Lo que tanto le pedí al cielo se cumplió... al fin aquello por lo que tanto rogué se me concedió... Ahora ¿Por qué solo siento que aquel lugar donde estaba mi corazón quedó vació? Quizás ése órgano vital solo se cayó poco a poco... en mil pedazos.
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Tetsu era mi mejor amigo en el mundo. Yo lo amaba. Para mí no existía una mejor persona en el mundo que él, nunca nadie me comprendió, apoyo y ayudo más, o mejor, que Tetsu.
Crecimos juntos, aunque nunca noté el cambio de sentimientos del fraternal al amoroso… y aunque fui consciente de ello, no fui capaz de hablar sobre esoEstúpidamente siempre creí que estaría para mí en todo momento. Grande fue mi error al saber que no era así.
Cuando conoció a Kagami fue incapaz de parar de hablar de él. Sentí que mi corazón se rompió como un vaso al impactarse contra el suelo al percatarme de la verdad. No era estúpido, y el que no dejara de hablar de aquel chico, la manera en que sus ojos brillaban al mirarlo o mencionarlo, el que lo siguiese ahora a él y no a mí, todo eso indicaba que Tetsu… Mi Tetsu… se había enamorado de él.
Sentí que algo dentro de mí se estrelló, pero al ver que Kagami salía con ese chico llamado Himuro, una nueva luz se encendió en mi interior.
Tetsu volvió a mis brazos, con el pensamiento hecho un lío y sin saber qué le sucedía. Con el paso de los días volvió a sonreír, y al ver que solo me notaba a mí, fui feliz nuevamente. Una vez más di por sentado que él nunca se iría de mi lado. Una vez más pensé que me pertenecía.
Un día Kagami desapareció de nuestras vidas. Quizás volvió a América o solo se mudó de hogar, solo recuerdo que por un momento esperé no verlo jamás. No estaba dispuesto a que Tetsu me olvidase otra vez.
Al graduarnos de la preparatoria Tetsu y yo tomamos caminos distintos, pero no por ello nos separamos. Él y yo continuábamos siendo los mejores amigos y todos los fines de semana salíamos a jugar sin falta. Fui feliz. Noche tras noche soñaba con que el solo fuese para mí, conque mis sentimientos fuesen correspondidos y que él me amara como yo lo hacía... Como yo le amaba.
- “Este amor solo te está lastimando Dai-chan” -me dijo sin más un día Satsuki.
No supe cómo se enteró, ni ella quiso mencionarlo, pero desde aquella tarde se convirtió en mi único confidente.
- “Cuando salgamos de la preparatoria lo olvidaré… conoceré mucha gente nueva y me enamoraré de alguien más” – Siempre supe que era una mentira.
No negaré que mucha gente llamó mi atención, pero el amor que sentía por el peliceleste solo era más grande cada día. Mientras más lo intentaba olvidar, más le amaba. ¿Cómo no podía notar mis sentimientos?
- “A lo mejor eres muy buen actor Aominecchi… o Kurokocchi es muy distraído.” – me había dicho Kise una tarde, cuando sin poder contenerme se lo cuestioné, importándome una mierda el hecho de que él supiera a qué me refería.
Intenté salir con alguien, pero solo podía encontrarle defectos a la persona y virtudes a Tetsu… intentaba no hacerlo, pero nunca pude evitar las comparaciones. El ganador siempre fue mi mejor amigo.
Una tarde, después de rechazar una vez más a alguien, me prometí algo.
*El Día que lo vea de la mano de alguien más, le dejaré ir…
ese día sabré que el ama a alguien más y yo por fin podré resignarme a perderlo.
Ese día podré continuar con mi camino sin remordimientos*
Tetsu siempre fue muy arisco en cuanto al amor, así que sabía que para ello pasaría muchísimo tiempo.
Muchas veces le rogé al cielo, al infierno y hasta a la propia Oha Asa, que enviase alguien para Tetsu. Que lo pudiese ver con alguien más para olvidarlo, pero eso nunca sucedió.
Ese día, después de mucho de no vernos, jugábamos un uno a uno. Me sentí feliz por breves momentos.
- Quiero un batido de vainilla – me dijo jadeando mientras yo picaba el balón.
- Si logras llegar a los diez puntos te comprare los que quieras – le reté.
El marcador iba 8 a 7, a mi favor. Aunque obviamente, le dejaría ganar.
Después de una suerte de canasta nos dirigimos al “Maji-Burger” y ahí pagué lo pactado. Adoraba su rostro al verlo sorber aquel líquido.
- Mi hamburguesa aún no está, ve a sentarte que ya te alcanzo – le pedí con desinterés.
Al entregarme mi pedido me dirigí a la mesa, pero lo que me mostraban mis ojos no lo podía creer. Ahí, frente al amor de mi vida, se encontraba Kagami Taiga.
- Nunca creí encontrarte aquí… y menos de la manera en que te encontraba en la preparatoria. – coneto con alegría el de cabellos rojos.
- Yo tampoco lo pensé.- le respondio simplemente Tetsu.
Taiga se veía feliz, y a pesar de que Kuroko era inexpresivo por naturaleza, pude ver el brillo en su mirada. Mi pecho se oprimió, y aunque supe lo que eso podía significar, decidí hacerme el loco y negarlo todo. Seguir adelante.
Una vez más pedí al cielo poderlo olvidar, verlo feliz y poder serlo yo.
Con el tiempo nos distanciamos, no podía soportar escucharlo hablar sobre aquel pelirrojo. Y sin quererlo simplemente deje de verlo, más no de amarlo.
¿Quién diría que a los pocos meses sería él quién me buscase?
- Me ha propuesto matrimonio- fue lo que dijo al entrar a mi apartamento y mostrarme su anillo acompañado de su más bella sonrisa.
- ¿Cómo? – no podía creerlo.
- Taiga… Me ha pedido que nos casemos
Ése día, aquello que llamaba corazón se quebró y solo quedó un hueco dentro mi ser.
- ¿Cuándo? ¿Cómo?... – tuve que preguntar, casi por inercia.
- Hace una semana… en el mismo lugar donde le conocí. ¡Siempre me amó, Aomine-kun! – me contó con alegría- ¡Su relación con Humuro-kun fue un intento de olvidarme! El creía que tú eras mi novio en aquel entonces – rió.
- Que tonto – reí forzadamente- ¿No? – en ese momento perdí mi alma… y quizás mi vida- Felicidades Tetsu… espero que ese idiota te haga feliz, que si no, yo me encargaré de partirle la cara, y a lo mejor algo más.
- Ya lo hace, Aomine-kun.
El día de la ceremonia fui yo quién lo entregó en el altar. Kagami se veía tan feliz, ni que decir de aquel chico al que tanto amé.
Lo perdí… lo perdí para siempre, y sin siquiera luchar. Podía sentir que el hueco en mi pecho solo se hacía más grande conforme avanzaba todo. Cuando preguntaron si alguien se oponía, sentí la necesidad de gritar “¡Yo!” y confesar todo el amor que durante años guardé. Pero era vano… siempre supe que no era para mí… nunca lo fue, ni lo sería, su corazón siempre le perteneció a Kagami.
Y aunque aquella tarde se me concedió mi más grande deseo, aquello por lo que le rogué a Kami-sama para poder olvidarlo, no puedo evitar sentirme vacío.
¿Por qué duele? Si fui yo quien lo pidió.
- Porque es amor… -me respondió aquella tarde Midorima.