Estaba mirando el objetivo y sonrió viendo lo que veía. Esa imagen de Seto Kaiba valía cada centavo de lo que le pagarían. Ya se estaba imaginando los titulares cuando publicaran la historia.
SETO KAIBA EN ESTADO DE EMBRIAGUEZ DUERME UNA SIESTITA
Sonrió y tomó la foto. Pero al instante pasó algo que no esperaba. Un extraño, al menos para él, levantó al beodo castaño y se lo llevó a hurtadillas de allí.
Él era un viejo sabueso para las historias picantes por lo que decidió esperar un poco más en donde estaba apostado, ese lugar era en el edificio de enfrente al hotel donde estaba el evento de KC.
Se vio recompensado un rato mas tarde cuando los vio aparecerse en una de las habitaciones y con su teleobjetivo presenció como empezaban a besarse y entonces empezó a tomar las fotos.
Definitivamente eso haría feliz a su jefe.
Y si su jefe estaba feliz se volvía generoso.
Algunos mechones rosados cayeron sobre las fotos mientras las veía con una gran sonrisa lo que dio tranquilidad a Hotaru. Su jefe pagaría con oro las fotos que destruirían el hogar de Seto Kaiba.
¿Las publicará, verdad?—preguntó.
No. Esto es demasiado bueno para dejarlo pasar. Haré más daño de otra manera—dijo el jefe sin dejar de mirar las fotos mientras con una de sus manos sacaba un abultado sobre de su escritorio y lo deslizaba hacia el otro—Lo tuyo ha terminado por ahora. Si te preciso te buscaré—
Nowaki había decidido hacía un par de semanas descubrir quien había tomado las fotografías que destruyeron el matrimonio de sus padres. Sabía que ahí había algo personal pues de ser de otro modo el que lo hizo hubiera tomado ventaja de ellas tratando de chantajear a su padre o enviándolas a la prensa.
En ello había pasado las siguientes tres semanas a su pelea con Mokuba, en parte para no pensar en él.
No podía negar que se sentía mal por la chica. Ella en verdad no se había inmiscuido adrede entre ambos o algo así y aunque odiaba admitirlo parecía una buena chica. Pero es que su mente y su corazón no hacían otra cosa que recordarle que ella era su rival. Que ella podía quitarle algo que en realidad no era suyo y eso le enfadaba, primero porque en verdad quería a su tío para sí y en segundo porque sabía que eso estaba fuera de toda posibilidad.
Es por eso que cuando le llamaron de casa de su padre diciendo que habría una reunión familiar no supo si ir o no pero no había alternativa. Debía tratarse de lo del divorcio.
“¡Quizás…!” pensó esperanzado.
Las palabras que dijo su tío poco después de que llegara le quitaron el aliento.
¡Nos hemos casado!—anunció el menor de los mayores Kaiba.
¿Cómo? ¡No… no puede ser!—exclamó Nowaki.
¡Así es! Lo hicimos en secreto por los reveses que estás pasando hermano—dijo a su nii chan, Moki.
¡Eso no tiene nada que ver! ¡Si querías casarte podías haberlo hecho! Lo que me molesta es que lo hicieras a escondidas. No es propio de un Kaiba—dijo el mayor.
Lo siento nii san—dijo el menor.
¿Por qué lo hiciste?—preguntó el sobrino al tío.
¡Anami está embarazada! ¡Voy a ser papá!—dijo algo avergonzado y alegre a la vez el menor de los mayores.
¡Te felicito!—dijo emocionado Seto a su hermano.
¡Sé que no es un buen momento!—se disculpó el otro.
¡Idiota! ¡No digas sandeces! Es la mejor noticia del mundo—le dijo el castaño. --¿Y tú Nowa? ¿No vas a felicitarle?—preguntó después.
Jamás algo le había sido tan difícil en la vida como pronunciar las felicitaciones y estrechar la mano del otro como si todo lo que sintiera por él fuera un fraternal afecto.
Inventó una excusa y se retiró de ahí inmediatamente bajo la atenta mirada de su tío que sintió cierto pesar por él.
Su pecho dolía tan fuerte. Cuando a bordo de su auto llegó a la verja de la mansión sus ojos estaban anegados. Ahora si que debía enterrar sus deseos para siempre. Mokuba haría su vida como la tenía planeada y se olvidaría de él y sus estúpidas e incestuosas injerencias. Sus nudillos se pusieron blancos por apretar el volante con fuerza.
Por su estado de ánimo no se fijó en el semáforo y cruzó en rojo.
El otro auto trató de evitarlo pero era imposible.
Atticus tenía ganas de hablarle pero por ciertas circunstancias no se había animado. Fue entonces, después de un rato de haberle visto en compañía del rubio cuando se presentó su oportunidad.
Zane salió por uno de los ascensores y sus miradas se encontraron. El castaño se sorprendió de tener su oportunidad así.
¡Buenas tardes! No tenía idea de que representabas artistas—le dijo.
No lo hago. Solo le hago un favor a un amigo—le dijo el peliverde sorprendiendo aún más a Rhodes.
¿A un amigo?—preguntó el ojos mieles.
Eso es algo que tiene que tenerte sin cuidado—respondió el otro tratando de pasar de él.
¿Como era que esos dos…?
¿Desde cuando tú y Jouno Katsuya son amigos?—preguntó con cierto tono el cantante.
No me midas con tu vara. ¿Quieres?—le preguntó el abogado con cierto desdén debido al tonito que usó para decir “amigos”—Jouno Katsuya es una persona respetable. ¡Deberías recordar lo que es eso!—dijo el ojos verdes y Atticus se sintió como atravesado por un puñal. ¿Zane en verdad le odiaba tanto? Pensó que era comprensible que se enojara, que se decepcionara, pero… ¿odiarlo?
Onegai no me odies—le pidió el castaño descolocando al otro.
Thrusdale se examinó. No. No lo odiaba. Solo estaba dolido por su proceder y porque no parecía sentirse culpable por lo que había hecho.
Iba a decírselo cuando sonó su teléfono y en la pantalla vio que quien le llamaba era su nuevo amigo.
Moshi, moshi—dijo. Su expresión lució preocupada al instante—Por supuesto. Te espero en el auto—añadió y colgó—Debo irme—le dijo a Rhodes.
¿Pasa algo malo?—preguntó el otro por su cara de preocupación.
No iba a decírtelo, pero si insistes… El hijo mayor de los Kaiba ha tenido un accidente y le han hospitalizado. Jounichi me ha pedido que le acompañe a verlo. Adiós—dijo con tono cortante el peliverde.
Mientras lo veía alejarse el ojos mieles pensó “Jounichi. ¿Ah?”