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BIRD (KaiSoo) por TeamKaiDi

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Notas del fanfic:

Me alegra poder estar dentro de este proyecto, (si no entienden, vayan a la información personas)

Quiero aclarar que no es plagio, soy Lesly, la autora, pero entre otras chicas y yo, hicimos esta cuenta para dar a conocer nuestros fanfics, espero que les agraden nuestras historias C:

Notas del capitulo:

Me alegra poder estar dentro de este proyecto, (si no entienden, vayan a la información personas)

Quiero aclarar que no es plagio, soy Lesly, la autora, pero entre otras chicas y yo, hicimos esta cuenta para dar a conocer nuestros fanfics, espero que les agraden nuestras historias C:

Las frazadas de algodón y la suavidad de su cama mantenían su delgado y pequeño cuerpo en un estado cálido. Afuera hacía un frío infernal, de modo que agradecía el ser tan afortunado de poder gozar del calor de un hogar.

El sonido de las personas del coro de la iglesia cantando villancicos navideños de casa en casa así como también el delicioso aroma a ponche con frutas que invadía sus fosas nasales le obligaron a abrir los ojos. Miró el reloj en forma de balón de futbol que yacía en el buró, tan solo eran las 8:02am, sin embargo, no era un día cualquiera, no, era el día de navidad, el día más importante del año para él. A D.O siempre le había hecho ilusión esa fecha del calendario. El pequeño, con la emoción que mostraría cualquier niño en un día como ese, prácticamente brincó de su cama, olvidándose por completo del sueño que apenas unos segundos antes lo invadía.

Bajó corriendo las escaleras, sus labios formando una brillante sonrisa llena de emoción. En la sala de estar, un enorme árbol natural descansaba en una de las esquinas, a unos metros del televisor. Dicho árbol, estaba decorado con esferas de diversos colores, tales como rojo, dorado, plateado, verde y otros. También una extensión de focos blancos adornaba el árbol en cuestión, y, para finalizar, como último toque, una brillante estrella en la punta, casi pegando en el techo. Además, bajo éste, desenas de obsequios de diferentes tamaños  envueltos en papeles brillantes y pomposos listones.

A lo largo de las blancas paredes, guías de pasto artificial se abrían paso, adornadas con luces y flores de Nochebuena, también artificiales.

El niño corrió hacia la cocina, donde se encontró a sus padres. Los adultos charlaban amenamente sentados frente a la barra, con ponche en mano. Al caer en cuenta de la nueva presencia, se levantaron de sus sillas y se dirigieron a él.

-D.O, pequeño, has despertado ¡feliz navidad!-. Exclamó emocionada la mujer mientras lo abrazaba. El hombre hizo lo mismo.

-¿Qué quieres hacer primero? ¿Abrir los regalos, o desayunar?-.  Le dio a elegir su padre. Tras unos segundos de pensarlo, el niño optó por la opción que habría elegido cualquier infante.

-¡Quiero abrir mis regalos!-. Su sonrisa se agrandó. Regresó corriendo a la sala y se dejó caer frente al árbol. La mayoría de las cajas tenían escrito “D.O” en la etiqueta. Estiró su brazo y cogió la caja que le quedaba más cerca, era una grande. Con sus enormes ojos brillando, comenzó a arrancar el papel a toda prisa, ante la mirada atenta de sus progenitores. Abrió su boca con sorpresa cuando el objeto quedó al descubierto.

-¡Un choche a control remoto!-.  Gritó con felicidad. Prendió el juguete para comprobar que funcionara bien. Su alegría aumentó al ver que funcionada, y además, era muy rápido.

-Abre el siguiente-. Sugirió su madre.

-Ahora lo haré-. Repuso, gustoso acató la orden. El siguiente regalo se trataba de una pistola de agua. La reacción fue la misma que la anterior.

La siguiente media hora transcurrió entre abrazos, agradecimientos y sonrisas. A D.O le encantaba ese ambiente familiar. Cuando todas las cajas por fin quedaron vacías, decidió que era hora de comer, pues su estómago comenzaba a doler y a rugir, exigiendo alimento.

Su madre, amablemente lo guió a la cocina, donde le entregó un plato repleto de comida humeante y deliciosa. Puré de papa, spaguetti y pavo relleno. También había pan recién horneado. El rico aroma inundó sus sentidos, se le hizo agua la boca. Colocó el plato en la mesa y se sentó, dispuesto a devorar los alimentos. Estaba a punto de dar el primer bocado…

 

 

-Hyung-. Una voz lo llamó. –Hyung, despierta-. Sentía unas manos sobre sus hombros, su cuerpo era movido suavemente por las mismas. –D.O hyung-. Por fin sus ojos se abrieron. Se encontró con una deslumbrante sonrisa.

-Kai, adivina qué ¡tuve un sueño genial!-. Comentó emocionado. El otro niño lo miró curioso. -Yo estaba en una casa, una casa hermosa. Tenía una cama, era muy calientita y acolchonada. Abrí muchos regalos, todos eran juguetes ¡no te imaginas cuántos! Había autos, osos, pelotas pistolas, pero eso no es todo, también había ponche con frutas y comida deliciosa, ¡con pan caliente y todo! -. Su rostro adoptó una expresión triste. –Tengo mucha hambre-. Expresó agarrándose el estómago. Kai lo ayudó a sentarse. Apoyó su espalda en la pared.

-Lo sé hyung. Por eso te traje esto-. Le mostró una pieza de pan. D.O lo miró sin hacer nada, así que Kai tomó sus pequeñas manos y puso el pan en ellas. –Adelante, come. No es como el de tu sueño, ya se enfrió y está duro, pero al menos te quitará el hambre por un rato-. El mayor lo miró con los ojos entrecerrados.

-Kai, no me digas que volviste a robar-. Regañó. Kai bajó la mirada, notablemente avergonzado.

-Lo siento hyung, es sólo que ayer no comimos nada y sabía que tendrías hambre-. D.O miró el pan y después a Kai. Con sus manos partió el pan en dos mitades. –Toma-. Dijo, ofreciéndole una de las partes. Kai abrió mucho los ojos y negó.

-Oh, no hyung, lo he traído para ti-. D.O insistió.

-Lo conseguiste tú, lo mínimo que puedo hacer es compartirlo contigo-. El menor tomó el pan con inseguridad.

 –Gracias-.

-Gracias a ti, Kai-. D.O besó la mejilla de Kai, logrando que éste se sonrojara. Con una sonrisa, ambos comenzaron a comer rápidamente el pan duro. Un cachorro color café se acercó a ellos.

-Hola pequeño-. Saludó Kai. El cachorro miraba su pan con súplica. –Ah ¿quieres de esto?-. El perro ladró en asentimiento. Él arrancó un pedazo de su pan y se lo dio al animal. –Por cierto, hyung-. D.O puso su atención en él. –Hoy es víspera de navidad-.

-Sí-. Recordó el mayor. –Kai ¿te puedo contar algo?-. Preguntó tímido.

-Claro hyung, lo que quieras-. El cachorro se había quedado dormido en el regazo de Kai, éste acariciaba su cabeza.

