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El erudito de las montañas por LapsisAngelus

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Notas del fanfic:

Esta historia la tengo también en FF.net, así que no piensen que es plagio.

 

El Nacimiento de Thor fue motivo de alegría y celebración para todo el pueblo de Asgard, de las manos del pequeño Dios rubio pendía el destino de la hermosa ciudad de seres inmortales y sumamente poderosos… la alegría se extendió durante siete días y siete noches en los que se bebió y bailó celebrando al heredero del trono de los nueve reinos.

 Su destino era brillante y todos lo amaron y esperaron desde el primer día que se supo que la reina estaba embarazada.

 Cuando llegó Loki al mundo la situación fue diametralmente diferente… nunca supieron que Frigga estaba en cinta y entre torpes escusas  las parteras terminaron explicando que la familia real no se enteró del bebé hasta muy avanzado el embarazo, el pequeño había nacido mucho más frágil que su robusto hermano y era mejor mantenerlo en reposo alejado de las miradas curiosas por lo que el festejo fue mucho más sencillo y corto y no se presentó a la sociedad hasta que él ya había cumplido un año.

 Después de ese tiempo el silencioso chiquillo se había dado a conocer con su personalidad tímida y siendo apenas una pequeña sombra del grande y bullicioso Thor quien corría travieso a sus tres años asgarianos y golpeaba a los criados en las pantorrillas con su inesperada fuerza y su espada de madera, a pesar de los regaños de su madre.

 Cuando presentaron al retraído niño de cabellos negros a la sociedad todos sintieron lástima porque obviamente iba ser eclipsado por su hiperactivo y primogénito hermano. Además Odín amaba a Thor por sobre todas las cosas… y no es que no quisiera a Loki, pero el cuerpo menudo del menor daba a entender que no serviría para la guerra y él era Rey de un pueblo guerrero.

 Por eso nadie esperó las magníficas dotes mágicas e intelectuales que el niño desarrollaría a medida de su crecimiento. Lo cierto es que nadie esperaba nada de él.

 A la edad de dos años asgardianos, Loki ya manejaba perfectamente su idioma, mientras que su hermano de cuatro se fascinaba por las armas. Estaban todos tan orgullosos de él que a nadie le importó que apenas se le entendiera lo que hablaba.

 Finalmente Frigga fue la única que realmente apreció el gran potencial del menor de sus hijos.

 Una tarde de sol radiante, cuando Loki apenas tenía cuatro años, mientras este jugaba solo en los jardines, logró apreciar (por coincidencia) como transformaba las flores que iba cortando en mariposas y luego nuevamente en flores mientras reía maravillado por lo que sus pequeñas manos hacían  de forma natural.

 En cuanto salió del asombro corrió a abrazarlo y supo que así como Odín instruiría a Thor en la técnica de la espada, ella debía velar porque la magia que estaba encerrada en su hijo pequeño no se perdiera por falta de atención.

 Guardó celosamente el secreto de las clases a su hijo y esto sólo lo hacía mientras que su esposo y primogénito gastaban las horas del día en luchas y prácticas, hasta que por fin, cuando el menor había cumplido los seis años, orgullosa irrumpió con él de la mano en medio de una sesión de los dos guerreros y con vos fuerte y siempre elegante, declaró que era tiempo de revelarles el más grande secreto y travesura que tenían entre manos ella y Loki.

 Odín y Thor se acercaron demasiados extrañados y asombrados como para reclamar cualquier cosa y posaron ambos ojos en el los verdes del niño, que miraba con nerviosismo a su madre… él amaba a su hermano, pero le siempre le tuvo miedo a su padre y su brusca forma de ser.

