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¿Y ahora........ que haremos? 2 EL DIVORCIO por desire nemesis

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Lo siento. Si fue algo que dije yo…--dijo el ojos verdes antes de tocar el brazo del otro que lo miró con miedo en los ojos y luego retiró su brazo.

 

No es nada que usted hiciera. Es solo que… ¡Lo siento! Mándeme su factura. Yo se…--dijo Katsuya.

 

No. Por favor. Siéntese y discutamos esto como personas adultas. Creo que está actuando bajo los efectos de una aprensión de la que no soy motivo sino víctima. ¿No es así? Yo, señor Katsuya, no soy Seto Kaiba—dijo el abogado.

 

¿Tan evidente es?—preguntó el ojos mieles.

 

Lo veo en su rostro cada vez que me mira. ¿Le quiere de veras, no es así?—preguntó el lego.

 

Los ojos del rubio perdieron el brillo que les quedaba.

 

Es por lo que deseo entender lo que le impulsa a divorciarse de él. Es muy importante para mí saber que no me equivoco en seguir unos deseos de los cuales tal vez se arrepienta—dijo el doctor en leyes.

 

¡Quiere saber que no es un capricho mío!—concluyó con triste eco el cantante.

 

Se sorprendería de cuanta gente en un arrebato…--dijo Zane.

 

No rompería lo que tengo a menos que no estuviera seguro de que nada hay por salvar—dijo Jouno y tiró ante él un sobre—¡Ahí tiene lo que necesita para entenderme!—

 

El peliverde abrió el sobre y sacó de él un puñado de fotografías. Eran cinco. Era Seto Kaiba sin duda. Estaba con alguien más en una cama. Tal vez de hotel. Solo en la última se lograba ver la cara de la persona que Kaiba tenía entre sus brazos.

 

Aún no sé con quien está pero…--decía Jounichi cuando vio que el otro empalidecía al ver la última fotografía—¿Doctor Thrusdale?—

 

Zane se obligó a volver a su semblante normal después de la tremenda impresión que causara la imagen vista.

 

¡Llámeme Zane, por favor! Thrusdale me hace recordar a mis profesores—dijo el abogado.

 

Usted…--dijo el rubio mientras le veía meter las fotos en el sobre.

 

¡Entiendo porque desea divorciarse! ¡Haré lo posible por no utilizarlas! Entiendo lo que sería para su familia. Créame que daré mi mejor esfuerzo—le dijo el ojos verdes. La conversación devino en la nada después de eso con un Zane muy pensativo y un Katsuya que creía que algo raro le pasaba. El ojos mieles tenía razón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto estaba muriendo por dentro. Lenta. Calladamente. Estaba seguro de los motivos del otro para interponer la demanda. Se sabía culpable. Y aún así…

 

No podía dejarle ir.

 

¡Jouno era suyo!

 

Y después de todo…

 

…¿qué era él sin Jouno?

 

Recordó cuando ambos caían de ese avión.

 

La sensación de que si no lo alcanzaba lo perdería para siempre…

 

…era lo que estaba sintiendo ahora.

 

Era lo que lo estaba matando.

 

En silencio y a oscuras miraba por la ventana de su despacho en la casa. Cada mueble de la mansión le hablaba de una escena de amor vivida con el rubio en todos esos años de convivencia.

 

Es que cerca de él no podía contenerse.

 

Eran fuego y madera. Estaban destinados a unirse para armar el más poderoso de los incendios. Y si se alejaban la helada soledad les congelaba.

 

Eso había pasado esa nefasta noche. Recordó.

 

Sonrió. ¡Como había cambiado todo! Nunca antes se hubiera permitido referirse a algo con palabras tan cursis ni creído en el destino. Pero era cierto, se dijo. Él era su destino.

 

Se acordó de él en esa cama de hospital cuando su vida pendía de un hilo porque su corazón no soportaba más y a aquel niño de ojos como los suyos que entró en la habitación y lo miró directo a los suyos.

 

Recordó que el otro había guardado silencio sobre todo. Cargado todo sobre sus espaldas porque él no había querido escucharle. Solo entonces se enteró que era padre y que ese niño de diez años era su hijo.

 

Solo le quedaba alguien a quien acudir. Era con el único que se permitía ser real.

 

¡Necesito hablarle!—le dijo. Era el único que le comprendería. Tal vez el único que podía ver a través de él pensó Seto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando golpearon Jouno fue a abrir y entonces, al ver la figura tras la puerta abrió mucho sus melados ojos.

 

Le dije a Nowaki que…--dijo pero no pudo terminar la frase pues el castaño habiendo entrado, mientras él retrocedía, cerró la puerta de golpe y fue raudo por sus labios. Lo puso con la espalda contra la pared—¡Tú ya no tienes derecho!—reclamó empujándolo pero fue inútil porque esos labios volvieron a su destino.

 

¡Si lo tengo porque eres mío!—sentenció Seto diciendo las palabras que derretían la piel del dorado cachorro.

