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La respuesta por Yais

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Notas del capitulo:

Hey, hola!

Muchas gracias por pasarse por aquí, pero en especial a Haru Uzumaki, Isa, Akira Uchiha y Meli por comentar en el capítulo anterior :D. Espero éste les agrade.

Capítulo 6


Naruto sintió el cuerpo pesado, tanto que no tenía ganas de abrir los ojos.


Poco a poco fue consciente de que estaba recostado en una cama que no era la suya, lo supo por el tacto áspero de las sábanas y la posición incómoda que tenía su cabeza sobre las almohadas duras.


Antes de animarse a abrir los ojos hizo que su garganta reverberara un quejido incoherente, sabiendo, por el tacto y aroma, donde estaba y recordando donde estuvo. Del campo de entrenamiento a nuevamente en el hospital.


Esta vez no se sentía como la vez pasada, ahora sí le dolía, pero aun sabiéndolo intentó pararse. No supo qué le causó mayor punción, si la fuerza que utilizó para incorporarse o el grito que lanzó por causa de la primera acción.


El dolor se volvió un círculo vicioso. Se movía, le dolía, se quejaba, le dolía, respiraba para calmarse y le dolía; entonces se volvía a mover.


–Obachan – llamó quedito.


Necesitaba un analgésico y una explicación de lo que le ocurría. Aunque para su desgracia no había persona alguna que pudiera escucharlo. La hora para que su abuela fuese a revisarlo no estaba ni remotamente cerca.


 


Tiempo después, cuando Naruto aprendió a soportar el dolor de respirar e incluso pudo dormitar, Tsunade entró a su habitación. El menor sólo movió los ojos para seguir su figura desde la puerta hasta que se paró a un lado de su cama.


–Ya estás despierto – la mujer levantó las sábanas para descubrir su pecho enyesado y puso sus manos sobre él para transmitirle un poco de chacra –ya era hora.


Naruto la escuchó llamar a Shizune y sonrió aliviado cuando distinguió la palabra analgésico.


–Por tu imprudencia te agujeraste un pulmón. Hará falta mucho tiempo para que te recuperes. Así que no te muevas.


–Sí – habló débilmente al tiempo que veía a su abuela inyectarle el tan ansiado analgésico.


–Vuelvo en unas horas para revisarte.


Dicho eso se retiró con un gesto bastante serio. Naruto se sintió un poco incómodo. Sabía que si su abuela no lo regañaba directamente, era porque estaba muy enfadada. Como nunca lo estaba.


–Naruto – Shizune le sonrió de manera nerviosa –nos diste un buen susto, así que por favor mantente tranquilo. El analgésico ya debe estar haciendo efecto pero procura no moverte, si necesitas algo presiona el botón de llamada y yo vendré a verte. Le avisaré a tus padres que ya despertaste.


–¿Cuánto tiempo llevo dormido? – preguntó con voz queda.


–Hace poco más de 5 horas que saliste del quirófano.


 


Minutos después entró su madre y por primera vez fue consiente de lo que hizo. Se sintió muy culpable por preocuparla, así que aprovechando el analgésico se incorporó levemente y le sonrió como si estar al borde de la muerte fuese equivalente a no comerse las verduras.


No iba a negar que estuvo asustado. La sensación de ahogarse hasta creer que moriría era lo más desagradable que le había ocurrido en la vida, así que ver a su madre genuinamente le iluminaba el rostro a pesar de lo avergonzado que estaba.


–Mamá – en un principio no notó la figura de su padre pero después lo vio. El hombre estaba igualmente feliz de verlo, sin embargo también estaba compungido y supo que toda la culpa de su pequeña huida había caído en él. Después de todo fue el adulto quien le permitió pelear.


 


Así pasó la primera semana. Afortunadamente el enfado de su abuela Tsunade para con él se fue desvaneciendo poco a poco, así como la ley del hielo que Kushina impuso a Minato. Como el dolor, esa mala experiencia desaparecía con el paso del tiempo.


