Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Imperial Hotel por NanaHn

[Reviews - 38]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Holi:3 si por ahí llegaron a leer este mismo fanfic en otra cuenta (NanaHan) deben saber que es mía, pero olvidé la contraseña y por más que trate de recuperarla no pude... :c y hay personas que me seguían fervientemente así que no me parece justo dejarlas con la duda ni tampoco no permitirme terminar mi historia e_e así que comenzaré a subir capítulo por capítulo rápidamente para después publicar el nuevo material :D

Espero que lo disfruten.

Notas del capitulo:

Capítulo 1. :D <3 Disfruten.

Un agradecimiento a especial a Mari-chan y a Ebelin que estuvieron especialmente preocupadas por la historia :3

–¿Tú, saber? ¡Por favor! – Se bufaba exhausto de escuchar idioma idiota – lo único que haces es burlarte del dolor ajeno pretendiendo que todo el mundo es un imbécil excepto tú.  ¿Qué puede saber un muchacho inepto de la vida? – Había decepción en la voz del anciano -  Tú, jovencito, crees saberlo todo, pero no sabes absolutamente nada… – tomó aire para reunir paciencia – el dolor no es solo llorar y sufrir; el dolor, muchacho, es vivir sangrando y con la carne a flor de piel

Había vuelto a soñar con el abuelo; ese hombre de apariencia amarga y desteñida que parecía albergar la sabiduría de un árbol viejísimo. Desde que murió, casi todas las noches soñaba con él y la última charla que tuvimos; aquella en la que por primera vez vi decepción en su rostro y yo la había provocado.
Aún recuerdo ese día por la mañana cuando recibí la inusual llamada de mi madre, hasta donde yo sabía ella se encontraba fuera del país y me había llamado solo para decirme “Tu abuelo murió Estoy en Praga, ¿Te importaría encargarte del asunto? ” Claro que me encargue del asunto, ya que ningún miembro de mi familia lo habría hecho, de ser por ellos el cadáver del abuelo se habría quedado pudriéndose en el hospital. Mi madre nunca entendió la profunda herida que ella y la muerte de ese anciano me habían provocado, y después de un funeral al cual prácticamente solo asistí yo (y algunos ejecutivos del hotel), decidí que con la partida del abuelo; el único padre y hogar que conocí, el resto de mis lazos familiares se habían ido con él.

Yo reí de último al final, y la verdad nunca esperé hacerlo… ni si quiera una simple aspiración. Unos cuantos días después del funeral toda la familia fue convocada por el abogado de mi abuelo; un señor si a caso algunos años menor que él.
Entre los presentes se encontraban todos los hijos de mi abuelo, cuatro en total; el mayor: el tío Bastian, la tía Deborah: la menor y los gemelos: el tío Lucas y Georgette mi madre. Todos, una parvada de cuervos.

Podría decirse que mi abuelo contaba con bastante dinero… bueno, quizás decir que “podría decirse” es aminorar demasiado las cosas, ya que el abuelo era dueño de una cadena hotelera que operaba en diversos países como centros turísticos, entre muchas otras cosas que agrandaban el reinado hotelero del Imperial Palace. Es sencillo comprender porque la familia se reunió como buitres en cuanto el abogado nos llamo a todos.

No obstante, mis tíos no eran los únicos presentes. Gillian y Henry, los hijos del tío Bastian; Felicia, la hija del tío Lucas; William, Tabatha, y Sophie, hijos de la tía Deborah también estaban presentes, y yo por su puesto. Parecía que a todo el mundo le carcomían las ansias por saber que les había dejado el abuelo ¿Cómo es que aun podían pedir más? A Gillian le obsequio un par de edificios para que los administrara como quisiera, a Henry le cumplió su capricho de una empresa de botes, Felicia, Tabatha y Sophie tenían una firma prestigiosa de ropa en su poder y William estaba en el camino de ser un político exitoso, a quien nadie se metería en su camino (gracias al abuelo). Pero el premio mayor se trataba del Imperial, sus relaciones y sobre todo su territorio. Aun cuando mis tíos y hasta mi madre contaban con su “propia” fuente de ingresos, el hotel siempre estuvo fuera del alcance de todos, el único que podía meter las manos ahí era el abuelo y ahora ya no estaba.

