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Palabras por vickytoya

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Notas del fanfic:

Me ha salido el lado romanticón, seamos realistas, ellos dos son hermosos juntos y me ha tocado amarlos hoy.

Notas del capitulo:

Los números mostrados dentro del fic (ej. (1)) son citas, podrán encontrar a qué poema/libro pertenecen, así como su autor al final del escrito.

Seguro me lo he saturado, pido una disculpa si es el caso, no tuve oportunidad de volverlo a leer, así que por las faltas horrografícas que se puedan encontrar, también pido una disculpa.

Palabras

Sabe que lo ha visto varias veces aunque no puede recordar donde. La última vez incluso pensó en preguntarle su nombre justo como en ese momento, pero algo en su interior no permite que sus pasos encuentren la vía correcta hacia el otro, lo sigue con la vista mientras recorre con sus dígitos los lomos de los ejemplares de libros más comprados en el año.

Ve que se detiene en uno y sonríe.

Quiere acercarse a él, pero será suficiente que el chico vaya hacia la caja a pagar el libro para poder verlo de cerca; lo desea con todas sus fuerzas, quiere detallar las facciones de su rostro, el contraste de su largo y oscuro cabello con su rostro, los pequeños ojos, los suaves labios, quiere ver sus manos, si es posible quiere tocarlo, desea como nunca ha deseado nada en su vida saber su nombre y qué es lo que hace de su vida.

—Hyung—escucha que alguien llama al objeto de su atención y hace un gesto poco agradable, volteando a ver a la persona que acaba de entrar, topándose con un adorable chico unos tres años menor que él, sonríe sin poder evitarlo, a pesar de saber que esa persona volverá a impedirle detallar con cautela al otro.

Los ve salir, el mayor no ha volteado a ver nunca al mostrador y eso le hace sentir algo de nostalgia y desolación.

¿Cuándo volveré a verlo? La pregunta se instala en su cabeza y al instante debe olvidarse de ella, pues su mejor cliente se ha posado frente a él.

— ¿Otra vez Neruda? —Pregunta mientras pasa el código del libro en el lector.

—Deberías leerlo Ken, tal vez así te consigas una chica.

—Es demasiado sexual para el simple deseo que albergo en mi corazón.

— ¿Acaso amas a alguien? —Los ojos de Hakyeon brillan y Ken suspira.

Le amé sin que yo lo supiera, y busqué su memoria. En las casas vacías entré con linterna a robar su retrato. Pero yo ya sabía cómo era. (1)

El moreno ríe—. Pensé que preferías…

—Benedetti—, sale de su boca sin darle demasiada importancia—, prefiero a Benedetti.

—Ya sabes lo que dice, “enamorarse es un presagio gris”. (2)

Ken asiente un par de veces.

—La verdad Ken, no sé qué haces trabajando aquí, sé que debes pagar tus estudios y todo ese rollo, pero podrías trabajar en otro lugar, uno donde paguen más y te exploten menos. Tu mente es grande, no creo que eso sea un imposible.

—Estoy a la espera de alguien.

—Ya veo, tal vez deberías esperarlo en otro lugar.

La mirada que el menor le da al moreno es significativa, tal vez el presagio de un claro “no me importa lo que digas, no me voy a mover de aquí porque ya lo encontré.” —No vuelvo a decirte nada, tenlo por seguro.

—Gracias N, por cierto… Voy a mudarme.

— ¿A dónde?

—Al edificio de tus padres, la renta es baja y me queda más cerca de la universidad.

—Ya veo—suspira y toma la bolsa con los cuatro libros que se lleva esa vez—. Ken—lo llama antes de irse, cuando tiene la atención del menor continúa—sabes que puedes vivir en mi pieza si quieres, podemos dividirnos la renta.

El menor ríe y niega con la cabeza—gracias hyung, pero creo que ésta vez paso.

Pasa una semana antes de volver a ver al chico que ha visto más de una vez, lo ve a través de la fina tela que cubre su ventana, no puede creerse su suerte y sonríe. Tal vez pronto puedan entablar una conversación, después de todo ahora son vecinos.

Pasan dos días, sus ojos se han topado unas cuántas veces, cuando eso sucede el otro hace una corta venía con su cabeza, él intenta forzar las palabras pero ninguna es capaz de escapar de su boca.

— ¿Te gusta Leo? —Pregunta una voz a su lado, el moreno ha visto la interesada mirada que el menor le ha lanzado a su mejor amigo y no ha podido evitarlo.

— ¿Así es como se llama?

—Ken, mejor no te lo vuelvo a preguntar, pareces una niña enamorada.

El otro hace un ligero puchero—lo quiero para mí.

El tono que ha aplicado a la frase que ha dicho desconcierta a N quién luego empieza a reír—de niña enamorada a macho dominador, eso fue interesante.

—Hyung… Por favor.

—No puedo ayudarte, pero tengo la convicción de que Benedetti sí que lo hará—le guiña un ojo y da media vuelta.