 -Tranquilo cielo –la reina le acarició la mejilla a su pequeño y este asintió aparentando el valor que estaba lejos de sentir. Dio dos pasos al frente y con movimientos suaves sus manos comenzaron a crear formas orgánicas y románticas en el aire, inventadas con un humo mágico que emergía de todo su ser, lentamente las flores se volvieron animales, insectos, asgardianos y como obra final intentó recrear la silueta de la ciudad dorada, pero la mirada insistente de su padre sobre él lo tenía tan nervioso que su concentración menguó y una chispa verde saltó hasta el borde de su túnica haciendo que esta se prendiera ante el terror del niño quien comenzó a gritar y correr sin saber qué hacer.

 Odín corrió tras de él, lo agarró y le arrancó de un tirón la ropa, desgarrándola para que soltara el cuerpo de su pequeño y librándolo de quemaduras profundas. Loki lo miró sorprendido… su presentación había estado lejos de ser perfecta, pero por única vez vio en el ojo sin parche de su padre lo orgulloso que se sentía.

 Estaba tan fascinado con el rostro de él que no sintió las pequeñas quemaduras en sus manos ni en sus piernas.

 Cuando el Rey las descubrió él mismo llevó a su hijo en brazos a donde los sanadores para que atendieran esas marcas visiblemente dolorosas.

 Esa fue una de las pocas veces que Odín dejó de lado a Thor para ver a su otro hijo.

 

 

 

Todo lo que no era el Rey de Asgard para Loki, se prometió el rubio que él sería.

 Lo amaba más que otra cosa en ese o cualquier mundo, solía culparse de las travesuras que este hacía (que eran muchas), le enseñó a pelear aunque el pequeño realmente era malo con la espada (o con cualquier otra arma), le daba sus postres, le llevaba recuerdo de sus expediciones (que en esa edad sólo consistían en escaparse al pueblo con su grupo) e incluso una vez se trenzó a golpes con su mejor amigo Fandral ya que este comenzó a reírse de que Loki se hubiera ido para atrás con el peso de una espada verdadera.

 Si había algo que el moreno quisiera, Thor buscaba mil maneras de conseguirlo y nunca dejó de obtenerlo por muy difícil que fuera… todo para que esos brillantes ojos verdes lo miraran con adoración  y se colgara en un fuerte abrazo a su cintura, haciéndolo llegar tarde a todos lados e interrumpiendo sus entrenamientos… nada de eso era importante porque Loki lo amaba y lo admiraba y el rubio no quería más para sentirse completo.

 Su pequeño hermanito era lo mejor que le había pasado en la vida.

 -Loki –susurró Thor contra el cabello negro del ser que descansaba abrazado al lado de él –¿Loki, duermes?

 -¿Mmmmmh?... –los ojos se abrieron poco a poco para mirar los azules de su hermano que aún sin luz brillaban como faroles en medio de la oscuridad –ya no… -el rubio ignoró el tono de reclamo y siguió.

 -No puedo dormir… ¿harías esa magia para mí?

 -Ejercitaste todo el día hermano…  ¿En serio no tienes sueño? –el rubio negó y el pequeño de ocho años suspiró, acomodándose boca arriba –madre dice que no te mal acostumbre, que no siempre estaré ahí para hacerte dormir y ya se está volviendo un acto condicionado.

 -Madre no está aquí para reprocharnos, será un secreto tuyo y mío.

 Loki sonrió de forma brillante, le encantaba tener pequeños secretos junto a Thor… cosas que nadie nunca más sabrían, salvo ellos… lo hacía sentir especial… más especial que todo ese grupo de amigos de él (que no le terminaban de gustar), aún más que su padre e incluso (aunque le dolía un poco) más que su madre.

 Elevó los brazos y comenzó a moldear figuras en el aire creadas con humo y magia, sus dedos emanaban un fuego verde que era el que provocaba el efecto,  creó las siluetas de unas ninfas que reían y les cantaban arrullos, jugaban con sus cabellos y  les besaban los párpados, instándolos a dormir.

 Thor rió con cosquillas y pronto le contagió la alegría al otro, terminando los dos soltando carcajadas mientras se acomodaban nuevamente abrazados y lentamente se dormían al son del murmullo mágico de esos seres.

