¿Qué estabas pensando?—preguntó su papá al hombre joven sentado en una de las salas de espera del hospital. Para su suerte los daños recibidos eran golpes y raspones. Su auto estaría varios días en reparaciones—Por suerte el otro hombre trató de evitarte. Si hubiera sido un golpe directo… ¡Dime! ¿En que rayos estabas pensando Nowaki?—
El otro que le oía con la cabeza entre las manos mientras estaba sentado dijo sin levantar su cara—Va a casarse—sentía tal angustia que debía sacarla fuera como sea, aunque se descubriera todo aunque no llegaría tan lejos. Solo necesitaba que alguien le comprendiera.
¿A casarse? ¿Quién?—preguntó el rubio entonces los motivos del accidente fueron más que evidentes—Nowa nunca me dijiste—exclamó mientras se arrodillaba a su lado.
Eso no importa ahora—declaró su hijo.
Jouno podía entender el dolor de Nowaki, en realidad podía sentirlo. La persona que amaba se había casado con otro. De pronto se dio cuenta que su hijo era reservado incluso para eso. Se había enamorado de alguien y jamás lo había expresado. ¿Quién sería? ¿Una compañera de trabajo? ¿Una conocida? ¿Una ex compañera de universidad? Su hijo era buen mozo y nunca le habían faltado admiradoras. Pero alguien le había partido el corazón. Hubiera deseado que eso no le pasara pero era inevitable. Además parecía que ya tenía una pareja estable. ¡Quizás antes de conocerlo! Triste la situación de él.
Sin saber que decir se despidió diciendo—Ahora voy a irme porque no quiero una escena con tu padre ahora pero sabes que cuando quieras podemos hablar—el otro asintió en silencio y el ojos mieles se sintió culpable de dejarle así pero sabía que necesitaba tiempo para curarse.
Fuera estaba Seto esperando. Miraba mal encarado a Zane pero eso por el momento no le importó. Cuando lo miró a él su expresión pasó a una de preocupación.
¿Te ha dicho que pasó?—le preguntó.
Parece que la persona que ama acaba de casarse y lo ha tomado muy mal—dijo el rubio.
¡No puede ser!—exclamó Seto con sorpresa inquietando a Katsuya y a Thrusdale.
¿Qué sucede?—preguntó el ojos mieles.
Tuvo el accidente después de salir de casa. Mokuba nos participó que se había casado en secreto con Anami y que van a tener un hijo—dijo el castaño sorprendiendo más aún a su esposo.
Eso quiere decir…--dijo Jounichi.
¡Eso me temo!—exclamó el ojos azules—
Algo en sus miradas dijo al abogado que hablaban algo de lo que ellos solamente sabían.
Creí que todo eso había acabado—dijo el rubio.
¡Igual yo!—exclamó Seto.
Como puede seguir…--dijo Jouno y de inmediato fue interrumpido por una mano que tomó una de las suyas. ¿Miró al otro pretendía hablarle de amor ahora? Pero al ver sus ojos, dirigidos al peliverde, supo que quería decir mudamente.
El otro tampoco era tonto y supo que debía dejarlos solos un momento—Voy por un café—indicó antes de retirarse. El mensaje de sus miradas era claro. Estás fuera de esta familia.
¿Qué haremos?—preguntó algo aturdido Katsuya.
¡Déjamelo a mi! Lo enviaré lejos un tiempo para que su cabeza se enfríe y se reponga—exclamó Kaiba.
Pero… lo mejor para él es estar con la familia—dijo el otro.
Lo sería si fueran otras las circunstancias pero recuerda que en la familia también esta Mokuba—dijo el mayor.
¿Me mantendrás al tanto?—preguntó el ojos mieles con una mirada preocupada.
A Seto le colmó ver esos dulces ojos de nuevo dirigidos a él—Sería más fácil si…--
¡Basta!—le pidió su esposo y le dio la espalda.