-En mi sueño… aparecieron mis padres. Eran personas muy amables. Mi madre era una mujer muy bonita, su cabello era largo y su sonrisa encantadora. Mi padre tenía una barba como Santa Claus, pero más corta y no era blanca-. Comentó divertido. Kai Lo miraba seriamente.

-Hyung ¿por qué sueñas con ellos? Ni siquiera los conoces, te abandonaron hace 12 años, entonces ¿Por qué?-. Los ojos de D.O se llenaron de lágrimas. –Lo siento D.O hyung, yo no quise…-. El mayor lo cortó.

-Está bien, Kai. Tienes razón, mis padres no me querían. ¿Sabes? En mi sueño mis piernas servían, podía caminar, incluso correr-. Kai lo abrazó protectoramente dejando que la cabeza del mayor reposara en su hombro.

-Hyung, si tus padres no te quisieron, entonces eran unas malas personas y muy tontos. No digas que tus piernas no sirven. Ya verás, cuando sea grande trabajaré para ganar mucho dinero y pagar tus operaciones. Compraremos una casa y seremos novios-. Esto último avergonzó al mayor, sus mejillas se pusieron coloradas.

-Gracias Kai, por estar siempre cuidando de mí, pero lamento ser una carga-. Kai agarró su mano y la apretó. -No, hyung, no, tú no eres una carga, tú eres todo lo que yo tengo, así como también yo soy lo único que tienes-. Se quedaron en silencio.

-¿Extrañas a mamá Min?-. D.O asintió.

 

 

La señora Min era una mujer mayor que vivía en las calles. Cuando D.O tenía un año de edad, fue abandonado en la calle, ya que no tenía de la capacidad de caminar. Min cuidó del pequeño todo el tiempo, y, un año después, encontró a Kai. A éste lo había abandonado su tía, que era la que estaba a su cuidado, porque sus padres murieron cuando él tenía días de nacido. Desde entonces la mujer cargó con ambos pequeños, no tenía dinero, sufrían muchas carencias, pero con lo poco que conseguía pidiendo limosnas y cantando en las calles, los alimentaba. Kai y D.O eran los nombres que ella les dio. Desgraciadamente, la mujer murió. Un día sólo ya no despertó, dejando solos a D.O y Kai, este último siempre cuidaba del mayor, debido a su estado.

Kai sólo tenía 7 años cuando la mujer falleció, D.O 8. Ahora sabe que se despidió de él, pero en ese entonces no entendía.

 

-Kai, hijo, quiero que me prometas una cosa-. Pidió la enferma mujer. Sus fuerzas habían acabado, ahora estaba marchita. Kai asintió. D.O dormía plácidamente.

-Dime mamá Min-. La mujer tomó sus pequeñas manos entre las de ella. Delgadas, arrugadas, rasposas. Le dio una sonrisa triste.

-Prométeme que cuidarás de D.O. Él es mayor que tú, pero sabes que es muy frágil, físicamente así como mentalmente también. Sabes que necesita muchos cuidados-. Kai sólo asentía. –Cuando seas mayor, quédate con él. Vivan felizmente en una linda casa, trabaja duro para pagar sus cirugías-.

-Eso haré mamá Min. Yo quiero mucho a D.O hyung, y a ti también-. La mujer sonrió.

-Mis pequeños. Nunca se separen-.

 

 

 

 

 

 

-Hyung-. Dijo de pronto el menor, mirando a D.O con una sonrisa. –Hoy sí cenaremos. Conseguiré algo delicioso para ti, la mejor cena que hayas tenido en tu vida-. Kai puso al cachorro en el regazo de D.O y se levantó. El otro lo miraba curioso. Agarró los periódicos que estaban en el piso y con ellos cubrió a su hyung. Se quitó la prenda que lo abrigaba, lo que antes fue un saco, ahora constaba únicamente en unos trapos desgarrados. Se la puso al mayor. –Tienes que estar bien abrigado, está haciendo frío-.

-Kai, enfermarás-. Reprochó D.O, pero Kai lo ignoró.

-Volveré en unas horas-. Besó la frente se su mayor y salió corriendo, sin darle tiempo de hablar.

 

Corrió hasta llegar al mercado local. Buscó con la mirada a su próxima víctima, hasta que la encontró. A paso rápido se acercó a la anciana.

-¿Quiere que le ayude a llevar sus compras?-. La mujer lo observó y luego asintió.

-Qué jovencito tan amable-. Kai cogió las bolsas, eran muy pesadas para un niño de 12 años. –Sígueme-.

Kai hizo lo que la mujer le indicó y pronto llegaron a una casa. Ella abrió la puerta y dejó pasar al menor, quien dejó las bolsas en la mesa.

-Aquí tienes-. La anciana le entregó unas monedas como propina.

-Muchas gracias señora-. Dijo Kai, mirando el dinero.

-Gracias a ti pequeño, en estos tiempos en difícil encontrar niños tan amables-. Kai se despidió y salió de la vivienda. Se dirigió de vuelta al mercado. Miraba los puestos, pensando en qué comprar para D.O, hasta que una mano lo jaló del cuelo de la camisa.

-Estúpido mocoso. ¡Tú fuiste quien me robó el pan!-. El hombre escupía cuando hablaba. A Kai le dio asco, pero su cuerpo tembló, pues había sido atrapado. Miró a su alrededor, esperando que alguien lo salvara, que alguien se ofreciera a pagar por él, pero nadie lo hacía. Las personas pasaban por un lado sin importarles nada. –Rata inmunda-.

-L…lo siento señor, pagaré por él-. No tuvo otra opción. Le mostró el dinero, pero el hombre le quitó todo lo que tenía.

-Es tu paga por haber robado-. Lo soltó bruscamente y regresó refunfuñando a la panadería.

Kai se quedó ahí, llorando. Le habían arrebatado el dinero que era para la cena de D.O. Pero no pensaba quedarse así, le había prometido a su hyung una rica cena y eso es lo que iba a tener. Se limpió las lágrimas y caminó hasta uno de los puestos.

-Hola señora ¿necesita que la ayude en algo?-. La mujer que vendía ropa negó.

-No quiero arriesgarme a que me robes algo-. Dijo con desprecio. Kai no respondió. Se tragó sus palabras y continuó su camino. Más adelante divisó un puesto de palitos de pescado.

-Eh-. Dijo tímido, golpeando la punta de su pie en el piso. -¿Podría ayudarle en algo? Limpiar, cobrar, lo que sea-. El dueño que atendía, un hombre que rondaba los 60 años con barbas blancas, lo ignoró por completo. Se sentía fatal, pero no se iba a dar por vencido. Por D.O haría hasta lo imposible.

-Disculpe señor, pero ¿me podría dar trabajo?-. El hombre del puesto de verduras lo miró de arriba abajo. –Sólo por hoy, por favor, necesito dinero-. Suplicó.

-Puedes comenzar separando las verduras podridas-. Señaló unas canastas con frutas y verduras. Kai sonrió feliz de hacer conseguido algo y comenzó con su trabajo.

