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Maldito Corazón |BangHim Fanfic| por RushanaChan

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Notas del capitulo:

HE VUELTO 

(?)

 

Advertencias en este capítulo: Violencia. Lenguaje vulgar.

No sabía dónde estaba. Solo reconoció el afamado cielo ambarino de su planeta y dedujo que se hallaba en Mato. A su alrededor todo era un descampado, totalmente desolado, pero de pronto, fue como si varias personas empezaran a entrar en escena. Todas ellas llevaban el uniforme de la Milicia, y actuaban como si él no estuviera allí. Parecían nerviosos, corrían de un lado a otro, gritaban, se escondían.

Vio como a metros de él, un proyectil hería a un soldado. Corrió a buscar refugio, o hasta alejarse lo suficiente del peligro. Mucho tiempo había corrido hasta llegar a una especie de cañón. En uno de sus precipicios había alguien pidiendo ayuda. Se acercó y reconoció a su propio hermano. Era él, estaba tendido en la tierra, casi al borde de caer por el precipicio. Estaba totalmente ensangrentado. Miró a su alrededor y no había nadie quien pudiera ayudarlo, solo él y su hermano. Se agachó para intentar alzarlo, y justo en ese momento, notó la presencia de alguien.

Parado a pocos metros suyo estaba Himchan. Su uniforme impecable.  Su rostro sin una herida, comenzó a desfigurarse en una risa macabra. Se estaba riendo de él, que intentaba inútilmente ayudar a su hermano. Entonces el sonido de su diabólica risa se tornaba más fuerte que el ruido de los misiles, de los gritos de los soldados, de la voz de su hermano pidiéndole ayuda en su agonía.

 

Despertó. Su respiración era un tanto agitada. Ahora distinguía que aquello había sido un sueño, y que se hallaba tendido en su habitación. Le dolía mucho la cabeza. Le costó incorporarse, pero una vez lo hubo hecho, miró a su alrededor. Efectivamente era su habitación, pero al hacer inconscientemente un repaso del día anterior, cayó en la cuenta de que no recordaba nada de la noche anterior. ¿Tendría que ver con su excesivo dolor de cabeza? Entonces recordó que ayer había sido el cumpleaños del comandante, y que habían ido a un club a la noche. Recordó también haber bebido, quizá demasiado. Pero luego de eso, no podía recordar nada más. Por más que se esforzara, lo último que recordaba era estar solo en la barra de ese lugar bebiendo.

En lo que trataba recordar algo más vio un vaso con agua sobre la mesa de luz. A su lado había una pastilla blanca, y un pequeño papel que decía:

Toma esto cuando despiertes. –Himchan

Por qué… ¿Por qué Himchan? No estaban frente a ninguna cámara para que este demostrara ser “tierno” con él. Podría haberle dicho a Zelo que le avisara a Yongguk acerca de la pastilla. ¿Acaso le trataba así para agradecerle su apoyo por la muerte de su hermana? Solo había sido compasivo, y entendía ese dolor. ¿O solo quería caerle bien? Eso era imposible, a pesar de sus momentos de aparente buena relación, en el fondo lo seguía odiando. ¿Por qué no lo mataba de una vez?

Le hubiera gustado que el mensaje no dijera su nombre, o al menos, que dijera el nombre de Zelo, que es de quien esperaría cosas así. Pero pensó que Zelo ni siquiera sabía qué pastilla podría darle, o que las pastillas podían tomarse con agua. Su dolor de cabeza era infernal, por lo que dejó de darle importancia al papel, tirándolo al suelo, y tomó la pastilla.

Notó que alguien abría la puerta del cuarto, y como si lo hubiera invocado, la imagen de Zelo aparecía, cerrando la puerta inmediatamente luego de entrar.

-¡Hyung! ¿Cómo estás?- preguntó con un tono de preocupación mientras se acercaba a Yongguk.

-Estoy bien, Zelo-.

