Despertó.
Sus ojos abotagados tardaron en enfocar.
Tal vez el hecho de estar tan rodeado de blanco y que el sol entrara tan raudo por la ventana no ayudó.
Junto a él una sombra le llamó la atención y giró su rostro hacia la luz.
No te cansas de causarnos preocupaciones—dijo Seto.
Nii san no me hables así ahora—le pidió Mokuba.
¿Qué te hizo pensar que soy mi padre?—dijo Nowaki acercando su rostro al de su tío para que este lo viera.
Seto se aflojó la corbata y relajó sus hombros para después masajear su ceño. Estaba muy cansado pues se había pasado la noche en vela al lado de terapia intensiva donde su hermano estaba, solo separándose para ir por un café.
Jouno llegó con un saco en el brazo dispuesto a sacar a su marido de ahí para que descansara pues sabía que Seto la estaba pasando realmente mal aunque nada demostrara. Sabía cuanto le dolía Mokuba. De hecho era una de las razones por las que se había enamorado del egocéntrico ese.
De pronto al doblar por un pasillo lo vio y se impresionó un poquito de que el cansancio del otro fuera tan patente en Seto y se enterneció.
Entonces el castaño lo vio venir y mirándolo le dijo cuando estuvo a su lado--¿Cómo está Tsuki?—
Ella está mejor que tú. La dejé en el jardín—le aseguró Jouno viendo que el otro en verdad estaba muy agotado pues de otro modo se hubiera levantado para saludarle y dejando el saco en el asiento a su lado lo empujó.
¡Hey! ¿Qué estás haciendo perr…?—preguntó algo molesto el ojos azules pues no se esperaba ese actuar en ese momento y estaba falto de sueño lo que le causaba poca paciencia, lo que le hizo ser tan agrio cuando era joven.
¡Tú cállate si no quieres que en verdad me divorcie!—dijo Katsuya Kaiba mientras lo colocaba de lado en su silla y él asentó una rodilla en el asiento a su espalda. Entonces comenzó a masajear de forma fuerte y moderada los hombros del otro que sintió al instante que tocaba el cielo con las manos.
Después de quince minutos el CEO dijo al ojos mieles—Será mejor que pares si no quieres que te abochorne frente a toda la clínica—Se sentía totalmente relajado. Fuera de este mundo. Sus manos le habían quitado del todo el cansancio y las huellas de la noche en vela.
¡Idiota!—le gritó el rubio y se alejó algo turbado--¿Cómo se te ocurre decir eso en este lugar?—preguntó después.
Seto le miró con una media sonrisa y Jouno se derritió. Se sintió mejor. Más útil. Había logrado hacer sentir mejor a su castaño y eso era lo único que importaba.
Es mejor que te vayas—dijo el tío al sobrino.
¿Vas a hacer como si nada hubiera pasado, verdad?—preguntó el Nowaki con mirada algo triste.
Los dos sabemos que no es nada de lo que podamos enorgullecernos—dijo el mayor.
Tal vez no, pero es algo que pasó—reclamo con voz apagada el sobrino.
Los ojos de Mokuba que se habían mantenido entornados se tornaron un poco más opacos y miró hacia el otro lado manteniendo un silencio incómodo por varios instantes.
Nowaki comprendió y se fue con su corazón dolorido.
¿Nowaki? ¿Qué hacías den…?—preguntó el rubio.
¿Qué diablos crees que estás…?—preguntó el castaño cuando como su esposo lo vio salir de terapia intensiva donde no sabía que estaba y a la que debió entrar cuando fue por su café.
¡Tranquilos! ¡No he hecho nada extraño! Solo quise ver si estaba bien—les respondió su hijo.
Nowaki no es momento de…--dijo preocupado el mayor de los padres.
¡Dije que no pasó nada!—dijo el menor de los tres mirando a los ojos del castaño que entendió al momento por lo que el otro estaba pasando. Por más que fuera algo imposible ese amor…
…lo traía por los suelos.
Lo vió irse sin decir nada más.
Jouno supo que pasaba algo raro. No era usual que su marido dejase que le hablaran de esa manera. Ni siquiera su primogénito--¿Qué te sucede Seto?—preguntó y el otro le miró con una mirada entre perdida y nostálgica.
Es mejor que lo hablemos en otro momento—dijo él y el otro asintió.
Estaba en casa cambiándose después de una rápida ducha. Katsuya le había dicho que descansara que él se quedaría por si se le ofrecía algo a Mokuba pero él quería volver.
Sonó su celular y lo atendió presuroso pensando que se trataba del rubio pero era otro el número que llamaba.
Los he localizado—dijo la voz desde el otro lado de la línea—Paradójicamente se han reunido. Al parecer para hablar de usted—
La mirada de Seto se volvió oscura.
No podré hacer nada por ahora pero es mejor que aproveches la oportunidad—dijo el ojos azules.
¿Está sugiriendo lo que creo?—preguntó la voz.
Tienes tus instrucciones. ¿No? ¡Cúmplelas que para eso te estoy pagando! ¡Gánate tu sueldo!—gruñó Kaiba antes de cortar.
Sus labios eran dos cálidas gotas de rocío sobre la hierva de la mañana pensó el castaño que sentía sus piernas doblarse como juncos ante un gran viento pero en seguida recuperó su sentido común y dijo mientras lo empujaba--¡Deja esto ya!—
Pero…--dijo el peliverde con cara de desconcierto.
¡Te arrepentirás de esto una vez vuelva tu memoria y yo no voy a ser despreciado de nuevo!—le gritó Atticus.
¿De nuevo?—preguntó Zane perplejo--¿Es que antes yo…?—
Eso no importa ahora. Lo importante es que...—dijo el menor tratando de que su corazón no fuera roto de nuevo.
¡Espera!—gritó el otro obligándolo a que se vuelva—No sé que pude hacer antes pero sé que no me arrepentiré de esto—dijo Thrusdale antes de besarlo de nuevo.
La cercanía de ambos cuerpos provocaba en Rhodes muchas sensaciones que el más joven no podía controlar. Siempre había sentido cierta debilidad por el Hell Kaisser aunque había sido bueno manteniéndola en secreto.
Despacio y a trompicones se dirigieron a la habitación de invitados que quedaba más cerca sin separar sus cuerpos y sin mirar el camino. Disfrutando ambos de las caricias y los besos.