 


Sumadas a las visitas de sus padres estaban las de sus amigos. Sakura fue bastante efusiva al momento de reñirlo y por ello casi le abre las heridas. Kiba apoyó su actitud al igual que Lee, aunque el último lo hizo en menor medida. Sai y Chouji no estaban muy interesados en expresar una opinión sobre sus acciones, sólo le celebraban el seguir con vida.


Shikamaru fue el único que le habló analíticamente. Él jamás se hubiera presentado en el Interior porque la opción lógica de hacerlo no se le antojaba. A pesar de que el resultado “correcto” estaba bastante alejado de terminar en el hospital.


Era verdad. Naruto debía presentarse para no desobedecer al Hokage, pero la lógica en ningún momento indicaba que debía iniciar una pelea con Sasuke Uchiha. Cumplir la orden en esas condiciones era arriesgar la vida, además de que ni jugando un habitante del Exterior debía atacar a alguien del Interior.


La única alternativa era agachar la cabeza, pedir perdón por su falta y solicitar un castigo de ser necesario. Claro, con tanta gente mirando y con la personalidad de Naruto, hacerlo, más que un voto de lealtad, consistiría en una humillación. Entendía a la perfección por qué Minato quería excusarlo.


Naruto herido por proteger a Konoha de unos ninjas rebeldes era una bendita excusa que él arruinó al presentarse, y el problema acrecentaba porque Minato era bastante blando con su hijo. Él no era del exterior así que aunque entendía, no comprendía que ellos – en especial los Uzumaki – habían nacido para humillarse ante los Uchiha.


Minato primero prefería cargar con la culpa antes de obligar a Naruto a pedir perdón y, después, lo dejaría arriesgar su vida con tal de que conservara su amor propio.


 


La mayor diferencia entre los habitantes del Interior y el Exterior, no era la notoria actitud individualista de los de adentro o la colaborativa de los de fuera; sino el valor de su vida.


La gente del Interior era valiosa por los poderosos clanes que ahí habitaban, líneas sanguíneas tan antiguas como el tiempo que debían ser veneradas y protegidas. Sus conocimientos en combate, medicina y las nociones generales del mundo estaban almacenadas en sus grandes bibliotecas y eran transmitidas de una generación a otra.


Todo ese imperio existía y giraba alrededor de proteger la poderosa arma que se guardaba en el núcleo de Konoha y que en malas manos era capaz de destruir el mundo.


La gente en el Exterior tenía una vida mucho menos valiosa por el simple hecho de que ellos no fueron elegidos para custodiar el arma. En algún momento la merecieron, pero traicionaron ese honor.


En la rebelión no sólo participaron los Uzumaki, algunos otros clanes también ayudaron a Mito – consiente o inconscientemente – a que pusiera en peligro todo por lo que habían luchado.


Además, con el paso del tiempo sus fuerzas se mermaron. En el Exterior había mucha gente joven porque las mujeres eran prolíficas y las parejas se formaban cuando eran adolescentes; y los peligros que enfrentaban hacían que pocos llegaran a una edad avanzada.


Por eso no había viejos enseñando técnicas antiguas y a pesar de que los jóvenes estaban ansiosos por aprender no había mucha gente con posibilidades de enseñarlas. La juventud traía consigo energía, pero carecía de la experiencia necesaria para dominar algunas técnicas y éstas poco a poco perdían su fuerza hasta desaparecer.


Los ataques directos a la aldea eran esporádicos, aunque cuando los había eran devastadores. Fuera los comerciantes corrían grandes peligros en los caminos y si un niño se alejaba lo suficiente de la protección de la frontera, era poco probable que lo volviesen a ver.


Paradójicamente aunque el Interior era más fuerte que el Exterior, eran los últimos quienes tenían la labor de proteger la aldea. Y los de adentro, con su desconfianza, jamás les ayudarían a que cumplieran mejor su tarea mostrándoles sus técnicas.


Enviaban gente a supervisarlos y controlarlos pero sólo eso. Sus recursos y las valiosas vidas de los suyos permanecerían seguras detrás del muro. Y no se molestarían en pelear mientras existieran aldeanos menos valiosos que dieran sus vidas por ellos.