 

 

 

Loki tenía diez años cuando superó los profundos dones y conocimientos de magia de su madre y comenzó a estudiar por su cuenta con viejos libros que encontraba en pequeñas librerías o que Thor le regalaba traídos de otros reinos, generalmente encargados a valientes caballeros que viajaban a sortear peligros y dictar la palabra del padre de todo.

 De todas formas era frustrante para Loki lo difícil que era conseguir un libro valioso en ese pueblo bárbaro, a diferencia de las armas y la cerveza que estaban en cada esquina (si hubiera sido más grande también habría pensado que era más fácil conseguir mujerzuelas que algo de intelecto en esas calles).

 Odín se dio cuenta de eso y en secreto le mandó a construir la biblioteca más grande que ninguno de los 9 reinos jamás conociera. Se la entregó para el día de su cumpleaños y disfrutó del rostro atónito de su hijo menor, luego la alegría desbordante, muy extraña en el niño siempre calmo y propio y no pudo evitar la sorpresa cuando el moreno se tiró a él para abrazarlo mientras repetía como letanía “gracias, gracias, gracias…”

 Ni Odín ni Loki eran de contacto físico… mucho menos entre ellos, pero se permitieron un momento entre la euforia por el inesperado regalo. Frigga sonrió complacida.

 

 

 

 

-Amor… -susurró la reina mientras se asomaba por los pasillos llenos de libros y un silencio sepulcral –Loki… ¿Dónde estás?

 La mujer caminó sin encontrar rastros de su hijo menor… pero estaba ahí… lo sabía porque su fuerte instinto maternal se lo gritaba por todos lados.

 No se equivocó…

 Durmiendo sobre un libro yacía Loki con la misma ropa de hace tres días, delgado y ojeroso, con la mitad del cabello fuera de la coleta y roncando levemente por la incómoda posición… ya era la tercera vez en el mes…

 Desde que su esposo le había regalado esa biblioteca no se había alejado de esta… no era bueno que un niño de diez años pasara tanto tiempo encerrado, comiendo y durmiendo mal… pero sería más fácil controlarlo si no hubiera aprendido a fabricar clones mágicos que les engañaban la vista y les hacían pensar que estaba bien. Eran simplemente magníficos.

 Lo tomó en brazos con cuidado y lo cargó hasta su cama de doseles verdes, dejándolo que descansara hasta que fuera hora de la cena… lo habría despertado para almorzar, pero podía adivinar que los mismos días que llevaba sin bañarse, también los llevaba sin dormir.

 

 

 

 

 

Loki temía y respetaba a su padre sobre cualquier cosa y cuando estaba delante de él procuraba comportarse de forma educada y tranquila.

 La verdad era otra. Había una parte de él que no podía evitar que se riera de las normas y los símbolos de poder.

 Una tarde cualquiera, y sólo por aburrimiento, Loki cambió el azúcar con la sal justo antes de que su madre le llevara un agua de hierbas para el dolor de cabeza al padre de todo. Odín había salido tosiendo y con arcadas. 

 Loki observaba escondido en un rincón riéndose en silencio, con sus pequeñas manos agarrándose su estómago, escondido detrás de un pilar.

 Hubo otra vez en que con magia hechizó las aguas termales para que en el minuto que alguien las tocara se volvieran heladas… esa vez su padre también cayó, junto a Thor, luego de un entrenamiento. Terminaron con contracturas por lo menos una semana.

 Pero el cumpleaños número trece de Thor (en años asgarianos) fue el evento que jamás saldría de la memoria de ningún noble de ese mundo

 El día anterior habían discutido el rubio y su pequeño hermano… generalmente era por asuntos sin importancia que luego no recordarían y sólo quedaría grabado en ambas pequeñas mentes un enojo absoluto y sin motivo aparente. Pero esa vez fue muy diferente.

 Frigga siempre recordaba los motivos de las peleas de sus hijos… todas y cada una… y esa fue una de las más grandes y con más consecuencias para todos.

