Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Couldn’t save the secret por Konan Shimizu Uchiha

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Primera vez que escribo sobre esta pareja... Puede ser casi un experimento(?)

El título viene de la letra de Ever, dónde Mao canta esa frase en japonés~ Se ajusta bastante al fic :'D

Ningún personaje me pertenece, ya lo saben... =w=

Notas del capitulo:

Para mi heterosexual favorita -y la única que conozco-:

¡Feliz cumpleaños, senpai!

Como te estás haciendo un año más vieja, quisimos organizar esta campaña que amarás~ Se titula "KaoruxMao para Yamiko". Kona y yo somos muy originales :'D

Espero que te guste este raro experimento... Y desde el fondo de mi corazón, te deseo un ¡super cumpleaños! Aunque odies la idea de envejecer...(?)

Ok, ya... Debo dejar de hablar... Disfruta tu regalo~

Y en caso de que no seas Yamiko: ¡disfruta la lectura! :D

- ¿Hasta cuándo continuaremos con esto? –el castaño mayor dio unos cuantos besos en el cuello de Mao. Aunque deseaba morderlo y dejarle marcas en cada centímetro de su piel, sólo podía dar besos.

- Hasta que te canses de mi –contestó antes de relamerse los labios.

- Nunca pasará –Kaoru, el líder de la famosa banda Dir en Grey, estaba envuelto en una especie de “relación” con el cantante de Sadie.

 

Todo comenzó por un simple juego de borrachos, donde Kyo los retó a besarse. Muy mala idea por parte del cantante. Una conexión, muy extraña y nunca antes experimentada, había ocurrido entre ambos. Un beso que decidieron continuar unos días después, unos sutiles toques se adjuntaron y terminaron exhaustos, envueltos en las suaves sábanas de la cama de Mao, y con muchas ganas de repetirlo.

Cuatro meses habían pasado de esa primera vez, y aún les encantaba hacerlo unas tres veces por semana, dependiendo de cuán ocupada estaba la agenda de ambos artistas.

 

- Métela, no puedo esperar más –suplicó el vocalista con esa vocecita llena de lujuria. Por supuesto, Kaoru no se hizo esperar. Él también estaba en su límite, quería penetrarlo con toda la fuerza posible.

Puso su miembro en la entrada, el menor comenzó a removerse y Kaoru casi leyó un “No juegues y entra” de la mente de Mao. Fue introduciéndolo poco a poco. Un leve gemido salió de Mao, pero Kaoru se aseguraría de que fuesen más, y realmente fuertes. Tan fuertes que lleguen al oído del vecino.

Cuando el vaivén comenzó, el guitarrista optó por agarrar ambas muñecas de Mao, mientras que su boca se concentraba en besar esos apetecibles labios del castaño menor.

Las piernas del cantante se envolvieron alrededor de la cadera de Kaoru, como si fuese algo natural. Y estas buscaban lo mismo de cada noche, dejarle la vía libre al contrario.

Unos cuantos gemidos roncos salían de Kaoru, ese era el indicador de que pronto acabaría, y esto volvía loco a Mao. ¿Razón? Simple. Sus manos estaba “atadas” y nada estimulaba su miembro. Sólo podía esperar a que esas penetraciones diesen en el punto adecuado. Unos cuantos minutos después, sintió el espeso semen llenar su interior, pero eso no detuvo las estocadas.

Kaoru soltó el agarre que tenía sobre el menor y dirigió sus manos a las caderas contrarias. Un poco más profundo, eso era todo lo que necesitaba.

- Ngh… Más… -pidió entre escandalosos gemidos. Ahí era.

A veces al mayor le sorprendía que con cuatro estocadas en el lugar correcto, Mao se corría rápidamente. Un poco precoz, pero era lo de menos.

- ¿Sabes que ya son las tres de la madrugada? –comentó el menor, aún tumbado sobre su espalda, intentando calmar todo su cuerpo.

- ¿…Y? –realmente no quería escuchar lo que venía ahora…

- Debería ir volviendo a casa.

- Quédate –las caricias inconscientes que le daba al menor se habían detenido.

- Sabes que no puedo –ahí estaba esa bendita frase que tanto odiaba.

- Mao… -y justo después, la discusión que siempre comenzaba-. ¿No crees que me siento como…

- Nada, debo irme. ¿Te veré mañana? –Mao ya se había levantado, dispuesto a vestirse para ir a su hogar.

