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Mentiras verdaderas por xAkivax

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Notas del capitulo:

Aquí vamos con el segundo capítulo (: Muchas gracias a todas por sus rw, me alegraron el día. 

No sucede mucho por ahora, sigue siendo parte de la "introducción". Ya iremos viendo qué pasa con Kyle y Danael... 

2 –

Kyle Willes había vivido y visto bastantes cosas a sus veintinueve años. Había ayudado en el parto de su hija, había visto un accidente en vivo y en directo, y había sido capaz de presenciar la operación a corazón abierto de su padre, quien falleció semanas después de aquella. Pero nunca se había sentido tan impresionado como en ese momento, con Danael frente a él, sonriendo con malicia.

 —¿Pe-perdón? —tartamudeó, tratando de recrear lo que acababa de oír. Danael rió.

 —Lo disculpo —su sonrisa fue arrogante—. Sé que es algo difícil de asimilar, pero déjeme explicarle —tomó aire, y se acomodó un mechón de cabello claro detrás de la oreja—. En mi trabajo como escritor, llega un punto que si escribes algún tipo de literatura, debes creer tener algo de experiencia en ella. Mis últimos cuatro libros se han tratado de erotismo homosexual, y como sabrá… —su sonrisa llegó al grado de ser pervertida— necesité clases para llegar a escribir todo aquello. Tuve mucho éxito, y con solo veinticuatro años, señor Willes, soy un escritor triunfador entre mis lectores. Ahora, me especializo en escritura homoerótica y fantástica. El problema es qué… —sus ojos pasaron a ser más reveladores; en esos pozos verdes, Kyle vio muchas cosas, tal como ambición, y ligera desesperación— mis fanáticas y fanáticos piden que tenga una pareja. O por lo visto, algunos comentan en mi blog que les gustaría verme tan feliz como hago a mis personajes. Y luego de declarar que era abiertamente gay cuando publiqué mi primera novela, supongo que sería una desilusión para muchas fanáticas verme con una relación heterosexual, ¿no le parece, Willes?

 Terminó de hablar. Kyle se dio cuenta de eso por la manera que sus ojos se desviaban a la pantalla, y sus dedos tecleaban nuevamente. Durante un tiempo de silencio, Danael siguió escribiendo, perdido en su mundo, mientras Kyle analizaba poco a poco lo que pasaba.

 Técnicamente, Danael le había dicho que, a pesar de ser heterosexual, debería tener una pareja gay, por sus fanáticos. Por la única razón de sus fanáticos. Él no tenía ningún problema con los homosexuales, y para ser sincero, había experimentado ciertas experiencias de ese tipo en la escuela de dibujo, nada que le disgustara del todo recordar. Era un pasado confuso, y él era muy joven en esos tiempos. Pero había decidido que le iban las mujeres, y poco después conoció a Irina. Pero…

 La única condición. Debía fingir que era pareja de alguien que también era heterosexual y tendría casa asegurada. Una estabilidad para conseguir nuevos elementos de trabajo, y seguir vendiendo sus obras en las diferentes ferias que brillaban en ciertos parques. No era demasiado…

 —Está bien —Danael sonrió—. Podemos empezar si usted se queda en la habitación de huéspedes, y su hija puede quedarse en la habitación de los niños. No hará falta que compartamos habitación. Ahora, ya es tarde, por lo que comenzaremos a conocernos mejor en la cena, ¿le parece?

 Kyle parpadeó.

 —No he dicho nada aun.

 Danael rió.

 —Le deje un pequeño tiempo para que valorase y aceptara mi ofrecimiento. Alguien tan necesitado de un hogar como usted, ahora, haría cualquier cosa —y Danael se echó hacía atrás, sonriendo, relajado y suspirando con un ligero alivio—. Me encargaré de comunicarle a Angie que es usted el elegido, ya sabe, para la convivencia. Y su hija… un amor. Me fascinan los pequeños.

 Kyle miró de reojo a la fotografía de los niños, y Danael siguió su mirada.

 —Es imposible que sean mis hijos, señor Willes —se burló Danael, que nuevamente parecía responder antes de que la pregunta sea formulada—. No he mantenido una pareja heterosexual desde los dieciséis años, y tengo veinticuatro. Aunque fueran mis hijos, ¿no cree que debería ser obvio que soy heterosexual de esa forma? —como siempre, sonaba relajado al hablar, como si no hubiera absolutamente nada de qué preocuparse—. Son mis sobrinos. Hijos de Angie, que por cierto es mi hermana.

 —Lo sabía —se apresuró a hablar Kyle—. Ella me lo comentó. Y me dijo que le gustaban los niños, que se encargaría de Lizzie mientras yo estuviera con usted.

