Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Y.O.L.O (You Only Love Once) [SuJu] por A-chan

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Eunhae, eunhae, dénle amor al eunhae. 

Notas del capitulo:

Bueno, este es el primero.

        Estoy frente al espejo, dándome los últimos retoques de mi traje para mi boda. Soy feliz, demasiado. Sin embargo nada pudo haber sido mejor que todos nuestros momentos juntos ¿recuerdas?

 

△▼△

 

        Yo era un muchacho con dinero, mucho dinero, heredero de una familia multimillonaria. Creí que solía ser feliz, mi vida era monótona y vacía, la falta de atención por parte de mis padres la obtenía en la Universidad, pero yo solo quería un poco de verdadera atención, pensaba que todos mis lujos y deseos eran compensación a toda mi falta de amor.

        ¡Ah! Pero aquel día de Septiembre en el que llegaste... Te vi, desde el primer momento me pareciste hermoso. Te presentaste a todos con una enorme sonrisa que mostró tus encías, fuiste amable a pesar de que todos te miraban mal por ser de otro status social,  vestías uniforme de segunda mano, desgastado y lleno de parches.
Eras muy interesante, quería saber los misterios detrás de esa sonrisa, porque detrás de ella había una mirada distinta a las demás, no parecías intimidado por los otros, pero no había rastros de arrogancia en tu cara, me parecías estúpidamente perfecto. Durante semanas te estuve espiando, intentado encontrar algo que pudiese usar en tu contra, pero no encontré nada. Simplemente me molestaba que fueses tan lindo. En realidad odiaba esa faceta de ti. Después de un tiempo de arduas investigaciones al fin supuse que tendría que actuar. Así te acorralé contra los casilleros esperando a sacarte de quiciopara por fin encontrar tu defecto oculto.

—¿No quieres jugar? —te susurré al oído con algo que más bien parecía súplica, y con más fuerza de la que esperaba que tuvieras me empujaste a un lado desinteresado mientras me ignorabas. “¿En serio eso será todo?” pensé mientras miraba como te alejabas y me dejabas estático, con los estúpidos de mis compañeros burlándose de mí.

        ¡Ah no! Al señor no le gustaba ser ignorado, y menos por alguien como tú.
Toda la semana estuve intentando inútilmente que me prestaras atención, pero jamás lo hiciste. ¿Hay alguien que no se fijase en mí? ¿En lo perfecto que soy? No. Solo tú.

—¡LEE DONGHAE! —me señalaste— ¡Eres patético! —me gritaste y me quedé en shock ¿alguien de clase media diciéndome a mí que soy patético? En ese momento no lo supe, pero era verdad. Lo que yo sentí por ti fue amor a primera vista, solo quería tu atención para mí, odiaba que fueras regalando sonrisas a todos, incluso a los que te trataban mal. Pero yo… ni una mirada me dirigías. Entonces estaba enojado, enojado contigo por no ver que todo el tiempo estuve ahí intentado llamar tu atención sin razón alguna, y enojado conmigo por no saber qué es lo que me sucedía.

        Te besé, de una manera en que nunca había besado a nadie, el saber que me correspondías era satisfacción personal y alimento para mi ego.  Al separarnos vi tus labios rojos y  mejillas sonrojadas, eras completamente adorable… y sexy.

         Levantaste tus ojos y me viste mientras yo sonreía de manera socarrona; quería más, besarte de nuevo para sentir tus labios suaves sobre los míos. Pero en vez de recibir aquella muestra de amor, solo recibí un buen golpe en la mejilla, mientras una lágrima caía, y  la limpiaste furiosamente. En ese momento me sorprendí porque vi el fuego de la ira en tus ojos.

—Tal vez los demás no tengan dignidad, tal vez ellos se dejen —me miraste con una mezcla de tristeza, decepción e ira —Pero yo soy diferente, y NADIE juega conmigo —aparecieron  repentinos estremecimientos de ira sobre tu cuerpo tenso y te marchaste con la cabeza en alto y la palabra orgullo bien marcada en tu cara.


        Con esas palabras en mi mente fui a casa, a recordar ¿Porque demonios el heredero legítimo Lee Donghae tenía que estar tras alguien de clase media? ¿No era siempre al revés? ¿No siempre me rogaban todos? ¿No siempre me adoraban todos? ¿No siempre me correspondían, o recibía yo cartas de amor? ¿Entonces que estaba sucediendo?


