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No tengo palabras para despedirte por Ikumi-chan

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Notas del fanfic:

Holas!

No tengo mucho que comentar. Esta historia necesitaba escribirla...

Gracias por darle una oportunidad, espero les guste ^^

 

…Pienso en ti... suave melodía...
… el arco preparado se desliza sobre las cuerdas y suena... te escucho partir envuelta en la melodía de un triste violonchelo… cánticos resuenan y la serenidad invade el jardín...
… enmudeces...  brisa resoplada... en el césped las flores oscilan armoniosas...

Último día de clases, estudiantes se reúnen en los asientos de madera del aula, es muy antigua, la pared amarillenta tiene manchas de pisadas y de la humedad; la aula se llena a medida que pasa el tiempo, los minutos resultan largos para quienes releen con desespero libros y manuscritos, otros hablan tranquilos esperando que el tiempo se detenga.

Ella espera en uno de los primeros asientos, tratando de enfocarse en las hojas que tiene en frente, pero le resulta imposible, dirige la vista constante a los que ingresan por la única puerta abierta,  visualiza la figura de alguien pero sabe que es solo su imaginación, una engañosa ilusión.

El profesor hace presencia con un abultado número de hojas en sus manos, el silencio ronda, y las órdenes son impartidas, ella sigue viendo la puerta aun cuando esta ya se cerró, nadie podrá entrar después de la hora, es irrebatible la decisión. El examen comienza y en su mente lo aprendido es desplazado por los angustiosos pensamientos. Responde al azar algunas preguntas, lo que le es exigido es salir de ahí cuanto antes, como si el tiempo jugará en contra; entregado el examen corre por las gradas con una desesperación que ignora lo demás a su alrededor, se extiende por horas su búsqueda, pero es inútil, desconoce la ubicación de lo que ansia alcanzar, ladea la cabeza, no puede evitar que sus ojos se humedezcan y que una compresión dolorosa se le haga en el pecho, en su mente recuerdos emergen.

Recuerda ese día, el último día… Desde que la conoció, no supo como pero un gran cambio se construía a diario mientras la veía. Ella era única, su nombre Patricia, la había conocido un día por mera casualidad cuando por primera vez cruzó palabras con un grupo de chicas que le parecían muy presuntuosas y desagradables, en medio de su conversación miraba con desgano y escuchaba lo que decían con fastidio, sonreí fingidamente  a algunos comentarios que le parecían vulgares, pero entre tanta palabrería y risota de aquí y por acá, una persona se integró al grupo, saludó a todas y cuando llegó hasta donde ella estaba la miró extrañada por un segundo para luego saludar también, las demás se encargaron de presentarlas. “Pati ella es Elizabeth, y Eli ella es Patricia.”

 Patricia era de las personas más habladoras y amigables del mundo, en par de minutos y ya estaba hablando como si de toda la ida se conocieran. Este tipo de actitud era considerada molesta por Elizabeth pero en ese instante no le incomodaba para nada. Poco después supieron que les gustaban las mismas cosas, tenían muchos intereses en común, que Patricia ocultaba porque eran algo extravagantes y “fuera de moda” y porque suponían que sería una inadaptada social como ya lo era Elizabeth. 

El que compartieran un lazo de amistad alimentado por esos intereses mutuos, hizo que tuvieran muchos momentos donde solo eran las dos, así pasaron los meses descubriéndose más, Elizabeth era sumamente feliz porque para ella era como haber encontrado a su alma gemela, Patricia era su complemento, podía hablar con ella libremente, aunque al principio se cohibía un poco, pero el tiempo hizo que conversará con más soltura. Lo que más disfrutaban juntas era la música, era una conexión mágica en que se sentían transportadas por una sensación irreal en cada nota, Patricia cantaba y tocaba un poco el teclado, ella había estudiado música paralelamente, Elizabeth le había solicitado unas clases, ella siempre había soñado cantar como lo hacía Patricia, era una hermosa cantante de opera a quien admiraba más y más, pero era inútil llegar a ser ella, en comparación ella no era más que una pobre voz desafinada; y salía a flote todas los puntos malos sobre ella, se reprochaba a si misma: no cantaba bien, no sociabilizaba bien, no podía hacer amigos con facilidad, se sentía rara, era de lo peor, sus sueños era eso locuras que imaginaba pero que nunca se cumplían, sentía la impotencia de no poder hacer algo bueno, ¿por que? –se preguntaba- y en su reflexión uno de sus más reciente pensamiento la fulminaba: Patricia se iría de su lado al comprobar que era una estúpida más en este mundo, encontraría mejores amigas, mejores personas y se largaría con ellas o ellos dejándola sola.  

