Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El cuarto de Geminis por Whitekaat

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holis es agradable verlos nuevamente por aquí actualizé antes de lo esperado y eso es bueno tanto para ustedes y para mi(así no me siento culpable de haber tardado más de 6 meses con otros capítulos), vi the legend of sanctuary odio la barba de Aioria,enserio, really la odio y mucho ajjajaja 

en fin quiero aradacer como lo hago siempre quizas par alguno no es importante pero para mi si lo es el darle las gracias a aquellos que leen esta historia y a los que me apoyan con sus comentarios como gns, aurora_execution, megami_pallas y YoxD, si aun me casa gracia el nombre ajaja ( no de una mala manera aclaro).

 

Paso tambien promocionando el one-shoot que escribí hace poco de la misma pareja para los que quedaron gusto a poco con el cap anterior <3

CAPÍTULO IX

EL COSMOS DE SAGA.

 

Aioria despertó feliz, relajado, lleno, cálido pero bajo todas estas emociones se escondía la culpa, le había hecho algo a Saga de lo cual no podía estar para nada orgulloso, había usado a Saga. Sí, había usado a Saga lo había profanado, utilizado contra una inconciente voluntad, se había aprovechado en el momento de mayor fragilidad del de cabellos azules y  pesar de que si había disfrutado, porque si lo había disfrutado tener a Saga entre sus brazos, oler los cabellos de Saga y hasta oírlo gemir su nombre había sido perfecto, perfecto de una mala forma.

 

Repasaba los recuerdos de la noche anterior en su mente un tanto excitado pero culpable, Saga se había transformado en la peor resaca que había tenido pero de aquellas las cuales no te arrepientes de haberlo hecho.

 

El gemelo seguía dormido con su respiración apenas audible estaba encorvado al otro borde de el colchón tapado únicamente por la sabana de la cama, Aioria se mordisqueo los labios viendo a Saga de esa manera y se acercó a su oído para intentar despertarlo con su voz. Había planeado todos los movimientos, él lo despertaría y probablemente Saga se asustaría y querría salir corriendo del lugar sin dejar lado a las explicaciones echo una furia así que lo más sensato que hizo fue acercase al cuerpo de Saga rodearlo con sus brazos y comenzar a dar ligeros mordiscos al borde de su oreja mientras lo llamaba por su nombre.

 

—Saga — Susurró

 

—Saga — habló un poco más fuerte sin recibir ninguna señal

 

—Saga — Su tono de voz era alto y con sus brazos lo apretó un poco más, para que reaccionara.

 

— ¡Saga despierta! — Ya era un suplica desesperada, movió su cuerpo lo remeció, enterró su dedos sobre la blanca piel del ex caballero de géminis, pero el hombre frente a él no reaccionaba, rápidamente tomó su pulso, escuchó su respiración, tomó la temperatura del gemelo pero todo estaba bien con Saga, fisiológicamente hablando Saga estaba vivo y de eso no había duda pero ahí fue cuando Aioria notó ese pequeña diferencia, esa pequeña gran diferencia, trataba de recordar anteriormente si es que lo había sentido pero por más que recordara la llegada del chico de cabellos añiles y sus encuentros no podía sentirlo, el cosmos de Saga no se encontraba, había desaparecido.

 

Aioria creyó que quizás el cosmos del gemelo estaba débil pero no era eso y así lo sentía simplemente ya no estaba ahí, sabía como “ayudarlo” se había echo en otras ocasiones buscar un cosmos con sus propios poderes y transmitir energía. Puso sus manos sobre el pecho de el gemelo, el cuerpo del caballero de la quinta casa se cubrió por una luz dorada, cerró sus ojos para buscar el centro del cosmos para así poder alimentarlo con su propia energía, pero cuando encontró ese núcleo algo lo rechazó, algo rechazó su cosmos y no sólo eso si no que también intentó absorberlo.