- Como quieras.

- No te enojes, sabes que…

- Sí, no podemos decirlo, nuestras vidas privadas son privadas –lo interrumpió, repitiendo las palabras de siempre con un tono cansado-. Si sale de acá, nos veremos en problemas con las bandas y el público.

-  Exacto. Nos veremos mañana –susurró Mao antes de darle un corto beso en los labios, y salir de allí, con la camisa en mano.

Minutos después, Kaoru escuchó como la puerta de su departamento era cerrada.

Suspiró pesadamente, volvía a estar solo, con sus pensamientos, y viendo ese techo que siempre veía.

No decir que salía con uno de los chicos más adorables que había en el mundo no le molestaba.

…Si era sincero, sí. Le molestaba.

Mantener una relación oculta de todos, hasta de sus amigos más cercanos, le dejaba con un mal sabor en la boca. Como si se avergonzara de lo que hacía, o de quien amaba. Pero el problema no era él. Era Mao.

Siempre había sido ese castaño enano. ¿Qué pasaba? ¿Acaso él no era lo suficientemente bueno para ser presentado como su novio oficial?

Un momento… ¿Novio oficial? ¿Tenían 16 años o qué? Preocuparse por este tipo de cosas, a esa altura, parecía ridículo, rozando el punto de lo penoso y patético.

- ¿Qué demonios estás pensando? –se preguntó antes de hundir la cabeza en la almohada.

 

〜a34;〜a34;〜

 

- Mao… ¿Qué demonios tienes en la espalda? –Aki, el pelinegro bajista que nunca hablaba, hizo una pregunta que nadie esperaba. Tsurugi y Mizuki se voltearon, para ver la “cosa esa” que vio Aki en el níveo cuerpo del vocalista. Kei, bueno, él seguía leyendo su interesante libro.

- ¿A qué te refieres? –el castaño se volteó para apreciar su piel en el espejo, y lo vio allí, un simple love bite, a la altura de su omoplato derecho. Evitó un grito ahogado, porque no podía decir nada. Pero un guitarrista lo iba a escuchar hoy en la noche-. Supongo que un mosquito me atacó… -se apresuró a ponerse la camisa de nuevo, odiando con toda su vida el tener un amante que hacía lo que le provocaba, y tener que cambiarse la ropa con todos presentes.

Por supuesto, ningún miembro quedó convencido, y Mizuki comenzó a molestarlo con que debía presentar a su pareja pronto.

Notable que haya dicho “pareja” y no novia… Pareja, dándole cabida a una relación homosexual. Y el rubio no se equivocaba. No le quedó de otra que negar fervientemente que se trataba de alguien más y rezarle a Buddha para que olvidaran lo que vieron.

Por supuesto, en un momento libre, tomó su teléfono y rápidamente envió un simple mensaje.

 

〜a34;〜a34;〜

Tenemos que hablar”.

 

Era raro recibir un mensaje de Mao a esa hora del día y aún más raro uno con ese tipo de frases. Como un niño pequeño, tomó el teléfono y levantó la mano lo más que su brazo le permitió. Respiró, lo pensó de nuevo y bajó el brazo, dejando el aparato en la mesa más cerca, para evitar destruirlo contra la pared o el suelo.

- No es como si no supiera… que andas detrás de alguien. ¿Un conocido, tal vez? –Kyo le hablaba. Había llegado sin que Kaoru se diese cuenta y vio toda la escena-. ¿Qué pasó? ¿Te cortó por mensaje?

- No del todo… -Kaoru recuperó el teléfono, agarrándolo sólo con su pulgar y su índice, y se lo mostró al menor.

- Tenemos que hablar… ¿Mao?... ¿Estás jugando conmigo? –le preguntó, realmente incrédulo por la situación. El guitarrista se limitó a negar con la cabeza-. ¿Has estado saliendo con Mao? –asintió-. ¿Desde hace mucho? –negó. Este juego le estaba gustando-. ¿Van en serio?

Está bien. Lo había atrapado. Esto no lo podía responder con simples movimientos de cabeza. Abrió la boca, pero la dejó así, abierta y sin pronunciar nada. Realmente no sabía a donde iba con esa “relación”.