Como dije, yo termine riendo de último… pero fue una risa amarga. ¿Sabéis por qué? Porque mi abuelo decidió dejarme aquel inmenso imperio a mí y solo a mí, al muchacho inepto que había decido dedicarse solo al arte. Me dejó absolutamente todo… sus propiedades, sus autos, sus cuentas bancarias, y lo mas aterrorizante de todo… me dejo el hotel. De la noche a la mañana me convertí en la cabeza familiar a mis escasos veintiocho años. En mi vida esperé encontrarme en esta situación, cualquiera pensaría que recibir una herencia tan grande es un tremendo golpe de suerte, pero al menos no para mí, yo ya había tenido esa discusión con mi abuelo desde hace casi diez años; cuando era más joven comencé a percatarme de la turbulenta situación familiar que aquejaba nuestra casa, y después de observar la manera en que mis primos crecían torcidos y mis tíos como mi madre se deformaban por la codicia no quise recibir ni un solo centavo del dinero del abuelo, mis intereses eran otros muy distintos, y al plantearle eso a mí no tan joven ni comprensivo abuelo me dijo que me apoyaría en mis estudios, hasta ahí. De todos los miembros de la familia yo era el único con una vida modesta y que se ganaba el dinero partiéndose las manos por sí solo.

Después de que la verdad sobre el testamento fuera revelada todos saltaron sobre mí como carnívoros hambrientos; solo que cada uno a su muy peculiar manera. Mis tíos trataban de convencerme que al yo no tener experiencia en administración el hotel podía correr peligro. Mis primos insistían continuamente en que debía invertir más en sus respectivos negocios para no verse descompensados por “el cambio”. Y mi madre solo decía que no le diera nada a nadie y que “ella y yo” nos quedáramos con todo. Yo sabía que no podía confiar en absolutamente nadie que llevase mi misma sangre, e iba a cumplir aquello por lo que me había decido en el funeral de mi querido abuelo.

Tan solo una semana después me encontraba en una gran ciudad, viviendo en una “nueva” y amplia casa… pero que digo casa, ¡Una mansión! Una de las muchas que mi abuelo dejó a mi nombre. Y ahora tendría que enfrentarme a la dura realidad de mi situación que se encontraba camuflada entre tantos lujos. ¿Cómo sería yo el jefe si nunca había sido jefe de nadie? Ni si quiera terminaba de entender porque había un número tan ridículo de personas atentas a mis necesidades; tres mucamas, dos choferes, dos conserjes, tres jardineros… y quien sabe cuántos más en la casa.

 El señor Ferres (abogado de mi abuelo) me escoltó hasta el hotel principal en mi primer día, y gracias a Dios que lo hizo porque de no ser por la tranquila compañía del anciano seguramente habría actuado como idiota desde el primer momento. Cuando entramos todo el personal con el que nos topamos nos miraba con los ojos muy abiertos, para después salir de su espasmo y hacer una cortés reverencia a modo de saludo.

En el último piso del grandísimo edificio estaba mi oficina… sencillamente todo aquello era demasiado para mi, y al entrar tuve un mareo terrible, tanto, que el pobre anciano me vio tan mal y terminó ayudándome a sentarme en la silla detrás del escritorio. Llamo a quien sabe quien desde el teléfono que se encontraba sobre este encargando pastillas y agua. El señor Ferres me pidió que cerrara los ojos y descansara un momento mientras llegaba su encargo, pero la tranquilidad duró poco tiempo ya que alguien abrió bruscamente y entró con tal paso decidido que sus pisadas ansiosas retumbaban no solo en el piso sino que también en mi cabeza.

–¿Es él, señor Ferres? – habló demasiado alto lo cual no me ayudaba.

Al levantar la mirada noté que era un hombre joven, quizá algo mayor que yo el que había entrado… sin ningún medicamento ni ninguna jarra de agua en sus manos, un tanto irritado me incorporé y esperé a que una explicación emanara del recién llegado.

–Sí, Kent, es él – respondió el anciano destacando lo obvio.

–Disculpe mi brusca interrupción joven Alex. ¿No le molesta que lo llame de esa manera o sí? – siguió hablando el tal Kent.