 

El león abrió sus ojos y quitó sus manos rápidamente como si le pecho del otro le quemara las palmas de las manos, eso había sido muy intenso e increíblemente raro, ya sabía cosas de Saga, estaba vivo, inconciente, ya no tenía su cosmos y algo tenía dentro de sí, algo poderoso que era capaz de absorber el cosmos, por un momento pensó que podría tratarse de Arles, pero lo descartó de inmediato, Arles no tenía esa clase deponer y si esa retorcida personalidad del caballero de géminis hubiese poseído ese poder desde antes probablemente las cosas hubiesen terminado muy diferentes para todos, incluyéndolo a él, debía corroborar las sospechas de la falta de cosmos de Saga con la persona más sabía y poderosa del santuario la Diosa de esos dominios, debía hablar con Athena pero algo le decía que no debía contar acerca de “eso” que tenía Saga, había mentido una vez por Saga y lo haría nuevamente.

 

—Te protegeré de todo, cueste lo que cueste— tomó el adormilado cuerpo del geminiano y lo llevo hasta su pecho para abrazarlo y sintió una sensación nostálgica, esa sensación de ya haber vivido algo similar a lo que pasaba, pero que no había sido por él, cerró sus ojos y pensó en negro, en ese negro que consumía todo a su alrededor.

 

Recordó esos cabellos azules idénticos a los de Saga, recordó ese corazón  que había sacado del pecho de aquel chico, recordó las palabras de Zeus y desde ese momento todo tuvo sentido al menos para él, las palabras de la pitonisa, los sueños, su preocupación por Saga, el sentimiento no era nuevo era algo que había sido suyo hace centenares de años atrás algo que ahora se despolvaba, ellos se habían conocido en otra vida, ellos se habían amado en otra vida pero de nuevo esa obscuridad volvía por Saga.

 

—Esta vez no voy a permitir que te apartes de mí, es una promesa — Besó sus labios su mentón, frente, pómulos y el dorso de sus manos, la piel del gemelo seguía calida, seguía con vida y juraba en ese mismo momento que así permanecería.

 

Lavó su cuerpo junto al de Saga en la bañera reprimiendo sus impulsos para no volver a cometer el mismo error nuevamente, lavó el cabello de Saga, enjabonó su espalda, sus brazos, muslos, pies y rápidamente por la zona de la ingle, luego secó su cuerpo y sus cabellos azules, lo vistió con su ropa interior y uno de sus pijamas y lo dejó bajo las sabanas para que siguiera descansando.

 

El caballero de Leo tenía una misión importante que atender, debía charlar con su Diosa y encontrar las palabras perfectas para abordar el tema, algo en su interior le advertía algo, lo cual ignoró por completo, porque por el momento no podía dejarse llevar por pequeñas intuiciones que nacían de la nada.

 

 

***º***

 

— A que debo tu agradable visita caballero de Leo— La diosa estaba paseando por los jardines de su templo, lucía calmada, ningún guardia la acompañaba, esbozó una sonrisa al ver a Aioria frente a él y le pidió que se levantara tras que el caballero dorado se hincara a modo de reverencia.

 

—Diosa Athena debo conversar con usted, es algo de suma importancia y delicadeza y quería pedir un poco de su tiempo para conversar esto en un lugar más privado— La diosa por un momento pareció sorprendida y preocupada e inmediatamente asintió con su cabeza y comenzó a caminar en dirección a su templo, en el camino no se emitió ningún sonido más allá del ondas del sonido de las pisadas que chocaban contra las paredes de mármol del templo.

 

Se dirigían hasta el salón principal del templo el cual le permitía a la diosa Athenea eso muy bien lo sabía Aioria en el camino repasaba las palabras que diría y esperaba que la chica de cabellos lilas le otorgara aquella importante información.

 

— ¿Qué es aquello que os preocupa Aioria de Leo?— Saori se sentó en el trono que era designada para ella en el gran salón de la Diosa, no había ningún guardia a la vista el cual puédase escuchar algo lo cual calmó al castaño para luego comenzar a decir lo que lo inquietaba.

 

—No quiero estar con rodeos mi Diosa, sólo quiero confirmar la situación actual del cosmos del ex caballero de géminis, Saga— La joven reencarnación de la Diosa Athena suspiró, ella ya sabía a lo que se refería el dorado frente a él. Calló por unos minutos pensando en lo que debía decir hasta que nuevamente la chica habló.

