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¿Y ahora........ que haremos? 2 EL DIVORCIO por desire nemesis

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Mordió la piel del cuello con deseo, no para lastimarla, mientras su mano acariciaba la hondonada entre los muslos del otro. El cabello castaño y la boca abierta para permitir mas aire a los pulmones daba a Atticus una apariencia licenciosa. Zane que podía ver ese cuadro de perfil sintió como su entrepierna se volvía más dolorosa dentro del pantalón de mezclilla.

 

Los gemidos y jadeos que provenían del interior de Rhodes eran demasiado para los aguzados oídos del ojos verdemar. Lo dio vuelta y lo observó. Estaba completamente desnudo y a su disposición. No podía pensar en una imagen más erótica que esa. Tomó sus labios con pasión mientras sus manos comenzaron a buscar alivio para su entrepierna bajando el zipper.

 

Las manos de Rhodes poniéndose sobre las suyas detuvieron su tarea y Thrusdale le miró expectante por un momento. (¿Querría detenerle?) Entonces Atticus alejó las manos del otro del cierre y se dedicó a bajarlo él mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto aguardaba tras la puerta y Jouno lo miraba expectante. Todo estaba hecho un caos para la mente de su marido pero para Katsuya la actitud de Kaiba hacia su hijo fue algo inesperado. Pensó que lo maltrataría, pensó que le diría algo, pero el otro nada dijo.

 

Por fin salió el médico que indicó--¡Ya puede entrar señor Kaiba pero le sugiero que no lo altere! Su hermano aún está delicado más allá de que le retiraramos de cuidados intensivos—

 

Sé bien como tratar a mi hermano—le respondió el castaño de forma grosera antes de entrar. Jouno ya no sentía vergüenza ajena. Su marido era así y él no tenía ninguna culpa en ello.

 

 

 

 

 

 

Los ojos de Mokuba se desviaron al ver el rostro de Seto.

 

Si vas a reprocharme es mejor que…--dijo.

 

¿Vas a echarme de tu lado? Yo solo quiero saber como estás—dijo el mayor.

 

El menor miró sus ojos para ver en ellos cuanto sabía pero como de costumbre estos eran un telón indescifrable que solo la ira traspasaba sin pedir permiso.

 

Quieres saber si lo sé. ¿Cierto?—preguntó Seto dando una pauta importante.

 

No importa lo mucho que lo piense no dejo de sentirme mal por esto—aseguró el menor después de desviar nuevamente la vista y sorprendiendo al castaño pues con tales palabras daba a entender que…

 

No te preocupes, tomaste una decisión acertada—dijo Seto y el otro le miró con sorpresa—No importa lo que hayamos pensado, lo importante es que al final no nos traicionaste a nosotros—dijo después el mayor.

 

Entonces Mokuba comprendió que el otro en verdad no sabía.

 

¿Han sabido algo de él?—preguntó el pelinegro.

 

¡Aún nada!—le respondió Seto.

 

¡No creo que lo atrapen! ¡Pegasus es muy inteligente!—dijo con desgana Moki.

 

Yo también lo creo—respondió el mayor sorprendiéndolo. Su hermano menor lo miró un momento. Seto no era así. Si un enemigo amenazaba su vida o la de los que quería no pararía hasta…

 

Se quedó en blanco.

 

¿Qué pasa Mokuba?—preguntó el castaño.

 

Betsuni, nii san (nada, hermano mayor)—le respondió Mokuba.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En un apartado lugar se hallaba una mansión derruida. Media construcción era inhabitable pero algunas habitaciones de la otra mitad ofrecían refugio. Allí se congregaban varias personas, casi todas por negocios pero una estaba ahí por…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tres gotas cayeron al suelo. Dos ojos amatistas se regodearon en ellas. El segundo par de ojos las miró friamente.

 

¡Fíjate bien en lo que vas a hacer!—reclamó con voz llena de autoridad uno de los presentes.

 

¿Crees que lo que dirás me hará cambiar de opinión?—preguntó el de los ojos sin expresión.

 

Después de mirarse mutuamente un momento el otro contestó—No. Para mi desgracia eres demasiado decidido—y luego sonrió con cinismo.

 

Es bueno que lo reconozcas—dijo el otro antes de volverse e irse sin mirar atrás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entró en otra habitación donde todo era muy diferente. Un tipo aullaba maldiciones y gritaba ordenando a más no poder pero sin poder jerárquico alguno.

 

¿Qué hacemos con él, jefe?—preguntó uno de los tipos ahí congregados.

 

Lo que estaba previsto—tan solo contestó el otro.

 

El tipo se dedicó a su tarea asignada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tsuki estaba feliz con ambos papás en casa. Ichigo estaba molestando a Nowaki por algo de unos planos y Joey le tiraba pedacitos de comida a Seth a través de la larga mesa cuando este no le veía, por supuesto que su hermano se daba cuenta y estaba furioso recriminándole mientras el otro se hacía el inocente. Jouno trataba de que se comportaran sermoneándolos sin éxito mientras Seto llegaba de la oficina.

 

Ver ese cuadro de batalla campal normalmente enfurecería a cualquier padre que llega de su trabajo, pero en este caso…

 

Su familia estaba de nuevo reunida.

 

Y en un hambiente todo lo hogareño que se podía con tantos orgullosos Kaiba en la vuelta. Sonrió un poco al ver a su estresado rubio y suspiró casi plácidamente.

 

¡Basta ya!—gritó el dragón de ojos azules de pronto y toda la pandilla se sumió en un respetuoso silencio.