Cuando terminó de separar las frutas y vegetales echados a perder, el hombre le entregó otros canastos. No fue sino hasta las 6:34pm que terminó. Recibió feliz su paga, que no era mucha, pero al menos había obtenido algo.  Se dirigió a comprar la cena para su hyung.

Una vez que compró todo, volvió al lugar donde había dejado a D.O. Él estaba jugando con el cachorro.

-Hyung ¡he vuelto!- Dejó las cosas en el piso y lo abrazó. –Lamento haber tardado tanto-.

-Kai ¿volviste a robar?-. Preguntó con sorpresa. Kai rió.

-Por supuesto que no, esto lo gané trabajando-. Aclaró orgulloso. –Incluso pagué por el pan de esta mañana-.

-Muchas gracias Kai-. Agradeció alegremente. –Eres muy bueno-.

-Esto es lo que compré-. Sacó se la bolsa los alimentos. Arroz, jamón y ensalada. También pan blando y chocolate caliente. –Lo siento hyung, quería comprarte un regalo, pero con el dinero que gané no me alcanzó más que esto-. Habló triste. D.O lo abrazó fuertemente.

-No seas bobo, esto es más que suficiente, además la navidad no significa dar y recibir regalos-. Kai ladeó la cabeza.

-¿No?-.

-No-.

-Entonces ¿qué significa?-. Preguntó.

-Pues, el verdadero espíritu navideño es dar amor, estar con tus seres queridos y ser feliz-. Explicó. Kai lo escuchaba con interés.

-Hyung-. Llamó su atención.

-¿Sí?-.

-¿Yo soy la persona que más quieres?-. D.O se sonrojó, pero asintió con la cabeza.

-Sí-. Kai sonrió.

-Tú también eres la persona que más quiero, hyung ¡te amo!-. Cuando menos se lo esperaba, Kai lo besó en los labios. Un beso inocente, sólo un roce.

-K…kai ¿por qué haces eso?-. Preguntó avergonzado, evitando la mirada del menor.

-Porque me gustas hyung, no- se corrigió- te amo-.

-Pero no podemos besarnos, somos jóvenes aún-. Kai lo miró triste.

-Entonces, cuando seamos grandes los dos ¿podré besarte?-. Preguntó con ilusión.

-Sí-. Respondió. Kai volvió a abrazarlo con fuerza.

-¿Y serás mi novio?-.

-No sé, los dos somos hombres-. Contestó D.O.  –Los hombres no pueden ser hombres entre ellos -. Kai bufó.

-Eso no importa hyung, lo importante es que nos amemos. Yo te amo, ¿y tú?-. D.O no sabía qué responder. Kai lo miraba expectante.

-Sí, sí te amo-. Respondió al fin. –Comamos-. Cambió de tema. El menor sacó los alimentos y juntos comenzaron a comer. El cachorro se acercó a ellos, moviendo la cola.

-Toma, pequeño-.  D.O puso comida en su mano y la acercó al perro, quien empezó a comer, provocando que el niño riera a causa de las cosquillas que le hacía la lengua del animal.

-¡Esto está delicioso!-. Exclamó Kai con la boca abierta.

-Traga todo antes de hablar Kai, es de mala educación hablar con la boca llena-. Regañó D.O.

-Lo siento hyung-. Se disculpó apenado.

-Hey, mocosos ¿qué hay para cenar?-. Ambos miraron hacia arriba con miedo. YongGuk, un chico mayor que ellos que también vivía en las calles los miraba sonriendo socarronamente.

-Lárgate, compré esto para D.O hyung. Consigue tu propia cena-. Dijo Kai enojado. D.O le lanzó una mirada llena de preocupación.

-¿Qué dices mocoso idiota?-. YongGuk se acercó a su rostro. Su aliento era nauseabundo una combinación de alcohol barato, cigarrillos y cebolla. Mostró sus amarillentos dientes a modo de intimidación. Agarró un pedazo de pan y se lo metió con brusquedad a la boca. Masticaba con la boca abierta, los restos de alimento llegaban hasta el rostro de Kai, donde se mezclaban con las lágrimas de impotencia que comenzaban a caer.

-Dije que yo trabajé para comprar esto para hyung-. El mayor jaló el cuello de su camisa. D.O, en un acto de desesperación, golpeó el brazo de YongGuk. A cambio, recibió un golpe en la mejilla a puño cerrado.

-¡Idiota!¡¿cómo te atreves a ponerle tus sucias manos encima?!- Kai le regresó el golpe, no obstante, el mayor lo superaba en tamaño y fuerza, de modo que no pudo hacer mucho. Ahora se encontraba tirado en el piso, recibiendo patadas en el estómago por parte de YongGuk. D.O gritaba desesperado que le dejase de golpear. El cachorro comenzó a ladrar, YongGuk lo levantó y lo lanzó contra un muró, el animal cayó inconsciente.

 

-Me llevo esto-. Agarró la cena que había comprado Kai y se marchó.

-Kai ¿Estás bien?-. D.O se arrastró hasta él.

-Hyung ¿tú estás bien?-. El menor acarició la mejilla del otro.

-Sí, ven aquí, te ayudaré-. Como pudieron, lograron hacer que Kai se sentara. D.O comenzó a llorar en sus brazos.

-Perdóname hyung, se llevaron la cena y no pude hacer nada, además te golpearon y no pude defenderte-. Lo abrazó con más fuerza.

-No, no, no es tu culpa-.

Los minutos pasaban y los dos chicos seguían llorando en los brazos del otro. Kai se separó un poco.

-Iré a ver cómo está el perrito-. D.O asintió, recordando que el animal también había sido agredido. Kai se acercó y tocó al cachorro. Su rostro se deformó en una mueca de angustia.

-¿Qué ocurre?-. Preguntó D.O, esperando que no fuese lo que estaba pensando.

-Está muerto, hyung-. Dijo Kai cabizbajo. De nuevo comenzaron a llorar.

Envolvieron el cuerpo del cachorro en periódico y lo enterraron en una jardinera.

-Kai, tengo sueño-. D.O se acomodó más cerca del menor, cerrando los ojos.

-¿Quieres que cante algo para ti?-. Asintió. Besó su frente y comenzó a recitar la canción que la señora Min les cantaba cuando no podían dormir.

 

 

“Al costado del camino hay un árbol, hay un árbol encorvado

Todos los pájaros del árbol, se han dispersado

Tres hacia occidente, tres hacia el oriente, y el resto hacia el sur

Y el árbol quedó solo, abandonado frente a la tormenta

Yo le dije a mama: escúchame, si tú no te interpones en mi camino, entonces madre en un instante, me transformaré en pájaro

Voy a estar sentado sobre el árbol, voy a mecerme en él

Y en el invierno lo voy a consolar con una hermosa melodía

Tataritaritarita tataritaritaritarita…

No hijo, dice mi madre, y llora lágrimas amargas

Dios me libre de que te congeles, sobre el árbol

Y yo le digo: mamá, es una pena, que desperdicies tus lindos ojos

Pues antes de que te des cuenta, seré un pájaro

Llora la madre y dice: pequeño, mi corona si dios va a quererlo así, lleva contigo una bufanda

Así no te resfriarás

Ponte las botas, se viene un invierno duro

Y también tu gorro de piel

¡Oh! Pobre de mí

Tantaritaritarita tantaritaritaritarita…

Y también lleva tu abrigo

Póntelo niño tonto

Si no quieres volverte un invitado, entre todos los muertos

Trato de aletear y es pesado

Demasiadas, demasiadas cosas

Mi madre me las ha puesto

A éste pobre y débil pájaro

Miro tristemente en los ojos de mi madre

Su amor no me ha permitido volverme un pájaro

Al costado del camino hay un árbol, hay un árbol encorvado

Todos los pájaros del árbol se han dispersado

Tantaritaritarita…”

 

 

Cuando terminó la canción, D.O ya respiraba pausadamente contra su pecho. Lo abrazó más, brindándole calor, pues pronto comenzaría a nevar.

