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El cuarto de Geminis por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Nuevo año, nuevo acto de prescencia y pido disculpas como siempre lo hago por la demora, la U absorbia todo mi tiempo y escribir, universidad, novio y vida soccial no son muy compatibles.

 

espero les guste este nuevo cap tanto como a mi me gusta como avanza esto.

como siempre le doy las gracias a cada uno de los lectores y a las maravilllosas chicas que me dejan su lindo review gen_sagitagemini, amorosa y a las demas chicas :3

 

Saludos

CAPÍTULO VI

CUESTIÓN FAMILIAR

 

El caballero de la casa novena apareció ante sus ojos tras abandonar el templo del león había pasado mucho tiempo, meses, años de no ver esos cabellos castaños frente a él, lucia entusiasmado y la mueca en su cara era de nerviosismo y felicidad lo tomó de la mano y lo llevó a un costado de la quinta casa. Saga dudaba pero realmente no estaba muy interesado en lo que el otro le diría, fuese bueno o fuese malo algo ya ocupaba sus pensamientos y ese algo eran unos intensos ojos verdes, un chico de mirada feroz el cual que con un solo acercamiento había generado estragos en su interior.

 

Saga no estaba preparado y nunca lo estaría para algo como eso, quizás había sido todo directo, todo demasiado rápido, tal vez algo que no esperaba y pensó que quizás todo lo que había dicho Aioria era una trampa y que estos dos hermanos sólo se estaban burlando de él, tal vez se merecía burlas y humillación pero no quería aquello, por un instante deseó tener ese misterioso poder que albergaba el libro para acabar con todos y cada uno de los que osaran reírse de él.

 

—Te amo, te amo Saga sé que es difícil de creer pero siento como late mi pecho por ti, lo hace antes y lo hace ahora, se que lo que hiciste fue horrible el dolor que sentí no podrías ni imaginarlo, pero esta nueva vida es una nueva oportunidad para ti, para mi, para ambos, te amé antes y aun lo sigo haciendo— Unas sinceras palabras salían de sus boca, una tibia mano se posaba en la del chico de cabellos añiles, ya todo se había vuelto raro, demasiado raro para su gusto, no sólo ya había sido perdonado por Aioros si no que también estaba siendo “amado” por él.

 

Derepente la atmosfera se volvió tensa y la mirada del castaño fue severa y seria, una voz que hace unos momentos había escuchado desde muy cerca se hizo presente frente a ellos. Ya estaba arto de la locura quería descansar de todo aquello, se había prometido a si mismo no salir de aquella estúpida habitación, pero ahí se encontraba entre medio de dos hermanos los cuales ya dejaban de mirarse felizmente.

 

—Vaya hermano no era tan difícil de explicar después de todo ¿No crees?, sabes creó que supe desde un principio lo que ocurría contigo— Aioria mantenía su cabeza agachada al decir esto, todo este tiempo su hermano había amado a Saga, y ahora el no sabia que pensar, sentía cosas por Saga, cosas que jamás había sentido.

 

—Me duele que no confíes en mi y me duele el que ya no podré llamarte hermano— Estaba frustrado dolido de un momento a otro se había venido todo abajo, hace unos minutos atrás besó a Saga y ahora su hermano amenazaba con quitárselo, odiaba a su hermano por enamorarse de la misma persona, odiaba a Saga por separarlos nuevamente, se odiaba a si mismo por tener ese tipo de sentimientos por el chico de cabellos azules, no soportaría ver a ellos dos o ver Saga con cualquier otra persona que no fuese él, ese azul se había incrustado en sus pensamientos, en su corazón y en su cosmos se había arraigado a él de una manera tan rápida la cual no podía entender.

 

Frunció el ceño, se indignó, rechinó sus dientes, les deseó el mal a ambos por igual, esto era incomodo, absurdo, estúpido, sólo quería gritarles que los odiaba a ambos y que prefería ser llevado nuevamente a la muerte antes que estar cerca de ellos, estaba más enfadado que nunca, dos chicos, dos hermanos que  gustaban de él hasta de cierto modo en ese momento se le hizo asqueroso.

