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So... it all started por KyuNaFish

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Notas del fanfic:

 

 

Este coso y su antecesor salieron de mi mente delirante cuando tenia cólicos y calentura. Son estupideces segun yo, por eso.

 

Como sea, lea quien quiera ^^ 

Notas del capitulo:

 

 

 

kalsjdklasjdlkajdklsa(? ._______. Todo es raro aqui. 

 

 

 

 

Fue divertido, no lo negaba. Pero sentir por más de un año la misma piel le aburría. Kyuhyun le negó por completo tener contacto con alguien más que no fuera él, tal parecía que el demonio mayor nunca se aburría de su cuerpo… ¡claro! ¿Cómo no iba a ser así? Si Kyuhyun era libre de irse cuando quisiera para buscar carne fresca, pieles nuevas, hombres o mujeres vírgenes y hacer con ellos lo que le viniera en gana, y sin embargo ellos…

 

—¿Por qué esa cara? —La voz y expresión divertidas de su vecino de celda, lo sacaron de sus cavilaciones.

—Estoy aburrido, ¿no te pasa lo mismo a ti? —Su compañero se encogió de hombros—. ¿En serio no extrañas nuestra libertad?

—¿Sinceramente…? ¡Por supuesto! ¿Pero qué podemos hacer? Somos simples humanos a merced de un demonio, no tenemos ni la más mínima oportunidad.

—Vaya que eres muy optimista, Donghae.

—Tsk… si no quieres mi opinión no preguntes, estar encerrado me pone de mal humor.

—Ya me di cuenta… Por cierto ¿has notado que Kyuhyun se enoja cuando hablamos?

—Es un maldito egoísta… él se la vive feliz por el mundo y nosotros aquí, muriéndonos. Como si darnos placer sexual cuando le viene en gana fuera suficiente.

—Al principio era suficiente.

—¡Al principio! Has dicho tú, pero ha pasado ya un año y extraño vivir entre humanos, extraño a Jessica, extraño molestar al portero, extraño la escuela…

—Yo te extraño a ti… ¿tus labios siguen siendo igual de dulces? —Donghae se sonrojo y no contesto—. Creo que esas ahora son cosas que deberíamos preguntarle a Kyuhyun.

 

Siwon y Donghae se limitaban a entablar pequeñas charlas mientras su dueño no estaba. Kyuhyun los mantenía encerrados en celdas de color negro, de tamaño colosal y forjadas en un material que ambos desconocían por completo; pero que era tan duro y resistente que nunca le habían podido generar un solo rasguño.

Nuestra pareja de amantes se encargaba de servirle sexualmente al demonio. Kyuhyun se turnaba para estar con los dos en una misma noche. Normalmente iba primero con Donghae y, mientras ellos se entregaban, la celda de Siwon era cubierta por completo: Won escuchaba todo, pero no veía absolutamente nada. Aun así era doloroso, su amor por Donghae seguía intacto y saber que Kyuhyun hacia lo que el ya no, le dolía. Aunado a eso, saber que Hae lo disfrutaba, lo destruía lentamente por dentro. Por parte de Donghae las cosas cambiaban, él aun quería a Siwon, pero tanto tiempo con Kyuhyun… era inevitable no comenzar a sentir algo por aquel ente que normalmente lo trataba con cariño, tal vez, hasta con amor. Y con aquella situación, también venían los celos, pero no sabía exactamente hacia quien sentirlos, ¿decir que por ambos seria lo correcto? Y estando solos en aquel obscuro lugar, tan amplio, tan frio y atemorizante, llegan a cuestionarse muchas cosas, ¿es el infierno? Quien sabe, ¿que no se supone que debería estar lleno de llamas? Kyuhyun nunca dice nada, solo llega y tiene relaciones con ellos, a eso se limita su existir. Tan patética su vida, tan aburrida, monótona y asquerosa, porque así es como se sienten: sucios, ya ni siquiera son humanos, ¿qué les queda? Nada, atenerse a vivir así hasta que Kyuhyun se canse de ellos, consiga a alguien nuevo y los deseche.