Por eso gente como Minato quien decidió hacer su vida en el exterior y no gobernar el corto periodo acostumbrado, o el insólito joven Uchiha Itachi quién también optó por vivir fuera eran dignos de admiración.


 


Las noches para Naruto eran especialmente malas. El tratamiento impuesto por Tsunade le causaba insomnio y la oscuridad lo ponía pensar en cosas sin sentido.


Se llevó una mano a la frente y expulsó el aire con aceptación. Después de permanecer una cantidad considerable de tiempo en el hospital pudo comprender que su plan de vida estaba arruinado.


Sasuke jamás se presentaría en el Exterior, no habría rival, no amigo, y tampoco llegarían a desarrollar un lazo de entendimiento mutuo. Sasuke no sólo lo consideraba inferior, sino lo peor de lo inferior.


Era cruel. Y a pesar de que le costó trabajo aceptarlo, supo que le dolía porque en su infantil ilusión se enamoró del desconocido hermano de Itachi, creía que podía ser sustituto del mayor.


Lo más difícil era que salvo el desprecio de Sasuke, su imaginación no estuvo alejada de la realidad. Sasuke era extremadamente atractivo, inteligente, hábil, fuerte y tenía un porte imponente si se lo proponía.


Era perfecto, justo como lo imaginó. Salvo por el hecho de que lo odiaba.


–Estúpido Sasuke – gruñó apretando la sábana entre los dedos de su mano izquierda.


Después alzó el brazo derecho en el aire al tiempo que intentó recordar los brillantes rayos en la mano del Uchiha.


Él aprendió a manejar el Rasengan con mucho esfuerzo y era su única técnica poderosa. Pero Sasuke tenía muchos maestros y millones de pergaminos de los cuales aprender, ¿qué otras cosas geniales podría hacer?


Itachi usaba fuego negro e incluso, alguna vez lo sumió en una ilusión donde todo estaba muy oscuro y frío. Su madre le contó que uno de los antiguos alumnos de su padre era capaz de moverse entre dimensiones y sabía que muchos podían hacer invocaciones de bestias poderosas.


 


De pronto escuchó un ligero ruidito en la ventana de su habitación. Un gato de pelaje negro golpeaba con su pata pequeña y acolchada contra el cristal, intentando abrirse paso.


En cuanto se supo observado el pequeño animal centró sus ojos ambarinos en él y se paró recto deteniendo sus intentos. Sus pupilas se dilataron y ordenó con la mirada que le abriera la ventana.


Naruto estaba adolorido, pero ya no tanto como su primer día. Tenía orden de no pararse salvo que fuese estrictamente necesario y aunque cualquiera diría que dejar entrar al animal no lo era, él consideró que sí.


–Pasa, aquí no hace tanto frio como afuera – dijo al gato después de abrirle y antes de volver a la cama.


El gato se metió a la habitación con gracia y la cola erguida, vaciló en su camino pero terminó por treparse en la silla a un lado de la cama de Naruto, ahí donde Kushina solía sentarse mientras vigilaba el sueño de su hijo.


–Jamás te había visto– comentó al gatito. Sin duda era pequeño, tanto como una cría de tres meses. Como respuesta el animal se enroscó en la silla y se dedicó a mirarlo con los ojos entrecerrados.


Naruto envidió la forma en que se acurrucó y deseó hacer lo mismo. Permaneció observando al animal varios minutos hasta que sucumbió al sueño.


Al día siguiente, cuando su abuela Tsunade llegó para hacerle el chequeo matutino el gato ya había huido por la ventana. Pero por la noche volvió.


El gatito y él repitieron la rutina por el resto de la semana. El paso del tiempo acrecentó la simpatía de Naruto por el gato, pues ya no era sólo el pequeño animal al que le abría la ventana para que no se helara por la noche, sino que comenzó a esperarlo. El gato adquirió también mayor confianza, ahora el animal se acurrucaba entre sus piernas, lugar donde Naruto irradiaba más calor.