Ken se lo piensa unos momentos antes de sacar un bloc de post-it y una pluma. Se muerde el labio preguntándose cuál de todos los poemas que conoce podrá llegar a él.

Sonríe y entonces libra a las palabras de sus ataduras, probablemente sean de alguien más, pero en esos momentos le van como un guante a lo que siente, ve unos momentos el papel de color azul y con mano temblorosa lo pega al vitral que cubre la puerta.

Cuando Leo llega y ve el mensaje pegado en su puerta voltea hacia todos lados, entre preguntándose quién lo ha puesto, y si realmente es para él; en cuanto lo lee una sonrisa se forma en sus labios. Entra a su departamento y en la mañana pega con una cinta un pedazo de papel, poniendo otro verso del poema que le ha sido dedicado.

“Tengo ganas de hallarte,

Preocupación de hallarte,

Certidumbre de hallarte,

Pobres dudas de hallarte. (3)

¿Quién eres? ”

Cuando ve la respuesta el corazón de Ken salta de alegría, pero no se atreve a contestar aún, así que simplemente vuelve a poner un verso en otro papel.

“[…] Todo lo que supe de ti lo aprendí en los libros. Y a lo que faltaba, yo le puse las palabras.” (4)

— ¿Sabes Ken?, creo que deberías decirle quién eres, el rollo se me hace muy romántico y todo, pero hasta a mí me daría miedo que una persona pusiera ese tipo de frases en la puerta de mi casa. ¿Acaso piensas graduarte en acosador profesional?

—No es acoso—murmura en forma de respuesta.

—Te lo pondré así. Leo no es la clase de chico al que le guste la atención, tal vez esto le parezca romántico por ahora pero pronto le dará vueltas al asunto y decidirá que más que hacerlo enamorarse de ti, te tiene miedo. Tú decides qué es lo que quieres hacer, tú lo sigues desde que piso tu librería pero él no tiene ni idea de eso.

Ken suspira y garabatea su verdadero nombre en la nota—. No creo que sepa quién soy de todas maneras.

El moreno sonríe—, tal vez él no lo sepa, pero yo lo sé y voy a ayudarlo a llegar a ti.

Al día siguiente después de abrir la puerta se da cuenta de que hay una hoja pegada en la ventana de su departamento, frunce el ceño y al tomarla reconoce la perfecta caligrafía de su vecino.

“[…] Mis ojos buscan tus pupilas hondas, mis manos la caricia de tus dedos.” (5)

La sonrisa que le invade el rostro no puede ser comparada con la felicidad que fluye por su cuerpo y va a tocar la puerta de N por primera vez.

— ¿Qué debo hacer?

La pregunta está bañada de miedo, él nunca ha querido a nadie de la manera en que lo quiere a él, no lo conoce pero lo sabe.

—Pues debes ir a trabajar—le contesta el mayor viendo el reloj de muñeca— ¿no vas tarde?

El menor bufa y el otro sonríe—. No me refiero a eso.

—Seguro quieres que te acompañe—dice divertido y le pasa el brazo por los hombros caminando con él, el menor intenta zafarse pero el agarre del otro es fuerte—, ¿cuál será el siguiente verso? —Pregunta divertido. De repente el frío le invade el cuerpo y se detiene en seco, gira su cabeza y ahí está Leo, viéndolos con detenimiento.

No es difícil imaginar lo que piensa pues pese a ser un chico de facciones neutrales todo el tiempo ésta vez N ve como el ceño se le frunce suavemente. Se siente traicionado y no hace falta decirlo.

—Hola Leo—saluda con voz cantarina y va hacia el chico de cabello oscuro, le pellizca una mejilla y ésta vez es el turno de Ken de verlos con atención.

—Debo irme, voy tarde al trabajo—masculla y da media vuelta caminando lo más rápido que puede.

—Debes dejar de hacer eso—.

— ¿Por qué Leo?, ¿acaso te gusta Ken?

El menor asiente y el otro se muerde el labio intentando ahogar con el gesto la sonrisa que tiene ganas de brotar.

El trabajo se vuelve agobiante, la librería se llena de mucha gente que jamás ha pisado el lugar, las personas le preguntan sobre libros de misterio y novelas románticas por igual, no lleva más de cuatro horas trabajando cuando piensa que quiere ir a su casa, envolverse en las cobijas y dormir hasta que su mente se calme. Suspira y se sienta en la silla reclinable de la caja, atiende el celular que tiene un mensaje de su comprador estrella.

“Guárdame un libro y cuídalo bien.”

Asiente con la cabeza y le responde un entusiasmado: “está bien, te lo llevaré luego, ésta vez va por mi cuenta. Será tu regalo de cumpleaños.”

“Que sea Orgullo y Prejuicio entonces.”

Y por Dios que puede escuchar la risa del mayor.