        Si en los días anteriores pasabas de mí, ahora me ignorabas olímpicamente, y esta vez no fueron semanas, fueron meses en las que no soportaba el hecho de tener que verte sonreír a los demás y ganándote su corazón con tu amabilidad, y lo peor de todo: siendo seducido por esa perra, Kim Heechul.

        Ese desgraciado te tomaba el cabello y jugaba con las mangas enormes de tu jersey, mientras te acariciaba la espalda con manos juguetonas y delicadas, casi femeninas.
       El colmo fue cuando vi que te iba a besar y tú Hyukkie, no tu MI Hyukkie, no retrocediste... Fue devastador saber lo que pasaría después.
       Corrí hacia él y lo tomé del brazo, lo aventé por ahí sin importarme lo  que pudiera sucederle.

—¡¿Qué te pasa?! —me dijiste molesto

 —¿Porque? —me miraste confundido— ¿Porque justamente tú? ¡Todos me quieren! —me miraste con reproche— ¡Todos menos tú! ¿Por qué iba a caer justo a los pies de quien no me quiere? —dije y te miré, estabas sorprendido— Si, ya ¿algún problema? ¡ME ENAMORÉ DE TI! —te dije a la cara mientras quería llorar, pero solo me acunaste entre tus brazos y sorprendentemente me besaste. Me besaste como nunca nadie lo había hecho, me besaste con ternura, me besaste de una forma tan diferente que incluso, por primera vez en un beso me sonrojé. Dentro de mí había un zoológico completo haciendo una revolución que me quería hacer vomitar brillos y florecillas. Nunca me había sucedido aquello. Solo contigo, y eso, de alguna manera, me hacía feliz.


        Esa tarde saliendo del colegio tomamos rumbos separados, serían las vacaciones, y ahora más que nunca que sabía que te amaba y me correspondías —o al menos sentías algo por mí— sabía que no verte sería una tarea difícil para mí, que sin darme cuenta me volví completamente dependiente de ti. Esa misma tarde investigué sobre ti, no era yo mismo, parecía un psicópata decidido a encontrar a su próxima víctima, pero yo no era un psicópata, era un chico enamorado. Y tú no eras mi víctima... o tal vez sí.


        Cuando me enteré que vivías en las partes bajas de Goyang —una ciudad que se encontraba cerca de Seúl pero bastante lejos de ella como para ir y regresar todos los días en autobús— me sentí realmente mal por aquellas bromas incidentales que en alguna ocasión te habíamos hecho a principio de año acerca del lugar en el que vivías y tu casa, pero nunca imaginé aquello de verdad. Es decir, sabía que estabas mal, pero no tanto. Aquello solo incrementaba mi culpa.

       El sábado siguiente estuve ansioso, no lo podía creer. Quería verte, abrazarte, pedirte disculpas, abrazarte una vez más y besarte. Odiaba que me hubieses hecho ser cursi y celoso, pero a la vez agradecía que estuvieses tú para calmar mi soledad; me vi en el espejo con el atuendo más sencillo que pudiese tener, jeans impecables y una camiseta blanca en cuello “V” que —según las chicas de la Universidad e incluso las de preparatoria— lucía fenomenal en mí. No iba a negar, me veía exageradamente guapo, y era solo para ti, Hyukkie.  Tome mis lentes de sol de la mesita que reposaba junto a mi cama  y los coloqué en mi cara, el sol quemaba con intensidad pero el frío de Octubre era presente y había viento, así que tomé mi chaqueta de cuero y me la coloqué.


        Salí en mi auto sin avisar a mi viejo que saldría, de cualquier manera el no notaría mi ausencia. Manejé por una o dos horas y media hasta llegar a Goyang, pero estuve otra hora perdido.

        Metí mi auto a un estacionamiento a unas calles de donde se encontraba tu pequeño barrio. A partir de ese momento caminé. Las casas estaban a medio construir y otras completamente hechas de lámina. Me sentí completamente miserable al mirar a todos ellos. A pesar de su pobreza eran felices y unidos, algo que mi familia —a pesar de tener mucho dinero— nunca tendría. Caminé por unos cinco minutos preguntando por la familia Lee, pero habían como cinco de esas en ese lugar. Caminé y por ahí encontré un chico que había mencionado tu nombre con una sonrisa en el rostro que no me había agradado ni un poco.