Se hundía en su desespero, pero ahí siempre estaba Patricia animándola y descartando los pensamientos mientras serenaba su angustia. Y que si no era sociable, tenía a una persona que la apreciaba y que le decía que era especial y única, tenía una amiga al menos. Y que si no cantaba, podría intentar con otra cosa, le había dicho tantas veces que era talentosa pero quizás ese no era el camino que debía tomar, y así fue como ambas tomaron una clase juntas, era de música, pero era libre porque uno elegía que instrumento tocar, Elizabeth recordó su infancia cuando se la pasaba escuchando música barroca y recordó ese bello isntrumento: el violonchelo, que alguna vez había intentado que se lo compraran de niña para generar melodías como las que escuchaba, y aunque el sueño no se le había cumplido entonces, ya llegaba la hora de que fuera real; en semanas había aprendido a tocarlo, los profesores se asombraron, en unas semanas y ya podía interpretar una canción con solo oirla, sin notas escritas o instrucciones del profesor. Por su parte Patricia había decidido tocar el violín, pero últimamente había faltado mucho, sin justificarse.

Pero ese fue el inicio de todo, ya solo Elizabeth iba a esas clases de música, Patricia había desertado por completo; en sus clases habituales no podían ya encontrarse porque justamente habían entrado en la época de exámenes y trabajos. Le había mandado mensajes muchas veces pero rara vez le contestaba, se preocupó que incluso intento llamarla, pero entonces sentía además de la preocupación una inquietud, un nerviosismo, y reconocía que así era siempre momentos antes de tenerla cerca o escuchar la voz de Patricia, la ansiedad de verla, de tenerla junto a ella; y con ella sentía una alegría incomprensible, que no era la regular a la que una tuviera con una amiga, era un sentimiento que no podía describir pero si lo sentía intensamente. Tras la ausencia de Patricia por largo tiempo, la preocupación la torturaba, y de nuevo los pensamientos de culpa se insertaron Soy la culpable de que se haya alejado, no soporto a esta inútil. Quería explicaciones pero no tenía la intención de escuchar un rechazo, una afirmación a su culpa, eso la destrozaría más de lo que ya se sentía.

Pasaron los meses. Elizabeth no la llamó más, borró su número pero no servía de nada si su memoria recordaba cada dígito. Si hubiera sido buena componiendo le hubiera dedicado sonetos preciosos, pero en su lugar tocaba canciones clásicas con preferencia Bach y las dedicaba a ella. La dibujo una vez para tener un recuerdo visual, porque con los auto reproches, la mea culpa y una serie de lapsos de depresión despedazo las pocas fotos que tenía junto a ella.

A veces solía verla, esos eran los peores episodios, porque cuando se proponía superar ese sentimiento ella aparecía de alguna parte a recordarle que le tenía un afecto que trascendía la amistad y lo peor era que Patricia solo levantaba la mano para darle un ademán de saludo y salía corriendo dejándola nuevamente sola. Elizabeth pasó los días entre altos y bajos, buenos y malos momentos, la música y el arte; recordándola y odiándola pero a su vez con esa sensación que aún no entendía.

Es amor, solamente eso abarcaría tantas emociones. Te enamoraste. Por eso la felicidad a su lado y la tristeza si no estas con esa persona –escuchó decirle alguien entonces era eso se confirmó, ahora el sentimiento tenía nombre: Amor. Se enamoró de una chica, como ella. Y con eso nació otra razón para inquietarse, ¿Qué pensaría ella si le confesaba sus sentimientos?

Quizás y lo más probable en su mente era que Patricia la despreciaría, le repugnaría una persona así, ella solo la veía como una amiga y si esa línea era sobrepasada… ¿Qué pasaría? Y antes que ser repudiada por quien ya sabía que amaba prefería callar, si no confesaba garantizaba su amistad, pero si lo hacía se jugaba todo…

-Te amo-… susurro al viento… escuchó las mismas palabras a lo lejos como un eco… ¿Una respuesta? -Te extrañaré- respondo… el viento se lleva las primeras hojas de un árbol cercano… -Si … juntos en la eternidad- escuchó el murmullo y sonrió. Y digo –Así sea- recibiendo un Amen como respuesta. El cielo me acompaña, sus nubes grises me iluminan… Un Adiós se queda en mis labios, se que es hora de decirlo pero no puedo articularlo, mis lágrimas son el reflejo que no acepto la despedida. Te he perdido amada mía…