El mensaje que transmitía la canción era claro. Hablaba de una madre que sobreprotegía a su hijo y a causa de ello, cuando el niño se volvió adulto, no sabía qué hacer de su vida, no sabía cómo vivirla, se había vuelto dependiente. Sin embargo, Kai no pudo evitar sentirse identificado. Él era el árbol, D.O era un pájaro, su hermoso pájaro, y cuando aprendiera a volar con sus propias alas, lo dejaría atrás. Un pensamiento egoísta cruzó por su mente. Por un momento, deseó que D.O no pudiera caminar nunca, así se quedaría por siempre a su lado, jamás se marcharía.

-No, él no haría eso-. Se dijo a sí mismo, sintiéndose culpable por tener esos sentimientos. –Yo trabajaré duro para poder pagar sus tratamientos. Él podrá caminar y se quedará conmigo-.

Poco a poco sus ojos se fueron cerrando, hasta que también se durmió.

Kai despertó antes del amanecer debido a los movimientos bruscos que hacía D.O. Preocupado tocó su mejilla, estaba helado. D.O no paraba de temblar y lucía más pálido de lo normal.

-D.O hyung ¿qué te pasa?-. No respondía. Kai lo abrazó tratando de transmitirle calor. Su respiración era pesada y tiritaba. –Te llevaré al doctor, no estás bien-. Cargó a D.O en sus brazos.

-No, Kai… te cansarás más si me llevas. Ve, te esperaré aquí-. Dijo con voz temblorosa. Kai se negó rotundamente.

-No te puedo dejar así. Además, no sé cuánto tarde, y no quiero que pase lo mismo que aquél día-. Siguió caminando. –No me lo podría perdonar de nuevo-.

-No fue tu culpa-. D.O tenía los ojos cerrados.

-Claro que lo fue ¡Abusaron de ti!-. Se notaba que estaba desesperado. Respiró profundamente, no era hora de gritarle a su hyung, ya estaba bastante mal.

-En serio Kai, puedo quedarme aquí-.

-No, ¿y si te ocurre algo? Ni loco, no pienso arriesgarme-. El menor estaba cansado, pero podía más su fuerza de voluntad que el dolor de su estómago y sus pies. Caminaron alrededor de quince minutos, hasta que llegaron al hospital.

-¡Por favor, ayúdenme, es una emergencia!-. Una enfermera se acercó a ellos.

-Doctor, venga-. Dijo la mujer. Un doctor se acercó a ellos y observó al chico inconsciente en los brazos de su compañero.

-¿Dónde estás sus padres?-. Preguntó, mientras hacía una seña a otro doctor para que trajeran una camilla.

-No tenemos padres-. Respondió Kai poniéndose a la defensiva. El otro doctor llegó con la camilla y recostaron a D.O.

-Quédate aquí niño-. Los doctores y la enfermera comenzaron a correr a la sala de urgencias.

-¡Quiero ir con él, no puedo dejarlo solo!-.  Gritó Kai, pero fue ignorado por completo.

Una amable enfermera lo guió a la sala de estar, donde le hizo sentarse y le entregó un pequeño refrigerio. Un emparedado y un jugo de manzana. También le dio un abrigo.

-Pequeño, come esto-. Kai tenía hambre, pero no pensaba comer hasta saber cómo estaba D.O.

-¿Dónde está D.O? Quiero verlo, lléveme con él, por favor-. La mujer lo miró tristemente. Puso su mano en su hombro, confortándolo.

-Me temo que en estos momentos es imposible, pero te prometo que cuando sepa algo, te digo ¿está bien?-. No le quedó otra opción que aceptar. Tomó el emparedado y comenzó a comer con prisa. No era el mejor sabor del mundo, pero había pasado tiempo desde que había comido, la noche anterior sólo pudo darle unos bocados a su cena. Recordar eso lo hizo enfurecer. –Y dime ¿cómo te llamas?-.

-Kai-. Respondió mientras masticaba. Antes de pasarse la comida, dio un trago a su jugo. La enfermera rió.

-¿Y el de tu hermano?-. Kai dejó de comer por un momento. Tenía ganas de llorar, pero no  dejaría sus sentimientos expuestos ante un extrañó. Trató de parecer indiferente.

-D.O, y él no es mi hermano-. Volvió a devorar su comida.

-Oh, ya veo ¿esos son sus verdaderos nombres?- Inquirió. Kai negó con la cabeza.

-No, son los nombres que nos dio mamá Min. No sabemos cuáles son nuestros nombres reales-. Kai terminó su emparedado. -¿Puede darme otro?-. La enfermera se fue por un momento  y después regresó con dos emparedados en la mano. El pequeño los devoró hambriento.

-¿Quién es mamá Min?-.

-Es la mujer que nos cuidaba. Ella era muy dulce-.

-¿Era? ¿Qué ocurrió?-. El menor la miró enarcando una ceja.

-¿Usted es de la policía?-. Ella rió.

-Por supuesto que no. Sólo quiero ayudarlos, a ti y a tu amigo-. Kai seguía mirándola con desconfianza. –Kai, confía en mí. Soy una buena persona-.

-¿Y cómo nos podrías ayudar?-. Ella pensó en cómo decírselo.

-Puedo buscarles un lugar dónde vivir. Un hogar. Con techo, camas, comida, y posteriormente, podrían ser adoptados por una familia-. Él sonrió por primera vez.

-¡Eso sería fantástico! Si nos adoptan, podremos pagar las cirugías y tratamientos que necesita D.O hyung, así podríamos jugar al futbol y a los escondites-. Su voz estaba cargada de emoción. La mujer se puso seria.

-Cariño, esto no es así de fácil. Tengo que ser sincera, y nada nos asegura que serán adoptados por la misma familia, es más, nada nos asegura que serán adoptados-. Kai se levantó enojado.

-Entonces no quiero ir a ese lugar. Me niego a separarme de D.O hyung. Él es todo lo que tengo, y yo soy lo único que él tiene-.

-Kai, lo siento, pero esta no es una decisión que puedas tomar, el gobierno ha dado una orden, tiene que ser cumplida-. Kai comenzó a correr a la salida. Cuando salió del hospital, una alfombra blanca hecha de nieve se extendía por toda la calle. No le importaba y se congelaba. Corrió y corrió hasta llegar a un callejón oscuro, en donde se resguardó. Se sentó en un rincón, entre un cubo de basura y la pared.