El menor tomó asiento en la cama de enfrente, la que pertenecía a Himchan. Entonces le contó a Yongguk que anoche había vuelto muy cansado del club y se había ido directamente a la cama. Le ofreció comida, agua, incluso si quería uno de sus tomates cherry, pero Yongguk rechazó todo amablemente, como solía tratar única y exclusivamente a su robot.  Le preguntó a este último acerca de los demás. Zelo le comentó entonces que Daehyun, Young Jae y Himchan habían salido a comprar las cosas para el almuerzo, y Jong Up se hallaba haciendo ejercicio en el living. Yongguk pensó que tendría un tiempo considerable sin Himchan, lo que le tranquilizó. Decidió tomar un baño, dejando al pequeño Zelo en la habitación. Una vez solo, pensó que podría arreglar las cosas de su hyung para alegrarle. Estaba por pararse cuando divisó algo en el suelo. Se agachó para recogerlo, era el papel que Himchan había dejado para Yongguk. El rostro del robot se desfiguró en una mueca de fastidio al leer lo que decía y de quien provenía. Otra vez ese sentimiento lo acechaba. ¿Qué pretendía Himchan? Su hyung no le quería, se lo había asegurado, pero ¿por qué insistía? ¿Y si terminaban llevándose bien y Yongguk dejaba de quererle solo a él?  Rompió el papel furioso, lo tiró al suelo y le pisó varias veces. Tenía que hacer algo.

 

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-No vamos a llevar eso-.

-¿Por qué no?- cuestionó Daehyun a Young Jae, quien se negaba a llevar un cheesecake. Desde su llegada a la Tierra, aquel postre que uno de los asistentes le convidara una vez se convirtió en lo más delicioso que Daehyun había probado en toda su vida. Y ahora había encontrado uno en aquel supermercado, no podía dejar pasar la oportunidad de llevarlo. Pero Young Jae, quien había sido designado como el tesorero del grupo, insistía en que era demasiado caro. -Le preguntaré a Himchan si podemos llevarlo- decía el enmascarado, corriendo a buscar al comandante, quien, después de todo, daba las órdenes.

Himchan se encontraba en otro pasillo, donde miraba desinteresado las cosas que allí se exponían. No podía sacarse de la cabeza lo que había pasado ayer. Yongguk le había besado. Obviamente lo consideró como una acción provocada por la ebriedad. Probablemente ni lo recordara, pero él sí. E incluso venía a su mente todo el tiempo. Lo que había sentido en ese momento también lo recordaba, y no podía clasificar eso que había sentido. ¿Por qué no lo había detenido? Eso era lo que más le atormentaba. Rogó a los dioses de su planeta que Yongguk no recordara lo sucedido.

No entendía al mayor. Primero le ignoraba y trataba mal. Luego de lo sucedido con su hermana parecían haber fraternizado. Pero después volvía a tratarle como al principio. Y luego el beso…  Además, venía a su mente que antes del incidente, Yongguk le decía que no quería hacerle daño. ¿Qué le sucedía a ese tipo? Parecía odiarle, pero ¿por qué? No recordaba haberle hecho algo malo. ¿Acaso no le gustaba que le dieran órdenes? Entonces tendría que haberlo pensado antes de aceptar la misión. Miles de hipótesis surgían en su cabeza, pero una voz le sacó de sus cavilaciones.

-Himchan hyung-.

El comandante se dio vuelta algo precipitado. –Daehyun… ¿Qué sucede?-

-¿Podemos llevar esto? Es lo más delicioso que alguna vez probaran en su vida- dijo mostrándole el postre. A Himchan le sorprendió su actitud. Era la primera vez que le escuchaba decir más de un monosílabo, e incluso, la primera vez que proponía algo.

-Pregúntale a Young Jae-

-Me dijo que te pregunte a tí- mintió.