- No lo sé…

- Si ahora es que lo sé, es porque lo has estado ocultando… ¿No quieres que nos enteremos?

- No soy yo. Es él. No quiere que nadie, por nada del mundo, se entere. Así que prácticamente, acabo de firmar mi sentencia de muerte al mostrarte ese mensaje.

- Ese castaño tan pequeño te domina bien, ¿eh?

- Pues ese castaño tan pequeño te admira, y si sabe que hablas así de él…

- ¿Qué? ¿Se enojará? –interrumpió el menor, dejando muy en claro que no le importaba realmente. Era su amigo, era cierto, pero Kaoru lo era primero-. Lo siento, pero a mí no me controla un metro cincuenta.

- Kyo…

- Es mejor que pongas todo sobre la mesa, porque es la primera vez que te veo actuar  de ese modo y no puedo permitir que tú, como líder, te descontroles. Un placer hablar contigo –agregó Kyo, antes de irse.

De una forma u otra, ese cantante tenía razón. Tomó su celular y comenzó a escribir el mensaje que enviaría sí o sí.

 

Tienes razón, tenemos que hablar”.

 

〜a34;〜a34;〜

 

Ya eran las siete de la noche. Había terminado de cenar; comida china para llevar. Realmente no tenía ánimos para nada, ni siquiera para cocinar algo sencillo. Arrojó los recipientes usados en la basura y se tiró en el mueble de la sala.

No supo cuantos minutos pasaron, pero antes de darse cuenta, ya tenía a un castaño frente al mueble, esperando a que se levantara.

Lentamente, se sentó y lo miró a la cara.

- ¿Sabes qué hiciste? –Mao estaba molesto, lo sabía por el tono de voz y ese sonrojo que cargaba en las mejillas.

- No realmente… -contestó Kaoru, de forma vaga.

- Pues –el mayor había volteado la cabeza y bostezado-. ¡Mírame! Maldición, te he dicho tantas veces que no puedes marcar mi piel. ¡No puedes dejar muestras de nada!

- ¿Estás hablando en serio? –ya había volteado a verlo de nuevo, y no podía creer lo que el menor le reclamaba-. Me escribes mientras trabajo, vienes a mi casa cuando sabes que estoy cansado, ¡¿Sólo para reclamarme esa mierda?!

- ¡Pues no tendría nada que reclamar si tú no me hubieses dejado esa maldita marca en mi espalda!

- ¡¿Qué pasa contigo, Mao?! Mejor dicho, ¿qué tienes en esa cabecita tuya? Si quieres a alguien que soporte cada escena tuya, sin quejarse de nada, págale a un prostituto, que te cogerá sin piedad y no le importará lo que dices –Kaoru se levantó, realmente molesto por la situación.

Recordaba lo que Kyo le había dicho: todo sobre la mesa. Si Mao seguía comportándose como una niñita hormonal, él no estaba dispuesto a continuar. Tomó al menor por una muñeca, y lo haló, sin detenerse a ver si lo hería o no. Harto. Cansado. Obstinado.

Cuando soltó al castaño, ya estaban en la puerta del apartamento.

- Muchas gracias por venir. Creo que no mereces volver. Adiós. –Con total crueldad, Kaoru pronunció cada palabra. Por supuesto, le tiró la puerta en la cara.

Mao seguía captando cada parte de lo que había pasado… Kaoru… ¿lo había dejado?

- ¡Abre la puerta! –gritó mientras golpeaba la misma sin control alguno.

Kaoru ya estaba de nuevo en su amado sofá, ignorando el ruido de afuera. Cinco minutos y ya todo volvía al silencio habitual.

Para haber estado saliendo con él desde hace cuatro meses, este tipo de reacción –calmada y casi feliz–, le parecía muy buena.

Se sentía aliviado y eso era raro. No, no. No podía estar feliz por haber terminado con su… ¿…amante? La relación nunca fue definida con una palabra. Quizá eso era lo que aún le molestaba.

De todas formas, dormir era lo más recomendable.

 

〜a34;〜a34;〜

 

- ¿Qué pasó contigo? –Shinya, que recién llegaba al estudio era quien le preguntaba. Kaoru lo miró con cara de pocos amigos, haciendo que esas ojeras tan remarcadas y esa expresión de muerte empeorara.

- Absolutamente nada.