 

 

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Todos tienen líderes, nadie se manda solo. Aun cuando creas que te has encontrado con el ser más poderoso del universo, te equivocas, siempre habrá, en algún lugar, alguien que lo es más. Así va la cadena, con cualquier ser; animales, humanos, ángeles, demonios, y por ende, Kyuhyun no es la excepción.

 

—¿Sigues jugando con humanos? —El sonriente muchacho de peculiar cabello color rosado, lo observaba burlón.

—Eso no es algo que te importe. —Kyuhyun mantenía el ceño fruncido, algo ya normal en él.

—¿Por qué tan enojado entonces?

—El Lee hablo conmigo…

—¡Auch…! Seguro te ordeno que te deshicieras de tus juguetes personales, ¿o me equivoco?

—Eso mismo… ¿es que acaso tú lo motivaste para que me diera semejante orden? —La mirada de Kyuhyun ya de por si daba miedo, pero cuando se enojaba y comportaba amenazante… era mejor mantenerlo feliz.

—¡No! Para nada, a mí me da igual lo que hagas con tu vida. Pero seguro fue su hijo, ya sabes, Sungmin es tan chocante, no le gusta que los demás gocen de lo que él no.

—¿Sungmin sabía de la existencia de mis juguetes?

—Obvio, —el peli rosado estiro los brazos hacia los costados—, aquí todos saben de tus travesuras, que se hagan de la vista gorda para que no los mates es distinto.

—Min debería ser como ellos, aunque sea un maldito príncipe, no le quita que es más débil que yo, además de un inútil que si sigue con vida, es gracias a su padre.

 

El par de amigos seguía conversando. Solían juntarse en la punta del Monte Chimborazo, en Ecuador, el punto terrestre que —según ellos— era el más cercano al cielo, el lugar de donde se les desterró. Observar su mundo les era bastante reconfortante. Tanta gente llena de maldad, tanto caos, no cabía duda, ¡el mundo les pertenecía!

 

—¿Cuándo piensas matarlos? No creo que desobedezcas al jefe.

—Hyukjae me dio mañana como plazo, así que esta es mi última noche con ellos. —Yesung se puso de pie dispuesto a marcharse—. ¿Tan pronto te vas? —Reclamo Kyuhyun.

—Si yo fuera tú, ya estaría con ellos. Sé que somos demonios Kyu, pero tenemos sentimientos, tú te has encariñado con esos humanos, así que ve y disfrútalos, mañana no serán más.

—Gracias, eres el único que me comprende.

—Para eso somos amigos, contigo en las buenas y las malas, estúpido engreído. Reconozco tu inteligencia y poder, nada más.

—Eres un idiota cabezón.

—No más que tú.

 

El peli rosado le sonrió y voló lejos, raudo, ligero, libre y feliz. Como lo envidiaba, Yesung no tenía problemas, siempre tan al margen, tan correcto, acatando todas y al pie de la letra las órdenes del líder Lee Hyukjae. No como él, que ahora tenía el para nada placentero mandato, de aniquilar a los seres que tan feliz lo hacían. Esos a quienes, tal vez, si quería.

 

 

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Donghae ya estaba dormido, su semblante era completamente angelical y en su rostro se reflejaba una paz incomprensible para cualquiera que se encontrara en su situación. Siwon lo observaba, cautivado por su belleza, ¡hace tanto que deseaba volver a tocarlo! Pero no podía, si a duras penas lo veía y tenía la pequeña oportunidad de conversar con él para que Kyuhyun no se percatara de ello. El leve sonido de unos pasos lo saco de su trance; Kyuhyun, tan hermoso como siempre, se posiciono frente a él.

 

—¿Por qué lo miras tanto? —La pregunta de Kyuhyun lo dejo helado—. ¿Todavía lo quieres, verdad?

 

Sin quererlo, Siwon asistió; lento y temeroso pero lo hizo.

 

—¿Kyuhyun?

 

La dulce voz del somnoliento Donghae se hizo presente, despeinado, con un ojo semi-abierto y el otro completamente cerrado, se incorporó para quedar sentado y observar al par de seres que tenía delante.