 

¡Pa…!—dijo Joseph.

 

¡Basta!—le dijo Seto caminando a la mesa.

 

¡Pe…!—trató Seth recibiendo el mismo trato.

 

Mientras se sentaba en la cabecera de la mesa el CEO oyó…

 

Me paso todo el rato pidiendo que se comporten y llega su padre y se callan. ¡Esa no es forma de respetarme! Si pudiera los metería en una academia militar. Pero dudo que los aceptaran porque amenazarían el futuro de la milicia—gritó Katsuya.

 

¡Jo, papá! ¿No puedes ser más antiguo?—dijo Jouno.

 

Milicia. ¿Ah?—siguió su también irreverente hermano.

 

¡Seto mira lo que has logrado! No me res…--dijo el papá volviéndose a su marido pero en el acto en que vio su cara se detuvo.

 

Y es que Seto Kaiba sentado, miraba al suelo y tenía una beatífica sonrisa.

 

--¿Te sientes bien Seto?—preguntó preocupado Jouno y le puso una mano en la frente arrodillándose. Entonces Seto levantó su vista y se miraron a los ojos.

 

Jounichi comprendió que su marido estaba en verdad feliz de estar en ese ambiente de nuevo y, si se podía, se enamoró más de su castaño perdonándole un poco más.

 

Sus hijos lo trataban normalmente ahora. Parecía que al perdonarlo Jouno ellos lo habían hecho. Aunque algo quedaba en los ojos de sus hijos mayores.

 

Mañana vuelvo a Boston—informó la mayor de las hijas Kaiba.

 

Como progresa la investigación—preguntó su padre mientras comían.

 

Bien. Aparentemente dentro de tres meses podremos probar el aparato. Si lo logramos será un gran progreso para aquellos que no desarrollaron extremidades. Gracias padre por mandar ese software. Nos ayudó mucho para lograr una sintaxis direccional adecuada—dijo Ichigo y todos miraron a Seto.

 

¿Ahora vas a convertirte en un filántropo?—se sorprendió su marido.

 

Veo que estás consultando al diccionario—se mofó Seto.

 

No. Eso me lo enseñó el doctor Thrusdale—le dijo para callarlo Katsuya pero se percató de inmediato que no había funcionado de esa manera cuando el otro se levantó de la mesa.

 

Fue una agradable comida—dijo el ojos azules y después de besar a Tsuki en la frente subió sin más a su dormitorio.

 

¡Papá se ha enfadado!—dijo Ichigo mirando a la puerta mientras el esposo de Seto Kaiba pensaba que arruinó la velada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entró a la habitación y Seto le daba la espalda en la penumbra. Estaba de su lado de la cama desabotonándose la camisa frente al espejo de cuerpo entero.

 

Tsuki ya se durmió—dijo el rubio sin recibir respuesta--¿Sigues enfadado por lo que dije abajo?—preguntó luego de cerrar la puerta y al no recibir respuesta agregó—No tienes derecho. Tú y Rhodes… En cambio yo y el doctor Thrusdale no hicimos nada, tú…--

 

Entonces se vio prisionero de pronto entre su esposo y la pared. Esos ojos azules que le taladraban hasta lo mas hondo estaban fijos en los suyos en la penumbra de la habitación destellaban como diamantes silenciosos--¿Quieres que no sienta celos de ti?—preguntó con cierto enfado Seto y Jounichi por un momento no supo que decir—Eso solo sucederá cuando esté muerto. Porque tú eres solo para mí—aseguró el castaño, prodigándole luego una caricia en la mejilla que hizo que el ojos mieles se estremeciera.

 

¿Eso quiere decir que aún me amas?—preguntó el rubio con cierta preocupación en la voz.

 

¡Cachorro! Eso nunca estuvo en duda—dijo bajito el Ceo antes de que sus labios tocaran los del otro. Luego de un rato ambos fueron al balcón y Seto abrazó a Katsuya por la espalda mientras aspiraba el aire de la noche mezclado con el aroma del ojos mieles con los ojos cerrados, tenía mucho sueño y comenzó a demostrarlo posando una mejilla en los hombros de su marido.

 

¿Sabes?—preguntó el menor.

 

¿Uh?—preguntó sin poner toda su atención el castaño que estaba adormilado y muy a gusto.

 

Aún ahora no me siento tranquilo. Creo  que jamás volveré a estarlo. Siempre pienso que alguien va a entrar y hacernos daño—dijo el más joven que se apoyaba en la baranda mientras su esposo lo hacía en su hombro.

 

Puedes quedarte tranquilo—dijo el de voz adormilada.

 

¡Ja! Para ti es fácil decirlo—dijo pensativo el rubio.

 

Lo digo en serio. Ya ninguno de esos dos volverá a molestarnos—dijo el castaño y el corazón de su esposo se detuvo por un momento.

 

¡Seto! ¿Qué has hecho?—preguntó volviéndose y sacándolo de encima suyo.

 

El otro se refregó los ojos y estiró sus brazos al suelo para después mirarlo—Yo siempre he hecho lo necesario para proteger a los míos—y con esa enigmática y sorprendente frase se retiró al dormitorio.

 

Jouno se quedó un momento con la espalda apoyada al barandal.

 

¿Sería verdad lo que imaginaba?

 

Si.

 

Era capaz.

 

Por su familia Seto lo era.

 

Sorprendido pero en el fondo un poco más tranquilo, el ojos mieles entro también a la habitación.


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