–No se preocupe – convine – y no, no me molesta, ese se ha convertido mas en mi nombre que el que se supone que de verdad lo es.

Hecho una risa amplia que hizo eco en mi adolorida cabeza.

–Alex, el es Kent Bennett – hizo una pausa como tragándose un comentario inoportuno – él es el secretario general del Imperial y también se encarga de buena parte de las relaciones exteriores.

–Mucho gusto – en su rostro se formo una sonrisa cordial – a partir de este momento comienzo a trabajar también como su asistente joven Alex – los miré a él y al señor Ferres desconcertado – El señor Ferres cree que es buena idea tener a alguien joven con el que puedas contar en lugar de una pasa toda arrugada y lenta como es su caso – vaya pesado el humor de ese hombre.

El anciano sólo rio divertido, dándome a entender que ese era el tipo de relación que llevaban él y Bennett.

–¡Aun soy una persona jovial! – Se defendió el viejo – pero lo que dice es cierto. Alex, Kent  es una persona que es de suma confianza para mi, y también lo fue para tu abuelo, por eso prefiero que trabajes cerca de alguien seguro que pueda ayudarte – solo asentí, el dolor de cabeza me estaba matando.

Estoy seguro que después de eso el señor Ferres y aquel hombre de cabello castaño y ojos verdes siguieron hablando de algo, pero ya no pude centrar mi atención hasta que por la puerta vi entrar a una mujer muy bonita cargando una charola con una jarra de agua, un vaso y una caja entera de pastillas para el dolor. En cuanto la entrega llego a mi escritorio me abalancé sobre las pastillas y las empuje por mi garganta con un gran trago de agua, acto seguido recargué la cabeza en el respaldo de la silla y cerré los ojos.

–Había olvidado por completo tu malestar – intento disculparse el anciano.

–No se preocupe – intervine – se pasará pronto.

Después de eso ambos se fueron de mi oficina bajo el pretexto de dejarme descansar un rato obtuve un poco de paz y quietud que ayudaron a mi mejoría.

Al cabo de lo que me pareció una escasa media hora, o quizá cuarentaicinco minutos, el hombre ruidoso entró de nuevo con una carpeta forrada de cuero en las manos.

– Espero que su malestar haya disminuido – inicio.

– Si, muchas gracias – no era del todo cierto pero no creo que él me hubiese dejado en paz de todas maneras.

–Me alegro joven Alex – hizo una pausa y dejó la carpeta sobre el escritorio frente a mí – aquí le dejo un informe completo de la situación del hotel, el señor Ferres insistió en que lo tuviera cuanto antes, de cualquier forma si hay algo que no entienda por favor hágamelo saber.

En cuanto abrí la carpeta y comencé a leer un sudor frio de apoderó de mi cuerpo… realmente no entendía absolutamente nada de lo que estaba leyendo, en mi vida había estudiado administración ¿Cómo se supone que administraría el hotel como lo hacia mi abuelo?

–¿Se encuentra bien joven Alex? – me preguntó mirándome genuinamente preocupado, creo.

Solo asentí, seguramente estaba totalmente pálido de tan solo intentar de hacerme a la idea de que mi vida ya no sería más la que era.

–Lo siento, no entiendo – pude articular al fin, avergonzado debo agregar – nunca supe nada de estas cosas.

Me miro sorprendido.

–¿Quiere decir que su abuelo no lo preparó para esto? – había sorpresa o quizás alarma en su voz.

–Así es… nunca esperé que el abuelo decidiera heredarme esto a mi – admití – siempre supuse que se lo dejaría al tío Bastian, o de menos a Gillian o a Will. Ellos son unas fieras sin corazón en lo que a negocios respecta, no entiendo porque quiso dejarme a mí en esta situación tan problemática – sin saber porqué me estaba quejando con alguien que acababa de conocer.

–Mhh… quizá por esa misma razón decidió dejarle todo a usted ¿No cree? – sonreía, cosa que me parecía extraña.

–Me temo que no lo entiendo… el dejarme todo sin si quiera decirme o prepararme fue totalmente irresponsable – respondí algo irritado al tratar de imaginar qué diablos estaba pasando por la cabeza de ese viejo.