-Puede ser, si nos alcanza el dinero…-

-Claro que nos alcanza. Le diré que dijiste que sí. Gracias hyung- dijo alejándose rápidamente en busca de Young Jae. Le observó cuando se iba con el postre en la mano. Inmediatamente pensó que nadie debía enterarse de lo sucedido con Yongguk.

 

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Se hallaban los seis almorzando en la pequeña cocina del apartamento. Había un silencio un poco incómodo, pues Himchan era el que más hablaba de todos  pero ahora se hallaba “en su mundo”, en silencio. Yongguk ni siquiera le miraba, su actitud era igual a la que tenía ayer antes del incidente, pensó que entonces no recordaba nada. Al ver que ni el comandante ni el líder del grupo se dignaban a repasar las tareas de hoy y de esta semana, como solían hacer, Young Jae lo hizo, recordando a todos que hoy a la tarde tenían que asistir a un show de televisión, y que en los días siguientes ensayarían para otra presentación, mencionando también que en cuatro días debían asistir a una importante sesión de fotos.

Según lo acordado, le tocaba a Daehyun levantar la mesa y lavar los platos. Young Jae se había quedado a ayudarle, y de paso a regañarle por haberse comido más de la mitad del cheesecake. Yongguk decidió ir a dar una vuelta solo antes de prepararse para el show de hoy, lo que no ayudaba a que Zelo se tranquilizara. Por su parte, Himchan se hallaba sentado en el living del apartamento, nuevamente pensando en lo sucedido con Yongguk. Se hallaba tan absorto que no había notado que Jong Up le observaba con cierta preocupación.

A Jong Up también le estaba empezando a fastidiar aun más la extraña relación del comandante con el sicario. Más que nada, le preocupaba las consecuencias que tenía la situación en Himchan, porque el menor empezó a considerar que el comandante estaba olvidando la misión. Que solamente estaba enfocado en caerle bien a Yongguk, quien desde el comienzo no le cayó para nada bien a Jong Up. Y nunca descartaba la opción de que el sicario quisiera hacerle daño a Himchan. Si eso llegaba a suceder, se las vería con él.

Moon Jong Up había crecido en una pequeña ciudad, a varios kilómetros al oeste de La Capital. Provenía de una familia con tradición en la milicia, su padre y su abuelo habían sido soldados, y creció con una severa educación dirigida al respeto y servicio a la patria. Heredó de su madre una gran amabilidad y disposición para ayudar a los demás, y había aprendido de ella que siempre había que ser positivo y sonreír. Terminada su adolescencia, se mudó a La Capital para entrar en el servicio militar. Se destacó por su constante entrenamiento, sumado al respeto que tenía con sus autoridades e incluso con sus compañeros. En una de sus misiones de campo, conoció a Himchan, quien era comandante de dicha misión. Himchan no tardó en notar la excelente disciplina y eficiencia de Jong Up, por lo que empezó a tenerle en cuenta para misiones de mayor importancia. Mientras tanto, Jong Up había empezado a desarrollar gran admiración por el comandante. Cuando le informaron que sería parte de esta misión no pudo estar más alegre. Y su admiración por Himchan había crecido en el tiempo que llevaban en la Tierra. Incluso hasta llegar a preocuparse por su estado anímico.

Por eso, y también porque veía en peligro la misión principal, que nunca olvidaba, decidió tomar cartas en el asunto. Pero necesitaría ayuda, y sabía exactamente quién podría ayudarle.

-¿JongUppie?- se dirigió Zelo a Jong Up por su apodo. -¿Sucede algo?

-Quería que hablemos de algo- dijo mientras cerraba la puerta del cuarto que compartían los menores del grupo.

-¿Qué cosa?

-Sé que te molesta que Himchan hyung pase tiempo con Yongguk- dijo directamente, causando un leve rubor en Zelo. Era la primera vez que el robot le escuchaba tan serio.

-A Yongguk hyung  no le agrada Himchan.