- ¿Seguro? –el baterista hasta se sentía un poco incómodo, quizá el mayor necesitaba ayuda de alguien más.

- Sí.

- Está bien… ¡Kyo! ¡Ven acá! –gritó el rubio de forma casi infantil. El mencionado no había llegado aún, pero eso no evitó que Shinya lo llamase.

- Basta –dijo antes de tomar la guitarra y ponerse a tocar desde un sillón de la sala, como si buscase botar algún tipo de frustración con los acordes del instrumento.

 

〜a34;〜a34;〜

 

- ¿Te dejó? –preguntó Kyo, quien por fin había llegado al ensayo que tenían previsto.

- No, yo lo dejé. Llegué a mi límite –contestó con naturalidad.

- Y me dices que… ¿Estás bien con ello? –el vocalista aún no entendía esa reacción emocional, que percibía como bloqueo.

- Sí.

- Entonces, ¿Por qué esas ojeras? ¿Pudiste dormir? –sacarle palabra por palabra le llevaría tiempo, pero algo lograría.

- No del todo… -el castaño dio un trago a su café. Ese descanso se estaba volviendo tedioso con tantas preguntas.

- No creas que no me preocupa, pero… Estás bloqueando tus sentimientos y…

- No hay nada que bloquear –interrumpió de una vez-. Porque no sentía nada por él. Ya, lo dije. ¿Feliz? –el mayor se había cansado, se levantó de la silla y salió de allí, sin importarle que su café estuviese por la mitad.

- Tú sí que sabes mentir… -susurró Kyo.

 

Kaoru buscó su guitarra en la sala, y salió de allí. Sólo quería estar en su casa, alejarse de todas las molestias del día y dormir un poco.

Pero nada quería salir como él quería ese bendito día. Llegó a su hogar, muy dispuesto a dormir, y lo logró. Luego de esa horrible noche en vela, pudo dormir. Sólo que… Alguien entró a su casa, a su habitación. Esa misma persona ahora entraba en su cama y perturbaba su sueño.

Abrió los ojos sin muchas ganas y lo vio allí, el castaño que había sacado a patadas ayer.

- Mao, por favor… -susurró al cerrar los ojos de nuevo, sin querer despertar del todo.

- No. Vengo a disculparme. Lo pensé mucho y tienes razón. Me comporto como una niña pequeña y hago muchos berrinches. No quiero que termine de esta forma –terminó de decir antes de besar al mayor.

Kaoru se dejó llevar. Una disculpa estaba… bien. Comenzó a responder el beso, dejando que su mano recorriera la cadera ajena.

- Pero… No lo vuelvas a hacer –dijo Mao entre beso y beso.

Un momento, ¿Qué?

Kaoru se separó del castaño apenas captó lo que decía.

- ¿Así ofreces una disculpa? –de una forma u otra, no lo podía creer. Mao volvía a caminar por ese sendero en cuestión de segundos.

- ¿De qué hablas? –el menor volvió a buscar los labios del contrario, pero Kaoru se alejó con rapidez.

- ¡Dices que lo lamentas pero vuelves a la misma mierda de anoche! ¿Qué crees que soy, eh?

- Pero…

- ¡Nada! –volvió a levantar la voz- No soy tu maldita perra. Y es hora de que lo entiendas.

 

〜a34;〜a34;〜

 

- ¿Qué pasa? ¿No te gusta? Siempre pensé que esto era lo único que buscabas de mí.

Mao mostraba resistencia, pero a Kaoru no le importaba. Lo tenía boca abajo, con las manos atadas al respaldo de la cama, y su trasero a la altura perfecta para entrar en él.

Su miembro no estaba lo suficientemente erecto, así que ponerse el condón estaba contraindicado. Le importó muy poco el riesgo al que se exponía, y comenzó a penetrarlo. Tomó las caderas ajenas con fuerza y empujó las suyas fuertemente. Un gemido desgarrado salió de la garganta del menor. Continuó con esos movimientos salvajes hasta que se cansó. Por lo menos ya estaba totalmente duro.

Salió del interior de Mao, queriendo experimentar otra cosa. Y ya lo tenía pensado.

- No te preocupes, volveré –dejó en claro con un tono burlón en la voz.

El mayor se dirigió hasta su cocina, abrió la nevera y ahí estaba, eso que quería probar.