Quiero correr y detenerlos, no quiero que continúen con esto, ¡no quiero perderte! ¡Te amo! Es lo que quería decirte y nunca lo dije… ¡Te amo! Y fui una cobarde al no decirlo a tiempo, no quiero que te vayas lejos de mí sin escuchar mis sentimientos. Pero mis gritos enmudecen, mis piernas quedan quietas sin ningún movimiento y sigo ahí, viendo como en ese jardín de ensueño te vas acompañada de tus familiares y amigos…

Los días volvieron a ser los mismo desde que perdió completamente la conexión con Patricia, esos días de hastío compartido con gente que en una sola palabra detestaba, sonreía falsamente y a veces conversaba como si fuera feliz pero era un teatro, se sentía mal con una luz de desesperanza sobre su cabeza que no le permitía disfrutar del tiempo,.

Un día casualmente, luego de mucho tiempo, dos años después, caminaba sin rumbo perdiendo el tiempo, faltaba más de una hora para su siguiente clase y no quería volver a casa; porque sabía bien que si lo hacía no volvería. Estaba por salir de una aula a la que había entrado para jugar con su celular tranquilamente, pero en un de repente un par y otro de novios se entraban e iban a los rincones para besarse con desesperación, abrazarse y decirse una sarta de cursilerías. Cuando estaba en el umbral distinguió una figura clara. Era ella: Patricia. Estaba más linda, se había cortado el cabello estilizadamente. Pero todo… la emoción la alegría de verla, su esperanza, sus sentimientos… todo… incluso ella se habían ido al abismo más profundo cuando escuchó el repentino dialogo:      

- Voy a casarme, este fin de año. –dijo alegre- Hace unas semanas había oido por ahí entre murmullos chismosos la existencia del novio de Patricia, del que nunca tomó en cuenta, por el mismo tiempo que creyó llevaban juntos, no iba a convertirse en impedimento, estaba segura, lo más normal sería que aquel hombre sería dejado en unas semanas y ella volvería a dedicarle tiempo como amigas y entonces quizás el valor asome para declararle sus sentimientos. Pero las palabras que escuchaba ahora le destruían, estaba en una pesadilla de la que no despertaría, estaba en su triste realidad. Sonrió forzada sin poderla mantener, le habló de otro tema para que no decayera e hiciera lo irracional que pedía su mente; de confesarle súbitamente sus sentimiento y reclamarle por no quererla… Pero se esforzó por reprimir sus sentimientos y sus impulsos…

Te veo partir mientras aún sujeto el arco en posición para que una nueva melodía nazca. Una tenue lluvia cae pero la cubierta encima de ti te hace inmune a ella. Escuchó voces, unos sollozos, la bendición de un cura que hace la señal de la cruz repetidas veces…

Cuando lo conoció quedó impactada, dolida, ¿Cómo era posible que estuviera con alguien así? Ese hombre era corriente, mucho mayor a ambas, ¿Qué le atraía? Y se arrepintió de haberle acompañado al dichoso lugar donde se encontrarían. ¿Por qué tenia que haber nacido mujer? La persona que amaba se iba con un tipo cualquiera, pero si ella hubiere sido hombre desde hace mucho que hubiera impedido eso, y hubiera sido más fácil confesarse ¿hubiera sido…? Pero no había vuelta atrás, no podía retroceder hasta cambiar sus cromosomas y ser varón, no podía retroceder el tiempo y evitar que ese tipo y Patricia se conocieran, no podía evitar nada ni siquiera sus propios sentimientos… Los vio besarse felices, abrazarse y decirse desde apelativos cariñosos hasta “te amo” y ante la escena, solo tenía las ganas de cortar eso de cualquier forma… de cualquiera… Ese fue el último día…

…Hasta que la muerte los separe… -pensó-

...
y en su presente parada en el patio con la expresión de sufrimiento marcada en su rostro, sabía que su búsqueda era inútil, no la encontraría más...

...

¿Las despedidas son dolorosas? No lo sé, pero lo que sí es que no puedo decirte Adiós, quedaron encerradas tantas cosas que decirte pero al final nunca podré decírtelas… ¿Será que nos volvamos a encontrar?  Creeré en ello… con la fuerza de la esperanza… Creo en un futuro, en una vida distinta a esta… en la siguiente… y quizás en esa otra vida pueda confesarte mi amor o al menos finalmente tenga las palabras perfectas para decirte adiós…

… Mientras deja que las notas del violonchelo te despidan por mí…  

Notas finales:

Gracias por leer ^^


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