Anami. ¿Pasa algo?—preguntó de espaldas al otro que al oír el nombre levantó su cabeza y miró la espalda de su tío—Lo siento. ¡Iré más tarde! Te lo prometo. Tengo un asunto de familia entre manos ahora—se disculpó el mayor y después de despedirse diciendo—Yo también te amo—colgó el teléfono.
¡No deberías mentir así!—dijo una voz muy sugerente junto a su oído y él volteó pasmado para encontrarse cara a cara con el otro que tenía una de esas miradas.
¿De que hablas? Yo no miento—dijo el tío.
¿Estás seguro? ¿Seguro de que la amas?—preguntó el sobrino mirándolo directamente a los ojos y acercándose dando un paso para ver al otro retroceder lo mismo con cara de espanto.
¡Si! Estoy muy seguro—afirmó el mayor y al momento se arrepintió cuando vio el cambio en el semblante del otro, sus ojos tomaron cierta agresividad, cierto toque de furia y él creyó saber el porqué—Ya lo hemos discutido. Eso que dices sentir por mí—
Que siento por ti—dijjo el otro arrinconando a su tío con tono irritado.
Sabes que no puedes sentirlo en verdad. Yo soy tu tío—dijo Mokuba mientras sus manos temblaban, se sentía por lo pronto presa de esos ojos ligeramente más oscuros que los propios y el semblante y el cuerpo del otro estaban muy próximos a los suyos como para ponerle muy nervioso.
¿Y que puedes saber lo que siento por ti?—dijo Nowaki acercando su mano a la cara del otro donde la afirmó y acercó sus labios a los del más bajo de tal manera que el contacto era casi imposible de no lograr—Es como un fuego que me quema cada vez que estamos cerca y es por lo que no puedo soportar a esa mujer—
Esa mujer va a casarse conmigo. ¡Es hora de que lo comprendas!—gritó el mayor alejando al otro con sus manos puestas sobre su pecho y una considerable fuerza.
El otro puso un rostro que nunca antes le había visto y dijo--¡Jamás permitiría eso!—luego lo tomó de las muñecas y elevándolas tanto que sus rostros estuvieron muy cerca de nuevo dijo con toda la resonancia de un Kaiba dictando una sentencia—Moriría antes de verte en los brazos de alguien más—
Mokuba no tuvo ninguna duda de que lo que decía era cierto.
Después de decir aquello, su sobrino se dirigió a la puerta y lo miró antes de partir.
Sé que esto no tiene esperanza pero el solo pensar que pasarás tu vida con alguien más es demasiado para mí—dijo y luego partió dejando a su tío muy triste y azorado.
No estaba preparado para hablar con él aún, se dijo el rubio mientras cortaba la comunicación antes de contestar. Poco después sonó el aviso de su correo de voz.
No oiría el mensaje.
El solo oír la voz de Seto.
Se quedó mirando por la ventanilla del taxi hasta que llegó al exclusivo hotel donde había reservado. Bajó y se registró para tomar después un baño de tina caliente y relajante.
Cuando salió descubrió tres nuevos mensajes suyos.
Normalmente se sentiría tan animado de la atención pero ya nada era normal para los dos.
¿Cuánto me amas en realidad Seto Kaiba? Se preguntó mirando el aparato y se dirigió a la cama aunque sabía que no dormiría. Tomó las pastillas que controlaban su presión arterial y se dedicó a tomar un té de manzanilla que le habían traído mientras miraba la ciudad por los ventanales sin saber que Seto, en su oficina hacía lo mismo.
Los gemelos estaban de campamento y la pequeña Yue dormía ya pero ella estaba contenta aunque extrañaba a su papi lindo estaba acostumbrada a sus ausencias y siempre volvía con regalos muy cutes por lo que no daba problemas y pronto se reuniría con él. Jouno trataba de agarrar fuerzas para cuando él debiera despegar a su hija de su padre preferido. Los gemelos sentirían más el cambio pues estaban en esa edad. En cuanto a Ichigo y Nowaki ya eran mayores.
Mientras pensaba en esas cosas un llamado entró. Era Nowaki.
¡Tengo que hablar contigo papá!—dijo y era cierto.
¿Puede esperar a…?—trató de preguntar el padre.
No. Es imperativo que te vea. Deja de esconderte. Sé que estás aquí. Vi la demanda. Necesito que me expliques tantas cosas—dijo la voz algo trémula de su primogénito. El mayor le dio su dirección después de que le jurara que no se la daría a su padre.
