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Secreto, no es por golddie

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Notas del fanfic:

Este fic es muy raro, partiendo porque los capitulos no estaran en orden cronológico (siempre he querido intentar hacer eso ;;) así que es normal si no entienden algo, lo siento.

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.





El manager los llevó a una sala de paredes blancas, llenas de ropa, maquillaje y varias mesas, guiándolos entre varias coordinadoras y maquilladoras hasta una mesa específica donde había un bolso negro. Ahí, el hombre se sentó en la silla que correspondía y extrajo de su bolso una carpeta de color verde y un par de bolígrafos. Luego de todo eso, miró a los muchachos con una expresión que ni Jongup o Zelo pudieron descifrar.

“Deben firmar un contrato de confidencia”, musitó el hombre, abriendo la carpeta lentamente, como si esperara que alguno de los menores se negara, “es un paso formal, básicamente firmaran su consentimiento de que todo lo que hablen o hagan con los artistas será secreto, y si dicen algo, eso otorgará a la Empresa la facultad de demanda”, expresó, mirando a ambos chicos bajo sus lentes sin marco.

A penas dicho eso, Jongup se acercó y tomó el lápiz que el hombre le ofrecía, dispuesto a firmar. Junhong por su parte dudó.

“¿No podemos decir absolutamente nada?”, inquirió el chico de cabellos rubios. El hombre mayor le miró con desgana y ante esa mirada, agregó: “quiero decir, ¿ni a mis amigos o familia?”.

El Manager suspiró.

“Mientras no publiquen una noticia referente al momento que pasarán con los muchachos, está todo bien”, explicó, “pero a veces es mejor no arriesgarse. Entenderé si te niegas”, dijo calmado, recibiendo el contrato de Jongup y revisarlo en segundos.

Junhong vio a su amigo mirarle, ofreciéndole el lápiz.

“Oh, vamos, Junhong, ¿qué de malo puede pasar? ¿De verdad te vas a perder la oportunidad hablar con Bang Yongguk?”, preguntó incrédulo el ligeramente más bajo.

Junhong pasó saliva, tomando el lápiz y buscando el lugar donde debía ir su firma cuando el señor Haen le devolvió las hojas.

Quería hablar con su ídolo.

Escribió su nombre, su ID y firmó en un total de cuatro espacios, cada vez más seguro de sí mismo. Al final firmó al lado de la firma de Jongup bajo la despreocupada mirada de su mejor amigo y entregó la hoja. El hombre les sonrió a ambos, diciendo que el contrato es un mero protocolo para luego volver a ponerse de pie después de haber guardado el papeleo.

Volvieron a salir del cuarto y caminaron por un largo pasillo hasta unas escaleras. Cada peldaño era un grado en que se aceleraban sus corazones, porque al fin iban a conocer a los dos hombres que los inspiraron durante gran parte de sus adolescencias.

Por fin podrán hablar, conocerse y, realmente, verse a los ojos.

Luego de otro largo pasillo, por fin encontraron la puerta que portaba el cartel de “Bang&Chan”. Cuando el Manager abrió un poco la puerta, se anunció de inmediato:

“Muchachos, les traigo un par de fanboys que quieren conocerlos”, dijo con la puerta entre-cerrada, para que los dos menores tras él no pudieran ver el interior.

Junhong pudo jurar que escuchó a Bang Yongguk decir que podían pasar, haciendo que su corazón se acelerara a mil por horas y sus mejillas se encendieran.

Sus manos temblaban, así que las metió en sus bolsillos. No quería dar la imagen de alguien débil frente a, precisamente, esa persona.

El Manager abrió por completo la puerta y les dejó entrar a ellos primero.

Junhong no pudo contener la alegría al ver a Yongguk –realmente es él, realmente es él- sentado sobre una mesa revisando algo en su celular. Miró rápidamente hacia el centro de la habitación y observó a Himchan en un sofá, tendido, solo descansando, pero cuando les vio entrar se compuso y se sentó derecho.

Oh”, le escuchó decir al mayor.

“Él”, dijo el Manager señalando a Jongup, “Himchan y el otro a Yongguk, los vendré a buscar en un rato más”, explicó, volviéndose a la puerta pero no sin mencionar a los menores que las fotos estaban permitidas siempre y cuando no fueran malintencionadas y que los autógrafos también se permitían pero estaba prohibida la venta de los mismos.