Quería ver a D.O, saber cómo se encontraba, abrazarlo y que lo amaba, que todo estaría bien. Pensó en lo que le dijo la mujer. Si lo adoptaban, tendría más posibilidades que estudiar y posteriormente obtener un buen empleo, en donde ganaría mucho dinero. Con esta plata pagaría todos los cuidados que necesitaba su hyung, le daría todas las comodidades del mundo. Si estudiaba, también aprendería a leer y escribir, así podría leer libros para su hyung, cientos y cientos de libros con historias lindas y finales felices. Recordó a mamá Min. Ella no sabía leer ni tampoco escribir, pero aún así les contaba historias fantásticas. La mujer guardaba un libro que habían encontrado en la basura. La pasta color verde pasto estaba muy maltratada y las hojas amarillentas se desprendían, pero a Kai y a D.O les encantaba, porque la anciana, todas las noches abría el libro en una página al azar y simulaba que estaba leyendo. Les contó muchas historias, pero Kai recordaba una en especial.

 

 

-Mamá Min, ¿nos lees un cuento?-. D.O dejó descansar su cabeza en el regazo de la señora. Kai, por su parte, apoyó la suya en su hombro, mientras acariciaba la cabeza de su hyung y jugaba con su cabello.

-Por supuesto, mis niños-. Abrió el desgastado y viejo libro. –Esta historia se llama “Dodo, la tortuguita marina-. Los pequeños centraron en ella toda su atención. –Esta era una vez, una pequeña tortuga marina llamada “Dodo”, pero Dodo, no era una tortuga marina común y corriente-.

-¿No?-. Preguntó D.O, interrumpiéndola.

-No, no lo era-. Respondió la señora Min.

-¿Por qué?-. Cuestionó ahora Kai, curioso.

-Dodo no era una tortuga común y corriente, porque, a diferencia de las demás tortugas marinas, ella no sabía cómo caminar-. Kai la volvió a interrumpir.

-Oh, igual que D.O-. Expresó.

-Sí, así es-.

-Entonces era una tortuga muy linda-. Comentó Kai. D.O sonrió.

-Sí que lo era-. Estuvo de acuerdo. –Como decía-. Continuó. –Dodo no sabía caminar, mientras que todas sus compañeras tortugas ya se habían aventurado en las profundidades del mar, Dodo permanecía oculta en la arena, con miedo de ser pisada por las personas que por ahí pasaban-. Los niños tenían caras tristes. –Pero no es que Dodo no pudiera caminar, ella sí podía, sólo que no sabía cómo hacerlo-.

-¿Ves D.O? Sí puedes caminar-. Dijo feliz Kai.

-No es cierto-.

-Sí lo es, sólo tienes que aprender, sólo necesitas tus tratamientos y operaciones y verás que podrás caminar-.

-Pero cuestan mucho dinero, y nosotros no tenemos nada-. Habló triste.

-Chicos, déjenme terminar-.

-Sí mamá Min-.

-Bueno, en lo que estaba. Dodo no sabía caminar, y estaba asustada. Ella quería a sus padres, pero éstos no podíanestar con ella, ya que sólo la dejaron ahí cuando apenas era un pequeño huevo. Un día, un pequeño niño fue de vacaciones a la playa, y, mientras dicho niño jugaba a construir castillos en la arena, por casualidad encontró a Dodo.- Los menores emitieron un sonido de sorpresa.

-Mamá Min ¿Cómo se llamaba ése niño?-. Quiso saber el mayor. La mujer fijó la vista en el libro, fingiendo buscar.

-“Sai”, su nombre era Sai-.

-Sai es parecido a Kai ¿cierto?-. Volvió a hablar el mayor.

-Cierto-. Sonrió.- Sai, era un niño muy alegre y bondadoso. Cuando vio a Dodo, pudo notar que ella no podía caminar, así que a él se le ocurrió una gran idea-.

-¿Cuál?-. Dijo Kai.

-Sai decidió ayudar a Dodo a caminar. Con suma delicadeza y cuidado, tomó a la frágil tortuga y la impulsó, sólo un poco. Por supuesto, no funcionó, pero no se dio por vencido. Su voluntad era inquebrantable, nada ni nadie podía detenerlo o hacerlo cambiar de parecer. Le tomó mucho tiempo y dedicación, pero al final, sus grandes esfuerzos dieron frutos-.

-¿Dodo logró caminar?-. Kai preguntó emocionado.

-Sí, lo hizo, con ayuda de Sai logró llegar hasta las olas, y ahí, se sumergió en busca de su propia aventura-.

-¿Y abandonó a Sai?-. D.O preguntó triste. La mujer suspiró.

-Pues sí, pero no he terminado. Al principio, Sai se sintió muy triste, pero después comprendió que las cosas tenían que ser así, y se sintió feliz y orgulloso de haber sido capaz de ayudar a Dodo. Fin-. Cerró el libro.

-¿Ya terminó? Es una historia triste-. Kai bajó la mirada.

-Kai, no te preocupes, yo nunca te voy a abandonar. Yo no seré como Dodo-. Aseguró D.O.

-Esperen, me equivoqué-. Se apresuró a decir, abrió el libro. –Después de trece años, Sai volvió a esa playa siendo ya un hombre hecho y derecho. Mientras caminaba por la arena disfrutando del sol, vio algo saliendo del agua que capturó su atención-.

-¡Era Dodo!- Profirió Kai emocionado.

-Sí, lo era. Sai observó a la tortuga e inmediatamente la reconoció. Dodo se veía feliz, no podía sonreír, pero  pudiera, lo hubiese hecho. Ahora sí, fin-.

-¿No hay más?-.

-No Kai, es todo por hoy, ahora a dormir-. Los pequeños se acurrucaron más cerca y ella los cubrió con los periódicos.

-Buenas noches mamá Min, buenas noches D.O, los quiero-.

 

 

 

 

El miedo volvió a invadirlo. Temía que cuando D.O pudiese caminar, lo abandonara. Aún así él haría todo lo que estuviera a su alcance para ayudarlo, como Sai a Dodo. Reconsideró la posibilidad de ir a ese lugar del que le habló la enfermera de antes. Él no soportaría si lo separaran de D.O, si las cosas iban a ser así, prefería pagar los médicos para su hyung por sus propios méritos. Cuando creyó que era seguro salir, así lo hizo, pero en ese momento unos hombres llegaron y lo subieron a una camioneta.

 Kai pataleaba y se retorcía, pero nada de esto funcionaba, era muy débil. No le preocupaba a dónde lo llevaban en ese momento, lo único que pensaba era en D.O.

-Niño, tranquilízate, esto es por tu bien-. Dijo uno de los hombres, el que iba manejando.

-Quiero ver a D.O-. Sentenció.

-Escucha, no sé quién es ese tan D.O-. Respondió. Otro de los hombres se quedó pensativo.

-¿No es ese chico que murió de hipotermia?-.

-Cierto, lo recuerdo-. Concordó el tercer hombre. –Escuché eso de una de las enfermeras-. Es no podía ser cierto. Kai se negaba a creer  aquellas palabras. D.O estaba vivo, lo podía sentir en el corazón, en las entrañas, en los huesos.