-Llevan una extraña relación. Y creo que está perjudicando al desarrollo de la misión. Noto al comandante muy abstraído, y últimamente ha estado olvidando cosas…- dijo refiriéndose al hecho de que ya no estaba tan exigente, o que, por ejemplo, hoy no había hecho el repaso de actividades ni les había dado consejos de cómo llevarlas a cabo.

-Yongguk hyung también está así- replicó el robot, hablando a favor de su creador.

-Y es culpa de la relación entre ellos. Pero sé qué podríamos hacer para solucionarlo.

Zelo pensó que Jong Up había leído sus pensamientos. Esta situación le caía como anillo al dedo. –Dime.

-Pero tendrás que hacer exactamente lo que te diga.

-E-está bien.

Entonces Jong Up le explicó lo que había planeado hace varios días. Zelo grabaría a Yongguk decir ciertas cosas, sin que éste se dé cuenta, y Jong Up editaría las grabaciones de tal forma que parezca que Yongguk está hablando mal de Himchan. Pero no sería cualquier frase o insulto el que pretendía Jong Up que se escuchara. La idea era hacer que Yongguk mostrara su indiferencia a la muerte de la hermana de Himchan, que dijera lo poco que le importaba, entre otras cosas que le ofenderían en gran manera. Y, como Jong Up conocía a Himchan, sabía que eso le ofendería tanto que ocasionaría una irreversible enemistad. Zelo parecía de acuerdo con el plan, por lo que Jong Up le indicó las frases que debía hacer que Yongguk dijera, para poder editarlas.

Jong Up nunca se imaginó haciendo algo así. Ni siquiera sonaba ético para alguien que respetara las reglas siempre. Pero, en este caso,  el fin justificaba los medios.

 

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El público amaba la imagen de “Warrior”. Una canción fuera de lo común, con una imagen ruda y masculina. La coreografía ya era sabida por muchos,  incluso por otros artistas de diferentes grupos. Todo el éxito era debido al permanente esfuerzo de los integrantes del grupo, quienes intentaban no hacer intervenir sus conflictos interpersonales en su trabajo. Aunque a veces, eso no era del todo posible.

Les habían concedido un descanso en medio de la prevista sesión de fotos. Tenían estilistas a su alrededor todo el tiempo, y a Yongguk comenzaba a fastidiarle, por lo que se alejó un poco del resto. Zelo le siguió por detrás, esperando proseguir con el plan de Jong Up. Ya había conseguido casi  la mitad de las frases que necesitaba, y el mayor parecía no darse cuenta. Lo que estaba haciendo Zelo era realmente peligroso. Si Yongguk llegaba a enterarse probablemente le diera la peor reprimenda que alguna vez le hubiera dado. Pero por alguna extraña razón, el robot no tenía conciencia de ello, para él, esta acción tenía un fin justo. Aunque para que Yongguk se enterase, debería ser muy observador. El micrófono que Jong Up había diseñado era microscópico, y estaba situado en el cuello de la campera de Zelo. Tenía gran alcance, por lo que no era necesario que Zelo se estuviese acercando demasiado.

 -Me parece un estúpido.

-Si ~ ¿Verdad?- respondía Zelo a su creador, luego de mostrarle un video donde un tipo hacía todo tipo de acrobacias difíciles, con la clara intención de golpearse a sí mismo para causar “risa”.

 -No entiendo como a la gente de este lugar puede causarles gracia eso.

Lo que hablaban no tenía mucho sentido, pero Zelo alargaba la conversación, pues mientras más audios tuviera de Yongguk, mejor sería. Sin embargo, no tendría que sonar sospechoso.

 

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-Young Jae, ¿dónde está el informe que escribiste?- preguntó el comandante a su soldado, quien estaba sentado junto a Daehyun en el sofá.

-Lo pasé a la computadora de Jong Up. Es que creo que la mía se averió.