 

—Donghae, ¿no estabas durmiendo? —El demonio se acercó lento hacia su celda y la abrió, se introdujo y lo envolvió en sus brazos.

—Tu voz… me despertó, quería verte, ¿estás bien? Te noto algo extraño, ¿te han hecho enojar?

 

Donghae era muy perceptivo, siempre le ponía especial atención al rostro de Kyuhyun, ¡y como no hacerlo si lo amaba! Siwon observaba la escena, ya sabía —o por lo menos suponía— lo que se venía. Algo acongojado, abrazo sus piernas y se arrincono, esperando el momento en que las negras cortinas de siempre lo cubrieran.

 

—¡Hoy vamos a hacer algo distinto! —La potente voz de Kyuhyun se hizo escuchar por todo el lugar—. Vamos a recordar viejos tiempos, ¿les parece?

 

Siwon lo observo confundido y, Donghae, sin despegarse de su cuerpo, le pregunto:

 

—¿A qué te refieres exactamente?

—A antes de que yo los encontrara, cuando tú y Siwon eran pareja… ¿recuerdan la vez que se quedaron encerrados en su escuela?

—¡Tu! —Grito Siwon. Hae se limitó a sonrojarse y esconder su rostro entre las manos.

—Sí, yo Siwon, lo vi todo. De hecho fue por eso que me los robe.

—Yo lo recuerdo, y creo que Donghae también, ¿pero a qué viene todo esto? ¿Qué es lo que pretendes recordar? ¿Es que acaso nos vamos a sentar alrededor de una fogata a contarnos historias felices?

—No seas estúpido y cállate Siwon. —Intervino Donghae, molesto por la manera tan grosera en que se atrevió a dirigirse a Kyuhyun.

—Tranquilo Hae, no maltrates a Siwon que él te sigue amando, cuando llegue no dejaba de observarte, ¿puedes creerlo?

 

Donghae miro a Siwon y este desvió su vista de la ajena, Kyuhyun sonrió al ver semejante comportamiento tan infantil de ambos.

 

—Bueno, al grano. Quiero recordar ese día, quiero que ustedes dos se vuelvan a entregar a su amor y ser yo un espectador.

—¡Me niego! —Espeto inmediatamente Donghae.

—No puedes, soy tu amo y yo hago lo que quiera, así que, ¡háganlo ahora mismo!

—Pero…

—Pero nada Donghae, obedece.

 

Kyuhyun soltó a Hae y se dirigió a la celda de Siwon, la abrió y lo invito a salir. Un poco cohibido, el humano puso un pie fuera de su cárcel eterna y camino hacia Hae. A paso lento y bastante disimulado, nuestro demonio se alejó de ellos y se sentó en un lugar que le permitiera observar aquel acto con todo detalle, de la nada, una copa de vino comenzó a bailotear entre sus largos y finos dedos, empezaba ya a sentir éxtasis recorrer su cuerpo.

 

Donghae permanecía inmóvil y su mirada se perdía en la de Kyuhyun, lo observaba suplicante, no quería entregarse a otro que no fuera él. Siwon observaba a Donghae, la manera en la que este se comportaba lo hería demasiado, pero si Kyuhyun le estaba dando semejante oportunidad, no la iba a desaprovechar. Sin aviso alguno, el pelinegro capturo en un beso más que demandante la boca del castaño. Sin una pizca de delicadeza, comenzó a desvestirlo y besar cada parte de piel que estaba quedando al descubierto. Esta seguía siendo tan suave y blanca como la recordaba, tan dulce y embriagante, en extremo perfecta; algo que lo enloquecía a más no poder. Donghae no ponía resistencia pues tampoco es que Siwon le pareciera asqueroso, pero ya se había acostumbrado al toque de Kyuhyun, no es que fuera mejor, es tan solo que era diferente y la del demonio le gustaba más. Tan solo pasaron unos minutos y Siwon ya tenía a su completa merced al castaño. Donghae no portaba ya nada de ropa, pero seguía con la misma actitud del principio: su cuerpo reaccionaba de maravilla a las caricias otorgadas, pero sus ojos, atención y corazón, estaban con aquel que lo observaba: Kyuhyun.