-¡Cállense, eso es mentira!-. Reclamó furioso.

-Lo lamento niño, pero no es mentira, es cierto-.

Después de tanto esfuerzo terminó completamente cansado y no pudo evitar quedarse dormido.

 Cuando despertó, se encontraba en una habitación con seis camas dobles perfectamente hechas y ordenadas. Él estaba en una de las camas inferiores. Se sentó desorientado, en ese momento entró alguien.

-Hola, pequeño, bienvenido-. Dijo una mujer mayor. Parecía amable, vestía con ropa de monja. En sus manos llevaba una charola con un plato de sopa humeante y un vaso con agua. –Come esto, estás muy desnutrido. La sopa de pollo está deliciosa-.

-¿Dónde estoy?-. Preguntó tallándose los ojos.

-Cariño, esto es un orfanato. Aquí tendrás todo lo que necesitas, desde alimento hasta vestimenta, todo. Espero que te sientas cómodo, si quieres puedes descansar, y cuando te sientas listo puedes salir a jugar con los otros niños-. Kai se levantó de repente.

-¿Dónde está D.O?-. La mujer lo miró con pena. Tomó asiento.

-Ven, siéntate-. Lo invitó a tomar lugar al lado de ella.

-¡Yo sólo quiero saber cómo está!-. Gritó desesperado. Comenzó a dar vueltas por la habitación, aunque no había demasiado espacio por el hecho de haber tantas camas.

-Tranquilo. No quisiera decirte esto, pero los hombres que te trajeron me informaron que él falleció-. Respiró profundo. No estaba dispuesto a caer e esa mentira. Era algo absoluta y totalmente falso. Lloró en silencio, no porque D.O estuviera muerto, no, él sabía que no lo estaba. Lloró porque todos estaban en su contra, diciendo mentiras sobre D.O.

-Mientras dormías te hicimos exámenes. Tu salud está muy deteriorada y si no te alimentas bien, podrías adquirir anemia, así que por favor, come toda tu sopa. La mujer se paró para marcharse, en ese momento Kai levantó el plato y lo lanzó contra la pared. La sopa salpicó el muro, el suelo y parte de una cama.

-¡Ahhg!-. Emitió un grito desgarrador.

-Tendré que castigarte hoy, no podrás estar presente en la proyección de películas en la tarde-. Comunicó con pesar. –Llamaré a alguien para que limpie este desastre-.

Se dejó caer en la cama y sus gritos fueron amortiguados por la almohada. Uno de los hombres de antes entró a la habitación y limpió la sopa derramada.

  No le importaba si se perdía la estúpida película, él lo único que necesitaba era a D.O.

Después de unas horas dejó de llorar, no porque no quisiera, sino porque ya no podía hacerlo más. Su cabeza dolía y sus ojos ardían. No se había dado cuenta de que sus ropas habían sido cambiadas por otras limpias y sin agujeros ni rasgaduras. Se limpió los restos de lágrimas y mocos con la manga de su sudadera.

-Oh, ya estás despierto-. La mujer de antes entró por la puerta con otro plato de sopa. –Espero que esta vez no lo lances-. Kai bajó la mirada avergonzado.

-Siento mucho lo de antes. No lo haré de nuevo-. Se disculpó. Ella le sonrió dulcemente y agarró su mano.

-No te preocupes, te entiendo. ¿Quieres ver la película? Está a punto de comenzar-.

-Está bien-. Aceptó.

-Puedes hermana Choi-.  Kai le ofreció una ligera sonrisa.

-Yo soy Kai-. La hermana lo llevó hasta la sala de televisión, donde había alrededor de 100 niños y niñas o incluso más. En el lugar había cuatro televisores distribuidos de tal manera que todos pudieran ver. Aún quedaban sillas vacías, así que Kai tomó una. Una película llamada “El rey león” comenzó. Deseaba que D.O estuviese ahí, así podrían ver la película juntos. Uno de sus sueños a futuro era mirar miles de películas al lado de su hyung, ya que sólo habían visto una. Afuera de una de esas tiendas donde venden aparatos electrónicos.

 

 

 

Kai iba caminando por la calle, llevaba a D.O cargado en su espalda. Una tienda de electrodomésticos capturó la atención del mayor. Había una vitrina donde exhibían televisores. En ese momento estaba una película.

-Hay que quedarnos a ver-. Pidió D.O.

-No deberíamos ¿Qué tal si nos regañan?-. D.O hizo una mueca de súplica.

-Por favor, kai, nunca he visto una película-. Trató de convencerlo.

-Está bien-. Como siempre, no podía negarle nada a su hyung. El mayor sonrió complacido.

D.O no paraba de reír cada vez que el venado bebé trataba de caminar. A cada momento se resbalaba, al mayor le causaba gracia.

-Kai, cuando yo camine, me  ocurrirá lo mismo a mí ¿te imaginas?-. D.O siguió riendo.

 Kai sintió algo húmedo en su hombro. Estaba pasando la escena donde Bambi y su mamá intentan escapar de unos cazadores. “Corre Bambi, corre”, decía su madre. El pequeño corrió y corrió hasta llegar a un lugar seguro. “Estamos a salvo mami, ya no hay peligro”, dijo contento en ciervo, “mami, mami ¿dónde estás?” preguntaba. Salió de su escondite en busca de su madre, pero a quien encontró fue a su padre. “Tu madre no podrá volver con nosotros, los hombres se la han llevado”. Supo que D.O estaba llorando. “Tienes que ser fuerte”, dijo el venado adulto, mostrándose duro. Kai también tenía ganas de llorar, pero no lo hizo. Tenía que ser un hombre fuerte por su hyung.

Desgraciadamente, en ese momento salió el dueño de la tienda.

-Niños, váyanse de aquí. Asustan a los clientes-.  Los echó. No pudieron verla completa.  Kai comenzó a caminar, sintiéndose mal. Algún día le compraría un televisor gigante a D.O, así podría ver todas las películas que desease.

 

 

 

 

La película del rey león finalizó. Kai ni siquiera le prestó atención.

-Chicos, vayan a sus habitaciones. Les avisaré cuando la cena esté lista-. Anunció otra hermana. Kai se levantó y comenzó a caminar a la habitación que le había sido asignada.

-Hola ¿eres nuevo?-. Un niño le preguntó. Kai miró hacia atrás y hacia los costados para comprobar que le estuviera hablando a él. En efecto, la pregunta iba dirigida hacia Kai.

-Hum, sí-. Se limitó a responder. El niño era menudito, tanto como su hyung.

-¿Cómo te llamas?-. Volvió a preguntar el niño, siguiendo a Kai.

-Me llamo Kai-.

-Yo me llamo BaekHyun-. Se presentó. Kai no sabía por qué, pero ese niño le recordaba a D.O. –Dime Kai ¿cuántos años tienes?-. Entraron a la habitación. -¡Oh! No me digas que te tocó aquí-.

-Sí ¿por qué?-. Preguntó sin entender su reacción.

