Ya no estoy tan seguro de esto—admitió el rubio.
¡Es comprensible!—le dijo su abogado.
Estaban en un sushi bar cercano al bufete de Thrusdale.
Es solo que…--dijo Jouno.
Lo ama y tiene 5 hijos con él—resumió el peliverde.
Creo que será difícil de realizar—arguyó el esposo de Kaiba.
Si es que lo realiza—adivinó Zane.
Soy tan inseguro. En verdad nunca pensé que haría algo como esto. Una vez le pedí que me dijera cuando se enamorara de alguien más y el me dijo sin dudar que me lo diría y realmente no creo que se detenga porque le he dado hijos y por el escándalo… cuando nos casamos no era nada regular que una pareja como nosotros lo hiciera. Me duele su traición pero… él estuvo en algunos de los momentos más difíciles de mi vida. Es muy fuerte pero le he visto asustado y… su rostro en la vista fue siempre muy formal pero cuando nos íbamos él…--
Coincido. Él se veía muy asustado. No hay nada como el rostro de Seto Kaiba con miedo. ¿No es verdad?—dijo una voz de alguien que se paró junto al abogado. Este volteó y se encontró con un hombre de pelo rosado y ojos de loco que sonreía complacido, traía un abrigo en el brazo pero en el espacio en que podía sobresalir la mano se veía un pedazo de algo negro y lustroso.
¿Tú?—dijo Jouno, se le veía asustado.
Si, yo. Creo que he llegado en el momento justo. ¿No? Estabas decidiendo perdonarlo. ¿Verdad? Pues no es bueno que te desdigas ahora. Sería una pérdida de todo mi esfuerzo—dijo el pelirrosado.
¡Tú me mandaste las fotos!—dijo el rubio empezando a entender.
Y eso que nunca has sido muy rápido—dijo el pelirrosado.
¿Qué pretende?—dijo el abogado mirando al tipo con sospecha.
¿Pues que puedo pretender? ¿Recuerdas la última vez que nos vimos, verdad Jouno?—preguntó el loco.
Zane, este hombre es peligroso. Una vez me secuestró. Por favor no intentes nada. Haría mucho daño en un lugar como este—advirtió el ojos mieles.
Gracias por ser mi vocero. Pues bien. ¡Levántense! Vamos a dar un paseo—dijo el secuestrador.
¡Déjalo a él! ¡Me quieres a mí! ¿Cierto?—preguntó Katsuya.
De hecho me lo llevaré también a él porque verás… hay ciertos rumores y si ustedes dos desaparecen solos pues será más difícil que la policía investigue y eso matará a tu egocéntrico marido de los celos—dijo el pelirrosado.
Todo esto lo estás haciendo para dañar a Seto—dijo Jounichi.
¡Que perceptivo! Sin embargo yo no tuve que drogarle para que se acueste con alguien más. ¿Ves? Tu marido no es ninguna rosa encantada. Es solo un rufián y yo le daré su merecido. ¡Ahora caminen!—exclamo Shroëder.
Los llevó a una camioneta aparcada cerca de ahí donde sus hombres esperaban y les aplicaron unos algodones con cloroformo en nariz y boca por lo cual ambos se durmieron.
No aparecía por ninguna parte y eso ponía nervioso a Seto. Los informes del detective que puso en su búsqueda indicaban que ni Katsuya ni Thrusdale habían aparecido en toda esa semana en sus compromisos ni en ninguna parte y eso le olía mal.
Le explicó a los gemelos que su papi estaba de viaje de trabajo y no podría llevarlos y traerlos al colegio como venía haciendo. Ellos se encogieron de hombros e internamente se alegraron de poder ir sin el regañón de su papi que siempre vigilaba que hicieran la tarea y que estuvieran presentables pues ya eran preparatorianos.
Sus celos fueron primero pero los descartó porque conocía a Jouno y en esos días había habido cierto acercamiento entre ambos, más que nada por los niños, aunque le había tomado por sorpresa que continuara con el divorcio confiaba que el otro se lo replantearía en ese tiempo.