 

— Antes de decir la situación del caballero Saga me gustaría saber para que es el propósito de esa información— A pesar de que era un caballero dorado el que lo preguntaba, ella debía resguardar y proteger a todos sus caballeros  que habitaban el santuario por igual, lo que ocurría con el cosmos de Saga sólo lo sabía ella y el mismo involucrado era un secreto el cual no debía ser revelado a nadie porque la diosa sabía que a pesar de todo el rencor aun seguía en el corazón de algunas personas, un rencor contra el caballero de géminis.

 

—Quiero protegerlo, temo que si alguien se entera intente hacerle daño— La diosa se sorprendió pero al enterarse de las puras acciones del hermano menor del caballero de Sagitario sonrió feliz, vio en sus ojos que no había rencor, tal vez él también había entendido que Saga no era malvado, y que aquella personalidad ruin y despiadada no tenía ninguna semejanza con la verdadera esencia del gemelo griego, estaba realmente contenta en ver como las heridas del pasado sanaban y como sus caballeros trabajaban y se pretejían los unos a los otros.

 

—Tu sospechas son ciertas caballero de Leo, Saga fue revivido al igual que los demás pero debía ser justa, por más que me doliera, debía poner un castigo, era la única forma de que redimiera sus pecados y traerlo a la vida como un hombre bien— La diosa paró su relato y Aioria escuchaba atentamente la voz de la Diosa, al menos ya corroboraba sus sospechas, Saga no tenía su cosmos pero era porque la misma Athenea lo había decidido así, no por maldad, no porque quisiera hacerle daño, si no como una lección, la diosa quería lo mejor para todos y confiaba en que el griego podría encontrar una gran felicidad de esta forma, así ella lo sentía.

 

—Al caballero de Géminis, Saga, se le permitió volver a la vida y un lugar en el santuario, sin su cosmos, sin abandonar tierra santa y jurando completa lealtad no sólo a mi si no que a todos los seres que habitan aquí— Aioria ya estaba seguro Saga estaba indefenso frente al rencor de la misma gente del lugar y para su desdicha aunque tuviese nuevamente aquel poder no podría usarlo de nuevo en nadie del lugar, era un ave al cual le habían cortado las alas y que debía aprender a caminar.

 

—Le agradezco su tiempo, prometo guardar el secreto y  yo mismo me encargaré de la protección de Saga si usted me lo permite— La diosa griega asintió y sonrío para luego permitir marcharse al hombre que portaba la armadura dorada del león.

 

Ninguno de los dos se percató de la presencia de un tercero que aguardaba tras la puerta del salón, era sólo un guardia, un guardia que sólo al terminar de escuchar el relato de la diosa se alejó del lugar,  había escuchado la noticia que remecería todo el santuario, el mismo personaje se encargó de contarles a los soldados que resguardaban el lugar, estos a los que entrenaban en las arenas llegando a los oídos de caballeros de bronce, plata y finalmente siendo el rumor que paró a los oídos de los caballeros dorados todo en un corto periodo de tiempo, más rápido de lo que se esperaba.

 

***º***

 

Al acercarse a su templo estaba algo decaído, en el camino había pensado en como afrontar a Saga, decirle que ya sabía lo que ocurría con él, convencerlo de lo que había soñado, de lo sentía y por sobre todo debía decirle lo que había hecho con él por más que le pesara, no podría sentirse feliz engañándolo no era parte de su personalidad y sus principios mentirle a una de las personas que más le importaban, entendía el castigo que le había dado la diosa pero pesaba en sus hombros la debilidad de Saga e intentaba imaginarse como se sentía, que pensaba, como lo afrontaba, pero detuvo sus pensamientos al ver a uno de los gemelos de géminis y su amigo parado frente a su templo.

 

— Esta visita me sorprende, ¿Me echabas de menos Kanon? — Esa la forma en que ellos dos se llevaban, molestándose el uno al otro, devolviendo los comentarios burlones hasta que alguno de los dos terminara riéndose del otro pero algo no estaba bien, la mirada de Kanon era demasiado seria para un simple visita, algo malo ocurría y sólo la presencia del gemelo le advertía aquello.

 

—Necesito hablar contigo, es acerca de Saga algo malo ocurrió y no lo encuentro en ningún lado del templo de géminis, temo…temo que ya hayan actuado— La piel de Aioria se encrespó sabía que el gemelo al cual buscaba descansaba en su cuarto tranquilamente pero el hecho de que el mismísimo  hermano se preocupara por el otro era señal de mal augurio por lo que entró rápidamente al templo mientras era seguido por el actual caballero de géminis.