 

—¿De verdad? —Susurro Donghae mientras tenía a Siwon sobre su cuello—. ¿De verdad aun me quieres?

 

Siwon se detuvo por unos segundos y lo miro fijamente a los ojos, se perdió en esa mirada tan infantil e inocente del mayor, en aquellos ojos almendrados y brillosos.

 

—¿Cómo no quererte si eres perfecto? No te quiero Donghae, yo te amo y te lo voy a demostrar.

 

Inconscientemente Donghae sonrió, las palabras de Siwon le provocaron alegría a su corazón. Una tira de imágenes antiguas se dibujó en su mente; recuerdos de momentos felices, el día en que cumplieron su primer mes, la vez que hicieron el amor por primera vez, la noche en que prometieron que a escondidas de todo el mundo se casarían: adoptarían a un bebe y lo cuidarían como suyo, para criarlo y verlo crecer como una buena persona, para al final de todo, dejarlo ir, y ellos envejecer juntos hasta que Dios los quisiera recoger. ¿A dónde se había ido todo eso? Inesperadamente llego Kyuhyun y destruyo un futuro que ya estaba construido, algo que ni siquiera era imposible o lejano.

 

—Yo también te amo todavía, Siwon.

 

Por fin Donghae cedió a sus impulsos, después de tanto pensar, decidió disfrutar y participar de lo que Siwon estaba haciendo. Lento, respondió al beso que se le otorgaba en ese momento, mezclo su lengua con la ajena y sus manos comenzaron a explorar aquel cuerpo del que una vez fue adicto. Seguía siendo firme, sin dejar de lado el hecho de que era cálido y lo hacía sentir bien. No paso mucho para que Donghae despojara de toda prenda al pelinegro y comenzara a jugar con su miembro, ambos se habían olvidado por completo de la existencia de Kyuhyun, que tal como la primera vez, se excitaba solo en su asiento y, a falta de compañía, se complacía a sí mismo.

La iluminación de aquel lugar no podía ser más perfecta, algunos rayos de luz de luna se lograban colar por los enormes ventanales, las pocas velas que tenían en el recinto, alumbraban tenuemente, jugando así hasta con las sombras, hundiendo mágicamente todo el lugar en un aura romántica y sensual.

 

Siwon jugaba llevando al límite la paciencia de Donghae, lo tentaba, paseaba sus dedos por aquella entrada pero no hacía nada. Con su cadera, fingía movimientos de penetración que no existían. El mayor temblaba, estaba a punto de colapsar o morir de enojo, cuando una ronca voz retumbo en sus oídos:

 

—Llámame… pídeme a mí que termine con tu agonía.

 

El castaño reconoció inmediatamente esa voz, no había que ser un genio para saber quién era el propietario de semejante proposición, así que ni tardo ni perezoso, Donghae obedeció.

 

—¡Kyuhyun! —Grito en medio de su desesperación, dejando a Siwon inmóvil por la impresión y logrando que el demonio se hiciera presente junto a ellos,  lo tomara entre sus brazos y comenzara a besarlo con lujuria, pasión y necesidad.

 

No hubo preparación pues no era necesaria, ante la expectante mirada de Siwon, Kyuhyun entro en el castaño sin más, sacándole así un grito escandaloso, que excito al demonio en demasía. El pelinegro no sabía qué hacer, la situación se le torno incómoda, sentía que estaba sobrando. Estando a punto de llorar, se puso de pie e intento alejarse de aquella escena, pero una mano lo detuvo, era Kyuhyun.

 

—No te vayas, te lo ordeno.