Himchan se dirigió entonces hacia la habitación del menor, sin perjuicio de irrumpir en ella sin permiso. Aquel cuarto era el que ahora compartía con el maknae. Lucía algo desordenado, había algunas prendas de ropa en el suelo. Jong Up no se hallaba allí, pero su computadora estaba sobre su cama. Al abrir aquel aparato portátil, se dio cuenta de que el menor la había estado usando hace un rato, pues habían programas abiertos. Había también un pendrive conectado, y esto le llamó la atención. No era el pendrive de Young Jae, pues él lo conocía. Era de  color rojo, nunca lo había visto. Más que nada movido por la curiosidad, decidió explorar lo que aquel  contenía. Eran una gran cantidad de archivos de audio los que se hallaban allí. Qué extraño, pensó. Abrió uno para ver de qué se trataba. Era una conversación entre Zelo y Yongguk, común y corriente. Abrió otro, lo mismo. ¿Para qué tenía el cadete eso en su computadora?

En ese momento, vio en la parte inferior de la pantalla un programa que no conocía. Procedió a abrirlo, notó que era un programa de edición. Había un proyecto en curso, evidentemente usando los audios que anteriormente escuchara. Para seguir saciando su curiosidad, reprodujo el proyecto.

Al comandante no le costó mucho darse cuenta de lo que Jong Up estaba haciendo.

 

Jong Up, mientras tanto, había bajado un momento a la planta baja para recibir un regalo que las fans le habían mandado. No planeaba demorarse, y es por eso que no le preocupó dejar su computadora con la evidencia. Sin embargo, cuando volvía, tuvo como un mal presentimiento. Subió velozmente al cuarto.

Y dicho presentimiento no estaba errado. Al entrar a su habitación se encontró con un Himchan parado, escueto frente a su cama, donde se hallaba su laptop. El rostro del cadete se desfiguró del terror. Todo su plan se había arruinado, pero aun peor, ¿qué pensaría su comandante de él ahora? Estaba perdido, su pecho ardía en culpa y pavor.

-¿Qué es esto, Moon Jong Up?- dijo, de modo cortante, con una mirada penetrante y enfurecida.

-No puedes revisar mis cosas- respondió sorprendentemente el cadete. No estaba siendo consciente, lo que se tradujo en una expresión de asombro e indignación en el  rostro de Himchan. Jong Up nunca le había contestado a Himchan de esa manera. Lo peor de todo, es que era la primera vez que le estaba cuestionando algo.

-¡POR SUPUESTO QUE PUEDO!- vociferó el comandante, aún más encolerizado por aquella respuesta. -¡Esta es una falta muy grave! Además, ¿complotarte con ese robot insolente? ¡¿Qué te pasa?!

-Es que ahora solo te preocupas por caerle bien a Yongguk…- dijo casi en un susurro el cadete, queriendo y no queriendo ser escuchado a la vez. Realmente no estaba siendo él mismo, estaba tomando una actitud que podría costarle no solo  su trabajo, sino incluso su vida. Pero estaba un poco cansado de que nunca lo escucharan, o que él se guardara muchas cosas. Esta era su oportunidad.

-… ¿Qué dijiste?- preguntó Himchan en un tomo al que había que temerle. -¡TÚ ESTAS CUESTIONANDO MI TRABAJO! ¡Tú! ¡Un simple cadete de cuarta me está cuestionando algo A MÍ! –decía, ya totalmente enfurecido, soltando una risa sarcástica al final. Jong Up dirigió su atemorizada mirada al suelo desde que el comandante empezara a subir el tono de voz. Se estaba arrepintiendo de todo. ¿Por qué no siguió siendo el cadete sumiso de siempre? Era obvio que la gente que reclama cosas siempre la pasa mal y tiene problemas. Además el regimiento no era para gente así, había relaciones de subordinación y jerarquización que debían respetarse, le guste o no a uno. -¡Esto no va a quedar así! ¡El Consejo tiene que saber de esto! ¡Tiene que saber lo mal entrenados que están los soldados hoy en día! –cuando Himchan dijo la palabra “Consejo”, Jong Up levantó la mirada hacia él, con sus ojos abiertos como dos platos. El comandante se había referido al Consejo de Ética de la milicia, que era un organismo que se encargaba de juzgar el accionar ético de los soldados. Esa era la última instancia de un reclamo moral, era restringido para faltas muy graves. Y las condenas solían ser muy severas. Estaba perdido.