—Disculpa… —llamé a su hombro firme y un poco amable— ¿Sabes dónde queda la casa de Lee Hyuk Jae? —él se me quedó mirando por un momento, escaneándome inseguro.

—¿De dónde lo conoces? —preguntó con cierta molestia que decidí pasar por alto para ahorrarme los problemas.

—Soy su compañero de clases —respondí sin intención de seguir charlando con él. Me daba muy mala espina y desde el momento que lo vi a los ojos supe que desarrollaríamos una especie de competitividad por ti.

—En la siguiente esquina doblas a la derecha, y tres casas más adelante hay una pequeña casa color blanco con una puerta de metal verde, es el número 88. Ahí vive Anchovy. —me dio mucha rabia cuando lo escuché llamarte "Anchovy" , porque tú eras mío de mí propiedad. Nadie podía tocarte o abrazarte. Me voltee para seguir con el camino pero antes de hacerlo le pregunté al chico una cosa.

—¿Cómo te llamas? —dije con el semblante aún serio.

—Cho Kyu Hyun —respondió con la misma frialdad que hice la pregunta— ¿Y tú? ¿Quién eres y qué eres de  Anchovy?

—Me llamo Lee Donghae y soy el novio de Hyukkie —lo miré con ferocidad y el extendió su mano.

—No es un placer conocerte, cara de pez —estreché su mano sintiendo conectarnos por la furia y mirarnos a los ojos con la intensidad de los celos.

—Lo mismo digo, Cho —me di la vuelta que ese molesto chico con cara de perro me dio.

        Llegué frente a tu casa y no se veía tan mal por fuera, era pequeña, tal vez demasiado diría yo, y en efecto como me lo esperé ahí había una pequeña puerta de metal color verde. Frente a ella había un pequeño rótulo con el número 88 y las palabras “Familia Lee”.
        Busqué el timbre pero no había, me limité a tocar tu puerta y callado frente a ella me mantuve por unos minutos. Luego apareciste tú. Pero algo no andaba bien. Tus ojos estaban más pequeños de lo normal y tenían una tonalidad roja. Había marcas de lágrimas y solo pudiste sonreír muy falso. Eso me había dolido demasiado, me había dolido verte de esa manera y me sentí impotente y agobiado. Siempre había sido una mierda consolando a las personas. Entonces tu madre salió y te abrazó, llorando en silencio, mientras sollozaba en tu pecho.

 

—No podemos seguir costeando el tratamiento de tu hermana —decía entre lágrimas y palabras apenas audibles. Te habías olvidado de mi presencia y al parecer tu madre no había notado que me encontraba ahí.

 —Dejaré de estudiar para trabajar, madre —dijiste mientras besabas su cabeza. Juré que escuchar aquello no solo movió algo en mi interior. Si no que la idea de ayudarte a ser feliz a cualquier precio, y recibir una muestra de agradecimiento, aunque fuese un simple gracias, me llenaba de alegría.

—Yo lo pagaré —les dije a ambos sin importarme que me tomasen como un curioso, solo quería verte sonreír. Tu madre soltó un respingo y me miró a los ojos con expresión dolida y ternura en los ojos.

—No podemos, es demasiado, no queremos lástima –dijo con tristeza– Además, sería aprovecharme de ti —me sonrió con zozobra.

—Insisto, yo lo pagaré —En momentos como esos agradecía la terquedad de mi padre.

—No —dijo firme la mujer— encontraremos la manera de que Hyuk Jae pueda trabajar de medio tiempo sin afectar sus estudios y nosotros cubriremos varias plazas para ganar dinero… —Mi cerebro lentamente comenzó a funcionar, ideando un plan para que aceptasen mi dinero. Me di cuenta que tu único defecto, era el orgullo; y al parecer era de familia. Por fin, mi cerebro carburó y comencé a idear un plan que no podrían negar, además de que pasaría más tiempo junto a ti.

