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El cuarto de Geminis por Whitekaat

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Notas del capitulo:

Vaya hasta para mi fue una sorpresa actualizar moderadamente pronto, se me hizo dificil este capítulo debido a que no sabía conectar esto a lo que tenía ya escrito para el prox capítulo, fue difícil pero finalmente lo logré y estoy agusto con el resultado ta ves esto esté algo lento pero es justo y necesario ajajajaja no quiero adelantar nada más no quiero hacer un autospoiler a mi historia 

como siempre quiero darle las gracias a cada uno de los lectores que siguen mi historia y que realmente me ayuda a continuar con ella( es cierto mis otras historia han sido congeladas) y un saludito muy especial a esas hermosas personas que em dejan un review de verdad al leerlos me hacen el día feliz Megami_pallas, gen_sagigemini, Innis y a "YoxD"(si tú), de verdad no saben como les agradezco la pqueña muestrita de amor en sus mensajes así que mucho amor de mi parte para ustedes tambien <3 <3

sin alaragar mucho más esto los invito a leer :3

CAPÍTULO VII.

LA BIBLIOTECA DEL PATRIARCA.

 

—Tengo maquillaje para tapar tus ojeras, tu ceño fruncido o esa cara horrible que llevas querido, ¿Mala noche? — Afrodita por un momento se estremeció, la cara un tanto sicótica del gemelo lo estaba mirando directamente a él con ansias de sangre pero luego de ver el estado somnoliento, esa mandíbula tensa, esa encorvada postura, esa maraña de pelos que ahora tenia por cabellos el de ojos azules hacían reír por dentro al caballero dorado que disfrutaba y temía a la vez.

 

Saga de mala gana se sentó frente al otro chico, el desayuno estaba servido, frutas, pan,  café pasteles y dulces, sobre la mesa adornada por un gran arreglo de rosas de un hermoso y fuerte color rojo que expedían su dulce aroma por todo el lugar un perfecto arreglo de flores al centro de la mesa creando el ambiente idóneo para la escena del desayuno perfecto que claramente Saga rompía con su cara de pocos amigos.

 

— Pésima noche, soñé que Kanon era el nuevo caballero de Géminis, que Aioros me confesaba sus sentimientos y que su ahora su no tan hermano menor el cual creí que me odiaba, me ayudó, me beso y peleó con su amado hermano por mi…— Saga apoyó sus codos sobre la mesa entrelazando sus dedos mientras miraba al chico de cabellos celestes con una mirada seria, estaba ofuscado, tenía hambre, se sentía sucio, estaba cansado y sus despertares nunca fueron muy agradables para los demás.

 

— Creo que olvidaste la parte de matar a Shion, controlar a los dorados, ser el nuevo patriarca y el intento de homicidio a nuestra Diosa, tomaré esto como una muestra de la confianza que posaste en mí querido Saga y no replicaré por que soy una persona demasiado agradable pero… aun no me respondes si quieres que te ayude con ese rostro horrible que llevas— Afrodita cruzó su brazos apoyando toda su espalda sobre el respaldo de la silla mirando con unos afilados ojos y una media sonrisa al de cabellos añiles, dramatizó su molestia un poco más de lo que realmente sentía queriendo tomar la pose de una madre que dice “te lo dije”.

 

En el fondo sabía que picis tenia razón, su cuerpo dolía por montones, el estúpido sueño, pesadilla, premonición o lo que fuese no lo habían dejado dormir en toda la noche, ese libro y sus misteriosas paginas también contribuyeron en su insomnio, eso sumado a la confesión del caballero de sagitario, más el beso con Aioria, con su preocupación por Aioria, el latir de su pecho que empezaba al recordar aquella fiera mirada, si tuviese que hacer una balanza entre cual fue la causa que no lo dejó dormir por la noche claramente el león ganaba por mucho.