No, estaba pasando algo raro. La policía no hacía mucho caso porque creían que se había fugado con Thrusdale pero él conocía al perro y algo en su interior lo obligaba a moverse en su búsqueda.
Una mujer en sus veinte con ojos azules y pelo cereza se quedó mirándolo desde el vano de la puerta--¿Qué vas a hacer?—preguntó y él la miró sorprendido.
¡Ichigo! ¿Qué…?—preguntó Seto.
¡Papá me habló hace una semana y arreglé todo en el trabajo para venir! ¿Cómo es posible que dejes que esto siga? ¿Ya no lo quieres?—preguntó su hija.
Esto es entre tu padre y yo—dijo Kaiba. No sabía si comunicarle las nuevas aunque ella era una chica fuerte.
¡No lo es! Yo tengo derecho a opinar… además quiero saber que rayos está pasando. Papá no me lo dijo pero imagino que tiene sus razones para pedir el divorcio. ¿O me equivoco? ¡Papá jamás…!—dijo la impulsiva y astuta primogénita de Kaiba.
¡Estoy diciendo que este no es tu asunto Ichigo! ¡Son cosas de pareja!—trató de evadirla el castaño.
Todo esto es tu culpa. ¿Cierto padre? ¿Qué le hiciste? ¿Le engañaste?—preguntó la joven decidida.
Como su padre la mirara de enfrente y arrugara el ceño mientras apretaba los puños lo dudó un segundo. Además su padre… él jamás engañaría… él lo quería tanto… pero su ilusión se hizo trizas cuando él desvió la vista y no se atrevió a sostenerle la mirada.
¡Tú! ¿Por qué?—preguntó impresionada—¡No tienes derecho! ¡Papá te adora! Ha sufrido tanto—sus ojos se llenaron de lágrimas—Voy a ir y a decirle—dijo intentando irse.
¡Está desaparecido!—le dijo su padre e Ichigo Kaiba se detuvo en seco, miró hacia atrás.
¡Debe ser mentira!—articuló.
No. Estoy buscándole pero…--dijo el otro ojos azules.
¿Pero que? No pensarás que…--dijo ella tratando de no pensar en la posibilidad que de pronto se le vino a la mente.
Su padre al verla supo lo que pensaba—No es eso—la tranquilizó. Pero hay algo raro. Desapareció junto con su abogado, sin dejar rastro—le contó.
¿Le dijiste a la policía?—preguntó ella con su tesón Kaiba.
¡Claro que si! Pero verás… hay unos rumores de él y tu padre y…--dijo el mayor.
¿No creerás que papá iba a…?—preguntó Ichigo.
No pero ellos si lo creen por lo que no se esfuerzan mucho. He puesto gente a investigar. ¡Tranquilízate! ¡Tarde o temprano aparecerán!—ella no supo si su padre decía esto para tranquilizarla o autoconvencerse.
UNA SEMANA ANTES
Al despertar se sentía medio extraviado, estaba en una habitación tradicional japonesa pero la cama en ella era occidental. Luego se dio cuenta donde estaba. Su abogado estaba dormido a su lado y él lo despertó.
Esto se ve mal—dijo Zane.
Si, pero no tanto. Sé donde estamos—le dijo su defendido y el lego le miró—Este es nuestro retiro. El de Seto y mío. Él lo compró para los dos aunque lo usamos muy poco. Está cerrado a menos que el envíe gente a prepararlo—le contó el ojos mieles.
Una propiedad de Kaiba. Nunca nos buscarían aquí. Este tipo es muy astuto—admitió Thrusdale.
Y muy peligroso—recalcó el esposo de Seto.
¡Ya lo dijiste antes!—dijo el ojos verdemar.
El me secuestró antes y casi me mata. Si no fuera por Seto… Cree que Seto le robó su idea y por ello perdió su compañía. Solo quiere dañarlo y por eso me usa a mí como arma contra él—explicó el rubio.
Me doy cuenta de eso. La pregunta es… ¿Cómo saldremos de aquí?—preguntó el peliverde.
Siendo más astutos que él—respondió el cantante con una sonrisa que hasta entonces el otro no le había conocido. Era astuta y pícara a la vez y le recordó a cierto amigo.