fruncido carraspeo su garganta frente a la insistente mirada.

 

— No te molestes, deberías agradecernos por haberte salvado la vida, si ninguno de los dos hubiese llegado de improviso quizás tu milagrosa resurrección no hubiese significado tanto— Ahora era Afrodita el molesto por las actitudes de Saga pero eso no le quitaba el peso de su asombro y curiosidad frente a lo que pasaba alrededor de este, le daba un aire nuevo a la monótona vida del santuario a la cual ya estaba aburrido.

 

— Creo que algo no anda bien aquí, y a que te refieres con ninguno de los dos, ¿Alguien más estuvo aquí? — Y una curvatura traviesa apareció en el rostro de Afrodita, ya sabía que significaba, no le daría información a cambio de nada, su culpa había sido por mostrar interés, pero debía hacerlo otro dorado había visto su actual condición, y eso podría jugarle en contra. Saga ya resignado, y tratando de preveer que era lo que pediría el caballero de picis se mantuvo en silencio hasta esperar a que el otro hablara.

 

— Bueno como sabrás aquí la entrega de información no es gratis, a si que querido Sagita tendrás que hacer algo a cambio si quieres esa información— Picis le guiñó el ojo y sólo eso basto para aceptar el trato no sabia que era lo que Picis quería, y ni se imaginaba que pasaba por aquella cabeza, tenia un poco de miedo de la petición del extravagante caballero, pero quería hacerlo, necesitaba saber quien era ese otro, necesitaba más pistas y por sobre todo una distracción del libro, una distracción de esa oscuridad que perseguía a géminis y por sobre todo debía olvidar ese extraño sueño, un no muy sano y deplorable sueño.

 

***º***

 

No era tan malo, creyó que tal vez podría haber sido peor, era un paseo después de todo, si, eso era lo que había pedido Afrodita, un insignificante paseo hasta la zona de entrenamiento de los dorados, había prometido tener una conversación amena, decirle quien era aquel que lo había auxiliado y prometía de paso mantenerlo oculto sin que nadie notara quien era y nada mejor que un traje de guardia, un traje que por lo demás le quedaba enorme, un traje pesado que generaba más cansancio a su cuerpo y caminar bajo el sol utilizando el casco y sumándole la maraña de cabellos azules, era pago suficiente por la información

 

Afrodita hablaba de cómo había sido todo tras el conflicto de las doce casas, nada fuera de lo normal y que no pudiese imaginar, Atenea revivió a los dorados que le habían sido fieles en primera instancia y les pidió nuevamente ser sus caballeros los cual obviamente aceptaron, tras aquello fueron revividos los caballeros con fallas menores pero de importancia, se les perdonó todo pecado pero debían jurarle lealtad a al diosa, uno a uno fueron habitando sus casas dando paso a reencuentros que debieron haberse dado hace muchos años, Saga ya sabia a quien se refería con aquellas palabras, luego llegó su hermano nuevamente al santuario como el nuevo santo de géminis y tras aquello se formó una discusión entorno a un tema, ese tema no era nada más ni nada menos que él.

 

— Saga no te mentiré, al principio la actitudes de nosotros o eran de rechazo o simplemente no opinaban del tema, aclaró que yo no dije absolutamente nada— Afrodita no mentía y lo sabia muy bien, ya que no existía la necesidad de hacerlo era sólo una platica, le parecía extraña la manera tan suelta y confiada de hablar con él, pero de cierto modo se volvía agradable la conversación. Se dio cuenta de que el caballero de cabellos celestes era muy hablador, era asertivo con sus palabras, jugueteaba con ellas y que era amigable. Al final se enteró que al final la decisión la tomó la mismísima diosa y que frente a eso todos bebían aceptar su decisión les gustara o no.

 

***º***

 

El sudor corría por su piel, su cabeza dolía por el calor que le producía el casco, se sentía sucio, sudado, cansado, sediento, había olvidado por completo que el camino hasta la zona de los entrenamientos era tan lejana, Afrodita reía divertido de la derrotada situación del gemelo, debía recordar que nunca más le pediría algo al caballero de picis.

 

En el campo pudo observar a la gran mayoría de los dorados luchando entre sí, había un aire de compañerismo que rodeaba aquel lugar, eran un montón de hombre golpeándose unos a otros, no para demostrar quien es el mejor, si no para ser mejores en conjunto, como lo había prometido Afrodita, su presencia había pasada desapercibida por todos porque ahora era sólo un guardia.

 

—Mira por allá se encuentra tu salvador, está enfrentándose a Milo— Los ojos azules de Saga primero miraron el dedo índice con el que estaba apuntando  picis, luego al lugar que señalaba, ubicó a Milo, pero no al otro, lo buscó por el lugar y no parecía haber nadie más que Milo, hasta que el mismo Afrodita tomó la cabeza de Saga entre sus manos y la puso en dirección.

 

Primero cerro sus ojos por el exceso de luz, luego abrió sus parpados intentando enfocar a su objetivo hasta encontrarlo y ahí estaba nuevamente esa misma pose, el mismo desplante, la misma sombra del sueño de  hace unas horas atrás, que se materializaban en el guardián de la quinta casa.

 

Nemea— susurró siendo casi imperceptible su voz.

 

Y el nombre de Heracles se le vino a la mente junto con la piel de un león, una piel que recordaba haber palpado.

Notas finales:

ciao


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