 

Él se había resistido a verle porque sabía que de no tener fuerzas suficientes sucumbiría a él—¡Ya no! ¡Tu… me engañaste!—reclamó con dolor.

 

¡Te buscaba a ti! ¡Te necesito a ti! ¡Te ansío a ti!—dijo el castaño llevándolo al sillón cercano mientras Jounichi sentía todas sus barreras ser derribadas mientras el cuerpo del otro se colocaba encima del suyo que cuan largo era se encontraba bajo las desquiciantes caricias de su amado dragón de ojos azules--¡Te quería aquí, conmigo! Es tu lugar. Tú no querías entender. No puedo estar sin ti. Te necesito. Quiero oír tus quejas, tus locuras, tus gemidos!—

 

Jouno cerró los ojos mientras esos gemidos pugnaban por salir alto de su garganta. Ese era el Seto que amaba. El que tomaba ventaja. El que lo destrozaba todo en busca de lo que quería. El que se arrebataba.

 

Pero debía permanecer ecuánime. Resistir.

 

No se nota. Tú y ese hombre…--dijo el ojos mieles.

 

Kaiba no se dejaba ver el rostro que permanecía junto a su oído con la respiración agitada y sus manos rodeando a su amado marido.

 

¡Él solo fue mío porque me recordaba a ti! Yo te ansiaba a ti, allí, en ese momento. ¿Es que no puedes entender que me vuelvo loco cuando no estas a mi lado?—preguntó el ojos azules con tanto énfasis que hizo estremecer las más hondas fibras del rubio.

 

Sabía que sus sentidos le estaban ganando a la razón pero aún así, esa pequeña fuerza debía ser suficiente.

 

T ú no me amas. No puedes amarme si hiciste eso. ¿Recuerdas cuantas veces me has roto? ¿Crees que voy a creerte ahora? Si lo hiciste porque te recordaba a mí ve con él entonces. Es lo mismo. ¿No?—dijo antes de que una caricia de locura recorriera por dentro sus pantalones hasta hallar sus nalgas y apretarlas para llevar a su cuerpo a pegarse más al del castaño.

 

No pudo luchar con esos labios llenos de mentira y pasión y tampoco tuvo fuerzas para resistir a sus manos. Sabía que era débil pero era la persona que más amaba. No importa cuanto lo hubiera herido. Seto era el que su cuerpo llamaba, al que quería en verdad. De pronto una imagen se hizo presente a sus ojos aun cerrados que disolvió sus sensaciones y cambió su sentir.

 

La imagen era de Seto con ese sujeto.

 

--¡Dime! ¿Cómo es que yo puedo esperar para estar contigo y tu no?—preguntó tratando de apartar al otro de si--¿O que pasaría si yo encontrara a alguien más? Alguien que me recordara a ti—dijo tratando de lastimar a Kaiba.

 

El ojos azules sintió una daga enterrarse profundamente en su corazón y tomando al otro de las muñecas le miró vehemente a los ojos y le gritó--¡Le mataría! Sin el menor remordimiento, porque tú eres mío, solo mío cachorro—y después tomó sus labios con rudeza. En su interior un calor sofocante mezclado con dolor hacía que quisiera imprimarse a toda costa en aquél al que sentía suyo para que nadie más osara acercársele.

 

Jouno sentía la pasión de su dragón desbordarse al tiempo que perdía la cabeza. Si. Era cierto. Era capaz de matarlo. De alguna manera lo sabía pero oírlo decir eso le impactó por sus palabras como por como lo dijo. Sentía que Seto estaba por perderse y en su interior no podía permitirlo. El otro era el padre de sus hijos y si, el único hombre que había conocido de esa manera. Era el primero y el último.

 

¡Tú eres mío cachorro! ¡Si pudiera te encerraría para que nadie más pudiera verte o tocarte! ¡Para ser el único al que le hables! Para tenerte todo el tiempo—dijo las últimas palabras suavemente y acariciando su rostro de manera tan suave, como si lo anterior fuera una tempestad de la que ya no quedaba rastro.

 

Ahora sabes como me siento—declaró el rubio y aprovechando el momento en que las manos del otro perdieron vigor, victimas del impacto de sus palabras, alejó a Seto de si para decirle— Somos diferentes. Yo no puedo matarlo. Ni siquiera puedo odiarlo porque el no me quitó nada porque  tú simplemente ya no eras mío. Si pudiste hacer eso no es como dices porque él se me parece. Pudiste hacerlo porque ya no te importa quien está en tu cama mientras te satisfagas. No inventes excusas. No es necesario Seto. ¡Tú y yo sabíamos que este momento algún día llegaría! Yo no soy una damisela que se sienta a esperarte mientras estás en el trabajo. No me olvidaré de mí por ti. Antes fuimos rivales y hasta me consideraste una molestia pero jamás seré tu servil acompañante y debiste comprenderlo. Nuestros hijos son nuestros y jamás los alejaría de ti pero en cuanto a mí… me has perdido--

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Habrá perdido de verdad al cachorro?

pero conociendo a Seto 

dificil es que se quede con los brazos cruzados

mata ne y gracias reviadores

^^


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