 Esa vez se enojaron porque Thor quería un libro de combate y técnicas con la espada…  sabía que Loki lo tenía pues lo había visto practicando  (dentro de todo era asgardiano y algún día debía aprender). Pero el moreno  había desaparecido sin dejar ningún rastro… y sí o sí quería ese libro porque el rubio era necio y tenía una sola idea por vez… si no lo tenía no podría dejar de pensar en eso y concentrarse en algo más.

 El gran problema no fue que entrara a la habitación de su hermano, sino que llevara a todos sus mejores amigos, quienes dejaron revuelto mientras buscaban (y curioseaban) cada estante y cada pequeño lugar de  aquel territorio nuevo, mágico e intelectual que ellos desconocían.

 No conformes con no encontrar el libro se fueron a la biblioteca y dejaron todo sumergido en un caos.

 Loki llegó muy entrada la noche… había estado encerrado en una habitación desocupada mientras perfeccionaba un hechizo particular… una y otra vez… creando por fin el regalo perfecto de cumpleaños para su hermano.

 Simplemente quedó estupefacto al ver el revoltijo en sus cosas… se notaba que intentaron “ordenar” el desarreglo que se produjo pero de forma desprolija… a él le gustaba el caos… pero su propio caos ordenado… ese que se notaba que todo estaba revuelto, pero en realidad cada cosa estaba ordenada estratégicamente… ahí simplemente nada tenía sentido y todo estaba fuera de lugar… alguien había estado hurgueteando. Se sentó en la cama, enojado, tratando de controlarse y prometiéndose que encontraría al culpable y lo ataría a la torre más alta, colgando de cabeza por una ventana, luego de eso, y cuando ya estaba más tranquilo, se fue a la biblioteca a devolver un par de libros mientras fruncía el ceño y se preguntaba que quién era tan idiota como para adentrarse en su pieza y dejar todo así…

 Al principio no reaccionó cuando vio al grupito de mejores amigos de Thor lanzándose los libros, luego una furia ciega lo invadió comenzando a empujar a los niños para que salieran de su santuario.

 Odín lo único que alcanzó a ver fue como el de cabello moreno echaba a los demás de la biblioteca y fue a defender el derecho de cualquiera que deseara entrar a ese lugar; le dejó claro que no sólo era “su” Biblioteca, y además lo castigó sin poder usarla durante una semana.

 No lo dejó hablar ni defenderse… fue cuando Loki le hirvió la sangre lo suficientemente fuerte como para comenzar a maquinar una venganza digna  del Dios de las travesuras.

 Esa misma noche se metió al cuarto donde guardaban la comida y con una magia impresionante convirtió toda la cerveza en jugo de manzana efervescente  y con gas… parecería cerveza, produciría mucha espuma, pero cuando la bebieran conocerían su sabor dulzón y su absoluta falta de alcohol. Luego llegó a la comida del banquete real  y con un hechizo más fácil hizo que esta, cuando fuera consumida, tiñera las pieles de los asistentes de diferentes y llamativos colores.

 Finalmente sonrió complacido… había una broma más que debía jugar en especial a los que habían violado su santuario.

 Odín estaba sentado en su trono, observando cómo los invitados llegaban elegantemente ataviados, rindiendo honores a su primogénito. Frigga estaba en un trono más pequeño a su costado derecho y Thor en su puesto al izquierdo… sólo faltaba Loki, pero el chiquillo luego de ser castigado el día anterior se había rehusado absolutamente en salir de su cuarto… no le extrañaba si llegase a faltar a la fiesta, además  por lo general su hijo menor era huraño y detestaba las reuniones de demasiadas personas en el mismo lugar.

 Suspiró cansado y se masajeó el puente de la nariz, sólo el tibio toque de su esposa sobre su mano lo atrajo de nuevo a su misión como anfitrión, volvió a sonreír y a saludar aunque su mente no dejó en ningún momento al moreno.