 


La noche anterior al día en que lo darían de alta, Naruto se lo informó al gatito mientras le rascaba por detrás de las orejas.


–Estás bien alimentado así que debes tener alguien que te atienda, mañana ya no estaré aquí.


 


Cuando llegó a casa sus padres ya convivían en una relación relajada. Kushina aún reprochaba algunas actitudes a Minato pero eran las típicas. Los dos estaban felices de que el incidente estuviese en el pasado.


Por su parte Naruto tenía una perspectiva diferente. Ahora más que nunca deseaba convertirse en el mejor. Ver el Interior y conocer a Sasuke lo impulsó a desear convertirse en un héroe de renombre. Hacer de su aldea algo digno, poderoso y prospero.


Era la primera vez que creía comprender a su padre. Él creció entre esas calles opulentas y evidentemente quería que el Exterior también fuese igual o más rico que el Interior. Así como él ahora.


–Naruto – le habló Kushina con voz firme – todavía no estás plenamente recuperado así que no vas a ir a los entrenamientos, pero ni creas que eso te va a salvar de ir al colegio.


–¡¿Qué?! – Naruto estaba por cumplir casi un mes fuera de la escuela y ya se estaba acostumbrando a esa vida feliz sin salones de clases.


–Y no creas que ya olvidé que tienes un… tres castigos pendientes. Por las tres veces que desobedeciste mis órdenes.


–Pero por qué, Okachan ya sufrí mucho – intentó parecer lastimero al tiempo que buscó ayuda de su padre. Pero Minato alzó las manos y negó fervientemente, él apenas salió de su castigo y no pensaba arriesgarse a otro.


–Ya lo he dicho, come y te llevaré al colegio.


 –¿Me-me vas a llevar?


–Sí.


–Pero, no puedo ir a la escuela acompañado de mi mamá. No soy un niño.


–Lo eres, si te comportas como uno, así te trataré. Apúrate.


Naruto se resignó a ser acompañado por Kushina y tuvo que tragarse la vergüenza de que ella lo guiase de la mano hasta el salón y frente a todos sus compañeros se lo encargase a su maestro. Fue humillante.


 


Todo el tiempo que faltó a la escuela más el hecho de que usualmente se saltaba las clases dio como resultado un Naruto que no tenía idea de qué hablaba el profesor. Así que comenzaba a creer que suspendería ese año.


Después de diez minutos de iniciada la clase de matemáticas se desconectó y comenzó a ver a través de la ventana. Fue entonces que vio a su peludo amigo, el gatito negro paseando por los jardines.


Alzó la mano y pidió permiso para retirarse al baño. Usualmente el profesor no le permitiría una oportunidad para escapar pero lo dejó ir en atención a su convalecencia.


Naruto aún tenía prohibido correr, pero eso no impidió que lo hiciera mientras iba en dirección al pequeño gatito que saltaba cerca de su árbol favorito. Lamentablemente cuando llegó ya no lo encontró ahí.


La clase de matemáticas era la última y no tenía la intención de volver, así que siguió caminando al tiempo que llamaba a la bola de pelo negra. Él no era buen rastreador, pero imaginó que sería más productivo practicar esa habilidad que aprender sobre parábolas y trayectorias dependiendo de la fuerza.


Las huellas del gatito lo guiaron a un sendero envuelto por árboles que poco a poco se hizo angosto hasta que desapareció. Naruto sabía que unos metros más al fondo toparían con el muro.


Sorteó ramas y arbustos, e invariablemente distinguió la punta de la cola negra saliendo de entre los matorrales. –Ahí estás – comentó satisfecho de sí mismo por haber logrado encontrar al pequeño.


Iba por él para llamarlo cuando lo vio saltar sobre una roca para hacerse visible por completo, después lo escuchó maullar como intentando llamar la atención de alguien.


Naruto se quedó quieto esperando y agudizó la vista para distinguir con quién hablaba el gato. No le costó mucho darse cuenta de que era con Sasuke.