Habiendo dicho aquello, el comandante salió de la habitación enfurecido, pasando al lado de Young Jae y Daehyun, quienes al escuchar los gritos de Himchan se acercaron a la puerta de la habitación.

Jong Up tardó un poco en reaccionar por lo que había sucedido. Estaba shockeado. Nunca le habían gritado así, pues él siempre era respetuoso e intentaba hacer las cosas bien. Cuando cayó en la cuenta de lo que había pasado, sus piernas se vencieron, dejando que toda su entereza cayera de rodillas al suelo, sin poder reprimir un llanto de decepción.

 

 

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Es que ahora solo te preocupas por caerle bien a Yongguk… ¿Acaso era cierto? Sí, sí lo era.

Definitivamente, Himchan se había excedido en lo sucedido con Jong Up hacía un rato. Él solía ser bastante colérico en las misiones, cuando veían que le faltaban el respeto, pero Jong Up quizá no se merecía eso.

¿Por qué se había enojado tanto? No era exactamente porque aquel cuestionara su trabajo, sino porque lo que le había dicho era cierto. Su relación con Yongguk le estaba turbando sus pensamientos, y aquello se reflejaba en su accionar como comandante. Por primera vez, se estaba dejando llevar por situaciones personales, estaba mezclando las cosas. A alguien de su rango no podía sucederle eso.

No sabía desde cuando había empezado a importarle tanto. Quizá era su constante afán por caerle bien a todo el mundo. Pero es que ni siquiera sabía que era lo que Yongguk tenía en contra de él.

Tenía que hacer algo. Entonces decidió que iba a hablar con Yongguk de este tema, que le dijera todo lo que pensaba de él y ver si podía solucionarse, y mencionarle de paso lo que Zelo había hecho, pues al parecer el robot era quien grababa de forma oculta las conversaciones. Y el único que podía educar a Zelo era su creador.

 

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-Él no va a hacer nada- decía Young Jae, el de rostro agraciado, tratando de consolar al pobre cadete, que se hallaba ahora sentado en su cama, abrazando sus rodillas juntas a la altura de su pecho. Los de Inteligencia habían entrado al cuarto y le habían preguntado por lo sucedido. Jong Up les había contado todo. O casi todo.

-Cuestioné a un superior. Comploté en contra de un compañero.

-Él te tiene mucho aprecio- musitó Daehyun, a través de la máscara que siempre cubría la mitad de su rostro.

-Es cierto- confirmó su compañero. Aquello que dijo hizo que Jong Up cambiara levemente su expresión. Tenía que admitir que eso era cierto, ellos se llevaban  muy bien, él sabía muchas cosas del comandante, incluso, lo consideraba un amigo. Muy dentro suyo, en contra de la objetividad de todo soldado, esperaba que Himchan le tuviera consideración por aquella relación que llevaban.

-Pero… ¿Por qué querías que ambos se pelearan?- le preguntó Jae. El cadete les había dicho que todo había sucedido porque la relación que llevaban los mayores del grupo estaba afectando al curso normal de la misión. Pero tanto Jae como Daehyun eran capaces de ver más allá de las palabras, de intuir cuando alguien ocultaba algo. Era una habilidad que solían desarrollar los de Inteligencia.

Y como habían predicho, el cadete no respondió a eso, sino con solo encogerse de hombros.

