¿Qué vamos a hacer?—preguntó Nowaki a su padre.
Seto puso tercera mientras cambiaba su pie al embrague por un momento y luego lo volvía al acelerador para alcanzar una nueva velocidad en tercera y luego hizo lo mismo para llegar a cuarta mientras su primogenitito veía con pavor ue se acercacba a una intercección con semáforo en amarillo que pronto cambiaría a rojo.
¿Qué haces?—preguntó el pelinegro con una voz que denotaba su recelo.
¡Tengo una idea!—adujo el castaño.
Los kamikazes ya pasaron de moda, papá—dijo angustiado el veinteañero.
Kaiba senior sonrió. Frenó en el momento justo en que llegaban a la intersección y dio un volantazo para derrapar de costado quedando en le espacio entre dos autos que estaban ya pasando por la vía que se cruzaba con la suya.
Rápidamente soltó el freno internándose a gran velocidad por esa vía rápida mientras sus perseguidores se vieron truncados.
Mirando hacia atrás su hijo exclamó--¡Rayos padre! ¿Cuándo…?—
¿Qué? ¿Creíste que tu padre solo conoce la vida tras el escritorio?—preguntó Kaiba senior a su hijo. Luego sacando su celular del bolsillo interno de su chaqueta se lo lanzó sin mirarlo--¡Busca a un contacto!—ordenó y después de que le diera el nombre Nowa-kun lo hizo.
Ni bien consiguió tono lo puso en altavoz.
“¿Si?” preguntó la voz al otro lado del teléfono.
Con razón no te va bien en tu negocio. ¡Esa no es la forma de contestar el teléfono para un comerciante!—exclamó Seto.
“¿Quién habla? ¿Kaiba? ¿Eres tú?” preguntó la voz con una nada alegre sorpresa.
Parece que los años te han vuelto inteligente—contestó el susodicho--¡Necesito algo de ti!—exclamó luego.
“Si, con mucho gusto” dijo con voz llena de sarcasmo el otro.
Me alegro de que estés tan dispuesto—dijo Kaiba.
“¡Oye! Yo no quise…” declaró la voz.
Me vale lo que quieras. Recuerda que aún tienes una cuenta pendiente conmigo—explicó Seto mientras su hijo se sonreía. Sabiendo con quien hablaba era facil dilucidar la cuenta y era muy esperable el tono de la conversación. Siguiendo el pensamiento de su padre ya se estaba dando cuenta en parte de su plan.
Era un taller mecánico bastante grande para ser japonés. Y es que era uno de los concesionarios de los repuestos de cierta compañía liderada por un ojos azules. Osea que reparaba su parque automotriz y nada más pero se mantenía como su propio jefe.
En verdad el jefe no podía quejarse de las sumas que llegaban a sus manos cada mes por órdenes llevadas a cabo. Y su querida e inteligente esposa tampoco. Por lo que de haber sabido que el declinaba ayudar a Seto Kaiba, ella le hubiera gritado por horas y él no quería eso.
Además…
Seto era el esposo de Jouno y el padre de sus hijos.
Las gran perciana metálica que daba a la vereda estaba a la mitad cuando el auto negro dobló la esquina. El ojos azules mayor sonrió. Ni bien entraron esta empezó a bajar por completo y a los segundos estuvo cerrada con el suficiente tiempo para que los ocupantes de la Ford Taurus negra no lograran visualizar que bajaba.
¿Y ahora que haremos?—preguntó el pelinegro mientras bajaba.
Seto se dirigió hacia unas motos aparcadas en el garage. Sin dilación dijo al dueño del taller mientras les apuntaba con el dedo—¡Nos llevaremos esas dos!—
¿Qué te hace creer…?—preguntó éste. Kaiba padre le miró a los ojos y él bajó los hombros--¡En fin! ¡Has como quieras!—dijo soltando aire.
Después de que Kaiba senior subió a la moto, mientras se ponía una chamarra negra que estaba sobre ella y antes de que se pusiera el casco, dijo--¡Salúdame a Tea!—
Si, si. ¡Como digas!—exclamó disgustado el otro.
Nowaki con la chamarra y cascos puestos dijo después de arrancar--¡Adiós tío Honda!—
Salieron despacio y siguieron la calle hasta la siguiente intercección donde atisbaron a la voluminosa camioneta. Iba despacio. Buscándoles.
Kaiba-son se puso a un lado de su padre y le preguntó--¿Qué hacemos?—
Seguirlos. Son parte del staff de ese loco. De seguro terminarán reuniéndose con él y entonces averiguaremos donde está tu tío—dijo el ojos azules mayor. Su hijo sabía que su padre tenía un buen plan desde el inicio. Solo quedaba esperar.
¿Qué? ¿Acaso son idiotas? Pero que digo… ¡DE SEGURO LO SON! ¡Vengan aquí!—les gritó el peliplateado mientras en el rostro de cierto ojos azules que le veía afloraba una sonrisa.
Cortó la comunicación.
Seto se les perdió. ¿Cierto? Subestimaste a mi hermano. El no es ningún idiota y…--dijo el pelinegro confiado.
Te olvidas de que yo tampoco, querubín—dijo con una sonrisa siniestra el tuerto.
Eso no gustó nada a Moki que dejó de sonreír.
Tu hermano tiene cierta afición a portarse como héroe de pacotilla. ¿Recuerdas? Si no puedo localizar a Mahoma haré que él me localice a mí. De seguro hará una de sus entradas triunfales, pero me aseguraré de que sea la última—dijo Pegasus muy satisfecho consigo mismo.