 

—Tienes razón lo siento Afrodita, todo esto me abruma, pero creo que es cierta esa parte en la que confío en ti— Las palabras del otro tenían la razón, había olvidado por un momento que no tenía derecho a quejas, pero ahora tenía a esa especie de amigo/amiga frente a él que  al parecer  no tendría miedo en recordárselo si era necesario.

 

— Con lo del maquillaje esta vez paso, pero si puedes podrías ayudarme con el cabello, terminó así luego de intentar peinarlo— Vio como la postura del otro se volvía más relajada y su rostro tomaba nuevamente aquella simpática mirada, tomo el termo con agua para prepararse un té al decir aquellas palabras, intentando restarle una gran importancia al problema de su cabello, muy tranquilo termino de verter el agua  y lo bebió.

 

***º***

 

Dentro del campo de entrenamiento los ojos de los caballeros de bronce y plata e incluso los de algunos dorados permanecían expectantes de la ferviente batalla que se estaba llevando a cabo en la arena, más que una batalla de entrenamiento parecía una lucha real entre dos caballeros dorados, dos hermanos pertenecientes a la casa de Leo y Sagitario, su velocidad era la misma se movían sin bacilar por toda la arena golpeando sus puños uno contra el otro, ninguno quería ceder, ataque tras ataque, golpe contra golpe, un rayo atómico por parte de Aioros  y un rayo relámpago proveniente de Aioria que chocaron entre sí produciendo una gran explosión.

 

Ninguno pensaba en rendirse si sen rendían en ese momento era como si estuviesen cediendo ante el otro aquella pelea campal no terminara hasta que uno de los dos terminara en el suelo, ellos lo sabían y al parecer los demás en el campo ya habían deducido que algo ocurría entre ellos, la hostilidad se hacía presente y la tensión de la pelea podía sentirse en el aire, nadie sabía que ocurría y nadie tenía como saberlo.

 

Un choque de poder tras otro, retumbaban la arena, varios de los santos presentes habían abandonado el lugar o buscado un lugar más seguro para ver el espectáculo por que la pelea cada vez se hacía más intensa con cada golpe que se daban el uno al otro, nuevamente sus técnicas especiales chocaban entre si hasta que un tercero unió su ataque provocando un estallido aún mas grande al que ya se había desatado anteriormente.

 

—Si se quieren matar está bien, pero su pelea ya se volvió aburrida  y otros también deseamos combatir a muerte— Una explosión de galaxia era la tercera técnica que provocó la explosión y tras la gran nube de arena unos largos cabellos azules se acercaban a los hermanos.

 

— Vaya la estrella errante aparece nuevamente y nada más ni nada menos que llamando la atención del público como te gusta, ¿No Kanon?— Aioria estrechó su mano con el caballero de la tercera casa a modo de saludo, una sonrisa se posó en el rostro de ambos luego de un típico golpeteo en la espalda del otro, Aioros miraba toda la escena con cierto recelo y de mala cara, habían interrumpido su batalla justo cuando según él iba a ganarle  al otro. Al ver que todo había acabado dio una media vuelta y se fue del campo en dirección al santuario tenias cosas en las que pensar y por el momento lo que menos quería ver era a alguien que le recordara tanto a Saga.

 

La relación entre Kanon y Aioria no había sido la mejor, en un principio se odiaban a muerte, la presencia del otro les causaba un hastío mutuo y no podían permanecer en una sala sin que uno lanzara algún comentario mordaz, pero todo aquello cambió en una de las misiones que les asigno la Diosa en al cual debían traer a un caballero de plata muy poderoso el cual causaba estragos en un pueblo cercano a Nápoles el cual debía ser juzgado por sus crímenes cometidos.

 

El trabajo se les hizo un tanto difícil a pesar de ser un caballero de menor rango, ellos mismos se interponían en el camino del otro y las constantes discusiones lograban la distracción perfecta para que el otro escapara, pero había algo que tenían en común en ese momento, algo que ello lograron saber en apenas una pequeña charla en la cual confesaron un profundo odio contra Saga en ese tiempo, tras eso su relación se fue afianzando, en el campo de batalla se recocían el uno al otro como buenos luchadores lo que luego se tornó en una extraña amistad en la que a veces bebían, Kanon le contaba de sus reiteradas salidas del santuario por su fascinación por el juego y las mujeres.