El Uchiha estaba sentado en el suelo y recargado en un árbol, con una expresión serena. –Hola – le dijo al gatito y alzó el brazo para acariciarle la barbilla y parte del cuello.


–¿Qué hace aquí? – Naruto imaginó que Sasuke, al ser hijo del Hokage, podía entrar y salir cuando lo deseara, pero eso no evitó que dejara escapar la pregunta de manera inconsciente y después de hacerlo se arrepintió, pues tanto el gato como Sasuke miraron hacia donde estaba y el primero sin vacilar le lanzó una kunai.


–Ahh – giró para salir de la trayectoria del proyectil y quedó al descubierto – ¡¿Qué te pasa?! – le gritó desde el suelo –¡¿quieres matarme o qué?!


–Dobe – Sasuke exclamó sorprendido.


–Teme – Naruto insultó llevándose una mano al pecho.


–¿Qué haces aquí? – Sasuke se incorporó y el gato se escondió detrás de él.


–Vivo aquí, de este lado del muro. ¿Qué haces tú aquí? – Naruto recargó su palma en un árbol cercano y con él se ayudó a pararse, mientras lo miraba con enfado.


–No te importa – el Uchiha tuvo un espasmo ligero.


Entonces el rubio recordó al gato –Ese gato ¿es tuyo?, lo mandaste a vigilarme – preguntó y acusó.


Sasuke resopló –¿vigilarte?, ¿por qué querría vigilarte?


–No lo sé, tú dime.


–No lo mandé a verte, sino a explorar. Si se topó contigo fue coincidencia.


Naruto entrecerró los ojos –coincidencia, claro.


Sasuke negó y se dio la vuelta caminando hacia el muro –cree lo que quieras.


–Bien – Naruto formó una sonrisa maliciosa en el rostro –entonces voy a creer que lo mandaste porque estabas preocupado por mi y querías disculparte.


Su interlocutor saltó y se giró a encararlo, fulminándolo con la mirada.


–Y te perdono Sasuke. Por insultarme y levantarme falsos. No tienes que sentirte culpable por lo del hospital… fue toda una experiencia – cuando terminó de hablar siguió con su sonrisa, pero era más sincera que juguetona.


–Dobe – Sasuke negó levemente y para rehuir de los ojos azules del rubio miró al gato que se restregaba contra sus piernas –tienes una imaginación muy activa. Deberías usarla para pensar en las consecuencias de tus actos en vez de fantasear.


Naruto arrugó el ceño y entonces se encuclilló para llamar al gatito –bola de pelo, ven aquí.


–¿Bola de pelo? – Sasuke pareció un poco ofendido al escuchar el nombre utilizado por Naruto, pero el rubio lo ignoró y siguió intentando llamar la atención del animalito.


–Jamás se acercará así.


–¿Entonces cómo?


–No se acercará a ti.


–Claro que sí. Le daré comida.


–¿En verdad eres tan tonto?


–¡Ya vas de nuevo! – Naruto lo señaló con rabia –¡entérate que no te pude dar tu merecido porque no estaba al cien, pero de estarlo no hubieras podido ni tocarme!, tú eres el tonto. Teme.


Sasuke se llevó una mano a la frente como si estuviese desesperado –¿No te das cuenta de que no es un gato real? Es un jutsu creado por mi chacra, no se va a cercar a ti si yo no quiero – al terminar de decir eso, hizo un gesto con las manos y el gato se desvaneció, justo como lo haría un clon.


Uzumaki puso a trabajar su cerebro de nuevo, se cruzó de brazos. Ladeó la cabeza y terminó por asentir ante las ideas que tenía –Entonces, el gato eres tú.


Su compañero frunció ligeramente el entrecejo – no, es sólo chacra.


–Pero es tu chacra, entonces eres tú. Como un clon de sombra.


–Es algo mucho menos complejo que un clon de sombra. Se usa para enviar mensajes cortos.


–Pero funciona igual.


Sasuke suspiró ante la insistencia –si es para que lo puedas comprender, entonces sí, es similar.


