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Taxi por pandasarefun

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Notas del fanfic:

 

Pareja: BangHim [BAP]

 

Duración: 1,398 palabras

Hace justamente una semana estaba lloviendo y me vine en Taxi y estuvo a punto de subirse un niño bonito y terminó en esto.

Finalizado en Junio / 2013

 

El estridente color amarillo jamás había parecido tan hermoso como cuando lo logró apenas vislumbrar entre la cortina de gotas cayendo desde los cielos. Era la salvación que había estado esperando por casi 20 minutos a la orilla de la calle y las luces del auto lo cegaron con felicidad. Extendiendo su mano para parar aquel taxi, no puedo evitar moverla hacia arriba y abajo como si aquello fuera a hacer mágicamente que el vehículo viniera vacío. Pero al parecer funcionó, pues justo enfrente de él se paró el auto, indicándole que podía subirse, cosa que no tardó en hacer. El reconfortante calor del interior lo acogió mientras hacía desaparecer con sus delgadas manos algunas (de las muchas) gotas que se habían formado en los hombros de su chaqueta.

-          ¿A dónde lo llevo? – escuchó la voz amable del conductor, quien extendía el brazo para sintonizar una nueva estación de radio

-          Al centro, por favor

Algún día Jung Daehyun pagaría esto. Hacerlo venir a la nueva plaza a las afueras de la ciudad, hacerlo esperar 2 horas sentado completamente solo en la entrada para al final llamarle y avisarle que decidió ir a visitar a su novia de última hora es algo que solo Daehyun tendría el descaro de hacer. A eso, sumándole la impaciencia que tenía por regresar a su departamento y no esperar en la parada del centro comercial, habían resultado en su situación actual.

Se acomodó mejor en el asiento trasero, su espalda relajándose completamente y dirigió su vista a la ventana. Al principio se entretuvo viendo las gotas caer en el cristal, uniéndose y deformándose hasta caer, luego de un rato, su atención se dirigió hacia el paisaje de afuera. Los árboles se movían peligrosamente, niños jugaban con los charcos de agua mientras sus madres iban detrás de ellos, una pareja caminaba bajo una sombrilla, la dejaba caer y luego se unían en un beso. Suspiró. ¿No era eso demasiado cliché? Un beso bajo la lluvia, tan típico de las imágenes que ponían con frases románticas en Facebook, pensó. La idea, para ser sincero, jamás le había llamado la atención. Y seguía sin hacerlo hasta el momento, afortunadamente.

-          Joven, ¿Le importaría si hago doble servicio? – el conductor lo miró a través del retrovisor. Aunque en algunas ocasiones le molestaba compartir el transporte debido a la falta de conciencia de otras personas, su amabilidad innata no podría permitir que otra persona siguiera pasando por la situación en la que él estuvo unos momentos atrás.

-          Para nada, adelante – contestó mientras su vista se posaba en el paisaje de nuevo.

Sintió el taxi orillarse hacía la banqueta y escuchó el sonido de la ventana al bajar y las voces, supuso del taxista y de su próximo acompañante, siento amortiguadas por la llovizna, por lo que no pudo entender nada, pero por el sonido de la puerta opuesta abriéndose, supuso que también iba al centro. Percibió la humedad al cerrarse la puerta, proviniendo seguramente de su nuevo acompañante y sus ropas empapadas.

-          Muchas gracias – escuchó una voz áspera al otro lado del taxi; había algo en ella que hizo que por fin volteara a ver a su nuevo acompañante. Se encontraba amarrándose las agujetas, inclinado hacia el suelo, mechones de cabello rubio caían sobre su rostro y solo pudo notar aquel cuello (tentadoramente) blanquecino; unos coloridos pantalones ajustado haciendo juego con la colorida gabardina. Debió haberse quedado mirando demasiado tiempo, pues al parecer el chico sintió su mirada y volteó a mirarlo. ¿Verdad que el tiempo se detuvo? El chico era demasiado perfecto. Sus ojos eran ligeramente rasgados, le recordaban a un felino, su nariz pequeña hacía juego perfectamente con aquellos labios de forma extraña, era como si todas las piezas encajaran en un perfecto rompecabezas. Si se habían quedado observándose el uno al otro unos segundos o minutos, no lo sabía. El chico esbozó una sonrisa que hizo que las orillas de sus ojos se cerraran, podría jurar que algo se había atorado en su garganta al ver tal gesto, ni siquiera controlando la sonrisa inmediata que correspondió involuntariamente.