—Hyuk Jae es el mejor estudiante de la universidad, si él me enseña durante los años que restan de la universidad, entonces yo podré darle el dinero que necesita. Además necesito un asistente personal, le puedo asegurar que tendrá un sueldo bien pagado. –Miré a su madre a los ojos persuasivamente, mientras que veía duda y desesperación en sus ojos, igual que los de Hyukkie. Finalmente aceptó.

        Los meses pasaron junto a ti divertidos y felices, te puedo asegurar que fueron los mejores de mi vida, aprovechaba todo el tiempo que estábamos solos —que era casi todo el tiempo— para robarte uno que  otro beso fugaz. Aún no éramos una pareja seria, pero te amaba, y me gustaba pensar que me correspondías. De vez en cuando te dejaba chupetones improvisados en el cuello para que todos pudieran ver que eras mío. Que eras propiedad de Lee Donghae y nada más.

        La navidad llegó. Mi familia, como cada año, me llevó a una cena de la cual escapé con el pretexto de estar enfermo del estómago y de no querer arruinarles su noche. La verdad es que no me gustaba estar con mi familia, todo era siempre lo mismo, la razón por la que odiaba estas fechas era simple: La hipocresía decembrina. Los hermanos de mi padre, e incluso él, fingían estar felices por los triunfos de sus hermanos o los primogénitos de ellos, pero en realidad los envidiaban y hacían de todo para derrocarlos y superarlos. Quería ir contigo y tu familia, para pasar una verdadera navidad, para ser feliz de verdad por primera vez en navidad. Sabía a la perfección dónde encontrarte. En el hospital, con tu hermana pequeña, Lee Sora. Entré, a pesar de estar ella en coma, toda tu familia siempre estaba con ella, celebrando las fechas importantes y hablándole sobre las cosas maravillosas que harían juntos cuando despertase.

        En ese momento llegué a ti, estabas leyendo un cuento a tu hermana, aunque ella no pudiese hablar, ni moverse. Se tenía la creencia de que se pudiera escuchar aun estando es ese estado. Entonces le decías cosas lindas, me parecías un ángel bajado del cielo, ese fue el primer momento en que vi tu faceta vulnerable. Tus padres habían salido a comprar comida y tú y yo nos quedamos en ese lugar, observando a su hermana...

 

—Se parece a ti —digo conmovido— es muy bonita —me vez y volteas la cabeza sonrojado, no quieres que te vea pero aun así lo hago sonriéndote. Me encanta cuando te sonrojabas.

—Gracias por venir hoy, HaeHae —nos quedamos por un minuto callados disfrutando de la presencia del otro. De pronto la máquina a la que se mantiene conectada comienza a hacer ruidos extraños y me miraste con miedo. Yo lo sé, y también yo temía lo peor en ese momento.

—¡Enfermera! —gritaste con dolor— ¡Enfermera! —gritaste de nuevo, pero a la muy maldita se le ocurre no llegar.

 

        Con una mueca de horror te acercaste a ella y la máquina comienza a tranquilizarse, sus ojos comienzan a abrirse lentamente y su dedo se mueve muy leve. Una voz dulce suena, es angelical y agradable para los oídos.

 

 —¿Hyuk? —dijo, pues no sabe que estuvo cinco años en coma, la escena es conmovedora, tanto que me pongo a llorar y prefiero darles privacidad, a los pocos minutos, justo en el momento más inoportuno a la  maldita enfermera se le ocurre aparecer  y te aparta mientras sigues llorando de la felicidad quieres correr y gritar, así que salimos al patio y ahí liberas toda tu energía junto con tus lágrimas, en determinado momento te acercaste riendo a mí y me robaste un beso. No puedo describirlo pero en aquel momento me sentí muy feliz a pesar de que te hubieras disculpado y hubieras dicho que fue sin querer y te dejaste llevar. Eso realmente no me interesa, pues eso en aquel momento para mí, era el rayo de luz que necesitaba.

 

 △▼△

 

        Los siguientes meses formalizamos en secreto, pues a pesar de tener el apoyo de tus padres y hermana, yo siempre fui demasiado cobarde y no pude enfrentar a mi homofóbico y machista padre.
        El día de tu cumpleaños lo pasamos en mi casa, creí que no había nadie y te había preparado una sorpresa, ambos nos encontrábamos recostados sobre mi cama, abrazados mientras susurrábamos palabras de amor. Mi padre entró en ese momento y enfureció completamente, te echó a patadas de la casa y eso realmente me hizo enfurecer. Sin darme cuenta como ya estaba golpeándome, me sacó sangre de la boca y tiró al suelo, comenzó a patear mis costillas.