 

—Sólo lo diré una sola vez, no se atrevan a acercarse a mi— Su voz denotaba ira, miró con odio a Aioros y luego al caballero de León, altivo, furioso imponiendo su presencia e ignorando todo lo que él tenía para decir, no quería volver a toparse con ninguno de los dos nuevamente, levantó su rostro y se marchó del lugar.

 

***º***

No se iría a su casa, claro que no lo haría, uno de esos dos idiotas podría llegar a su casa y quizás el otro idiota de su hermano podría aparecer nuevamente, tenia que encontrar otro lugar donde quedarse, lejos del león, lejos del arquero, lejos de su gemelo, del libro y de todo en general y un color turquesa se vino a su mente, quizás luego se arrepentiría de su decisión pero realmente sentía que el caballero de picis era alguien en el que podía confiar, lo había echo antes y lo haría ahora nuevamente.

 

Subió hasta la duodécima casa, durante el camino no se encontró con nadie lo cual se le hacia un tanto extraño pero no le tomó importancia. Al llegar hasta el duodécimo templo se adentró a los dominios del caballero de picis esperando encontrarlo a dentro y pedirle aquel gran favor, el olor a rosas era impresionante todo olía delicioso y ese rico aroma había lograda templar toda la ira que había tenido en esos momentos y ahí apareció un tanto extrañado pero con una ligera sonrisa en el rostro.

 

—Picis se que es raro esto, pero… podría quedarme aquí un par de días, realmente lo necesito y no sé en quien más confiar— Afrodita sonrió, por un momento se le pasó por la mente que no le desagradaba que ellos dos fuesen una especie de amigos, nunca le desagrado la presencia del otro y al parecer existía una cierta confianza entre ellos la cual era agradable.

 

—Esta bien quédate el tiempo que desees Saga, pero con tres condiciones— ahí está Saga lo sabía y ya lo veía venir no era algo que no se hubiese imaginado pero fuese lo que fuese el aceptaría todo por al menos una noche lejos de todo.

 

— Uno, debes llamarme Afrodita desde ahora, ese mi nombre querido, dos, me ayudaras con las rosas el tiempo que te quedes y tres… me tendrás que contar todo lo que ocurrió, con lujo de detalles si vamos a comenzar a ser amigos tendrás que contarme que ocurre contigo y Leo—  Afrodita reía por lo último y Saga resopló resignado aceptando las peticiones del chico de ojos color celeste, la palabra amigo se sintió un tanto extraña pero por alguna razón no le desagrado, quizás eso era lo que él necesitaba en ese instante un amigo, un extravagante amigo como lo era afrodita de picis.

 

***º***

Lo primero que el caballero de la doceava casa hizo fue llevar a Saga a la  habitación que utilizaría, le mostró donde se encontraba el baño, y le entregó un par de prendas para que se cambiara y lo dejó solo en la habitación para que el otro se tomara su tiempo, ya habría tiempo de hablar después de todo Saga ya le había prometido contar que sucedía.

 

El chico de cabellos añiles ingresó  a la tina, y cerró sus ojos tratando de absorber todo esa tranquilidad que se sentía, ese notable olor a rosas que cubría todo el lugar y comenzó recordar Todo lo que había sucedido tan sólo en esa tarde, su despertar, su apariencia, el libro, su desmayo, su sueño, el beso del león, la confesión del arquero  y la confrontación de los hermanos, era demasiado para su gusto y  fruto del cansancio comenzó a entregarse a un ligero sueño que lo envolvía.