Y, sin más, les dejó solos.

Jongup y Junhong se quedaron ahí quietos, sin saber qué hacer o decir, demasiado emocionados como para poder pensar siquiera.

“Hola, chicos”, habló Himchan, poniéndose de pie y yendo hasta ellos. “¿Cómo se llaman?”, preguntó.

Jongup fue el primero en responder. Junhong dijo su nombre en apenas un murmullo.

“Yongguk, ven a verlos”, le regañó Himchan. Yongguk hizo un sonido con la garganta, ante lo que el otro rodó sus ojos. “Puedes sentarte, Junhong, Yongguk está solucionando un par de cosas”, explicó, tomando del brazo a Jongup (y Jongup no gritó internamente ante el contacto, no) y volver a abrir la puerta para salir con el menor.

Junhong no tuvo tiempo de cuestionar sobre a donde se llevaba Himchan a su amigo porque la abruma de las emociones lo tenía algo aturdido, pero cuando se cerró la puerta y se vio a sí mismo completamente solo –solo, ¿entiendes?- con Bang Yongguk (quien solo él mismo podía saber qué significaba ese hombre para él) reaccionó en que no quería estar solo con el otro hombre.

Lo intimidaba ligeramente.

No importaba la cantidad de información y hechos que supiera de su ídolo, o de cuantas fancams o fantakes hubiera visto, ni mucho menos de cuantos fanfics hubiera leído, nada se podía comprar con verlo frente a frente y respirar su mismo aire. Sentía que no sabía cómo hablarle, ¿debería tratarlo de hyung, o no? ¿Debería acosarlo con preguntar respecto a sus inspiraciones o artistas favoritos justo después de que había terminado un concierto de casi tres horas que seguramente lo tenían agotado?

¿Debería mostrarle sus raps, sus letras, todo lo que su simple existencia le había inspirado? ¿Los proyectos de caridad que había dirigido en su nombre o la cantidad de álbumes que tenía de él, hasta los que subía en su pre-debut?

Rayos, ¿merecía si quiera estar en su presencia?

Tantas preguntas se formaron en su mente, que lo tenían ligeramente mareado.

De todas formas, antes de que pudiera si quiera comenzar a responderlas, Yongguk dejó su celular de lado y le miró. A los ojos. Y Junhong sentía que podía dejar de vivir en ese momento porque no cabía en sí mismo.

El mayor le sonrió ligeramente y bajó de su asiento, yendo hasta un pequeño cooler que había en el piso.

“Puedes sentarte, ¿quieres algo para beber?”, Yongguk soltó con voz calmada.

Zelo sabía que no podría tragar nada con los nudos en su estómago, sin embargo aceptó con voz callada y caminó un par de pasos hasta llegar al sofá que Himchan había estado usando antes, sentándose de inmediato.

Tomó aire. Tenía que tranquilizarte.

“Asumo que tienes edad para beber”, dijo Yongguk, cuando ya se estaba dejando caer a su lado, ofreciéndole una lata de cerveza, “pero si prefieres refresco…”, musitó.

Junhong negó con la cabeza, tomando la lata y rozando a penas sus dedos con los del mayor.

Tuvo que golpearse mentalmente ante el sonrojo que el simple contacto le produjo.

Vio al mayor abrir su lata, por lo que él hizo igual. Sorbió un poco, encontrando buen sabor a su bebida a pesar de que no era fanático de la cerveza. Era la diferencia entre la barata y la que de seguro costaría la mitad de su sueldo en su trabajo de medio tiempo.

“Entonces”, habló el otro con voz aterciopelada, “¿cuál dijiste que era tu nombre?”.

Junhong dio un respingo.

La voz de Bang Yongguk era mucho más grave en persona tal y como había leído hace tiempo, y se sentía afortunado de poder decir que, efectivamente, él lo había escuchado por sí mismo.

“Choi Junhong”, soltó el menor sin atreverse a dar su sobrenombre como había dicho que lo haría.

“Dime, ¿qué edad tienes?”, preguntó curioso el otro, siguiendo el ritmo de la conversación.

Junhong no registró ningún signo en la voz de otro que le diera una razón para mentir sobre su edad, por lo que dijo sin problemas:

“Dieciocho”.