 

Kyuhyun seguía penetrando incesantemente el cuerpo de Donghae, quien tenía los ojos cerrados y gritaba, gemía, suplicaba con suprema dificultad por más. Siwon no podía con eso, una cosa era haberse acostumbrado a los gritos de Hae, pero verlo, en las condiciones que estaba, era demasiado, algo que lo superaba en todos los sentidos pues maldecía a Kyuhyun, quería ser él quien le diera tanto placer a Donghae. Siwon intento zafarse del agarre del demonio, pero no lo consiguió. En algún momento que no supo cómo llego, se vio correspondiendo a un beso que le era arrebatado, ¿qué estaba pasando? Algo incomprensible, a Kyuhyun nunca se le había ocurrido algo como tener sexo con los dos al mismo tiempo. Ahora el par de humanos comprendían a lo que el demonio se refirió cuando dijo que quería hacer algo diferente. No era molesto, tal vez un poco extravagante, pero al final de cuentas se volvía entretenido y placentero. Cuando por fin Kyuhyun se vino dentro de Donghae, este por fin cayo en cuenta de lo que estaba pasando.

 

 

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Sungmin disfrutaba de un delicioso pastel de café, cuando la puerta principal se abrió de un golpe. Estuvo a punto de tragarse el tenedor al ver quien era:

 

—Dile al inútil de tu padre que vengo a hablar con él.

 

El rubio no reaccionó inmediatamente así que se ganó un grito más:

 

—¿Eres sordo? —Sungmin negó lentamente. —¡Entonces dile al maldito de tu padre que venga!

 

La voz de aquel ángel era atronadora, hacía eco en todas partes y con semejante llegada tan escandalosa seguro ya todos se habían enterado de quien había llegado al bajo mundo.

Lee Hyukjae sabía que estaba en problemas y todo era culpa del bastardo de Kyuhyun.

 

—Teníamos un trato y lo has roto. Te has traído a uno de los nuestros contigo y eso es imperdonable, Hyukjae.

—Yo no sé de qué rayos me estás hablando. —El demonio mayor intentaría por todos los medios hacerse el desentendido de ese asunto.

—Vaya, ahora veo de donde es que saco lo estúpido tu hijo.

—Mucho cuidado con lo que hablas, Park, estando en mi territorio deberías saber que estas en desventaja... tú tan solo eres uno después de todo.

—El niño por el que vengo y yo, somos más que suficientes para aniquilar tu pocilga, así que no te vengas a hacer el fino y dime ya, ¿en dónde está? —Hyukjae suspiro pesadamente.

—Si está aquí, pero aclaro que yo no me lo traje y ni siquiera sabía quién rayos era…

—Me importa un puto comino si lo secuestraste tu o alguien más, al fin de cuentas el juicio por haber roto las reglas se aplicara y ya veremos si eres culpable o no. ¿En dónde está?

—¡Ya te dije que si esta aquí! Ahora has tu trabajo y búscalo, no esperaras que te de una dirección, ¿o sí? —Con una sonrisa socarrona, Hyukjae despidió al ángel—. Ahora márchate que le das un mal aspecto a mi casa

—Y pensar que alguna vez te llame amigo.

—Sí, bueno, como sea, no llores Yungsoo, tus lagrimas manchan mi piso recién pulido.

 

Park sintió como un golpe bajo semejante burla, así que no se iba a quedar cruzado de brazos. Había tenido la delicadeza hasta ahora de entrar por la puerta, pero ya no estaba dispuesto a salir por allí. Desplego uno de sus tres pares de alas y atravesó el techo; quebrando todo el cristal que había en esa parte. A Hyukjae le cayó una lluvia de cristales que se incrustaron sin piedad en la mayor parte de su cuerpo, pero no se inmuto por eso en lo más absoluto.

 

—Sungmin, dile a alguien que limpie esto, ese maldito ha hecho un desastre.

 

 

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Siwon mordía con lujuria la lengua de Kyuhyun, la succionaba fuera de la boca de este para después regresarla a su lugar y volver a repetir la acción. Donghae por su parte, se ocupaba de darle atención a su miembro ya endurecido. Kyuhyun no podía imaginar un lugar mejor que ese. Se embriagaba con el aroma que reinaba en el lugar, tener dos cuerpos tan sensuales para él solo se le hacía algo irreal. Mientras más disfrutaba de esos cuerpo más adicto se hacía a ellos y por eso, más difícil se le hacia el hecho de pensar que al día siguiente tendría que deshacerse de estos.

 

—Esto es divertido.