 

Kanon lo guió por los pasillos de la quinta casa hasta la puerta de su habitación, Aioria puso su dedo índice entre sus labios en señal de que guardara silencio y el otro así lo hizo, tras abrir la puerta del cuarto ambos pudieron ver a la persona que aun dormía dentro de ella, los cabello añiles permanecían pegados a la almohada, algo desordenados, enmarañados y al chico que dormía en la cama casi imperturbable, el castaño miró al mayor y este tenía una cara seria con tintes de enfado, sus ojos parecían más afilados de lo usual y en cualquier momento el enojo del otro se desataría.

 

Tras ver al “bello durmiente” en la habitación el castaño guió a su compañero hasta la sala para sentarse a conversar, Aioria sabía que abría mucho que explicar y mucho que ocultar al mismo tiempo sólo esperaba que el dorado frente a él no sobreactuar por lo que ocurría, su amigo que permanecía con la cabeza agachada los su flequillo azul tapaba sus ojos, probablemente meditaba la situación, la procesaba e incluso imaginaba escenarios los cuales la mayoría eran sólo parte de su imaginación.

 

— Primero estoy contento por ti como amigo y realmente descontento como hermano, no quiero detalles de más, no quiero detalles morbosos aun no estoy mentalmente preparado

para saber que el gran y poderoso santo de géminis se acuesta con mi mejor amigo el caballeroso, leal y poderoso caballero de Leo, sólo dime que hace aquí— Kanon no miraba a Aioria, masajeaba sus sienes previniendo una migraña y controlando sus impulsos,  no lo quería aceptar pero al mismo tiempo que le enfadaba la situación se alegraba de que hubiese alguien que cuidara a su hermano.

 

 

— Ayer tuve un mal presentimiento, fui a tu templo y me encontré a Saga medio inconciente, verifiqué que todo estaba bien con él, ya sabes temperatura, pulso, respiración, algún golpe y lo dejé dormir, al parecer se encuentra bien, pero cansado, no ha despertado aun y pensaba si es que esto continua llamar a algún doctor para que revise su estado adecuadamente— El chico de mirada esmeralda contó su relato modificando ciertas partes, era cierto gran parte de todo aquello, sólo quitó el encuentro amoroso entre él, su hermano y Saga tal como Kanon lo había pedido, esto pareció agradar a Kanon el cual relajó su tensa postura y dio un gran suspiro.

 

— Por el santuario corre el rumor de que Saga ya no tiene cosmos, afirmando haberlo escuchado de la misma Athena, bueno… fui al templo a corroborarlo con Saga pero no estaba, sabes sonará raro viniendo de mí pero me preocupé, sabes que aun el rencor no se ha acabado y hay varios soldados y santos que perdieron familiares por el “gran patriarca Arles-Saga”—Aioria estaba sorprendido por lo que el otro le contaba, alguien había escuchado su platica con la Diosa y no sólo eso ahora el secreto del gemelo estaba esparcido por todo el lugar, ahora entendía la seriedad en el rostro de Kanon, alguien podría llegar a matar Saga y hacerlo parecer un accidente o como si hubiese escapado, alguien podría aprovecharse de la nueva debilidad del de cabellos azules.

 

—Es cierto y creo que fue por mi culpa que los demás se enteraron— Kanon lo miró serio sin intender, cruzó sus brazos y posó su mirada en Aioria para escucharlo hablar— Creí que Saga estaba débil cuando lo encontré e intenté darle energía a través  de mi cosmos pero ahí me di cuenta que Saga ya no tenía el de él, fui con la Diosa a corroborar mi sospecha en privado, no imaginé que alguien escucharía la conversación, pero prometí protegerlo, así que yo mismo me encargare de los que se le acerquen— La verdosa mirada pareció brillar con una luz especial, hasta el mismo cosmos de Aioria se sentía aun más fuerte demostrando que estaba preparado para todo, Kanon rió y el otro no supo como tomar esa acción.