 

No pasaron dos minutos cuando ya estaba de vuelta. Mao seguía luchando para liberar sus manos pero esas correas estaban muy ajustadas. Se quedó quieto, un poco expectante por saber qué pasaría ahora. Pensó que lo azotarían, para hacer justo lo que menos quería: marcar su piel. También llegó a pensar que le aplicaría presión en su miembro, para evitar que se corriese.

Pero en ningún momento pensó que un hielo se pasease por su espalda. Era incómodo, algo tan frío interrumpiendo su calor corporal.

- No lo hagas… -suplicó Mao cuando ese hielo se paseó por su columna vertebral hasta su entrada.

Por supuesto, Kaoru casi ríe de escuchar esas palabras. Tomó el hielo y luego de deslizarlo en círculos justo en el trasero del mayor, lo introdujo sin compasión.

- No lo empujes o meteré cinco más –la voz sonaba tan decidida que ni se atrevería a desafiarlo.

Mao aguantó. Tres de esos pedazos de hielo estaban dentro de él, quemando en frío. Incluso sentía como se iban derritiendo poco a poco en su interior.

- Veamos que tal se siente… -susurró antes de volver a meter su pene en Mao.

 

Por supuesto, esto se sentía mil veces más intenso que el sexo normal. El frío, los hielos, la llenura, el agua, el miembro que entraba y salía salvajemente de él, todo se juntaba y le quería proporcionar uno de los mejores orgasmos de su vida. Mao gemía sin control, y lo que parecía ser violación, se volvió consensual en ese momento.

- Más –gritó-. Más fuerte, dame más –la propia zorra, y realmente no le importaba. Era tan placentero que hubiese dado cualquier cosa para que el momento se extendiera por horas. Se corrió por primera vez en la noche, soltando un gemido aún más escandaloso que los anteriores.

 

Kaoru, por su parte, logró aguantar un rato más. Se inclinó sobre la  espalda de Mao para morderlo en el cuello mientras se aseguraba de llenarlo completamente con su semen. Había sido totalmente excitante. Algo tan simple como agua congelada se podía convertir en una herramienta para esto, un castigo, dos orgasmos, dos cuerpos que deseaban aún más.

 

El día continuó, se hizo noche y luego de tres perfectas tandas de sexo desmesurado, cayeron sobre la cama, totalmente cansados.

Las manos de Mao habían sido liberadas desde hace horas, pero permanecían con un cardenal rojizo alrededor de sus muñecas. Las observó un rato y simplemente sonrió. Hay cosas que no son tan malas después de todo…

 

〜a34;〜a34;〜

 

- Hey chicos, ¿Cómo han estado? –preguntó Die, quien llegaba con el resto de su banda.

- Bien –respondió la mayoría excepto Kei, quien estaba leyendo el menú con mucha atención. Ese rubio definitivamente tenía un problema con todo lo que incluyera letras o símbolos.

Sadie y Dir en Grey en la misma habitación, compartiendo historias entre tragos y tragos, como lo hacían de vez en cuando desde hace años.

- ¿No tienen algo para contar? –inquirió Kyo, paseando su mirada de Kaoru a Mao y viceversa.

- Supongo que sí… -soltó Kaoru con una sonrisa.

- Chicos… Estamos saliendo –dijo Mao, levantando la mano que sostenía la del mayor.

- Hmm… Eso no es nuevo –comentó Kei, de forma inocente.

 

La mayoría de los chicos se quedaron sorprendidos porque conocían al rubio. Vivía absorto en libros y siempre pensaban que hablar con él era parecido a hablar con las paredes.

Pero hasta las paredes pueden escuchar lo suficiente para deducir algo que parecía ser secreto.

 

a34;〜Fin〜a34;

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Les gustó? ¿Sí? ¿No?

Mientras escribía lo del hielo me sentí tan enferma... El yaoi ha expropiado mi inocencia(?)

¡Un review porque se lo merece! ...Creo... ewe...

Un paseo por mi cuenta no caería mal :'D Hay fics de Sadie, Dir en Grey, the GazettE (that's a lie!(?)) y GOTCHAROCKA~ Algo de allí les puede gustar~

Si quieren leer mis estupideces, @A_Psycho_Diva en Twitter es la mejor opción :D

Hasta un próximo fic~ o cap de Dive!(?)

XOXO

KSh~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).