El rubio volvió a formar un gesto ofendido antes de abrir los ojos como platos para mirar al Uchiha escandalizado. Volvió a señalarlo con una mano mientras que con la otras se cubría el pecho como si fuese una mujer avergonzada –entonces, entonces… ¡Tú me viste desnudo!


–N-no, claro que NO, ¿por qué dices eso? – las mejillas de Sasuke se arrebolaron a la vez que negaba con ambas manos, perdiendo por completo el porte.


–¡Me quité la ropa frente a esa bola de pelo!


–No seas ridículo, no lo hiciste.


–Claro que sí.


–No lo hiciste, ¡no lo recuerdo!


–Aja – el rubio volvió a formar una sonrisa maliciosa, acababa de atrapar al Uchiha – lo sabía. Entonces sí es como un clon de sombra. Sabes todo lo que el gato, eras tú y fuiste a verme todas las noches mientras estuve en el hospital.


–N… – Sasuke se quedó sin palabras.


–Ja, lo vez. No soy tonto, fue muy fácil engañarte – comenzó a reír a carcajadas.


–Cállate –gruñó Sasuke sabiendo que ya no tenía sentido fingir más y se cruzó de brazos–… pero no es porque estuviese preocupado por ti, quería saber cuando saldrías porque quiero preguntarte sobre mi hermano. No me contestaste por qué sabes de él, ¿cómo lo conociste?


Poco a poco el rubio dejó de reír y se secó las lagrimillas que brotaron de sus ojos a causa de la risa, para mirar a su compañero.


–Para preguntarlo no tenías que ir a verme todos los días – mantuvo su sonrisa –te recostaste sobre mi y entre mis piernas.


Sasuke enrojeció ligeramente, su compañero estaba acabando con su paciencia –No es como un Kagebunshin –repitió como si él y Naruto estuvieran en una pelea de niños de cinco años –es un gato, actúa como gato y eso es. Un gato.


–No lo es.


–Sí lo es.


–N…


–¡Sólo está animado por mi chacra y me entrega mensajes!


–No te creo…


Sasuke gruñó y zanjó esa discusión porque no los llevaba a algún lado –como sea. Contéstame lo que te pregunté sobre Itachi.


Naruto arrugó el ceño –claro, ahora ya lo quieres saber. Después de que por tu culpa estoy castigado hasta el día de mi muerte.


Su interlocutor le hizo saber con la mirada que aquello era sumamente importante para él y que estaba tan ansioso que no le perdonaría si se iba por la tangente, amenazaba con golpearlo si lo hacía.


Y, bueno, se trataba de Itachi. Claro que era importante.


Naruto Suspiró.


–Conocí a Itachi la primera vez que salió, mi papá me llevó a su demostración. Él me… me agradaba, era… era, es alguien a quien admiro mucho. Cuando murió me sentí muy mal y pensé… Itachi siempre hablaba de su hermano menor y sabía que por estar de misión fuera no podía ir a verlo.


Un día antes de que eso pasara, me llevó a comer con él. Creo que yo le agradaba, pero sé que en realidad no pensaba mucho en mi. Dijo que yo le recordaba la sensación de estar contigo… Por eso quería ir al Interior y conocerte. – Lo anterior lo dijo omitiendo, claro, sus fantasías de niño enamorado porque no venían al caso. Además de que se vería bastante dramático decirlo ahora que sus ojos estaban empapados con lagrimillas.


No era llorón, pero cuando se trataba de Itachi siempre terminaba así.


–¿Eso dijo Itachi? – Sasuke preguntó aquello más para sí que para el rubio.


Naruto se sonrojó – Sí, y a pesar de lo que pasó creo que fue estupendo poder conocerte. – Su rostro adquirió un rojo aún mayor – quería hacer otras cosas pero fue suficiente con pasar un poco de tiempo contigo.


–Naruto tú… – Sasuke volvió a la realidad y se quedó mirando al mencionado – ¿por qué fuiste a pelear estando herido?


–eh – el mencionado se descolocó por la pregunta fuera de lugar antes de llevarse una mano a la barbilla.


