El bello durmiente
En un abandonado castillo un joven caminaba, daba vueltas a la habitación, su ropa era completamente negra y una larga capa de interior purpura revoloteaba detrás de él, era alto y cualquiera podría decir que atractivo si no fuera por el detalle de que su piel era casi azul, algún extraño pago por poder usar magia oscura, pero eso no era lo que le agobiaba en ese momento, su cabeza no podía dejar de recordar los recientes eventos ¿qué había salido mal? ¿En qué momento había olvidado sus verdaderos motivos? No, no los había olvidado, aun recordaba muy bien al joven príncipe que lo había rechazado para casarse con una santurrona estúpida, recordaba muy bien la boda y cómo habían anunciado llenos de alegría el nacimiento de su hijo, peor aún se habían atrevido a llamar a los Hados para bendecirlo y protegerlo, no pudo soportar más ese derroche de fanfarronería e interrumpió la bonita ceremonia con oscuridad y una maldición de muerte.
“crecerá lleno de virtudes y belleza, todo el reino le amara, pero a los 16 años, se picara el dedo con el huso de una rueca y morirá”
Debía aceptar que no había sido su hechizo más creativo, pero había sido improvisado, en ese momento en lo único que podía pensar era en la rueca que había estado reparando justo cuando el ahora Rey había terminado con él… pero bueno, eso estaba hecho, se había retirado orgulloso de la presentación del pequeño príncipe, determinado a acabar con él, a cobrar su venganza… pero ahora…
Se tallo el rostro con frustración, el chico había crecido no solo a ser virtuoso, bondadoso y alegre, el desgraciado era la cosa más bonita que había existido alguna vez sobre la faz de la tierra, con esa figura esbelta, el cabello de oro y los ojos más azules que él había visto en toda su jodida vida ¡era su culpa que no pudiera poner sus pensamientos en orden! ¡Era su culpa que no pudiera dormir! Y que en lugar de imaginarlo cantando lo viera en sus sueños haciendo ruidos mucho más interesantes, por supuesto desnudo, porque hasta había tenido la maldita suerte de verlo bañándose en el rio y joder sino se había quedado absolutamente embobado viendo esa delicada cintura y rozados pezones que moría por lamer, gruño mientras se dejaba caer en la cama.
Por supuesto no había sido el único que había caído por los encantos del chico, ahí estaba Phillip, hizo una mueca al recordar al engerido castaño, parecía creer que había caído del cielo para ser alabado por todos, se pavoneaba alrededor del otro cada vez que podía, todo el reino hablaba de como era de esperarse que esos dos terminaran juntos, gruño de nuevo, los cuervos que compartían hogar con él se removieron nerviosos ¡sobre mi cadáver! ¡nadie va a volver a quitarme lo que es mio!
…
¿mio?
… ¿era en serio? ¿Él acababa de declarar eso?
Y al reconocerlo también tenía que ser consciente de algo más, que él estaba enamorado del joven príncipe Auro, él estaba jodidamente enamorado de alguien que jamás le iba a corresponder… de nuevo
-Ahora sí que la jodiste Malek, ¡la jodiste y entera!- se dijo frustrado, dejando que el agotamiento lo venciera, viajando al mundo de los sueños, donde el pequeño rubio volvió a atormentarlo con su piel de porcelana y ojos de Zafiro.
Si, él estaba muy jodido.