—Demasiado romántico para ti—murmura y ve como alguien sostiene un papel entre los dedos. Toma el pequeño objeto y al leer lo que lleva escrito sube la mirada, encontrándose con el chico de blanca tez y cabellos largos.

Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo… (6)

—Leo…

—Taekwoon, mi nombre es Taekwoon. Ya sabes cómo es Hakyeon, va poniéndole apodos hasta a las plantas, no puede evitarlo.

Ken se revuelve el cabello con frustración, sabe las palabras que quiere decir, podría haberlas dicho mil veces antes en su cabeza, repasado cada gesto y cada seña que haría cuando él se acercara y ahora que está ahí el miedo le apresa con fuerza—.  Salgo en hora y media… ¿Podrías esperarme?

El mayor asiente y un grito de gloria invade el interior de Jaehwan, sin saberlo su perfecto extraño (que ya no lo es tanto) le ha dado la fuerza para terminar el día.

Cuando termina su jornada de trabajo toma el libro que N le ha pedido y lo envuelve en una de esas bolsas con orilla adhesiva que sirve perfectamente como papel de regalo, cuando ha terminado vuelve su vista hacia Leo y lo ve como la primera vez que estuvo ahí, paseando sus dígitos a través de los libros. Se detiene en uno y lo saca.

— ¿Aún puedo comprar un libro?

El menor asiente y ve como camina hacia él con el libro en mano.

— Cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loco por ti (7) —. Murmura Ken cuando registra como venta el libro que llevaba el otro chico— Hakyeon también quiere ese libro.

El mayor asiente y toma el libro empaquetado en una de las bolsas que llevan la publicidad impresa de la librería.

—Yo te había visto antes—. Comenta el mayor con voz suave.

El castaño sonríe—, solamente un par de veces antes.

— ¿Cuándo reparaste en mí?

—La primera vez que entraste por esa puerta con tu cabello largo y oscuro, entonces lo supe… No supe que me hundiría hasta el fondo y que te querría hasta después, pero supe que quería conocerte, tocar tus manos, detallar tu rostro… Yo te conocía y no.

— ¿Por qué pegaste el mensaje en mi puerta?

—N…

Los dos sonríen cómplices.

—Tengo que agradecerle entonces.

— ¿Por qué?

—Porque te mostró el camino hacia mí…

El menor suspira y se acerca al rostro de Leo— creo que en estos momentos mis palabras ambiguas no funcionarán, quiero que esto no lo haga un poeta por mí, quiero que si la respuesta que obtengo llega a ser afirmativa…

Me gustas y ya no puedo ocultarlo más, las palabras que usé para expresarme no fueron mías pero los sentimientos sí, cada vez que tenía que decidir lo que debía hacer las dudas me invadían.

¿Qué tal si no le gusto?, ¿qué pasa si él cree que soy alguna especie de acosador?

¿Qué tal sí…?

Y entonces aparecía Hakyeon y me decía, ¿por qué no haces esto? Cómo si él lo hubiera sabido todo este tiempo.

La primera vez que te vi con ese chico rubio yo no supe cómo reaccionar, no sé si fueron celos lo que sentí entonces, pero puedo decir que lo que sentí hoy en la mañana si lo fue y por Dios que no había necesidad, N me había estado ayudando contigo, pero al verlo a tu lado pensé en “¿qué tal si todo esto fue solo una farsa?” Y no supe cómo reaccionar porque yo realmente te quiero a mi lado, quiero que si sonríes sea por mí y sé que suena egoísta, pero… Cada parte de mi te quiere, te quiso sin conocerte, te quiere porque sabe que va a conocerte pronto y no quiere que nadie más te conozca de la manera en que yo quiero conocerte.

Así que… Taekwoon, ¿quieres ser mi novio?

Los ojos del mayor brillan y en sus labios se dibuja el sí que le da a Ken.

Tal vez es un extraño, pero le ha visto un par de veces antes y ha ganado su corazón en ese instante. N le ha hablado de él, de todo lo que habla, de lo trabajador que es, de todos los sueños que tiene y de lo mucho que lee.

Y entonces se da cuenta de que probablemente ya estaba enamorado de él sin saber cómo era físicamente. Sus ideas le llenan la cabeza pero son cortadas de golpe cuando siente los labios húmedos de Ken posarse sobre los suyos.

“No puedo acordarme del momento o el lugar o la mirada exactos que me hicieron enamorarme de ti. Hace demasiado tiempo. Ya estaba enamorado antes de darme cuenta de que lo estaba.” (7)

Notas finales:

(1) Pablo Neruda, “Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo…”

(2) Mario Benedetti, “Enamorarse y no.”

(3) Mario Benedetti, “Viceversa.”

(4) Cristina Peri Rossi, “Dedicatoria.”

(5) Laura Victoria, “Nocturno 1.”

(6) Jaime Sabines, “Me tienes en tus manos.”

(7) Jane Austen, “Orgullo y Prejuicio.”

Espero que les haya gustado <3

Hasta la otra.

Victoria.


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