El embriagador aroma de las rosas sobre la mesa inundaban la casa junto con la pacifica música de la radio, Misaki tarareaba las melodías dulce y tranquilamente a la vez que limpiaba el lugar. La canción comenzó y la voz del castaño inundo el lugar con su ternura…
“Basta con mirarte para que empiece a arder mi corazón,
Para que tu fuego me llene el cuerpo de pura pasión.
Sin notarlo un día cuan mariposa me pose en tu flor,
Pobre e ingenuo niño caí rendido a tu favor…”
Los brazos de un peli-plata se enredaron en las caderas del menor, su respiración chocaba contra su cuello…
“Se me escapa de las manos tanta miel…”
“Roba de mis labios la tentación.”
Sin darse cuenta ambos se encontraban en una delicada danza, las caricias se repartían por sus cuerpos y las palabras salían de sus bocas entre suspiros.
“Dulcemente rozaremos piel con piel…
No olvidaremos, nuestro fogoso amor”
Akihiko se acercaba y rodeaba al castaño con sus manos, daba pequeñas caricias en sus mejillas y susurraba las palabras.
“Hazme de una vez sentir
Que esta pasión no tendrá fin
Y que no fue un error, hacerte el amor…”
Todo se había perdido, lo único que inundaba sus mentes era aquella canción y el olor a rosas. Misaki no quitaba sus ojos de los orbes lilas, sus labios se rozaban y sus respiración se unían, pero la canción aun sonaba y el menor dejaba escapar la melodía por sus labios.
“Por favor déjame besar tu ser
El mundo que otros no ven.
Solo intoxícame, que feliz seré
Ahogado en tu calidez…”
Las voces sonaban como dulces ecos, lograban perderse en sus propias palabras, en sus caricias y en los delicados roces de sus labios…
“Sin temor deséame más y más que te complaceré
Si en verdad me amas toca mi cuerpo y obsesiónate.
Sueño con locura tenerte entre mis blancas sábanas
Y que jures serme fiel,
Mi almendra virginal…”
El sonrojo y los pequeños suspiros eran el mejor compás, aquellos labios rosados dejaban escapar las palabras como si fueran aire. Los centímetros estaban contados entre ambos, un paso y sus labios se unirían para siempre…
“Si perdemos nuestras almas al final”
“Unidas, un día se encontrarán”
“Nuestro hechizo sin dudar perdurará
Somos tú y yo, que importa lo demás.”
Realmente, que importaban los demás, en ese momento solo eran ellos dos. Solo sus voces, solo sus caricias, tan solo sus respiraciones y el amor que brotaba en cada frase…
“Por tanto tiempo te soñé
Y ahora que al fin te encontré
No te abandonaré, no lo quiero hacer.
Sabes que ya no hay vuelta hacia atrás
Esto no fue casualidad
Eres mi realidad, mi única verdad
No renuncies a nuestro amor.”
El menor se destrozaba con cada frase, realmente su amor no había sido casualidad, nunca lo fue. Pequeñas lágrimas brotaron de sus ojos pero el tiempo no fue suficiente para derramarlas, Usami estaba allí para secarlas y contenerlas…
“Me sentí nervioso aquél amanecer
Y lloré, porque no te vi volver.
Me dijiste que todo marchaba bien
Para ocultar, que sufrías también”
¿Sufrir? Ciertamente había sufrido, pero ese pequeño lo había visto tan transparente, tan sensible. Recordó aquella vez que el castaño lloro por él, una sonrisa se pintó en sus labios y dejo salir la frase…
“Hazme de una vez sentir
Que está pasión no tendrá fin
Y que no fue un error, hacerte el amor”
Nunca la tendría, amaba a Akihiko aunque no lo dijera siempre, sabía que el mayor estaba consciente de ello.
“El mundo que otros no ven
Solo intoxícame, que feliz seré.
Tal como un imán atráeme
Que muero por verte otra vez
Perderme en tu querer, y en tu calidez.”
La última estrofa se acercaba y sus rostros estaban más cerca que nunca, las respiraciones se unían formando una y adoraba el olor a rosas que Misaki emanaba de su playera…
“No me dejes, entiende de una vez
Esto no fue casualidad
Eres mi realidad, mi única verdad
No renuncies a nuestro amor”
Sus labios se unieron después de haber retratado su amor en una sola canción. Los brazos de Misaki rodeaban en cuello del mayor, mientras que las manos de Akihiko se posaban en las caderas del castaño.
“No lo haré, Usagi-san…”