Al entrar el pelinegro estudió la habitación y después al ojos mieles. Solo hizo una pregunta--¿Por qué?—
¡Que Seto te lo diga!—dijo el otro sentándose.
¡Quiero saberlo de ti, papá! ¡Por eso estoy aquí!—aseguró el menor.
Dime algo—exclamó Jounichi mirando a los ojos de Nowaki--¿Crees que yo haría esto por capricho?—
Los ojos azules que le recordaban tanto al Kaiba mayor se suavizaron y una nota de cachorro perdido apareció en ellos.
Sé muy bien que no lo harías papá. Es por eso que necesito entender—dijo el menor y el otro se levantó de su asiento para asir la cara sufriente de su vástago—Tal vez te juzgo mal pero es mejor que no lo sepas—
¿Te enamoraste de alguien más papá?—preguntó para su sorpresa Kaiba.
Katsuya sonrió con una sonrisa linda y triste y le preguntó--¿Es eso lo que te preocupa?—El otro asintió como un niño chiquito—No. No se trata de eso—
Entonces hay posibilidad de un arreglo—dijo esperanzado el menor pero esas palabras recordaron al mayor a las de su marido, tanto que su enojo ante que el otro fuera igual se volvió evidente.
Y recordando lo sucedido le respondió—No hay posibilidad alguna. Tu padre y yo nos divorciaremos. Si no por las buenas por las malas será, aunque espero no llegar a eso—Nowaki se sintió más perdido aún. Jamás pensó ver a su simpático y noble padre hablar así. Era casi contrario a todo lo que él había expresado siempre.
Me alegro que pudiéramos reunirnos tan pronto—dijo el peliverde mientras estrechaba la mano de su invitado y lo invitaba a sentarse en la mesa de uno de los restaurantes más caros de Tokio.
Ya me pone nerviosa su remuneración—dijo el ojos mieles viendo el lugar y para su sorpresa vio una auténtica sonrisa, no una de cortesía como las que había visto hasta entonces, en el hasta entonces muy serio rostro.
Siempre he asistido aquí, señor Katsuya. Tuve la suerte de nacer en una familia muy parecida a la vuestra—dijo el ojos verdes.
¿En serio? ¡Pobre! ¿Una familia muy disfuncional?—preguntó interesado el rubio con verdadera preocupación lo que hizo sonreír divertido de nuevo a su abogado.
¿He dicho algo gracioso o que?—preguntó el otro algo enfadado.
¡No! Perdone. Es que ha equivocado el concepto. Yo me refería a una familia con dinero. Por eso soy asiduo de aquí—explicó el abogado.
¿Ha sido de aquí? ¿Qué? ¿Trabajaba aquí y lo despidieron?—preguntó intrigado el cantante y el otro casi rompe a reír en voz alta. Solo un férreo autocontrol lo hizo poder reprimir la risa pero estaba casi llorando de esta y el otro lo pudo ver.
Para que su cliente no se molestara más él dijo—Asiduo. Vengo a menudo. Mi familia y yo venimos a menudo—explicó.
Lo siento. Es que hay palabras que no manejo. Sabe, yo no soy de…--trató de explicar el avergonzado Jouno pero el otro le cortó.
¡Lo sé!—dijo el abogado.
¿Có…?—empezó a preguntar Katsuya pero luego recordó algo que le quitó brillo a su mirada—Por supuesto. Seto siempre ha sido tan famoso…--iba a continuar pero el otro le cortó de nuevo.
¡Y usted también entre todos los duelistas! Después de todo era el tercer lugar del mundo—dijo Zane y el otro lo miró sorprendido.
¿Y usted cómo se enteró de…?—trató de preguntar el ojos mieles.
Soy duelista. Mejor dicho lo era antes. Tuve unos problemas y ahora no puedo jugar así que hice derecho y me mane…--dejó de hablar Thrusdale al ver la cara de su cliente palidecer.
¡Se parecen tanto! Se decía el rubio mirando fijo la figura del otro.
Tal vez sea mejor que busque a otro abogado—dijo levantándose Jounichi todo nervioso.
El peliverde se apanicó. Creyó que contarle que había sido duelista le daría más confianza en él pues era algo que compartían además de cierto detalle de salud pero parecía que había pasado todo lo contrario.