 

Canturreaba el pelirrojo al mismo tiempo que era penetrado por Siwon.

 

—Esto es divertido.

 

Volvió a soltar, ahora sobre los labios del castaño, generando una genuina sonrisa en él.

 

Cambiaron de posiciones un sinfín de veces, y lo habrían hecho todavía más veces, de no ser porque Kyuhyun sintió a alguien acercarse. Finiquito el asunto lo más pronto posible y durmió a sus compañeros. Lo hizo justo a tiempo pues un leve toquido sonó en la puerta enseguida:

 

—Te han descubierto. —Anuncio Yesung.

—¿Quién? —El cuerpo del pelirrojo se tensó.

—Park, ya sabe que tienes a su pequeño hermano aquí y está buscándolo.

—Maldición. ¿Sabe que yo lo tengo?

—No, pero no faltara el cobarde que se lo diga. Tengo entendido que fue a buscar primero a Hyukjae y le destrozo el techo. El angelito está muy molesto.

 

Kyuhyun comenzó a caminar de un lado a otro, intentando pensar en algo coherente.

 

—¿Crees que podría matarlo? —Yesung comenzó a reír.

—No hablas en serio, ¿verdad? —Ver la mirada de su menor tan decidida le dio la respuesta. —Cho, ¿estás loco? ¡Es Park, maldición! Obvio no puedes… y en todo caso que lo hicieras, te estarías echando sobre ti demasiados enemigos y Hyukjae no te va a ayudar.

 

Kyuhyun asintió y volvió a reanudar la marcha.

 

—Creo que lo mejor será que lo entregues.

—No voy a hacer eso.

—¿Por qué? Si lo piensas bien es la mejor opción, entrega al chico a su hermano y que se lo lleve, de todas maneras tu no lo puedes conservar aquí mucho más tiempo del que ya lo has tenido.

—Pero…

 

La mirada de Yesung clavada en la puerta de la entrada lo hizo percatase de que alguien más se acercaba.

 

—Ya nos encontró.

 

Murmuró Kyuhyun.

 

 

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Desde que lo vio nacer, se había prometido a sí mismo cuidarlo de todo mal; estando lejos o cerca lo haría; sin embargo fallo. Su hermano era feliz, Yungsoo se había encargado de hacer que solo gente buena se cruzara en su camino, un claro ejemplo de ello era el enamorado novio que le mando. Y, a pesar de todo esfuerzo, de toda precaución tomada, un maldito demonio se lo arrebato. Park debió haberlo sabido, debió haberlo deducido. Era imposible que la hermosura de su hermano pasara desapercibida para ellos, además de la clara inocencia y desconocimiento que tenia de sus poderes, era obvio que parecía llevar un cartel con la leyenda «blanco fácil» pegado en la frente.  

Tanto era el enojo del ángel, que no le importaba irrumpir salvajemente en las moradas de los demonios y poner patas arriba todo lo que se le atravesara. Él solo quería encontrar a su hermano y salvarlo de la perdición en la que pronto caería. Maldecía a Hyukjae por no decirle quien lo tenía; en semejante lugar, podría llevarle hasta días encontrarlo. Afortunadamente no le tomo más que un par de horas pues lo sintió… sintió la pura esencia de su hermano que desentonaba por completo con todas las demás. Sin embargo, algo no le gusto. Cuando hubo ubicado el lugar se dio cuenta de quien tenía esclavizado a su pequeño y eso lo hizo encolerizar más, aunque en el lugar había dos esencias igual de poderosas, pero una sin duda tenía el aura más maligna. ¿Quién de los dos seria el culpable? A uno lo conocía muy bien… al otro no. Todo parecía indicar que el desconocido no era un ángel desterrado, más bien, era un hijo puro del infierno.

Yungsoo se encamino a toda prisa hacia la enorme construcción rojiza que se levantaba casi tan alto como la de Hyukjae, el dueño de ese lugar sin duda tenía muchos privilegios.

 

Park llego a su destino hecho una furia, entro atravesando uno de los ventanales situados a lado izquierdo de la construcción y se internó en aquel obscuro lugar.

