— Lo haré señor…
— Minho, Choi Minho
Aclaró mientras estiraba la mano para luego estrecharlas.
— No tendrá que preocuparse de nada señor Kibum, usted tendrá asilo aquí hasta que page su deuda. En unos momentos arreglaremos el contrato y empezará inmediatamente.
— Pero… no traje ropa ni nada de mis pertenencias.
— No se preocupe, usted tendrá un bonito uniforme que pegue con su personalidad. Ah, y la ropa cómoda no se preocupe hay algunos conjuntos que no me sirven. Su desayuno será a las cinco a.m. y su cena a las 12 p.m. en la cocina junto a los demás ¿De acuerdo?
— Sí.
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Dos horas habían pasado cuando el abogado de Minho, Kim Yoo Wi, había llegado con el contrato impreso. Los términos y condiciones eran demasiado largos como para leerlo así que lo omitió y firmo al final de esa hoja color blanco.
— Muy bien, ahora venga a su habitación.
Kibum siguió a Minho hasta un ascensor, si hasta eso había en esa casa de lujo. En ese estrecho lugar se dio un incómodo silencio. Sabía que el ascensor era pequeño, que innecesariamente se sentía muy apegado a ese hombre de ancho pecho, especificamente porque había unas cajas que ocupaban la mitad del elevador.
— Muy pronto quitarán estás cajas, aun no entiendo que hacen aquí
El pelinegro era alto, haciendo que sus palabras le volaran un poco su flequillo haciéndole llegar su aliento mentolado, su voz era gruesa haciéndote sentir enamorado de él en el momento que la escuchabas.
Pero Kim Kibum no era así, Kim Kibum no se enamoraba fácilmente y el no creía en el amor a primera vista y menos con quien tienes una deuda de dos millones de dólares.
— Es aquí
Dijo mientras bajaban, como podían, restregando sus cuerpos al intento de moverse fuera de esa cabina. Caminaron por un pasillo largo hasta que llegaron hasta una puerta blanca, la cual fue abierta al instante y vio una pequeña, pero acogedora, habitación.
Había una cama contra la pared, un closet de color marrón claro y una ventana con cortinas verde musgo. Una puerta, aun no sabía que había detrás de ella pero luego curiosearía un poco. En otro extremo había un escritorio y una silla. Al lado de la cama había una mesa, una lámpara y un despertador. Acogedor.
— Bien, aquí te quedarás un tiempo indeterminado hasta que saldes tu deuda.
— Lo entiendo.
— En seguida Yoli vendrá a entregarte tu uniforme.
— Vale.
— Puedes acomodarte en el lugar mientras tanto ella llega. Estaré en la oficina ¿bien? Cuando estés cambiado ve.
— Está bien
Cuando Minho salió el rubio se encargó de ver todo el lugar, que aunque era pequeño, era mejor que su casa, la cual parecía que en cualquier momento se vendría abajo.
— Me gusta…
Murmuró
Camino hasta la puerta incógnita y vio un baño pequeño, con una ducha que la cubría una puerta de cristal y todo lo fundamental en el cuarto de aseo, solo bastaba abastecerla con su cepillo y estaba completa.
Knock.
Escuchó que golpeaban a la puerta.
— Adelante.
— Buenas tarde, aquí está su Uniforme — Dijo una chica de cabello castaño muy claro y bellos ojos verdes, se notaba a leguas que no era coreana.
— Muchas gracias. Me cambiaré.
Tomó el uniforme y una vez ni bien la chica se fue de su habitación él tomo el uniforme que constaba de un pantalón negro un poco ceñido al cuerpo, que para su costumbre de usar ropa holgada eso era extremo y una bonita camisa de color blanca y una corbata negra, como el pantalón y unos zapatos de charol.
Una vez se acomodó bien salió de la habitación y subió en el ascensor. Estaba seguro que si iba por las escaleras se perdería porque veía un gran pasillo y miles de puertas y él sin saber a dónde conducía cada una de ellas.
Cuando bajó camino hasta la oficina de Choi.
— Veo que estás listo. Bien… puedes traerme vodka y tres vasos.
— Bien.
Camino buscando el lugar de los vinos y cuando encontró una despensa con copas y los vinos tomo el que decía vodka ya que bien él no sabía mucho sobre vinos.
Una vez todo preparado, tomo una fuente y apoyó todo ahí para llevárselo a Minho.