¿Por qué? Si tú quieres volver… lo sé. Por más que digas lo que digas aún eres mío. Lo siento cada vez que me miras. Sé que estás enojado y es lo justo pero también sé que no dejarás de amarme. Pase lo que pase—dijo el otro acercándose a su espalda y abrazándole.
¡Te oyes muy seguro! Tal vez eso es lo que más me enoja de ti—dijo el rubio intentando que el otro se alejara.
Pero Seto lo volteó y mirándolo a los ojos exclamó—No. Esa es una de las razones por las que me amas—y luego fundió sus bocas con un beso pasional y demandante.
Costaba.
Costaba mucho mantener el objetivo sintiendo su piel tan cerca, su olor almibarado a canela y miel, sentir su calidez y no caer, costaba.
He decidido enviarte a la sucursal en Estados Unidos—dijo su padre, la vista fija en él.
¿Y si no quiero ir? ¡Soy un adulto! No puedes enviarme a la fuerza—dijo su primogénito al castaño.
¡Nowaki! ¿Crees que lo hago por tu bien?—preguntó el mayor de pronto.
Los ojos del menor se tornaron opacos y su mirada bajó antes de asentir.
Créeme que me duele alejarte en este momento pero sinceramente creo que lo mejor para ti es estar fuera de toda esta confusión hasta que tus ideas estén claras. Eres mi hijo y cuentas con mi apoyo pero en esto no puedo ayudarte, solo permitir que te ayudes a ti mismo—expresó Seto.
Nowaki no respondió y solo se retiró.
Pasada una semana Mokuba volvía a su nuevo apartamento donde de seguro su esposa no lo esperaba y es que se había olvidado dentro un pendrive con la presentación a realizar ese día.
Al bajar del ascensor escucho una voz masculina decir—¡Te amo!—cuando dobló el pasillo pensando que había otra feliz pareja en el edificio se encontró con la nada agradable escena de su esposa siendo besada por otro hombre al cual no conocía. Este después de tal acto tocó el vientre de ella con afecto y le dijo--¡Cuida bien de nuestro cachorro!—
En un momento ella se congeló y miró hacia donde estaba Moki y él hizo lo mismo.
De un momento a otro la rabia transformó los delicados rasgos de éste y profiriendo un grito grave acompañado de una mirada funesta cargó con todo su peso contra el individuo mandándolo contra la pared.
El otro se repuso de la sorpresa y le propinó un golpe en la cara mientras Anami gritaba.
Dolorido no solo físicamente fue a parar a un hotel. La policía acudió llamada por los vecinos que se vieron sorprendidos por los gritos de su mujer. La cosa se resolvió pacíficamente y los dejaron libres a todos pues parecía un lío sin importancia pero el daño estaba hecho.
Solo en su habitación el más joven de los originales hermanos Kaiba decidió resolver todo eso por si mismo. Seto tenía sus propios problemas y él era un adulto. Al otro día llamó a un abogado para que tramitara su divorcio.
Días después en la vista la cual sucedió poco después que la de su hermano, su esposa le dijo que ella reclamaría la mitad de todo.
¡Tú no mereces nada y lo sabes pero aún así te daré la mitad de lo que he ganado estos días y el apartamento!—dijo él.
¡Eso es una miseria! ¡Tu eres uno de los hombres más ricos de…!—exclamó ella con vehemencia.
¡Conténtate con ello o mostraré las pruebas de tu adulterio y ni siquiera ello obtendrás!—le advirtió el pelinegro.
¡Tú no tienes pruebas de nada!—le dijo la castaña muy convencida.
¡No será difícil encontrarlas! ¡Vecinos! ¡Empleados de hotel! O tu mismo novio. Creo que él como tú es un seguidor del dinero—dijo despectivo Mokuba--¡Hay muchas maneras! ¡Creo que olvidaste que te casaste con un Kaiba!—
Ella se amedrentó y furiosa se fue de ahí.
Si.
Su esposa era toda una joyita, pensó el ojos azules.