 Fue justo antes de la cena que Loki decidió que era el tiempo de aparecer para observar el caos que armaría; se paró al frente de la puerta del salón principal y tomó aire profundo… ya no había vuelta atrás, aunque sabía que esta vez sería muy  grave, además estaba muy bien planeado y por eso lo descubrirían. Tampoco evitó ocultar sus marcas en esa broma, quería que todos supieran que fue él el que provocó todo ese caos.

 -Pero el espectáculo debe comenzar… -susurró con mirada maliciosa y se metió con la cabeza erguida y actitud prepotente y a la vez elegante, esa manera tan característica de él y que ningún niño de once años debería tener, saludó gentilmente a todos, les dedicó palabras galantes a las mujeres y  apretones de manos fuertes a los hombres (dentro de todo estaba en Asgard y los saludos debían hacerse como “machos” aunque a él no le fuera mucho lo de bárbaro guerrero), finalmente llegó frente a su familia y saludó haciendo una graciosa y burlona reverencia, terminando con una rodilla en el suelo y la otra flexionada en un divertido ademán de saludar a “sus altezas”. Aún así tanto Thor como Odín se alegraron de la presencia del menor. Frigga, muy nerviosa, fue la única en ver la sonrisa maliciosa de Loki… eso terminaría muy mal, pero no había manera de que ella supera de qué forma lo haría.

 El padre de todo sospechó que algo estaba mal cuando los murmullos de los hombres comenzaron a hacerse más y más alto, pero no podía decir exactamente qué pasaba ya que él tomaba vino y no tenía idea del arreglo en la cerveza.

 No fue hasta que inició el banquete, luego de un pequeño discurso de agradecimiento, que las cosas se habían vuelto “feas”.

 O de colores.

 Cada asistente al lugar comenzaron a notar que sus manos y rostros cambiaban de color formando un arco iris humano en la sala, salvo por dos puntos normales que seguían en la mesa, porque él no deseaba verse ridículo y su hermosa madre no se merecía la broma (en general a Frigga nunca le afectaban sus bromas).

 Vio la mirada sorprendidas de todos y siguió comiendo elegantemente aunque por dentro aguantaba las ganas de tirarse al suelo y apretarse el estómago de la risa.

 El ojo inquisidor de Odín lo miró con furia, era obvio que el único capaz de hacer algo así era Loki, pero este no estaba dispuesto a llevarse el castigo sin ganar nada a cambio… los culpables de todo debían pagar y aprender que nadie se metía con sus cosas.

 Así, con un suave movimiento de manos, cinco sillas alteradas y sostenidas sólo con magia, cedieron ante su peso  quebrando sus patas y Thor y su grupo cayeron de espalda haciendo que el menor por fin desatara su alegría, burlándose de los presentes.

 -¡LOKI! –la voz furiosa de su padre resonó con potencia en el salón, removiendo candelabros y ventanales y silenciando las carcajadas del niño, este sin decir nada se paró de su puesto y se marchó al cuarto donde siempre era sermoneado.

 

 

 

El niño de once años sólo escuchó los primeros cinco minutos en que su padre le hablaba sobre la moral y los modales y a Loki se le antojó gracioso que el rey de un pueblo barbárico le hablara de cosas “civilizadas”. Aún así no rió y prefirió pensar en el buen momento que pasó a costillas de los nobles asgardianos y los idiotas amigos de Thor.

 La cara de los asistentes, la sorpresa de los cinco jóvenes que caían de la silla, la cantidad de colores jamás vista en el salón real… su padre frente a él que se seguía de un color morado, como si estuviera asfixiándose…

 No era suficiente para distraerse… los gritos eran imposible de callarse en su cabeza.

 -¡Ellos entraron a tirarse los libros de la maldita biblioteca! –gritó cargado de veneno y cuando descubrió lo que hizo se cubrió la boca y bajó la mirada, desviándola del rostro perturbado de su padre… él no quería faltarle el respeto… no de esa forma, por lo menos.

 -¿Qué?