Yongguk asintió con la cabeza, bebiendo de su cerveza. Hubo un largo momento en que no dijeron nada, pero Junhong no quería admitir que estaba incómodo ya que eso era lo que él quería hace mucho tiempo.

Solo se preguntaba si Jongup estaría mejor.

Zelo suspiró, bebiendo de su lata también. La verdad era que él tampoco sabía de qué hablar, así que eran tan culpable como el otro del silencio incómodo. Él sabía, oh claro que sí, lo incómodo que era Yongguk cuando se trataba de hablar: lo había visto en videos de sus entrevistas, usualmente era Himchan el que hablaba por los dos, sacándole un ligero enojo a Junhong porque él quería escuchar a Yongguk hablar, pero Jongup sonreía al escuchar a Himchan, por lo que su enojo estaba frustrado en su interior. Aun así eso era algo que Junhong admiraba en el mayor, que pudiera expresarse en su música de la forma que no podía en palabras, en las formas de comunicación comunes, lo hacía parecer genial a sus ojos hasta algo misterioso.

Tal misterio era lo que innegablemente le atraía.

El sonido de la lata siendo dejada contra la mesa en frente del sofá lo sacó de sus pensamientos, y como reacción única miró a su lado, viendo como Yongguk le miraba de vuelta.

“¿Cómo quieres hacer esto?”, preguntó el mayor.

El otro no comprendió a qué iba la pregunta, así que frunció el ceño ligeramente, sintiéndose idiota por no comprender.

Mas Yongguk solo le sonrió suavemente.

“Hagamos algo que tú quieras hacer y luego algo que yo quiera hacer, ¿te parece?”, preguntó, acercándose más al menor.

Junhong se tensó ante la cercanía, pero no por eso estaba menos complacido. Sentía el calor del brazo de Yongguk contra el suyo y sus ojos en su rostro, observando claramente como su rostro comenzaba a sonrojarse al mismo tiempo que su expresión se mantenía seria.

“¿Algo que quiera hacer?”, repitió el menor, parpadeando producto de sus nervios. Cerró los ojos para evitarlo y poder pensar mejor qué era lo que quería hacer.

Su mente llegó, de pronto, a las tardes noches en que su propia mano entraba en sus boxers, pensando en el hombre que estaba justamente a su lado.

Negó la cabeza con fuerza. De seguro Yongguk no se refería a eso y sus hormonas le estaban jugando una mala pasada. ¡Él lo admiraba por su forma de ser, su inteligencia y creatividad! Todo lo demás era extra e innombrable.

“¿No puedes pensar en nada?”, preguntó el mayor divertido a su lado.

Junhong resistió las ganas de asentir. Tenía que hablar si es que quería ser medianamente recordado.

“Solo tengo una pregunta”, soltó más calmado de lo que en realidad estaba, “si está bien para usted”.

Yongguk rió ante la formalidad.

“Puedes llamarme hyung, si gustas”, explicó divertido, “y responderé tu pregunta… a menos que vaya en contra de mi contrato”, terminó luego.

Junhong asintió, girándose levemente para ver los ojos del hombre. Reprimió su sonrojo una vez más.

Bang Yongguk era simplemente perfecto.

“Quiero saber qué te inspiró a escribir No One”, dijo el menor, “hyung”.

El mayor sonrió suavemente.

“¿Es tu favorita?”, preguntó con voz suave, cómplice. Como si no importara nadie más que Junhong.

Dios, no”, respondió Zelo, pero agregando de inmediato para que el otro no fuera a malinterpretar: “digo, todas y cada una de las canciones que has escrito son mis favoritas, pero No One es…”, musitó buscándole un adjetivo que pudiera describir a tal melodía.

Grata fue su sorpresa cuando el mayor comenzó a cantar, mirándolo a los ojos. Junhong no se atrevió a apartar la mirada, solo escuchó la letra cantada directamente hacia él por aquel hombre.

Junhong estaba enamorado. Realmente enamorado.

Yongguk rió después de terminar de cantar. Él no cantaba mucho, pero en esa canción si lo hacía en casi seis líneas (al igual que Himchan) por lo que era la razón principal que le diera curiosidad la inspiración y qué los hizo cantar en esa canción. Era una canción diferente, que no comprendía a un cien porciento.