 

— Creo que hasta yo te tengo algo de miedo ahora Aioria— Kanon se echó para atrás mirando el techo de la sala  — Pero eso me calma, esto es tan raro, tan bizarro y retorcido que me cuesta asimilar, es suficiente preocupación de hermano por hoy— Kanon se levantó del sofá lo cual le decía al castaño que se iba a marchar y lo entendía completamente, se dieron la mano, un abrazo y un palmeo en la espalda del otro como acostumbraban a hacer al despedirse.

 

— Ahora sólo espero que no me vayas a confundir con mi hermano— El rostro del león se transformó su cara mostró una mueca de asco y hasta repulsión, Kanon y Saga eran gemelos pero no podía verlos de la misma manera, de algo estaba seguro a Aioria sólo le gustaba Saga.

 

—No vuelvas decir una estupidez como esa, se me revuelve el estomago de sólo pensarlo— Y así era, pensar en ello era casi una pesadilla ahora conocía muy bien a Kanon tanto como para diferenciarlo de Saga los gemelos eran muy diferentes, demasiado y eso lo alegraba.

 

—Esa era la reacción que estaba buscando— Kanon sonrió y se alejó del templo de Leo, de vuelta a su vida normal lejos de todas aquellas preocupaciones preocupándose únicamente en lo que haría por la noche.

 

***º***

 

Saga despertó cansado, aun con sueño, con su boca seca, con hambre y un terrible dolor que entumecía todo su cuerpo, odiaba tanto aquel libro y ahí recortó todo el mito de aquel obscuro Dios, encajó las piezas del rompecabezas, entendido que aquel que escribió el libro probablemente fue él en otra vida, aquel que abrió el cofre fue él y aquel que murió tras serle arrancado el corazón no era otro más que él mismo, estaba confuso con todo pero ahora mucho más claro, ahora sólo había una interrogante o más bien debía asegurarse de quien se trataba aquel chico que había visto varias veces en sueños y visiones.

 

Se dio cuenta que la cama era más suave de lo normal, que era más espaciosa que las sabanas se sentían diferente y el olor que despedía la almohada no era de él tampoco,  era un olor agradable que estaba seguro haberlo sentido en otra ocasión, levantó su torso asustado, no reconociendo ni la cama, ni la habitación y mucho menos de donde se encontraba, miró su ropa y era diferente a la que llevaba, sus cabellos olían a un shampoo distinto al que había usado en casa de Afrodita.

 

Buscó entre las gavetas del velador en la primera encontró sólo un par de pastillas y un libro, lo cerró y abrió la que seguía, en la segunda había una pequeña cajita la cual abrió sin dudar, vio algo que lo asombró estaba seguro que era la misma gema que abría aquel cofre que una vez abrió, la misma gema color rojo que vio salir de la garganta de la pitonisa, la misma que relataba aquel mito de ese dios de la Nada, la tomó entre sus manos y la guardó en el bolsillo de su pantalón y volvió dejar la caja en la gaveta.

 

Se levantó de la cama y sintió el frío mármol bajo la planta de sus pies estaba helado, todo el cuarto lo era, no podía imaginarse donde se encontraba pero no quería quedarse a averiguarlo, caminó afirmado de las murallas del pasillo estaba muy cansado, no tenía idea de que día era, que hora era, pero ya se estaba acostumbrando a no saber nada del día a día.

 

Su cuerpo flaqueó y dio a parar en el suelo, lanzó un pequeño quejido del dolor había caído sobre su rodillas y eso había dolido bastante, escuchó pasos rápidos dirigirse a donde se encontraba, intentó levantarse pero por más que lo intentaba no podía, estaba débil y eso le recordaba lo mucho que odiaba ser de aquella manera.

 

Ahí estaba aquel olor, entró a sus fosas nasales tan rápido como estuvo cerca, el mismo olor de las almohadas y que llenaba toda la habitación en la que dormía, levantó su rostro y primero vio el reluciente color dorado de una armadura luego seguido de aquellos ojos color esmeralda que lo miraban preocupado, ya estaba seguro de donde estaba ahora la interrogante era el porqué estaba ahí.

 

— ¿Puedes levantarte?— Una mano de Aioria se posó en su hombro, era calida, el león parecía realmente preocupado por él pero no entendía mucho la situación en la que se encontraba y aun no sabía si confiar en el castaño.