 

El castaño sabía lo maldito e hijo de puta que podría ser Kanon con las mujeres y el de cabellos azules no se sentía mal respecto a eso, había dejado muy en claro todo lo que pensaba y a pesar de todo aquello el gemelo se había transformado en un muy buen amigo y compañero.

 

—Espero que hayas cuidado de mi hermano en mi ausencia, por que si pusiste alguna garra sobre él te juro que me la pagaras, aun no soporto esa rara idea que pasa por tu mente— Eran amigos, demasiado amigos para le gusto de Kanon sobre todo cuando cierto chico castaño llega y le confiesa que quizás su odio hacía Saga se había transformado en algo más, el odio de ambos hacía Saga se había apaciguado al expresarlo entre ellos, Aioria claramente había dejado todo aquello en el pasado y por parte de Kanon sólo ya no deseaba matarlo lentamente y  se había prometido que su venganza sería algo más para molestar a Saga que una venganza como tal, sólo recrearía Cabo Sounion hasta que el otro le rogara por algo de comida o él se aburriera, lo que pasara primero.

 

—Tranquilo no hice… casi nada—

 

 

Una batalla para recordar viejos tiempos, una charla para ponerlo al tanto de lo que ocurría, una mirada de odio al saber de aquel beso robado, un suspiro resignado y las palabras de aliento mas raras que diría el gemelo en toda su vida “Sólo a ti te daré permiso para ser mi cuñado no dejes que Sagitario te gane o yo mismo acabaré contigo”, ambos rieron por lo bizarro de la conversación y se alejaron cuando el sol ya no lograba ver en el horizonte uno dirección al templo y otro hacia a las afueras de tierra santa.

 

 

***º***

 

Durante el desayuno  el  caballero de Picis y ex caballero de Géminis conversaron acerca del santuario y lo que había cambiado en él, Saga preguntaba por los demás dorados y Afrodita intentaba peguntar disimuladamente a cual de los dos hermanos prefería mientras el chico de ojos azules evadía esas preguntas ágilmente, por miedo a que quizás confesara algo que él niega a creer. Tras el desayuno Afrodita le entregó unos productos para el problema de sus cabellos y  por la tarde abandonó el templo debido una nueva misión la cual se le había encomendado.

 

Saga esa tarde  recostado sobre  la habitación donde ahora permanecía como un inquilino pensó en volver a su templo, la idea no se le hacía agradable y  luego desistía al recordar todo lo que ocurría a su alrededor, entre esos pensamientos de ir y volver sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente y se iba entregando lentamente al sueño.

 

Él ya lo sabía, era una de esas visión que lo atormentaban, pero esta parecía diferente a las otras, su cuerpo se movía a través del templo de picis, rodeando el campo de rosas y llegando directamente al ala derecha del templo del patriarca, Saga a pesar de ser un sueño sabía que no podía entrar a aquel lugar pero al parecer a su sueño no le importaba su decisión, recorrió pasadizos los cual el no conocía mientras se grababa inconcientemente en su memoria cada imagen de lo que veía.

 

Pasillo tras pasillo el sueño lo guiaba hasta un lugar en especial, la biblioteca, su corazón se aceleró de repente con mucha fuerza, sabía y sentía que dentro de aquel lugar se encontraba la clave para descifrar el misterio del libro, el misterio de sus sueños, esa sensación nostálgica al ver los ojos del caballero de Leo, tras la puerta grandes estantes llenos de libros los cual recordaba haber leído una vez estando a cargo del templo, uno de los estantes se movió, y dos de los ladrillos de la pared cayeron dejando ver algo lo cual no alcanza a visualizar de donde se encontraba, cada pasó que daba se hacía eterno y sus pies no avanzaban tan rápido como él deseaba.