Zelo sonrió.

“Está inspirada en la vida antes de tener algo de fama”, dijo Yongguk. Junhong parpadeó, tratando de relacionar la letra con eso que le decía el mayor.

Pero su proceso mental se vio atrofiado al segundo en que sintió su mano ser sostenida por la otra y oh dios las manos de Yongguk eran hermosas. Mucho más de lo que había podido apreciar en las fotos.

“¿Podemos hacer algo que yo quiera ahora?”, preguntó, sin dejar de verle a los ojos.

Junhong frunció un poco el ceño, con extraña emoción de querer saber qué es lo que el mayor querría hacer.

“De acuerdo”, musitó calladito.

Fue ligeramente consiente de cuando Yongguk besó su mano, por la parte de arriba. El beso fue duradero y el mayor tenía los ojos cerrados. Junhong tuvo que ser fuerte para no gritar (como seguramente hubiera hecho solo al imaginar tal situación) o apartar su mano.

Sin embargo, Yongguk dio dos besos más sobre sus nudillos, para después mirarlo seriamente.

Junhong cerró los ojos de la impresión, perfectamente consciente de cómo debía verse en ese momento, Yongguk, sin embargo, volvió a reir suavemente.

“¿Quieres un autógrafo?”, preguntó tranquilamente.

El menor asintió la cabeza rápidamente.

“¿Tienes el CD más reciente?”, volvió a preguntar.

Junhong volvió a asentir.

“¿De verdad?”, sonrió mucho más, mostrando sus encías. El otro sintió su corazón acelerarse ante tal sonrisa. “¿Qué puedo firmarte, entonces?”, inquirió, aunque por el tono de su voz, la pregunta era más para el mismo que para el otro,

Lo vio ponerse de pie, y caminó hasta la mesa donde estaba sentado antes. Junhong lo vio asir una chaqueta negra y buscar algo en los bolsillos. De ahí, sacó un objeto que Junhong no pudo ver muy bien, mas al momento en que el mayor se volvió a sentar a su lado pudo apreciar de inmediato de qué se trataba: un encendedor celeste.

Yongguk afirmó el mechero contra la mesa que tenían en frente de ellos, y con un plumón negro escribió su firma y un corto mensaje.

“Es tinta permanente”, explicó luego, con una sonrisa.

Junhong imitó esa sonrisa y recibió el regalo autografiado.

“Si llegas a venderlo, me pondré triste”, dijo, haciendo que Zelo negara con la cabeza de inmediato.

“Jamás lo haré”, musitó con voz tranquila pero sintiéndose muy contento con lo que había recibido.

De nuevo ambos volvieron a quedar en silencio, sin saber qué decir.

Un pequeño toque en la puerta irrumpió el silencio después de otro largo rato, y cuando Yongguk dio el permiso de que entrara, el Manager de antes apareció.

“¿Dónde está Himchan?”, fue lo primero que preguntó.

Yongguk se encogió de hombros por un momento, dejando en claro que no tenía idea donde se encontraba su compañero. Junhong recordó en ese momento a Jongup y una pequeña llama de preocupación nació de él.

El adulto hizo un sonido de molestia antes de volver a cerrar la puerta, seguramente para ir a buscar a Himchan y Jongup por el edificio (Dios sabe donde estaban metidos, de todas formas), lo que provocó que volvieran a quedarse solos.

Junhong se removió un poco, recordando lo que el hombre había dicho antes.

“Hyung”, le llamó incómodamente. Yongguk se giró a observarlo, sonriéndole por el apodo. El corazón de Zelo se detuvo un segundo ante el gesto. “Quiero una fotografía… si no es mucha molestia”, soltó el menor con voz dubitativa.

El mayor de ambos asintió con la cabeza.

“No es ninguna molestia”.

A tal respuesta, Junhong sacó su celular apresuradamente del bolsillo delantero de su sudadera, pensando que si tardaba un momento más, el otro cambiaría de parecer.

“Ven aquí”, musitó Yongguk, indicándole al menor que se sentara –realmente– a su lado, puesn hasta ese momento estaba uno a cada extremo del sofá.