 —Lizzie… —los ojos de Danael se posaron en la pantalla nuevamente, y durante varios segundos tecleó de forma seguida varios renglones—. Listo. ¿Se llama Elizabeth? —esperó al asentimiento de Kyle—. Es un nombre precioso, como ella. Por cierto, se parece mucho a usted.

 Kyle, frustrado, no supo cómo interpretar aquello. El muchacho lo estaba poniendo a un límite muy lejano de la cordura, adivinando lo que iba a decir antes de que lo dijera, o hablando con un tono tan lejano de la tensa lucha interna que Kyle sentía…

 Lo hacía por su hija. Algún día, su niña se lo iba a agradecer.

 —Todos me lo dicen —comentó—. Aunque sus ojos son como los de su madre, azules.

 Danael sonrió de lado, con picardía.

 —Una lástima que no tuviera sus ojos castaños —su tono era anhelante—. Me encantan los ojos castaños.

 Kyle alzó una ceja, pero no se atrevió a decir nada.

 —No tome eso como un acto de gusto mío, claramente —la voz del escritor era más divertida—. Solo comenté mi preferencia personal hacía los ojos castaños, hacía las pieles trigueñas, y a los cabellos morenos.

 —Básicamente, preferencia hacia gente como yo —espetó Kyle. Danael rió.

 —Exactamente, Kyle. A gente como usted.

Y luego, las teclas resonantes rompieron el silencio incómodo. Así fue por casi dos minutos en los cuales Kyle se fijó en examinar poco a poco a quién sería su conyugue. Su cabello, liso y suave, caía en una cascada de miel hasta sus hombros donde se doblaba suavemente, como lo haría el cabello de un hombre de época. Sus cejas, más oscuras que su cabello, eran mucho más rectas que arqueadas, y sus ojos se veían más claros que los de su hermana. Aunque parecían tener el mismo tono claro de piel, y sus dedos eran largos, dedos de pianista, lo que se le ocurrió que podría ser también.

 —Si quiere verme mejor, solo avise —comentó Danael sin despegar los ojos de la pantalla—. Podría quitarme la ropa y darle un mejor espectáculo.

 Kyle no se ofendió, si no que sonrió, divertido. Aquel comentario le hacía acordar a un niño arrogante que quería apenas un poco de atención. Cuando abrió la boca para responder, la puerta se abrió.

 —¡Dan! ¡Señor Willes! Emh… —Angie, sin los lentes, se veía avergonzada— hay un problema con la niña. Quiere ver a su padre. Ahora.

 No necesitó otra cosa. Kyle se levantó de su asiento, y sin responder a nada, salió del estudio. Lizzie, con ojos llorosos, abrazaba a Gobble, su oso de peluche, y se escondía en un rincón del living. Estaba despeinada y alterada, por lo que soltó un chillido cuando vio a su padre.

 —¡Papi! —corrió hacía él y se aferró a sus piernas, llorando—. No me dejes, no me dejes, no me dejes….

 Era entendible que ella tuviera miedo cuando despertó en una casa desconocida y con una mujer que tampoco conocía, si su madre acababa de rechazarla y dejarla de lado como si de un trapo de piso fuera. Temía que su padre hiciera lo mismo, y por eso lloraba mientras él la tomaba en brazos, acunándola con cariño.

 —Tranquila, mi princesa, no pienso dejarte nunca —le susurró a Lizzie, mientras besaba su frente—. Solamente estaba hablando con alguien para ver si podemos vivir aquí.

 Los ojos de Lizzie se iluminaron como dos faroles azules cuando oyó el “vivir aquí”. Parpadeó repetidas veces, mientras las lágrimas se iban borrando de sus enrojecidos ojos hinchados.

 —¿Vivir aquí? —sonaba emocionada, y llorosa aun—. ¿Enserio? ¿Ya no tenemos que ir a esos hoteles feos?

 Detrás de ellos, Angie hizo una mueca con la idea de esa niña en “hoteles feos”. Danael movió los dedos en el aire, echando una mirada anhelante a la laptop que descansaba sobre el escritorio. Sus dedos teclearon el aire, con un suave movimiento. Angie, atendiendo aquello, le dio un codazo en las costillas.

 —Ya no, mi vida —Kyle sonaba relajado—. Espero no te moleste compartir la casa con otra persona. Es necesario convivir con otra persona si queremos estar bien por ahora.

 Lizzie se enjuago las lágrimas con los bordes de su sweater, mientras tomaba aire. Luego, quitó de atrás de su osito un par de lentes, mientras sus mejillas se sonrojaban con fuerza. Los lentes de Angelie.

 —Papi… yo… em… —trató de explicarle, mientras miraba sobre su hombro a la mujer sin lentes, que parecía seguir viendo bien de igual forma— me asusté y le quité sus… lentes. La tía Julie no podía ver sin lentes, y pensé que ella tampoco podría. Lo… lo siento mucho.