 

 

***º***

 

Fuera de su templo se encontraba el dueño de unos cabellos oscuros,  alguien que compartía ciertas facciones, alguien con el compartía una misma sangre y al aparecer los mismos gustos por las personas. Aioros estaba sentado en las escalaras de la quinta casa probablemente esperándolo a él, probablemente para llevar esa nada agradable conversación, ya lo había pensado demasiado, su orgullo y  los sentimientos por el de largos cabellos azules no lo dejaban ni si quiera pensar en ceder su oportunidad de conquistarlo, no después de esos sueños, no después de las palabras de la pitonisa no después de haber sentido la calidez de los labios de Saga.

 

—Pasa o te enfriaras ahí sentado— Aioria entró junto a su hermano al templo de leo y caminaron lenta e incómodamente hasta la sala del lugar, se sentaron uno frente a el otro sin si siquiera mirarse esperando por quien era capaz de comenzar con la primera palabra de esa extraña conversación.

 

— Eres mi hermano, la persona que he admirado todo estos años y probablemente aun lo hago, no es como si quisiera que esto pasara, pero no puedo Aioros no puedo ni si quiera concebir la idea de olvidarme de Saga— El castaño claro fue el primero en hablar, inspiró hondo antes de comenzar con sus palabras había suavizado su voz para que no pareciera el grito de guerra que tenia dentro de su corazón, quería llevar todo de la manera mas civilizada posible y evitando que el lazo que aun tenia con su hermano se rompiera aun más de lo que ya estaba.

 

—Tú eres mi hermanito, aquel juré proteger pasara lo que pasara, a quien no quiero perder por nada en el mundo pero he estado enamorado de él desde aquel tiempo en que yo era tu maestro, en el que te cuidaba, te bañaba, esperé mucho aquella vez para confesarme, pero esta vez se me entregó una nueva oportunidad para resarcir mi cobardía— Todos y cada uno de los recuerdos de su infancia lo atacaban uno a uno junto con las lagrimas que derramaba  el castaño, veía como el cuerpo de su hermano se mantenía tenso con unos puños apretados y una mirada que lo hacia sentirse la peor escoria del mundo.

 

Esos recuerdos le llegaban hasta el fondo como dardos, ablandando su corazón y apaciguando su fuego interno no podía soportar ver todo eso, no quería ver a su hermano de esa manera y por su culpa, por su maldita culpa y deseos.

 

—Ven en dos días cuando el sol comience a caer, por ahora no puedo seguir con la conversación debo dirigirme al templo del patriarca, si me disculpas— Aioria salió de la sala dejando a su hermano solo sumido en la incertidumbre, caminaba en dirección al templo del patriarca con un solo pensamiento, el de que quizás se arrepentiría de su decisión algún día. 

 

***º***

 

Despertó a la noche, con esa obscuridad que le recordaba al libro, de esas noches sin luna, donde ni las estrellas eran capaces de reflejar luz, despertó un tanto asustado y ahora mas intrigado que nunca, ahora por su mente se cruzaba todo lo que había soñado y deseaba estar ahí y tener aquello que se encontraba tras ese librero costara lo que costara esa era la noche perfecta para lograrlo, sabía como llegar, sabía como no ser descubierto y si no lo hacia en ese mismo instante perdería su única oportunidad de lograrlo.

 

Se levantó rápidamente y se vistió con el traje de soldado que había guardado anteriormente estaba decidido a terminar con el misterio esa misma noche aunque arriesgara todo por ello, la noche sería su amiga y esa obscuridad lo ayudarían a lograrlo.

 

Se movió sigiloso rodeando los campos de rosas teniendo cuidado de no tocar ninguna, todo era como en su visión era igual a lo que sus ojos habían visto y para su suerte su mente aun tenia fresco cada detalle.