De acuerdo a las lecciones de Shikamaru la respuesta correcta era “porque el Hokage lo ordenó”, pero eso era una mentira burda que no pensaba contar a Sasuke –Me insultaste. Se suponía que debías ser…   diferente, me molestó mucho que no fueras como creí.


–Como Itachi ¿no? – Sasuke se cruzó de brazos y sonrió de medio lado, sarcástico, aparentemente ya había sobrepasado el momento de debilidad – por eso él está muerto. Era dado a confiar en la gente equivocada.


Naruto arrugó el entrecejo, otra vez se enfrentaba a un Sasuke bastante bipolar –Itachi murió como un héroe, en una misión donde probó que era un ninja como ningún otro.


–Eso no excluye una cosa de la otra. Murió porque ustedes lo traicionaron.


–Eso no es verdad.


Sasuke resopló –entonces no lo sabes.


–El ¿qué?


–…incluso a ti se te da mentir de manera natural – Sasuke cambió deliberadamente de tema para no responder.


–Yo no te he mentido – Naruto sintió una piedra pesada cayéndole en el estómago de sólo pensar que Sasuke no hubiese creído su historia con Itachi.


–Ocultaste tu nombre completo.


Saber que la acusación reciente se debía a su ligero error en el interior casi lo hizo suspirar aliviado –¿Y qué iba a hacer? quería conocer el lugar, pero todos me miraron mal por ser un Uzumaki.


Sasuke entrecerró los ojos antes de negar levemente, casi como diciendo “qué esperabas”. Naruto gruñó y se sobó las cicatrices en su pecho de manera inconsciente. La cirugía le había dejado dos pequeñas marcas de un centímetro y medio de largo cada una. Se le hicieron porque fue por ahí donde su abuela Tsunade introdujo sus dedos envueltos en chacra para curarlo.


–Será mejor que regreses a tu casa. Ya estás agitado.


–Y eso es tu culpa.


–Vete Dobe, ya me dijiste lo que quería saber – se dio la vuelta y Naruto pensó que ya se le estaba haciendo costumbre ver su espalda y sentir la urgente necesidad de detenerlo. No le gustaba que lo abandonara.


–Oye Sasuke, espera, ¿tú jamás te unirás al exterior verdad? – preguntó melancólico.


–Lo haré.


–¿de verdad?


–Sí – la pose del Uchiha le hizo intuir que tenía asuntos que atender ahí, ocultos y con un propósito no muy bueno, pero lo pasó por alto.


–Eso es genial.


Sasuke enarcó una ceja al ver tan feliz al rubio.


–Cuando me recupere, prometo que pelearemos de nuevo.


–Lo que digas – se iba a volver a retirar pero Naruto volvió a retenerlo al hablarle.


–¿Me enseñarías a hacer eso que haces con el gato?


Sasuke lo miró como si le estuviese pidiendo algo en contra de la naturaleza – No.


–¡Vamos! – dejó de acariciarse el pecho y juntó ambas manos como si suplicara –por favor.


–No – repitió.


Naruto se cruzó de brazos y habló consigo mismo  –entonces es verdad que es como un Kagebunshin. Sasuke es un pervertido… por eso me sorprendió en el armario. No puedo creer que tuviera el valor de culparme. –­ Sasuke no tenía por que saber que él fue quien se acercó con toda la intención de pegar su nariz, y probablemente sus labios, a su piel blanca.


Sasuke le lanzó un carrete de hilo ninja y le pegó en la frente para que dejase de decir lo que él consideraba incoherencias –esta bien, te enseñaré.


–¡Yay! – el rubio saltó feliz. Definitivamente estaba en racha ganadora.


 

Notas finales:

El siguiente capítulo será romance lol. Si les agradó éste porfa un review y cualquier sugerencia soy toda oidos.

Me estoy reservando lo de que Sasu se entere que Naru esta/ba enamorado de Itachi hasta el momento en que de verdad le influya. Hasta ahora, imaginen que Sasu siente algo similar a lo que Naruto sólo que con menor intensidad.

Saludos


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