 

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Muchas cosas no dejaban de ser nuevas para Zelo. Lo que más le gustaba era pasear por el ambiente urbanístico de Seúl. Las modernas construcciones, la combinación de edificios con espacios verdes, los automóviles, las anchas calles, los terrícolas corriendo apurados para cumplir sus tareas del día, los niños yendo a la escuela, los negocios abriendo temprano en la mañana, y cerrando sus puertas a la noche. Lo que más ansiaba era conocer otras ciudades, porque como le mostrara Yongguk en internet, había infinidad de paisajes diferentes, infinidad de ciudades diferentes, cuando en cambio, en su planeta natal el paisaje no variaba mucho de norte a sur, de este a oeste. Y en todas esas ciudades había seres humanos, pululando allí, llevando a cabo sus cortas existencias. En tanto paseaba, miraba a cada una de las personas que se le cruzaban, preguntándose a dónde irían, cómo se sentían, si tenían un ser que tanto amaban, como lo era Yongguk para él. Entonces, miraba a su creador siempre sonriente, pensando que le debía todo.

Si bien Yongguk no tenía el mismo pensamiento que Zelo con respecto al nuevo mundo, no le molestaba acompañarle en sus paseos diarios. Los seres humanos para el sicario eran muy inestables, e incluso absurdos a veces. Empezando por el hecho de que apoyaran y amaran de tal forma a alguien que se dedicaba a hacer música, algo incomprensible en su planeta. Fácilmente podían los artistas fingir que eran de una forma, y las personas lo creerían, y lo amarían. Sin embargo, Mato no estaba muy lejos de eso.

La mejor parte del paseo era observar cómo anochecía. Si bien en Mato el fenómeno no era muy diferente, había algo que se distinguía, y era lo que Zelo apreciaba: cómo se encendían todas las luces de esa ciudad, de modo que nunca podía verse la penetrante oscuridad de la noche. Para apreciar aquello, se sentaban en alguna plaza por la que pasaran. A Yongguk, lejos de admirarle, solo le advertía que era hora de volver al edificio de TS.

En lo que volvían, recordó que a esa hora también debía hablar con su manager, pues era su trabajo como líder y compositor. Hablarían del nuevo concepto que llevarían a cabo, y de cómo Yongguk iba a colaborar en ello. De más está decir el gran talento que había descubierto para esas cosas.

La noche se había completamente apoderado del paisaje cuando llegaran al edificio. Se separaron en la planta baja, no sin antes que Zelo abrazara a su creador.

Yongguk entonces se dirigió a la oficina donde se establecía su manager. Pensó, por décima vez en aquel día, en su misión. Ya le estaba martirizando, nunca le había sucedido eso. Y es que matar a Himchan realmente significaría un drástico cambio para la misión. Y para sus vidas. ¿Qué harían los terrícolas que le apoyaban si se enteraban que uno de ellos había muerto? Podía incluso terminarse todo para los cinco que restarían. ¿Entonces qué haría? A él solo le habían contratado para asesinar al comandante, entonces una vez hecho eso, ya no le sostendrían de ningún modo. Debería volver a Mato, ¿a dónde iría? Él no tenía hogar, pues desde que le enviaran a la cárcel y su madre muriera, habían embargado su casa. ¿A dónde iría Zelo?, Estaba la posibilidad de que la Unidad de Científicos volviera a apoderarse de él. El robot no tendría un futuro junto a él. En cambio, la vida en este planeta hacía tan feliz a Zelo, incluso, le permitía nunca olvidar que era Junhong, aunque él no lo supiera.

Pero también pensaba que el tipo no merecía morir. Sí, su error produjo la muerte de su querido hermano, pero ¿qué diría Yongnam de esto? Él no le recomendaría la venganza, e incluso le convencería del hecho de que había sido un error. Además, al convivir con él se daba cuenta de que era tan desgraciado como él.

Se acercaba a la oficina, absorto en sus pensamientos, pero algo le sacó de sí. Escuchó una voz femenina que decía su nombre. Incluso, eran dos voces. Estaban hablando de él.