Zelo se movió, atreviéndose a sentar solo cerca, pero Yongguk se acercó también, haciendo que sus piernas se tocaran, pasando un brazo por detrás de la espalda baja del muchacho rubio. Tomó el celular del menor, quien ya había puesto el modo de cámara, y lo puso sobre ambos.

“Uno… dos…”, recitó, y Junhong juró que esos labios acariciaron su mejilla al momento en que habló.

Alcanzó a penas a poner una linda sonrisa ensayada para la foto, sin poder esconder su sonrojo ante la cercanía. Yongguk salió con una sonrisa de lado y los ojos mirando directamente a la cámara. Muy guapo, al parecer del menor.

Justo cuando Junhong estaba por agradecer la foto y pedir su celular de vuelta, la puerta volvió a abrirse, estaba vez con el Manager y un Himchan a quien agarraba de la muñeca.

“El tiempo terminó, chico, fuera de aquí”, dijo con enojo el adulto, soltando a Himchan dentro del lugar con más fuerza de la que debería.

Junhong alzó el ceño en preocupación, pues Himchan parecía algo molesto (si bien Yongguk era su favorito, no quería decir que no sintiera simpatía por el otro chico, aunque usualmente fuera un objeto de envidia por compartir tanto tiempo con Yongguk) y el hecho que Jongup no estuviera a la vista lo hizo preocuparse aún más.

Se puso de pie de inmediato, pero antes que pudiera dar un solo paso, Yongguk se levantó también y tomó su muñeca, girándolo con algo de fuerza solo para mirarlo a los ojos y decir: “fue encantador conocerte”.

Asintió con la cabeza y murmuró una respuesta a penas por el mareo que esas palabras provocaron en su mente. Dio pasos inseguros hacia la puesta, pasando por el Manager y dando la última mirada preocupada a Himchan antes de salir de aquel cuarto.

En el momento que se cerró la puerta, Yongguk se giró hacia Himchan que ya estaba sentado a su lado, pero notoriamente irritado: era la clase de expresión que tenía cuando algo no le salía bien o era descubierto en alguna travesura.

“¿Qué hiciste?”, le preguntó suavemente aunque no quisiera.

Himchan gruñó.

Pero el más adulto respondió en su lugar: “Lo encontré besándose con el muchacho de antes, ¿puedes creerlo?”, dijo, enfadado también. “No puedo creer lo irresponsable que resultan ustedes dos, estoy harto”, soltó antes de salir por la puerta con un fuerte ruido.

Y solo entonces, Himchan comenzó a reír.

“Eres terrible”, le dijo Yongguk.

“No te pongas celoso”, comentó subiendo ambos pies a la mesa, “el chico era muy adorable, no pude evitarlo, además para esta clase de situaciones está el contrato ese, ¿no? Algo bueno que haya en ser famoso”, habló con más enojo del debido.

Yongguk observó el rostro de su compañero.

“Hay muchas cosas buenas en ser famoso”, afirmó.

Himchan bufó ante esas palabras.

“Como digas”, Himchan se puso de pie, yendo hasta el cooler de un lado, tomando una bebida, “si no puedo besar a quien yo quiera sin que sea un secreto, entonces no es nada justo”.

Yongguk lo pensó un segundo.

(Porque él también quiso besar a ese muchacho de antes, pero su moral no se lo permitió.)

Una idea cruzó su mente, entonces.

“¿Quién dice que debe ser un secreto?”, preguntó, notando que aún tenía un objeto en su mano. Sonrió satisfecho.

“¿De qué hablas?”, inquirió el otro.

Yongguk le miró, mostrándole un celular que Himchan no reconoció.





 

Notas finales:

esta idea es muy común pero trataré de hacerla lo menos plana posible, porque en realidad aun quedan capitulos, solo les explico eso para que no me abucheen tan pronto(?).

ahm, no sé cuando actualizaré, la verdad es que no será mi prioridad para el comenzar de la semana que viene, así que espero poder subir al menos uno más antes del lunes, pero quien sabe.

si les va gustando lo poco y nada que escribí dejenmelo saber o pongan favorito para que les llegue notificación cuando actualice (aunque ahora que lo pienso, no me acuerdo si eso pasa aún...) y mi ask está siempre abierto (pero aun así es un ask respetable, eh) para todo tipo de comentarios.

y ops ya llené las noas finales, perdónperdónperdón, lmao.


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