-Aquí duermo también-. Le dedicó una sonrisa. Kai estaba serio. –No me has dicho cuántos años tienes, yo tengo trece-. Comentó.

-Tengo doce-. Respondió Kai. Así que BaekHyun incluso era de la misma edad que D.O.

-Qué bien, soy mayor-. Saltó feliz. -¿Por qué estás aquí? Yo estoy aquí prácticamente desde que nací-. Habló natural.

-Me trajeron en contra de mi voluntad-.

-¿En dónde vivías?-. Quiso saber.

-En la calle-. BaekHyun abrió la boca.

-Deberías de estar feliz, al menos así ya no estarás solo-. Kai se enojó.

-¡No estaba solo!-. Sorprendentemente BaekHyun no se asustó por la reacción que tuvo.

-¿No?-.

-No-.

-Entonces ¿con quién estabas?-. Kai se mordió el labio inferior en un intento de no llorar.

-D.O hyung siempre está conmigo-. Dijo. BaekHyun elevó las cejas.

-¿Quién es ese D.O hyung?-. Preguntó.

-D.O hyung es el hyung más lindo que he conocido. Él no sabe cómo caminar, y es muy tierno. A pesar de su estado, él siempre se preocupa por mí. Es la persona a la que más amo, cuando sea grande va a ser mi novio-. Dijo con una sonrisa.

-¿El hyung más lindo que has conocido?-. Kai asintió, se sentía orgulloso de decirlo.

-¿Incluso más que yo?-. El menor lo miró molesto.

-Por supuesto que sí, muchísimo más-. BaekHyun abrió la boca ofendido.

-Pues será lindo y lo que quieras, pero te abandonó ¿o por qué no está contigo? No creo que sea tan buena persona como tú dices-. Reprochó. Kai enfureció.

-¡Cállate, tú no sabes nada, niño tonto! D.O hyung está en el hospital. Los adultos dicen que el murió, pero eso no es verdad-. Su respiración se volvió agitada, su ceño fruncido.

-Lo siento, no quise molestarte-. Se disculpó el mayor. Kai lo ignoró y se acostó en su cama hasta que los llamaron para cenar.

Con el transcurso de los días, BaekHyun y Kai se volvieron cada vez más cercanos, pero eso no quería decir que se hubiera olvidado de D.O, él siempre sería la persona a la que más ama en el mundo, no dejaba de extrañarlo y siempre lo esperaba. BaekHyun le recordaba un poco a él, por eso sentía la necesidad de protegerlo. Se parecía a D.O por el hecho de que ambos eran muy frágiles y tenían la misma edad, D.O era dulce, tierno, y adorable, nadie podría ocupar su lugar jamás.

Hizo todos sus estudios ahí adentro. Cada día estudiaba arduamente para poder cumplir sus sueños.

Pasaron los días, los meses, los años. Kai ya tenía 16 años cuando BaekHyun le declaró su amor, creyendo que el menor ya había olvidado a D.O.

-Kai, me gustas-. Confesó. Él abrió los ojos con sorpresa.

-Lo siento hyung, por no poder corresponderte-. Se dio la vuelta dispuesto a irse, la situación era incómoda.

-Espera-. BaekHyun  lo detuvo. -¿Por qué no puedes?-.

-Tú sabes perfectamente que yo amo a D.O hyung-. Declaró. BaekHyun soltó su brazo lentamente.

-Creí que no pensabas más en él-.

-Que no hable de él no significa que lo haya dejado de amar o que lo haya olvidado-. El mayor lo miró dolido. –Me hace daño hablar de él, me lastima, pero eso no cambia el hecho de que D.O hyung esté siempre en mi mente-. Una lágrima amarga bajó por su mejilla.

-Entonces ¿todo este tiempo… has estado pensando en él? ¿No he logrado que lo olvides?-.

-Lo siento, pero no, no podría-. BaekHyun se dio la vuelta y se marchó, intentando de mantener su dignidad.

Desde ese día se dejaron de hablar. Algunas veces Kai trataba de conversar con BaekHyun, pero él no cedía. Llegó un día en el que ya no le importó.

BaekHyun cumplió la mayoría de edad y se fue del orfanato. Kai tampoco fue adoptado, y al ser mayor, también se marchó. Con la ayuda de la hermana Choi, quien ya era una mujer mayor, obtuvo un puesto en una gran empresa.

Lo primero que hizo al salir, fue rentar un departamento barato, pues pensaba guardar la mayor parte de sus ganancias para cumplir la promesa que hizo cuando niño.

Una vez que estuvo instalado, comenzó con su misión. Pronto sería navidad, de modo que el clima era muy frío, así que se aseguró de abrigarse bien antes de salir. Visitó el hospital a donde había llevado a D.O. Cuando le dijo a la recepcionista el motivo de su visita, ésta se negó a atenderlo. Afortunadamente, logró reconocer al doctor que los atendió en aquél entonces.

-Disculpe-. El doctor lo miró interrogativo.

-¿Qué sucede?-. Se acercó a él.

-No sé si me recuerde, pero estoy buscando información de un paciente. Lo traje aquí hace ocho años más o menos-. El mayor ladeó la cabeza, intentando recordar.

-Por favor sea más específico, he atendido a miles de pacientes-. Kai había olvidado ese dato debido a los nervios del momento. Estaba a punto de saber qué fue de su hyung.

-Su nombre es D.O, bueno, ese es el nombre que nos dio la mujer que nos cuidaba-. Aclaró. –Vivíamos en la calle, lo traje en una navidad-. El rostro del hombre se iluminó, como si de pronto hubiese recordado algo importante.

-Ah, claro, el chico que no podía caminar-.

-¡Sí, ¿qué ocurrió con él?! Por favor dígamelo- Preguntó impaciente, la sonrisa del hombre se borró. Por un momento Kai sintió que el mundo se le vino encima.

-Si recuerdo bien, él fue llevado a un orfanatorio-. Sintió alivio.

-¿Entonces no murió de hipotermia?-. El doctor negó.

-No, estuvo grave unos días, pero sobrevivió y fue llevado a un orfanato-.

-¿Cuál?-.

-Si me esperas unos minutos, revisaré los archivos y así te podré dar la dirección del lugar, no recuerdo con exactitud-.

-Sí, claro, lo esperaré-. El hombre se metió en su oficina y Kai se quedó esperando afuera.

Se cansó de estar sentado, así que se paró y comenzó a caminar de un lado a otro, la recepcionista lo miraba demasiado, pero él no prestaba atención. Después delo que le parecieron horas, la puerta se abrió y el doctor salió con unos papeles en su mano derecha.

-Aquí está la dirección. No debería de hacer esto, pero te veías demasiado desesperado-. Kai cogió la hoja con la dirección.

-Muchas gracias, en serio, no sabe cuánto se lo agradezco-. Hizo una venía al hombre mostrando su gratitud.

-No te preocupes muchacho, espero que puedas dar con su paradero-. Kai agradeció una vez más y se marchó.

En la tomó un taxi.

-Lléveme a esta dirección, por favor-. Le tendió la hoja de papel.

-De acuerdo-. El chofer arrancó.

Veinte minutos después llegó a su destino. Pagó y bajó del taxi.