 

Era un sueño curioso veía la estatua de la diosa la misma que se encontraba tras el templo del patriarca, en la base un cerradura la cual él abrió con una llave de color negro, un pasadizo con una larga escalera hasta llegar a un lugar lleno de luz el que jamás vio, una cascada la cual sus aguas caía sobre un estanque, alrededor de esto profundo azul rebozaban unos hermosos narcisos que cubrían todo el suelo del lugar, se lanzó al estanque sin saber por qué  era mas profundo de lo que se veía, nadó y nadó hasta tocar llegar hasta el fondo y ahí se encontraba unas ruinas de grandes columnas de color blanco y al medio de todo un pedestal, con un cofre, un cofre de color gris pero que emanaba cierta sensación que conocía, la cual había estado muy cerca una vez, y recordó que era la misma sensación que tenia cuando leía aquel obscuro libro, un deseo lo invadió deseaba el objeto como nunca deseó algo, lo añoraba, podía sentir en su cuerpo como el sólo estar cerca de él le entregaba ese maginifico poder, lo quería para sí y pensamientos obscuros se apoderaron de él  y cuando iba a tomar el cofre entre sus manos despertó del sueño agitado y desorientado, aun seguía dentro de la tina, con sus manos arrugadas de tanto tiempo dentro del agua.

 

Recordaba haber visto ese estanque, los mismos narcisos, las mismas aguas cristalinas, pero era un recuerdo antiguo con toques del presente, no podría equivocarse esa era aquella estatua del santuario y podría dar su nueva vida que todo aquel sueño era cierto, eso lo sentía, lo presentía en su interior.

 

— Ya estoy arto de todo esto— Saga respiro resignado por su mala suerte en esta nueva vida, era cierto eso de que “recibes lo que das”  y lo estaba viviendo en carne propia.

 

Tras salir de salir del baño probablemente tendría esa charla que tanto deseaba Afrodita, lo haría, se lo había prometido, pero debía omitir ciertos detalles, detalles como el libro, detalles como los sueños que había tenido y contarle sólo acerca de ese extraño acercamiento a la familia de hermanos griegos, necesitaba aliados en esta batalla y el caballero de picis era un excelente candidato.

 

***º***

 

Tras la ida se Saga los dos hermanos comenzaron ese duelo de miradas, ambos con una misma fiera mirada, la misma caliente sangre corría por sus venas, el mismo porte y la misma actitud de prepararse para una batalla.

 

—Estoy feliz de estar nuevamente contigo hermano, lamento haberte dejado atrás siendo tan joven, pero tengo que decirte que  si no puedes aceptar mi amor por Saga yo tampoco puedo llamarte hermano— Era tan directo como el otro, el mayor estaba enojado y no sabia porqué su hermano reaccionaba de esa manera, se sentía mas alejado que nunca de Aioria como si Saga nuevamente lo alejara de él, no podía culpar a Saga él era el que se había enamorado del ex caballero de géminis, él había decidido entregarle su amor a Saga  y aprovechar esta nueva oportunidad.

 

—Odio a Saga, no sabes cuanto, me separó una vez de ti, si no que lo hará nuevamente, no sé que sucede conmigo hermano, si te soy sincero ni yo mismo se que ocurre conmigo, pero hay algo que debo confesarte, no puedo darte a Saga así como así— sus palabras fueron claras y altas, retumbaban en los odios de Sagitario, ahora entendía la reacción de su hermano pero al igual que él tampoco entregaría a Saga, no podía y no quería.

 

La ultima mirada que se dedicaron tenia tonos de lucha y de tristeza, jamás pasó por la mente de ninguno de que algo como eso les pasaría a ellos, enamorarse de un hombre, de un traidor que les había hecho tanto mal en un pasado, Aioros volvió a su templo, y lo mismo para Aioria, tenía mucho que pensar y gran parte de ese mucho era Saga de géminis, pensar en como volvería hablarle, si algo estaba claro es que el otro estaba muy molesto con todo y no podía culparlo por estarlo, debía planear como acercarse él, como aunque le sonara raro como conquistarlo, ¿Cómo conquistaría a un hombre?, ¿Cómo conquistaría a Saga?, ¿Cómo evitaría esa profecía que le contado la pitonisa en Delfos?, se lanzó en su sillón recordando ese beso, sus recuerdos que no eran propios, en otras palabras se hundió en Saga.