 

Se movió ágil y silencioso por los pasillos del templo del patriarca, casi fue descubierto por un guardia que permanecía cerca de la sala principal pero fue salvado por la ineficiencia del hombre que resguardaba los pasillos que no sólo no cumplía con su trabajo, si no que también dormía  durante la guardia el gemelo bendijo su suerte y se dirigió rápidamente a la biblioteca.

 

Tal como en las imágenes de esa tarde llego a la biblioteca y se dirigió hacia el librero, a puras penas y utilizando su débil cuerpo de humano logro mover el mueble para dejar el espacio necesario para remover esos ladrillos, su pecho se aceleraba tanto por su esfuerzo como la emoción de poseer la verdad con sus propias manos.

 

En el hueco que habían dejado los ladrillos yacía una caja un tanto vieja, un tanto raída cerrada con un sello la cual apenas se rompió al tocarlo con su mano, en la tapa las palabras “Géminis” escritas en ella, escondió la caja entre sus ropas, dejó todo tal como estaba y se apresuró a salir del lugar.

 

Todo saldría bien y sabía que así podría ser, que nada se interpondría en su camino y que el camino ya estaba libre… pero a lo lejos una voz interrumpió su andar, una voz que no quería escuchar y muchos menos en ese momento, esa voz grave y un tanto ruda produjo que sus manos comenzaran a sudar, su calor corporal comenzara a subir y la adrenalina que provocaba el ser descubierto agitaba su palpitar haciendo retumbar sus oídos casi creyendo que el otro también lo estaba escuchando.

 

Ahí en medio del pasillo la voz del caballero de la quinta casa se acercaba a él preguntado por si es que su turno había terminado a lo cual Saga sólo asintió con su cabeza agachada para el otro no lograra reconocerlo, estaba demasiado cerca para su gusto, ahora eran el miedo de ser descubierto y las imágenes de ese Aioria posesivo que le había robado el beso el día anterior aumentaban aun mas su ritmo cardiaco.

 

—Con su permiso, me retiro— El chico de ojos azules intento modificar su voz lo mas que pudo, para evitar que el otro lo notara iba caminando hasta nuevamente la voz del castaño diciendo “¡Soldado!” detuvo su caminar en seco, su corazón casi salía por su garganta, estaba atrapado, no se podía engañar a un dorado así como así y el mismo lo sabía, maldecía su suerte y a todos en general.

 

—No nada, continua— Por un segundo Aioria sintió un olor familiar que provenía del hombre que llevaba el armadura, pero era imposible que  ese alguien estuviese ahí y haber burlado a todos los guardias y al gran jardín que protegía la entrada al lugar, se obligó a pensar que ese no podía ser él y que quizás todo aquel problema, sus sueños y todo lo que ocurría en su interior hacia que pensara en Saga más que nunca.

 

***º***

 

Tras salir de los dominios del patriarca, salir del campo de rosas y encontrarse nuevamente resguardado por las paredes del doceavo templo pudo respirar tranquilo, llevar su mano al corazón, y con la otra intentar quitar el sudor que corría por su frente haciendo que sus cabellos se pegaran a su rostro y se dirigió a su “cuarto” para ver el contenido de esa maldita caja.

 

Por un momento Saga se quedó en blanco, no reaccionaba a nada, luego de ello hubo un momento de asimilación pasando al de buscar algo más dentro de la caja para finalmente llegar a la ira y lanzar el objeto lejos de su vista y gritar con todas sus fuerzas dejando salir su frustración. Dentro de la caja yacía una hoja la cual se nota había sido arrancada, una hoja un tanto vieja de color blanco ensuciado por el tiempo y nada más por ambos lados, ni una sola palabra, sólo un pedazo de papel sin nada en él.

 

Tras su estruendoso ataque de irá una idea se el vino a la mente, quizás producto de la esperanza que aun guardaba en su interior, tal vez y sólo talvez esa hoja blanca tenia un color, una textura y un tamaño muy parecido al de cierto libro que estaba en el templo de géminis.

Notas finales:

espero les haya gustado :3


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