-Necesito hablar con el encargado por favor-. Dijo al recepcionista, éste asintió y tomó el teléfono para hacer una llamada. Mientras tanto, Kai esperaba impaciente.

-En un momento sale-. Anunció el hombre. Segundos después, una puerta se abrió y un hombre viejo salió.

-¿Qué se le ofrece?-. Preguntó con su voz ronca.

-Necesito hablar con usted, en privado-. El hombre lo miró extrañado pero aceptó.

-Sígame-. Ordenó, volviendo a su oficina. Kai así lo hizo. -Tome asiento-. Dijo el hombre señalando la silla frente a él.

-Necesito información de un chico que estuvo aquí-. Fue directo, el hombre arqueó una ceja.

-Me temo que no puedo dársela, está prohibido-. Kai sacó un rollo de billetes de cartera. Discretamente se los mostró. Una sonrisa se asomó por el rostro del viejo. Sus dientes eran amarillentos. –Ya veo ¿quién es él o ella?-.  Aceptó el dinero y lo guardó.

-Se hacía llamar D.O. Tiene ojos grandes y piel muy blanca-.

-Lo recuerdo, el discapacitado-. A Kai le molestó la manera como lo llamó, pero no dijo nada. No quería hacer enfurecer al hombre y arruinarla oportunidad de encontrar a su hyung. –Él fue adoptado, sólo puedo darte el número de teléfono de las personas que lo adoptaron-. Kai asintió. –No sé cómo alguien puede querer adoptar a alguien que no puede caminar-. Comentó como si estuviera diciendo algo divertido mientras buscaba en su computador. El menor se tragó sus palabras junto con todo el coraje que sentía. –Aquí está-. Le entregó un papelito. Kai lo tomó y salió del lugar sin siquiera agradecer.

-Mocoso malcriado-. Logró escuchar antes de cerrar la puerta.

Tomó el bus de vuelta a su hogar. Cuando llegó se tiró en el sofá, pensando si llamar al número o no. Al final decidió que sí. Tomó su celular y marcó.

-¿Hola?-. Dijo una mujer del otro lado de la línea. Kai respiró profundo, ignorando sus nervios.

-Sí, hola. Lamento molestarla, estoy buscando a su hijo-. No se le ocurrió otra cosa qué decir.

-¿Mi hijo? ¿Cuál?-. Preguntó ella.

-El chico que adoptó-. No estaba seguro si D.O era el único al que habían adoptado, pero no perdía nada con intentarlo.

-Oh sí, pero él ya no vive aquí-.

-¿Podría darme su dirección?-.

-Claro, ¿tiene en qué apuntar?-.

 

 

 

Ya tenía la dirección de D.O, ahora sólo faltaba que se decidiera a visitarlo. No era tan fácil, sin embargo. Había pasado tanto tiempo ¿qué le diría? ¿Y si aún no sabía cómo caminar? Necesitaba prepararse psicológicamente antes de tomar el gran paso.

Ya era víspera de navidad. Todo el tiempo había evitado el encuentro con excusas tontas, pero sabía que el momento llegaría, y el día había llegado.

Compró un pavo relleno ya preparado, pues no sabía cocinar. También compró un regalo para D.O. No sabía qué gustos tenía, ni qué talla de ropa era, por lo que terminó comprando en DVD de la película de Banbi. Tomó un taxi y le indicó la dirección que le dio la madre adoptiva de D.O. No quedaba lejos de su casa, pero aún así tardaron más de cuarenta minutos en llegar debido al tráfico de vehículos. En esas fechas muchas personas viajaban.

El taxi se paró frente a una linda casa. La fachada color verde estaba decorada con luces de colores y flores de Nochebuena. Pagó al taxista y bajó del auto. Respiró hondo, tratando de tranquilizarse. Tocó el timbre, golpeaba nerviosamente la punta de su pie en el suelo.

-Ya voy-. Se escuchó una voz grave. Reconocería esa voz donde quiera que fuese sin importan cuántos años pasaran. La puerta se abrió, dejando ver a un chico delgado, mucho más bajo que él. Esa mirada, esos ojos, esos labios, definitivamente era D.O, su D.O.

-K…Kai-. D.O tuvo que sostenerse del arco de la puerta para no caer. El menor notó algo, D.O estaba de pie. Eso quería decir que ahora sabía cómo caminar. Sonrió nostálgicamente. El sonido de un bebé llorando salió del interior de la vivienda. Kai abrió los ojos con sorpresa.

-¡Amor ¿quién era? Ven aquí, Kai está llorando!-. Su sorpresa aumentó al escuchar la voz de una mujer llamar “amor” a D.O, y llamar “Kai” al bebé.

-¿Quién es ella?-. No pudo contener la curiosidad.

-Es… mi esposa-. Kai tragó saliva.

-Así que, estás casado ahora-. D.O asintió.

-Uhm, tengo un bebé también-. Kai quería que la tierra se lo tragase y así poder desaparecer de esa escena tan incómoda, pero, sobre todo, dolorosa. –Su nombre es Kai-. Mencionó el mayor.

-Puedo ver que has aprendido a caminar-. D.O sonrió triste.

-Así es, una buena familia me adoptó y pagaron mis tratamientos. Afortunadamente funcionaron-.

-Me alegra-. “Yo tendría que haber sido el que te ayudara” quiso decir. –Traje esto-. Le entregó la bolsa con el pavo y la película envuelta en papel de regalo.

-Gracias, Kai, no te hubieras molestado-.

-No es nada-.

-Este, ¿quieres pasar a cenar?-.

-No gracias, la verdad ya me iba, tengo algo qué hacer-. Mintió.

-¿Estás seguro?-. Asintió, tratando de sonreír.

-Fue bueno verte-. No podría contener un segundo más las lágrimas, así que se dio la vuelta y comenzó a caminar rápidamente.

-¡Kai!-. D.O corrió hacia él. Cuando se dio la vuelta, D.O se lanzó a sus brazos.

-Feliz navidad-. Habló contra su pecho. Su cálido aliento erizó los bellos de su piel.

-Feliz navidad a ti también, D.O-. Se separaron.

-KyungSoo-.

-¿Eh?-. Kai preguntó confundido.

-KyungSoo, mi nombre es KyungSoo-.

-Ya veo, es un lindo nombre. El mío es JongIn-.

-Kai-. El mencionado lo miró interrogante.

-Soy D.O, para ti siempre seré D.O, y para mí tú siempre serás Kai-.

-Claro-. El menor le dio una última mirada antes de comenzar a caminar.

 

“D.O, ahora que aprendiste a volar por ti mismo, ¿volverás algún día a mí? Así como lo hizo Dodo. No lo creo, desearía que fueras una golondrina, así regresarías de vuelta a tu hogar, de vuelta a mí”

 

Kai se marchó, dejando atrás a D.O, quien lloraba lágrimas amargas al abrir el regalo que le dio el menor.

   
Notas finales:

¿Y qué dicen? ¿reviews? >w<

esta es la canción del árbol http://www.encontrarse.com/notas/pvernota.php3?nnota=32247

 Mi twitter: https://twitter.com/leslyjpalomar 

 

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