 

***º***

 

— Saga no juegues conmigo, eso no puede ser real— La expresión de Afrodita era única,  estaba asombrado, incrédulo por lo que el otro le había contado, los dos hermanos estaban tras él, le costaba creerlo, realmente no sabía si creer o no y lo peor de todo es que uno de ellos ya se había atrevido a besarlo, aunque tratara de imaginar a Aioria besando a Saga no podía imaginarlo o Aioros declarándosele y peor aun ambos hermanos discutiendo era un típico triangulo amoroso que bordeaba el cliché, estaba seguro que la llegada de Saga traería un aire nuevo al santuario pero no sabía que sería algo como eso.

 

Tras el relajante baño de Saga y que Afrodita le diera un paseo por su jardín de rosas que no eran venenosas se habían sentado a conversar en el sala del templo, Saga comenzó contando detalle a detalle lo ocurrido observando las distintas reacciones del otro sin interrumpirlo hasta la parte en que llegó al duodécimo templo.

 

—Puedes creerme o no, hasta yo realmente prefiero no creerlo,  pero por mas que trato de negar todo esto no puedo, es un verdadero fastidio sabes— El ex caballero era serio en sus palabras tal como lo había planeado sólo le contó lo que pensó conveniente, hablarlo le quitaba un gran peso, la reacción del dorado no le parecía extraña pero agradecía que en ningún momento Afrodita mostraba signos de no creerlo o juzgarlo, se sentía bien de cierto modo.

 

—Parece que ha sido difícil tu regreso compañero, no pongas esa cara tan seria hasta tu debes admitir que pesar de lo raro y bizarro de todo esto es gracioso— El joven de cabellos celestes soltaba pequeñas risillas al hablar, y esto aflojó el ceño fruncido de Saga hasta que por primera vez desde que llego al santuario terminó riéndose junto al otro, tenía razón era extraño pero gracioso todo ese gran embrollo que se había formado entorno a él.

 

—Uuff… Debes estar cansado te dejaré dormir si lo deseas, puedes quedarte el tiempo que quieras, Kanon no te la debe dejar fácil tampoco, pero eso podremos hablarlo mañana— Afrodita se levanto y guiñó su ojo al gemelo, Saga se levantó y agradeció el gesto,  se fue a su habitación y no tardó nada en caer dormido por el cansancio.

 

***º***

 

Esa noche dos personas compartieron el mismo sueño, un sueño en donde un hombre con piel de león atacaba a un chico de cabellos azules, un sueño donde el chico de cabellos azules abría un cofre de color gris dejando salir un aura negra que envolvía su pálido cuerpo, el suelo bajo sus pies se tornaba de un color negro era como si “nada” estuviese consumiendo todo lo que el otro tocaba, todo fue muy rápido, arrancó el corazón del otro en un solo movimiento, la oscuridad desapareció pero el color opaco que envolvía al joven permanecía en él, la sangre corría por el agujero en el pecho del otro manchando su blanca piel y al otro, el cofre seguía abierto sin nada en su interior, lo que sea que estuviese se había fusionado al otro.

 

Tenía el cuerpo del otro sobre sus brazos llorando, lleno de rabia de ira, rogando a los dioses por su ayuda, una ayuda que fue escuchada inmediatamente por el poderoso dios Zeus, cayó en forma de un rayó y la gran figura del Dios del cielo se posó frente a él,  le arrebató el cuerpo sin vida, tomó también el cofre, le dirigió unas palabras las cuales él no logro comprender y se lo llevó.

 

Las últimas palabras del dios del olimpo resonaron en su cabeza aun sin entender que significaban, preso del dolor tomó su espada y la clavó en su pecho.

 

Ambos despertaron al mismo tiempo presos del miedo, una lagrima corría por el mejilla de Saga y un aplastante dolor sobre su pecho permanecía sobre Aioria, Saga pensó en Aioria y Aioria en Saga mientras normalizaban su respiración, dos chicos escuchaban claramente la voz del Dios Zeus como advirtiéndoles que algo grande se aproximaba a sus vidas anunciándoles que el primer acto ya había concluido…

 

“Nacerán las estrellas de géminis sobre el cielo hijo mío, en el cielo la profecía, en la tierra su corazón y en este cofre su destructivo poder”


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