 Angie sonreía cuando Kyle se volteó levemente, aun con Lizzie en sus brazos. La niña estiraba su delgado bracito, con los lentes agarrados torpemente entre sus pequeños dedos. Angie se acercó y tomó sus lentes, se los puso, y le sonrió a la pequeña.

 —Eres adorable, ¿lo sabes? —le tocó la punta de la nariz,  y Lizzie rió—. Me llamo Angelie, pero puedes decirme Angie. ¿Cómo te llamas, princesa?

 —Me llamo Elizabeth —la niña sonreía con inocencia— pero papi siempre me dice Lizzie. Y también me decían así algunas vecinas amigas de mamá.

 Angie revolvió el cabello oscuro de la niña, y Kyle pudo ver en sus ojos algo que jamás había visto en los ojos de su esposa. De su ex  esposa, se recordó. Había cariño, dulzura, la maravilla que provocaban los niños pero que jamás había sentido Irina. Fría, siempre llevada por su propio bienestar, jamás había abrazado a Lizzie, alegando que podría romperse una uña, o nunca se había encargado de peinarla, o bañarla, o vestirla. Todo lo había hecho Kyle.

 —Pues te diremos Lizzie —a su sorpresa, Danael se acercó hacia ellos—. Me llamo Danael Katts. Tu padre y tú vivirán conmigo.

 Los ojos de Lizzie brillaron.

 —¿Contigo?¿Enserio? —se veía ilusionada—. Me gusta tu cabello. Es largo y brillante.

 A contra de lo que Kyle parecía creer de Danael, que haría algún comentario arrogante, el escritor esbozó una sonrisa dulce mientras enredaba uno de sus dedos a un mechón rebelde del cabello de Lizzie, que caía por su frente.

 —Pues a mí me gusta tu cabello. ¿Te digo un secreto? —ignorando que aún estaba en brazos de su padre, Danael se inclinó hacia ella, para susurrarle con vos muy baja—. Yo odio mi cabello claro. Por eso me gusta muchísimo tu cabello, Lizzie.

 Lizzie rió, y cuando Danael se apartó, tenía una sonrisa satisfecha en su rostro. Kyle no pudo evitar sentirse ligeramente halagado de tener una niña tan dulce, una niña que hacía que un escritor famoso actuara de forma más humilde que a lo que él había visto.

 —Bien, Angie, como sabrás, ellos serán ahora parte de la familia —Danael se volteó a su hermana y le guiñó el ojo—. ¿Puedes preparar la habitación de Lizzie donde era la antigua habitación de Jessie y Annie, y la habitación del señor Willes en la de huéspedes? Que sea lo más cómoda posible, por favor.

 —Deberías contratar una mucama para esto, Dan —se burló Angie, aunque caminó hacia un pasillo desde el living. La casa parecía un laberinto, lleno de puertas y pasillos por lo que Kyle había visto hasta el momento. Al ya haber pasado el susto de Lizzie, Kyle la bajó, y la niña pareció asombrada por todo.

 —Bueno, señor Willes… —Danael sonrió y cruzó los brazos, contemplando al hombre y a su hija con una extraña mirada— sea bienvenido a casa. Puedo llamarle Kyle, ¿verdad?

 —Déjeme llamarle Danael, en ese caso —respondió Kyle, sintiéndose más relajado—. Tendré que ir a buscar mis cosas. Seguramente, mi ex esposa saldrá algún viernes por la noche… creo que podré ir ahí.

 Lizzie no prestaba atención. Hablaba animadamente con Gobble, diciéndole que esta sería su nueva casa, y que dentro de poco tendría de nuevo a sus viejos amigos que todavía estaban en la casa vieja. Danael seguía sonriendo con dulzura.

 —Le haré compañía si quiere ayuda para traer todo —se encogió de hombros—. Pero ya sabe nuestro trato.

 El trato… si, Kyle debía fingir ser su pareja ante cualquiera. Y eso no significaba nada. Simplemente era decir “Si, soy su pareja” a quién preguntara. Podría ser que también tuviera que ir a recogerlo de alguna que otra reunión de escritores. Era eso lo único que creyó que debía aparentar.

 Pero por la mirada pícara que Danael le echó antes de acuclillarse junto a Lizzie, le dijo que era más, mucho más lo que debía fingir.

Notas finales:

¿Y?¿Qué tal?¿Qué se imaginan que pasará? Sinceramente, cada personaje se comporta como lo hace por sus obvios motivos. Aunque... Insisto, Kyle es un idiota (?. Digo. Una opinión personal. 

Bien, espero sus rw (: ¡Gracias por leer! ^^ 


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