-          Joven,  dejaré primero al muchacho que acaba de subir

-          Si claro, no hay problema – contestó de la manera más gentil que pudo, sonando un tanto desesperado al responder instantáneamente por los nervios, arrancando una pequeña risita de los (perfectos) labios del rubio.

-          No te preocupes, pronto tendrás el taxi para ti solo – dijo en tono de burla, su voz era música para sus oídos.

-          Eso es lo de menos, pero es mejor que alguien como tú llegue a la comodidad de su casa antes, en vez de esta bajo la lluvia.

-          ¿Alguien como yo? ¿Qué soy? ¿Una chica? – debía de haber alguna forma de sacar esa sonrisa burlona de los labios de aquel chico de pantalón pastel, no le gustaba en absoluto la forma en la que lo hacía ruborizar tan fácilmente.

-          En absoluto, aunque me parece que eres mucho mejor que una – una sonrisa coqueta salió de los labios del rubio, los cuales estaban demasiado rojos, probablemente por el frío al que había estado expuesto mientras esperaba taxi.

-          Puedo cocinar mejor que una, te lo puedo asegura – dijo mientras lo miraba de frente, podría jurar que sintió algo recorrer su cuerpo cuando sus ojos se fijaron. – Kim Himchan – extendió su mano hacia él.

-          Bang Yongguk – tomó aquella sorprendentemente áspera mano en un ligero apretón,  notando como un ligero rubor se extendía por las mejillas del chico, probablemente por el frío, quiso suponer. – ¿Vives en el centro?

-          Por ahora sí, pero tengo que viajar hasta aquel lugar por mi trabajo, doy clases de música tradicional en la universidad que se encuentra por ahí – ¿Era músico? Eso explicaba la textura de sus manos, y también le subía puntos en la escala de “Cosas que le gustan a Yongguk en su pareja”, si es que algo así siquiera existía – generalmente tomo el autobús para llegar a mi departamento, pero al parecer con la lluvia se retrasaron…

-          ¿En serio? Debe ser el destino entonces – ¿De dónde rayos estaban saliendo esas frases tan trilladas el día de hoy? ¡Vaya manera de quedar en vergüenza! Pero si a costa de eso podía seguir escuchando aquella cálida risa, podría ser que valiera la pena.

-          ¿Y tú a que te dedicas?

-          Soy productor en una agencia de entretenimiento – al ver como los ojos del delicado muchacho se abrían en sorpresa, se sintió mejor. Su trabajo era algo que lo enorgullecía, y sabía que nadie mejor que alguien del mismo campo lo apreciaría tan bien.

-          Vaya, ¡Al parecer tenemos cosas en común! Siempre me llamó la atención ese tipo de trabajos, verás, pero al final decidí que no podía dejar mis instrumentos tradicionales y… heme aquí.

-          Puedo invitarte algún día a ver cómo funciona, ¿sabes? Creo que sería divertido – rogó a todos los cielos que no se escuchara tan desesperado a querer un próximo encuentro. – Podríamos ir  a tomar un café cerca de mi estudio – sintió el auto descender de velocidad lentamente, apenas notando que entre la amena plática, ya habían logrado llegar hasta el Centro de la ciudad.

-          Eso sería interesante, ¡Me encantaría! – exclamó con entusiasmo el delgado chico – pero… – no asimiló correctamente el momento en el que tuvo aquellos labios tan cerca de su oreja hasta que escuchó su voz casi en un susurro, pero ¿qué tal si no dejamos el café para otro día y te invito a tomar uno en mi departamento?

-          Me agrada la idea – pudo por fin articular luego de unos segundos bajo la mirada de aquellos intensos ojos negros, escuchando un pequeño grito de alegría por parte de Himchan mientras abría la puerta del taxi, corriendo a refugiarse debajo del pequeño techo anterior al edificio. Yongguk salió del taxi también, pagándole y agradeciéndole al conductor, quien lo veía un tanto confundido pero que aceptó el dinero y se marchó.

Al darse la vuelta y encontrarse con la dulce sonrisa del muchacho y corriendo bajo la cortina de llovizna hasta llegar a su lado, se dio cuenta que quizás Daehyun por fin había hecho algo bueno en su vida. También que compartir el servicio de transporte público puede traer beneficios. Y que quizás los besos bajo la lluvia puedan llegar a ser románticos como los de Facebook.


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