Era un fría noche de invierno cuando por las calles de Seúl, Luhan caminaba solo. Volvía de casa de Kyungsoo, hacía mucho tiempo que no se veían ya que Luhan había estado en China por un tiempo y había cenado con él. El aire helado chocaba contra su delicada cara erizándole la piel, pero aún así, él iba andando despacio, contemplando a cada paso las bellas calles de Seúl. Era casi media noche, así que apenas había gente en la calle.
Se encontraba a pocos metros de su apartamento, cuando vio una figura en medio de la carretera. Luhan, al ver que no se movía corrió en su ayuda para ver qué sucedía. Se paró al lado y vio que era un chico, más o menos de su misma edad, de pelo castaño y aparentemente más alto que él.
Cogió su cara entre sus manos y se dio cuenta de que estaba helado, tenía golpes en el labio y en las cejas, como si le hubiesen pegado una paliza, y por más que lo llamase para ver si se encontraba bien, no respondía. Luhan, asustado, levantó al chico del suelo y le pasó un brazo por su cuello y otro alrededor de la cintura para no perder el equilibrio, y decidió llevarlo a su apartamento hasta que reaccionase.
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Una vez en su apartamento, Luhan lo acostó cuidadosamente en su cama. Tenía fiebre y estaba muy pálido así que Luhan preparó un barreño con agua caliente y le puso paños mojados en la frente para que cogiese su temperatura corporal normal. Lo dejó así un rato, y cuando vio que ya empezaba a coger un color normal de piel, cogió el botiquín para curarle las heridas.
No eran heridas muy graves, pero Luhan cada vez tenía más curiosidad de qué era lo que había ocurrido para que se lo hubiese encontrado. Le curó el labio y le limpió las demás heridas.
Una vez todo recogido, Luhan cogió una silla y la puso al lado de la cama donde se encontraba él, por si despertaba. Se quedó ahí a su lado, cambiando de vez en cuando los paños de su frente y procurando que todo estuviese bien.
Luhan no podía creerse la situación. Hasta ahora no se había parado a pensar que había recogido a un chico de la carretera, que lo había metido en su apartamento como si lo conociese de toda la vida, que ahora mismo lo tenía acostado en su cama y que estuviese haciendo todo eso por alguien que ni conocía. Hasta ahora no se había fijado realmente en él. Se preguntaba su nombre, su edad… pero sobre todo el por qué estaba tirando casi a media noche en medio de una carretera, era algo a lo que Luhan no le encontraba explicación.
Se quedó mirándolo fijamente, como si mirándolo fuese a encontrar todas las respuestas que necesitaba, pero sólo se dio cuenta de que lo más probable es que fuese menor que él, que había tenido alguna clase de problema y había acabado allí. Era bastante guapo, aunque sus facciones eran algo más maduras que las de Luhan, parecía algo serio pero dulce a la vez, y al verlo así, acostado en la cama, indefenso, Luhan sentía la necesidad de protegerlo.
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Ya había amanecido y el sol que entraba por la ventana le impedía a Luhan seguir durmiendo. Permaneció en la silla toda la noche por si el chico despertaba, y acabó durmiéndose en el borde de la cama. Se desperezó y al abrir un poco más los ojos se dio cuenta de que el chico se había despertado. Luhan se incorporó y esperó a que se despertara del todo para poder hablar con él de una vez por todas.
-Hey… ¿cómo te encuentras? –dijo casi susurrando para no asustarlo.
-¿D-dónde estoy…? –preguntó confuso, relvolviéndose en la cama e intentando salir de ella.
-Tranquilo, no deberías esforzarte. –dijo tratando de tranquilizarlo, evitando que saliese de la cama. –No te voy a hacer nada, no tienes de qué preocuparte.
-¿P-por qué estoy aquí? –se sentó en la cama, al parecer más tranquilo, pero aún algo nervioso por la situación.
-Te traeré un vaso de agua para que te relajes y podamos hablar tranquilamente, ¿de acuerdo? Espera aquí.
-Mm. –murmuró asintiendo con la cabeza.
Luhan volvió con dos vasos de agua en sus manos, dejó un en la mesilla de noche y le entregó otro al chico, que le dio un largo trago como si no hubiese bebido agua en años.
-Soy Lu Han. –comenzó diciendo suavemente. –Anoche mientras volvía a casa te encontré tirado en medio de una carretera, estabas herido y supongo que colapsaste debido al frío que hacía.
-¿Y este es tu apartamento? –dijo ya más calmado, tratando de procesar la información que Luhan le estaba dando.
-Sí, este es mi apartamento. Estaba a pocos metros de dónde te encontré, así que pensé que no era mala idea traerte aquí hasta que reaccionaras y pudiésemos solucionar esto. –bebió un poco de agua antes de proseguir- Y bien, ¿cuál es tu nombre?
-Sehun. Me llamo Oh Sehun.
-Encantado, Sehun. –esbozó una pequeña sonrisa. -¿Podrías contarme qué hacías tirado en medio de una carreterra, a punto de morir de frío a media noche?
-Y-yo… Es una larga historia…
Continuará…