—Papá —murmuré perdido entre la sangre de mi rostro— b-bas-ta porf-porfavor —le dije ya más entendible pero él no se quedó callado y enfureció más aún.

—¡¿CREES QUE VOY A ACEPTAR QUE MI HIJO, UNO DE LOS HEREDEROS MÁS PRESTIGIOSOS DE COREA SEA UN MALDITO MARICA?! —me gritó perdido en rabia y pateó de nuevo mi estómago— ¡RESPÓNDEME!

—Papá —murmuré tirado en el suelo y debilitado— basta por favor —dije mientras las lágrimas comenzaban a caer de mi rostro, ¿Por qué lloraba? Las cosas siempre habían sido así. Nunca le había importado y eso ya lo sabía. ¿Entonces era por mi padre que realmente lloraba? Sí, siempre lo supe y lo vi, pero nunca dolió tanto como ahora lo estaba siendo. Me dolía que no me aceptara, me dolía que me golpeara, me dolía que me insultara de esa manera y sobre todo me dolía que hubiese tratado así a Hyukkie. Sentía rabia, confusión, dolor y angustia en este momento.

—Preferiría verte muerto a que seas un puto de mierda —me dijo con palabras venenosas e instantáneamente cambió su rostro, había tenido una idea y eso no era bueno— aunque… —me miró con malicia.

—¿Qué quieres? —respondí temblando de cólera.

—Elige —me dijo serio —es esto— dijo señalando toda la casa, los lujos y la cama cómoda y suave— o ese joto asqueroso —temblé de asco por pensar que gracias a esa cosa había nacido.

—Es obvio padre, que ya he tomado mi elección —me levanté con fuerza de voluntad sobrehumana y miré el suelo, no lo vi pero sabía que sonreía con satisfacción— lo escojo a él —su sonrisa desvaneció y volvió al rostro estreñido de siempre —soy mayor de edad, tomaré la herencia de mi abuelo y me iré de esta casa, hoy o mañana mismo si así lo deseas —salí del cuarto hinchado de orgullo y con el pecho en alto, sintiendo que me iba a morir de dolor no baje la cabeza ni un segundo aun estando ésta llena de sangre y moretones, mis costillas ardían, mis piernas estaban por doblarse en cualquier momento, pero en ningún momento dentro de la casa vacilé, me aseguré de que mi padre me estuviese observando y tomé el pomo de la puerta, sin voltear ni un poco supe que mi agresor se encontraba atrás de mí.

—Señor Lee —dije tan frío que hasta yo sentí miedo de mí— mañana enviaré a alguien por mis pertenencias, espero no volverlo a ver y lamento las incomodidades causadas. Hasta nunca, padre.— Al fin en toda mi patética vida, había tomado la decisión correcta y era feliz. Golpeado, pero feliz.

        Sentado frente a un árbol, estabas tú, cuando sentiste mi presencia levantaste la mirada y las lágrimas comenzaron a salir de tus ojos.

—Ya vamos a poder estar juntos, Hyukkie —esbocé una sonrisa con mucho dolor y luego sentí que llamabas mi nombre, pero no pude moverme, me dolía demasiado el cuerpo y parecía tener sueño— ten-go sueño —murmuré somnoliento— solo escuché llamarme HaeHae y de pronto ya no sentí dolor. Solo había oscuridad y… nada.

       

        Desperté en lo que parecía ser un hospital y té estabas a mi lado durmiendo como todo un ángel. Comencé a removerme para poderte abrazar y besar, pero en un mal movimiento un pequeño jarrón que estaba en la mesa que estaba al otro lado de donde te encontrabas se cayó y te despertó. Me miraste con lágrimas en los ojos y me diste un beso profundo y lleno de sentimientos.

 

—¡Tonto HaeHae! —dijiste haciendo pucheros— ¡Tonto, tonto, tonto! —continuaste— ¡No vuelvas a asustarme de esa manera. —soltaste lágrimas mientras me dabas muchos besos en toda la cara— sentí que me iba a morir sin ti.