–Seguramente confiaba en usted – rió un poco – trabajé durante varios años con el presidente, y no era ningún desalmado, puede que esa sea la razón de que lo eligiera a usted como sucesor. Su abuelo debió de desear que aquello por lo que trabajo tantos años cayera en las manos correctas.

Sus palabras eran algo reconfortantes, después de todo no me había detenido a pensar así. Rápidamente me obligue a poner los pies sobre la tierra, seguramente esta persona estaba entrenada para decir todo lo que la gente en mi posición quiere oír, pero extrañamente sus ojos verdes estaban cristalinos como el agua, haciéndome pensar que quizá, solo quizá podía estar hablando en serio… al mirarlo con atención me percaté de que no aparentaba ser muy mayor, y que de cierto modo era bien parecido, aunque suene extraño viniendo de un hombre. Claramente era más alto que yo y más fornido, a su lado seguramente parezco una rama con patas y brazos, automáticamente me reprendí por no haberme preocupado lo suficiente de mi condición física, no es porque me encontrara en mala forma o tuviese un cuerpo desaliñado, es solo que nunca me había preocupado mucho si tenía o no músculos y siempre me caractericé por ser esbelto naturalmente, no hablo de estar escurrido como fideo, solo delgado. Después me puse a pensar que todos en mi familia le habían puesto más atención a sus vidas a excepción de mí, todos se habían preocupado por el futuro y yo era solo un niño grande que se seguía manchando las manos de pintura de diferentes colores. Quise alejarme de todo esto porque detesté gran parte de la forma en que me criaron y de cómo crecí, y si alguna vez formaba una familia que mis hijos nunca tuvieran que atravesar por situaciones que los hicieran enfermar de estrés desde pequeños como yo, que mi esposa no sufriera de las burlas de mi familia y sobre todo que ninguno de ellos se volviera como lo son mis tíos, mis primos y mi madre… de pronto caí en la cuenta de que la única persona con la que contaba realmente en este mundo había fallecido, y me sentí terriblemente culpable y sobre todo triste al recordar que aquella horrible discusión que tuve con él era la última, que la última vez que lo vi se encontraba molesto conmigo y aun peor… decepcionado de mi. Me sentí solo, y me creí la peor persona sobre el mundo, ni si quiera pude ser yo el primero que se enteró de que había fallecido de un infarto en la misma casa donde estoy viviendo, y lo más triste de todo es que no hubo nadie que lo encontrara hasta muchas horas después cuando le fue llevada la cena a su habitación… quizá si alguien hubiese estado con ahí en ese momento no habría muerto y sería él quien se encontrara sentado en la misma silla donde yo ahora.

Mire el escritorio, escuchando vagamente a Kent hablar sobre el informe que me había entregado, acaricié el cuero de la silla y pronto la imagen del hombre parado frente a mí se empañó; las lágrimas que habían comenzado a brotar solas no me permitieron seguir en mi intento de prestarle atención. Aparte la vista rápido y me cubrí con la mano intentando no parecer demasiado patético, y sobre todo tratando de contener los gemidos adoloridos en mi garganta. Dejé de escuchar que hablaba, era imposible que no hubiese notado mi repentino “cambio”.

–Lo siento… sólo recordé algo – me disculpe formulando una excusa tonta.

Hubo silencio, por un momento dude si siguiera dentro de la habitación, lo cual me haría quedar como un tonto aun más grande.

–No se preocupe – dijo al fin – es comprensible, no es bueno guardarse las cosas – lo escuche caminar pero no me atreví a mirar a donde – puede permitirse bajar la guardia un momento – cuando puso su mano sobre mi cabeza me di cuenta de que ahora estaba parado frente a mí.

 Su roce me pareció similar al de mi abuelo y si hasta ese punto había logrado contenerme todo se salió de control y no pude evitar sollozar como un mocoso todavía. Instantes después recuperé el domino sobre mí y me limpie la cara con el dorso del brazo, me levanté bruscamente impulsado por la incomodidad y le di las gracias solo para apresurarme a lavarme la cara, en ese momento no podía soportarle la mirada a un desconocido que había tenido el infortunio de verme llorar.

Notas finales:

Mañana subiré el 2 ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).