 -Ayer por la noche… cuando me castigó por echarlos de la biblioteca… la biblioteca era un caos… ¡Se lanzaban libros de cientos de años de valor! ¡Los malditos se reían a costa de destrozar pequeños pedazos de historia!–ante la imposibilidad de quedarse quieto comenzó a pasearse mientras peinaba hacia atrás su cabello con manos nerviosas por el enojo e indignación -¡Y ni siquiera me dejó explicar!

 No era digno de Loki perder los estribos… tampoco el lo era el vocabulario que estaba utilizando… el que lanzaba esas palabras era Thor, pero en los labios del menor de los príncipes sonaban amargas y venenosas.

 -Vigila esa boca, Loki… entonces eso fue lo que ocurrió... –Frigga entró junto a Thor en ese minuto y vio con reproche a su marido –Loki, cariño, ve a tu cuarto, ya pensaremos una sanción justa para tus actos, tú Thor… tenemos que hablar.

 Su hermano puso rostro culpable. Se le antojó gracioso junto al tono naranjo de su piel. Igual ya no le quedaban ganas de reír… se sentía agotado y triste.

 El menor se fue cabizbajo y pensando que si no fuera por su madre vivir en esa casa sería un tormento.

 Días después volvieron a celebrar la fiesta de cumpleaños de Thor. Loki ni siquiera hizo el intento de aparecer y recién un mes luego de la pelea (mes en que ambos estuvieron castigados), se dignó a hablarle a su hermano con la firme intención de hacer las paces… dentro de todo lo extrañaba.

 -Sé cómo han ocurrido las cosas… no te voy a pedir perdón y no espero que tú lo hagas –comenzó con voz autoritaria –pero creo que es tiempo de dejar atrás esta boba discusión… si me hicieras el favor de acompañarme a mi habitación tengo el regalo de cumpleaños que estuve preparando para ti antes de la pelea.

 Había querido destrozar al dichoso artefacto, golpearlo y maldecirlo, pero había ocupado tanto de su esfuerzo y al mismo tiempo era una obra tan perfecta que hubiera sido una lástima que cayera bajo sus manos por un minuto de rabia (en realidad fue mucho más que un minuto).

 El rubio accedió a la habitación de Loki y sorprendido vio un yelmo alado y una pechera, ambos brillantes, plateados y adornados con incrustaciones de joyas y runas.

 Thor miró a su hermano y luego a su regalo, intentando pronunciar palabras, pero sin poder por la emoción.

 -¡Es magnífico! –corrió por fin a él con su inocencia y euforia característica de un niño (aunque ya estaba entrando a la adolescencia) y se probó la armadura quedando maravillado con el trabajo y el calce.

 -Lo hice con magia… -aclaró Loki –me costó bastante estudio y tuve que sobornar a gente para traer esas joyas… no le digas a padre cómo las conseguí… son mágicas y forman un círculo de protección… harán que los ataques mágicos contra ti sean nulos y los hechizos escritos en todas partes harán que el daño físico sea menor… sé que es tiempo de que comiences a salir de expediciones y la mayoría de las veces hay que pelear…

 Era extraordinario… su hermano realmente se había preocupado de él… más sorprendido quedó cuando Loki invocó una capa roja, larga y de un pesado material, para completar el traje. Thor no pudo evitar el impulso de abrazarlo, le tomó el rostro y lo besó. A penas fue un roce en sus labios, pero hizo que las alarmas en el cerebro del menor se levantaran y lo empujara disimuladamente mientras el otro corría feliz por la pieza y gritaba palabras incoherentes, luego salió donde sus padres a mostrarle el regalo que le había hecho.

 Ninguno de los dos pudo creer el nivel certero en que su hijo había avanzado… crear una armadura mágica no era una tarea sencilla e incluso la mayoría de los hechiceros jamás lograban hazañas como esas en toda una vida.

 El pequeño mago sonrió orgulloso al ver la expectación en el rostro de sus padres… él sabía que era magnífico dominando sus poderes.

Notas finales:

Espero que les guste, tengo 13 capítulos escritos e iré subiendo uno semanal.


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