 

—Si puedo— Usó todas sus fuerzas para poder levantarse, pero lamentablemente están no eran muchas y cayo nuevamente de rodillas sobre la fría baldosa, estaba frustrado, adolorido, avergonzado, era un completo inútil que no podía ni siquiera caminar, esperaba una risa, una mofa de él, una cara de burla, pero no vio nada de eso, la cara de Aioria era seria y lucia un poco molesta.

 

—No voy a burlarme, no me reiré de ti, no diré pobrecito Saga si eso es lo que piensas— Pasó su mano por la espalda de él, colocó su mano por debajo de la axila derecha de este mientras que el gemelo posaba su mano sobre el hombro izquierdo del menor.

 

Caminó con apoyando su peso contra la armadura misma, para Aioria no debía ser ningún trabajo llevarlo, lo incomodaba la cercanía del otro pero no podía negar que muy dentro de él estaba agradecido de su forma de actuar, lo ayudó sin juzgar, sin tenerle compasión o sentir pena por él, se sentía hasta seguro cerca del caballero de la quinta casa, le guió hasta la sala donde se acomodó en uno de los sillones mientras que Aioria se sentaba junto a él.

 

—Debes tener muchas dudas, yo te traje aquí, te encontré inconsciente en el templo de de géminis y hay algo más que debo conversar contigo, pero creo que mejor traeré algo primero luces hambriento— Saga iba replicar pero Aioria se levantó del lugar, el león tenia mucha razón en algo el castaño, moría de hambre y de la incertidumbre aun faltaban algunas preguntar que hacerle pero podría esperar hasta luego de llenar su estomago.

 

El menor no tardó en llegar con un sándwich de jamón y queso y vaso con jugo para el geminiano, desconocía los gustos pero al parecer había sido buena su elección debido a que el gemelo no replicó nada y sólo dio las gracias por la comida.

 

— Saga desde ahora deberás tener mucho cuidado, todo el santuario se enteró que… bueno, todo el santuario sabe que ya no posees tu cosmos— Saga respiró hondo e intentó no ahogarse con la comida, ya estaba preparado para eso, sabía que en algún minuto todos se enterarían que el pobrecito Saga ya no tenía su fuerza, que ya no era nadie importante sólo una sombra del santuario confinada a no dejar aquellas tierras protegidas por la diosa de la estrategia.

 

—Mi turno— Saga inhaló aire y terminó de tragar lo que tenía en la boca— ¿Por qué mi cabello huele diferente y hasta mi ropa no es la misma que tenía?— Aioria lo miró impresionado no previniendo esa pregunta, Saga lucía serio con sus ojos puestos en él y por la forma en que lo miraba quería una respuesta  clara y sin rodeos.

 

—Fui yo esta mañana, tu cabello huele a mi shampoo y esa ropa que llevas es mía la cual te puse luego de bañarte y secarte— El león era honesto lo cual lo agradecía, vio que no titubeó al decirlo y su cara no tenía rastros de vergüenza, porque probablemente no la tenía, estaba molesto, demasiado, más que nunca pero intentaba calmarse aun había más cosas que conversar y con su fuerza probablemente no podría ni llegar afuera del lugar antes de colapsar.

 

— Lo diré una sola vez, estoy débil, sin cosmos, no puedo ni siquiera levantarme pero te juro Leo que si te atrevas a poner un solo dedo sobre mi nuevamente te cortaré la mano— Aioria se preocupó tragó duro, si eso lo había alarmado no quería saber como reaccionaria cuando le contara acerca de lo otro.

 

Tenía miedo de perder a Saga de nuevo y de echo tenía más miedo que nunca pero su mismo amor no le permitiría guardar algo como eso, no ahora, si quería que el chico de mirada color azul confiara plenamente en él debía ganarse aquella confianza con su honestidad con su estúpida honestidad.

 

 — Pues entonces no te va gustar nada lo que te estoy a punto de contar— Le temblaron las manos y sudor frío comezón a correr desde su espalda, el gemelo lo miraba estoico con su mirada seria, su postura tensa, tenía los brazos, los puños y su mandíbula apretada, cerró sus parpados y dio una gran bocanada de aire.

 

—Te escucho—


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).