Era un jueves cuando recibió el mail.
En asunto rezaba: Débitos.
El remitente era Mokuba.
Lo abrió.
El encabezado decía: “Te quiero hermano”
Adjuntos tenía varios documentos que cuando los revisó no pudo dar crédito a sus ojos.
Su hermano le había enviado pruebas fehacientes de malversaciones fiscales, evaciones al fisco y movimientos de dudosos financistas junto con fotos de reuniones con importantes políticos que dirimían sobre las adjudicaciones de contratos del estado y reconocidos gangsters de la yakuza.
Mokuba había planeado sacarse a Pegasus de encima todo el tiempo. Seto sonrió aliviado. Después de todo la sangre Kaiba también corría por sus venas. Lo esperaría con un gran recibimiento. Se dijo feliz y relajado.
En verdad no esperabas irte así como así. ¿Verdad?—preguntó el pelilargo al que se dirigía a la puerta de su mansión.
En verdad esperaba que no hicieras ningún espectáculo—le retrucó el pelinegro.
Se vé que no me conoces en absoluto—dijo el sonriente Maximiliam—Hacer escenas no es mi estilo—añadió antes de chasquear los dedos. Dos de sus hombres abrieron la puerta desde fuera, entrando y agarrando por los brazos al pelinegro—Hay solo dos cosas que no soporto, que me mientan y que me traicionen—
¡Te lo merecías!—respondió el ojos azules ahora con el ceño fruncido.
Tal vez en tu opinión, pero jamás en la mía—indicó Maximiliam.
Estaba preocupado. Algo resonaba dentro suyo. Una alarma interna quizá. Katsuya lo observó mientras se sentaba a cenar con la familia. Su hijo mayor, en menor grado notó también su inquietud.
¿Qué pasa?—preguntó Jouno una vez estuvieron solos.
¡Nada!—trató de evadirlo su esposo.
¡No me digas nada! Si vuelves a ocultarme cosas yo…--trató de amenazarlo el ojos mieles.
Seto lo miró de mal modo pero después de un momento decidió hablar.
Se trata de Mokuba. No he tenido noticias de él desde que me mandó un mail con pruebas de las malversaciones de Pegasus. Estoy intranquilo… Yo…--dijo el castaño.
¡¿Intranquilo?!—dijo el rubio con los ojos como platos--¿Qauien eres tu? ¡Definitivamente no eres el hombre con el que me casé! ¡El antiguo Seto Kaiba ya le habría tirado la puerta abajo y hacerse encima! ¿Qué te pasa hombre? ¿Estás enfermo?—preguntó con ironía Katsuya y por un momento el otro se quedó muy quieto. Después caminó con paso decidido hacia él. Atemorizándolo--¡Oye! No lo tomes a mal. Yo solo…--no pudo seguir porque el ojos azules le tomó la cara con las manos y le besó apasionadamente.
Cuando vuelva voy a demostrarte que soy tu esposo de siempre—le dijo el CEO antes de partir.
Jouno sonrió de oreja a oreja mirando la puerta por la que el otro se había ido.
¿Qué sucede?—preguntó el pelinegro cortándole el paso y le dio la misma respuesta que diera a su marido un rato antes.
¡Nada!—
¡No me quieras engañar! Yo sé que algo pasa y si no me lo quieres decir se relaciona con el tío. ¡Dime que pasa!—gritó el mayor de sus hijos. Se lo diría aunque más no fuera porque no se enteren los menores.
Es cierto. Mokuba me mandó un mail a la oficina. Me dio todas las pruebas de los malos manejos de Pegasus en Ilusiones Inc. Hasta ahora no he vuelto a saber de él—le contestó al otro Kaiba.
Nowaki sintió que un escalofrío recorría su espina dorsal. Si Pegasus había descubierto que…
Su labio inferior sangraba y sus manos estaban agarrotadas pues las cuerdas le cortaban la circulación.
¿Estás cómodo?—preguntó Pegasus con su típica sonrisa de superioridad.
¡No! Pero si me trajeras una taza de té esto sería estupendo—dijo el ojos azules—¡Dime! ¿Qué piensas hacer ahora que todo está perdido? Porque mi hermano ya tiene la prueba de todos tus malos manejos—
Eso no me preocupa—dijo muy satisfecho consigo mismo el peliplateado y se torció un mechón de pelo con los dedos. Lo que si preocupó a Moki—Tengo a gente trabajando en ello—
Seto conducía. Nowaki iba del lado del acompañante. Iban en el auto particular del CEO. Tras ellos venían sus guardias. Fueron a Ilusiones Inc, a la casa de Pegasus, ya no quedaba más que hacer. Habían decidido hacer la denuncia en la policía sobre un posible secuestro. Con los contactos de Kaiba eso no iba a ser muy problemático. Entonces la bocina y el auto de atrás se despistó.
Luego vieron a la Ford Taurus. Era enorme y negra y se dirigía a ellos.
Es de parte de Pegasus, estoy seguro. Ese loco es capaz de hacernos matar para ocultar sus delitos—afirmó Seto con el ceño fruncido.
Su hijo miró por sobre su hombro.
Sería difícil quitárselos de encima.