POV KRIS
Nunca había sentido nada así por otra persona, y menos por un chico. No me gustan los chicos. No me gustan los chicos, pero me estoy tirando uno ahora.
La primera vez que vi a este chico fue el primer día de universidad de mi tercer año. Demasiado bajito, pelo corto con flequillo y castaño, ojos rasgados, gafas de pasta y pajarita. Era alguien bastante popular entre las alumnas, aunque no tuviera mucho estilo vistiendo, siempre llevaba una sonrisa en la cara y conversaba amablemente con todos. Era alguien con quien no había cruzado muchas palabras, lo necesario. No fue amor a primera vista desde luego, era alguien que tenía que ver la mayoría de días. Sólo eso.
Tengo novia, la chica que más llama la atención de toda la universidad, guapa, rubia, con buenas tetas y algo tonta. Tengo que guardar las formas, ya que yo soy el chico más popular. Alto, guapo, con estilo y por supuesto, todas babean por mí. Jessica, era alguien con quien saciar mis necesidades, alguien que se veía bien a mi lado. No es que sea un insensible, ella es exactamente igual que yo, soy la cara bonita que va a su lado. La pareja perfecta dicen.
Ocurrió por primera vez cerca de navidades, estaba en un pub con algunos amigos y Jessica. Bueno, Jessica estaba perdida por algún lugar de ese antro zorreando. Estaba tomando algo con mis colegas cuando una chica bastante guapa comenzó a ligar conmigo, y está claro que yo no le voy a hacer el feo de rechazarla. La invite a bailar y aceptó enseguida. Fuimos a una esquina de la pista, algo oscura, cerca de los baños del lugar. Yo no tuve que hacer mucho, ella comenzó dándose la vuelta y pegando su culo cerca de mi paquete. Sólo sabía hacer eso, restregarse, ni siquiera era sexy. Rodeé con mi mano libre, donde no tenía el cubata, su cintura y comencé besando y mordisqueando su cuello. No paraba de hacer ruidos extraños y desagradables, pero era un polvo más. Cuando ya me harté de “bailar” la dirigí hacia el baño de chicos donde poder tirármela con mayor “privacidad”. La empujé dentro, me acerqué a ella y comencé a besarla. No paraba de mordisquear mis labios y de meter su asquerosa lengua con sabor a licor dentro de mi boca. Le seguí el juego y comencé a subirle la minifalda que llevaba. Seguimos avanzando mientras nos besábamos hasta llegar a un cubículo. Abrí la puerta del cubículo. Y paré en seguida. La retiré de mí y la empujé a un lado. Escuché como se quejaba, pero no podía importarme menos. Gracias a dios no le di la oportunidad de ver lo que sucedía dentro, ya que estaba de espalda, y se marchó enseguida después de empujarla. Se me cayó el alma al suelo cuando lo vi tirado, llorando, con la boca tapada y manos amarradas detrás de su espalda. Sus piernas estaban siendo sujetadas por el idiota que se lo estaba follando. Sus muecas no eran de placer, sino de dolor y no pude evitar coger la cabeza del idiota que lo estaba violando y estamparla contra el filo del váter. Lo agarré del pelo y me acerqué a su oído desde atrás y le dije con la voz más grave que había puesto en mi vida:
-Retira tu asquerosa polla de su culo, o te pondré el tuyo tan grande que no te podrás sentar en tu vida.
Se quedó congelado, le sangraba el lado de la cabeza que había sido golpeada. No lo dudó un segundo y se retiró de inmediato. No pude evitar mirar la cara del chico tirado en el suelo. Sus ojos estaban apretados y sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. La vergüenza se le veía en la cara, no era agradable ser encontrado por alguien en esa situación y eso me cabreó más aún.
Seguía sujetando a su agresor por los pelos, era claramente más bajo que yo y eso me dio más confianza cuando se puso en pie del todo para volverlo y golpear su cara con mi otro puño. Lo saqué del cubículo y lo llevé a rastras hacia la puerta del baño para que nadie más entrara. El primer golpe fue su cuerpo contra la puerta, el segundo fue mi puño estallando en su cara y siguieron volando golpes. Lo golpeé hasta que me dio la gana y por último lo volví a coger por los pelos, abrí la puerta y lo empujé fuera del baño. Me había preocupado tanto en golpearlo y en avisarle de que no se volviera acercar a él que ni me percaté de que seguía amarrado. Volví en seguida al cubículo, una línea de sangre salía de entre sus piernas ahora cerradas, su cabeza se encontraba apoyada en sus rodillas. Me arrodillé ante él, se asustó un poco cuando comencé a quitarle el nudo detrás de su cabeza. Y cuando vio que era yo, volvió a cerrar sus ojos. Lo levanté con cuidado y le desaté las manos. Su estado era deplorable, no sé como mierda lo iba a sacar de ahí sin llamar la atención. Su camisa estaba por completo destrozada, ya que era lo que le sujetaba las manos y le tapaba la boca, los pantalones tendrían que estar tirados en algún lugar del baño, al igual que sus zapatos. Su parte trasera seguía sangrando un poco. Ninguno había dicho una palabra aún.