—Pero ya estoy aquí Anchovy —te sonreí de manera amplia.

—¿Anchovy? –preguntaste confundido.

—Es una larga historia… —respondí intentando zafarme.

—Tenemos mucho tiempo —dijiste jugando.

—Pues verás, todo ocurrió el día en que…

       

        Una semana después me dieron de alta, me habían roto dos costillas y habían dañado partes de mi espalda que no sabía que tenía. Algo de músculos y huesos de nombres extraordinarios. Con el dinero que mi abuelo me dejó, compramos un departamento para vivir juntos, mi padre me había cancelado la colegiatura y yo solo agradecí. A estas alturas ya no era necesario terminar la Universidad. De cualquier manera mi sueño siempre había sido cantar, y acababa de pasar exitosamente una audición para ser entrenado en una empresa.

 

△▼△

 

        Tú y yo llevábamos ya dos años y tres meses juntos, más de lo que todos esperaban, creyeron que por ser yo serías solo un juego pero se arrepintieron cuando pasamos los doce meses. Terminaste con la universidad para dedicarte a la pediatría. Yo ya tenía debut asegurado como solista y  estabas comenzando a trabajar en un hospital.

        El mejor recuerdo contigo fue el día en que nos comprometimos. Recuerdo que ese día me llevaste a comer a un lindo lugar, era pequeño y discreto, olía delicioso; comida italiana.
        Con una sonrisa sospechosa me ofreciste insistentemente un trozo de pan de ajo que yo no quería comer para poder comer bien el resto. Al final insististe tanto que acepté. Iba a untarle mantequilla después de partirlo en dos, pero seguiste con tu terquedad de comérmelo así como estaba, al morderlo sentí algo duro en mi boca y lo saqué, era un anillo de compromiso,  al principio me quedé en shock total. Me pediste matrimonio y no recuerdo que hubiese día más feliz en mi vida. Lentamente me levanté y acerqué a ti mientras besaba tus labios con dulzura.

—¿Eso es un sí? —dijiste juguetón.

—No lo sé... —bromee y me diste un beso en los labios mientras me tomabas de la cintura.

—Ya enserio —enredé mis manos en tu cuello disfrutando de la sensación de observar tus labios.

—Claro que si Hyukkie —No me resistí más y te besé. Sentí como sonreíste a mitad del beso. Inmediatamente salimos del lugar sin haber probado ni un bocado. Quería que tú gritaras que eras mío y solo mío, así como yo declararía a gritos que soy tuyo a mitad de la calle. Caminamos bajo un árbol de cerezo, tomaste el anillo entre tus manos y te arrodillaste. La gente se comenzaba a poner alrededor de nosotros y estabas cada vez más nervioso.

—¡AMO A LEE DONGHAE! —gritaste con la cara roja arrodillado frente a mí.

—¡AMO A LEE HYUKJAE! —repetí yo mientras quedaba a tu altura y te besaba. Nuevamente volvimos a la anterior posición, tu arrodillado y yo sonrojado por la cantidad de gente.

—¿Te quieres casar conmigo HaeHae? —me miraste con sus ojitos brillantes.

—Pero que preguntas haces. —le respondí recibiendo ciertos abucheos y gestos de sorpresa por quienes nos veían. Tú por tú parte estabas bastante divertido— Claro que sí tonto.

        Tomaste mi mano entre las tuyas, estabas nervioso y eso me parecía tan tierno que podría haberte comido a besos, el anillo se te resbala de las manos y corre a la  mitad de la calle, te miro con dulzura y voy tras el anillo, lentamente lo levanto mientras estoy concentrado en guardar todos y cada uno de los detalles de este momento perfecto. 


        Pero...

        Escuché un grito y de nuevo la sensación de adormecimiento, una vez más no sentí el dolor de impactar contra el suelo, sin embargo solo habían dos extrañas situaciones; una era un dolor profundo y desgarrador en el pecho, la otra, era de frío sobre mi cabeza. ¿Era eso sangre? ¿O la sensación de mi alma abandonando mi cuerpo?

Notas finales:

Bueno, es fue todo, espero que les guste y en cuanto termine de editar la segunda parte la subire n.n

¡Gracias por leer! Besos de salmón °3°

¡Nos leemos pronto! XOXO

A-Chan~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).