 

—¡Kim! —Grito. El aludido movió la mano con desdén desde su aterciopelado  trono.

—No hace falta que grites, Yungsoo; aquí estoy después de todo.

—¿En donde esta? —Park movía la cabeza en todas direcciones, buscando.

—¿En dónde está quién?

—No te hagas el gracioso conmigo que no te queda, ¿en dónde está mi hermano? —Heechul se hecho el mechón de pelo rojizo hacia atrás y resoplo—. Haberlo dicho antes, está por allá. —Extendió su largos dedos, (y afiladas uñas) hacia una pequeña recamara situada justo detrás del trono. Park voló inmediatamente hacia allá—. ¡No tan rápido, querido! —Le detuvo Heechul, materializándose entre él y la puerta—. No te lo puedes llevar así como así. —Yungsoo poso su mano sobre la empuñadura de su espada luego de la amenaza. Heechul se rio—. ¡Oh, vamos! No tengo ánimos de pelear y menos contigo… hagamos un trato.

—No tengo porque hacer tratos contigo, ¡secuestraste a mi hermano y eso es una violación al contrato que teníamos! —La voz de Yungsoo temblaba, estaba tan furioso—. Mereces ser castigado.

—El que yo lo tenga aquí, no quiere decir que yo lo haya secuestrado.

—¿Entonces quien fue? Antes de venir para acá, sentí una presencia distinta a la tuya, ¿con quien estabas? ¿Fue él quien secuestro a mi hermano?

—Haces demasiadas preguntas aun sabiendo que no te voy a responder.

 

Hubo un largo lapso de silencio en el que se miraron a los ojos. Los obscuros orbes de Heechul reflejaban perfectamente los azules ojos de Park.

 

—Puedes llevártelo, —dijo Kim—, a él y al humano si quieres, pero no levantaras cargos en el tribunal; sin embargo, si decides hacer lo contrario, no te puedo dejar ir, así que ¡desenvaina la espada y peleemos! Solo que no aseguro respetar la vida de esos dos.

—Eres un maldito. —Siseo Yungsoo.

—Entonces, ¿tenemos un trato?

—Tenemos un trato.

 

El pelirrojo sonrió y luego de una venia, abrió las puertas de aquella recamara de par en par.

El corazón de Park salto al ver a su hermano de una pieza; no presentaba signos de maltrato ni desnutrición, quien haya sido el que lo tenía, al menos lo cuido.

No dijo una sola palabra más, ni siquiera se despidió. Con la cabeza bien en alto, Yungsoo tomo a Donghae y a Siwon, abrió las alas y voló, perdiéndose en la negrura absoluta de aquel cielo que no era el suyo.

Desde abajo, Heechul observaba con cautela todos los movimientos del ángel, hasta que por fin lo vio desaparecer de sus dominios.

 

—Espero que no vuelvan a meterse en problemas. —Mascullo para los que tenía a lado. Yesung inmediatamente alzo las manos, en señal de que el nada tenía que ver—. ¡Y por favor que alguien arregle mi preciosa ventana! —Kim se dio la vuelta y se internó de nuevo en su castillo, llamando a sus lacayos para que arreglaran el desastre que había dejado Park.

—Ya lo oíste, —dijo Yesung—, no vuelvas a hacer algo tan arriesgado, tuviste suerte de que tu padre te salvara.

—Entendí.

 

Kyuhyun frunció el entrecejo y se encamino hacia su padre.

 

Pero no, Kyuhyun no había entendido. Tanto Siwon como Donghae le pertenecían y los iba a recuperar, tal vez no ahora, ni mañana, pero lo haría tarde o temprano. No le tenía miedo a Park, ni a su legión de ángeles o a su Dios. Kyuhyun no le temía a nada y por ende, no iba a descansar hasta tener de nuevo para él lo que tanto anhelaba. Algo dentro de él le decía que tenía que prepararse para lo que venía… tal vez ser el detonante de una guerra seria emocionante.

 

 

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Notas finales:

 

 

Lo subí apresurada. Si hay muchos errores lo siento mucho u___u 

Gracias a las que lean~

/huye/ 


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