Eran dos chicas de Secret, el grupo femenino de TS Entertainment. Eran Hyosung y Sunhwa, si no mal recordaba. Se hallaban en un pasillo, cercano a la sala de grabación.

-No te miento.

-¿Tú los viste?

-Te digo que sí. Fue en ese momento que las perdí. Entonces fui al baño para ver si las encontraba allí, y los vi a los dos, besándose- decía la del parecido con la Gobernadora.

-… Wow… Bueno, creo que de Himchan lo esperaba, pero… ¿Yongguk? ¿Gay? No lo puedo creer.

El líder del grupo se encontraba detrás de una pared, totalmente paralizado. Presionaba ambos puños con fuerza, conteniéndose de golpear la pared. Temblaba. Lo que acababa de escuchar no sabía cómo procesarlo. Él no tenía recuerdo de eso, y era porque había bebido demasiado, y ese maldito hijo de puta se aprovechó de mí. Su respiración era muy agitada. Corrió en dirección contraria a la oficina del manager, dirigiéndose al apartamento que compartía con el grupo.

Por eso el especial cuidado con él, por eso los acercamientos. O era que Himchan quería perjudicar su imagen y había planeado todo, incluso que Hyosung los viera, o era que realmente tenía ciertas intenciones con él. Le aterró la última opción.

Ahora sí quería matarlo.

Ni siquiera se percató de si la puerta tenía seguro o no, pero la empujó con tal fuerza que retumbó contra la pared de al lado. Al parecer todos se hallaban en sus cuartos, pues no se cruzó a nadie. Enfiló para la habitación que compartía con el comandante.

Himchan se hallaba arreglando el cuarto, su ropa y la de Yongguk también. Estaba pensando lo que le diría al mayor cuando lo viera, no quería decir nada inapropiado ni de modo inseguro. Notó que abrió la puerta y dirigió su mirada a él. Pero pasó solo un segundo desde que el líder entrara y su mano agarrara con violencia el cuello de la remera del comandante. Sus ojos y su rostro estaban rojos de la furia, la adrenalina que corría por su cuerpo era impresionante. Su instinto asesino había despertado.

-¡¡TÚ!!- le gritó, y golpeó bruscamente su rostro. Himchan intentó defenderse, pero el sicario le estampó violentamente contra la pared, haciendo que el comandante gritara. -¡¡ERES UN MALDITO PERVERTIDO!! ¡¿QUÉ ES LO QUE QUIERES, EH?! –le vociferaba, mientras seguía propiciando golpes a su rostro, cada vez de forma más violenta. Le insultaba de mil formas posibles, ¡DEJA DE REIRTE DE MÍ! ¡DEJA DE REIRTE DE MÍ!, le repetía, gritándoselo cada vez más fuerte, hasta que le golpeara en el estómago y Himchan cayera de rodillas al suelo, sosteniendo su ombligo con ambos brazos. Sangre caía de su rostro y de su boca, manchando el suelo que minutos antes limpiara con dedicación. Veía totalmente borroso, pero si distinguió la mano del líder, que nuevamente tomaba del cuello de su remera para levantarle. Podía ver esos ojos enrojecidos. Qué diferente se veía de aquel Yongguk que cantaba para sus fans. De aquel con el que solía hablar hasta deshoras de la noche. De aquel Yongguk que le había abrazado cuando su hermana había muerto. De aquel que le había afirmado que no quería hacerle daño.

En ese momento, la mano de Yongguk le soltó de repente, acompañado de un alarido. El comandante volvió a caer abatido al suelo, pero levantó su cabeza para ver el cuerpo del líder también de rodillas. Detrás de él, Jong Up, mirando al sicario con repulsión, sostenía una especie de picana eléctrica en su mano derecha.

Le había salvado la vida.

Notas finales:

Espero que les haya gustado!

 

De paso les invito a que se pasen por el otro fic BangHim que estoy haciendo(?) se llama Amor Platónico, super fluffy chicos (??)

 

Hasta el próximo capítulo <3

 

 

 


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