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¿Y ahora........ que haremos? 2 EL DIVORCIO por desire nemesis

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Nowaki no pudo esperar para ver a su padre y saber como le había ido. Estaba nervioso por lo que le sucedería a su familia. Las aplastantes novedades hicieron decaer su ánimo como lo tenía su padre. Pero a pesar de que las cosas estaban mal su padre se estaba recuperando más de lo que creía posible pues era un Kaiba y un Kaiba jamás se da por vencido.

 

Aliviado por ver a su padre con ánimo combativo se dispuso a irse al trabajo cuando en la puerta de entrada se cruzó con una, para él, desagradable aparición. Su tío entraba acompañado por su prometida.

 

¡Ohio, Nowaki san!—le dijo ella de muy buen ánimo.

 

Buenas—contestó con evidente mal humor el pelinegro alto que se dirigió a la puerta con semblante ceñudo. No bien dio dos pasos después de salir por la puerta esta volvió a abrirse y por ella salió Mokuba.

 

Nowa kun fingió no darse cuenta y terminó de bajar las escaleras para cuando el otro le dio alcance. Llevaba las llaves en su mano pues su auto estaba ahí mismo.

 

¡Detente ahí mismo!—le dijo el otro y el hijo de Seto volteó para mirarlo de frente.

 

¿Para que?—preguntó el molesto vástago del dueño de casa.

 

¡Deberías ser más cortes con ella! ¡Nunca te ha hecho un desprecio y tú vives maltratándola!—dijo el hermano de Seto.

 

¿Cómo puedes tú venir a reclamarme algo? Es afortunada de que solo la salude a medias. Además no la soporto y lo sabes. No pretendas que la adule. ¡Por lo que a mí respecta ella es mi enemiga!—gritó el más joven.

 

¿Moki?—preguntó la joven, desconcertada. Había salido por la puerta sin que ambos lo notaran. El menor lanzó una mirada a la chica. No se sentía mal porque le hubiera escuchado. Si se atrevía a pisar su terreno que sufriera las consecuencias.

 

En cuanto a Mokuba, estaba estático entre ambos. De los ojos de su sobrino salía la misma mirada despiadada que más de una vez vio en los ojos de su hermano. ¡El había tenido la esperanza de que todas esas cosas menguaran y al tiempo desaparecieran como descarrilamientos de la juventud! Nunca pensó que su sobrino conservara esos vanos sentimientos hasta ahora.

 

El otro subió a su auto y los dejó allí parados, consternados e incómodos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto estaba esperando. Como un vampiro anhelaba la llegada de la noche pero por motivos muy diferentes. Bebió de su vaso de leche con miel e hizo un mohín. No se acostumbraba a ese sabor dulzón. Luego se lo quedó mirando un rato.

 

Era de las últimas cosas a que lo había sometido su marido. Recordaba su cara ceñuda y su dedo regañón mientras le decía que eso era doblemente bueno. Para los nervios y para el estómago. Religiosamente procuraba que lo tomara cuando estaba en casa.

 

Usualmente se molestaba por la inquisitiva mirada mientras esperaba que tomara el líquido pero ahora… ansiaba tanto tenerlo ahí a su lado para regañarle, para acusiarle… para lo que fuera.

 

Extrañaba a Jouno pero esta noche lograría que volviera. Estaba seguro de haber logrado el método infalible.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Hola papá!—dijo el pelinegro al teléfono.

 

Estoy enojado contigo—le anunció el rubio.

 

¡Me lo esperaba!—dijo Nowaki.

 

¡Te lo mereces!—acusó el mayor.

 

¿Puedes culparme?—preguntó el menor.

 

Claro que no podía. Nowa kun solo quería reunir a sus padres como cualquier hijo común.

 

Esto será difícil pero lo será más si no empiezas a acostumbrarte a la idea—le anunció el ojos mieles.

 

¡Papá no entiendo esto! Tú y mi padre son el uno para el otro—dijo el hijo tan sorprendido de la decisión que oía en la voz de su progenitor.

 

A veces eso no es suficiente. A veces no hay suficiente amor para los dos—dijo el rubio a la distancia con la mirada perdida en su cuarto de hotel. No iba a decirle a sus hijos todo, porque sería imperdonable dañarles así.

 

Nowaki entendió por fin cuan serio era todo eso. Su papá no pensaba dar marcha atrás. Solo quedaba esperar que su padre pudiera resarcirse de todo eso. Porque la alternativa era… demasiado dolorosa… para todos.

 

¿Hablaste con Ichigo ya?—preguntó el mayor de los hijos de Seto.

 

No. He estado ocupado. Además no soy bueno con eso. Tengo que pensar de que manera le diré esto—le informó su progenitor.

 

¡No te tardes! Las noticias, aún las de aquí, vuelan rápido—dijo el menor pensando en su hermana sola en Boston, ignorante de todo esto. Se hallaba estudiando en el MIT de Massachussets.

 

¡Si, no lo haré! ¡No quiero que se entere por nadie más—respondió su papá.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto se hallaba repatingado en el sillón del salón viendo a la pequeña Yue, que ya había vuelto del preescolar, pintar en la mesa redonda cuando sonó el timbre y sonrió.

 

Jouno entró con paso casi indeciso cuando su esposo le abrió, trató de no mirarlo cuando ingresó y sus ojos fueron presa de algo más un momento después.

 

¡Papi! ¡Llegó papi!—anunció la pequeña peliblanca corriendo con los brazos levantados hasta el rubio que la alzó de inmediato y la estrechó fuertemente entre sus brazos.

 

Alguien me dijo que me extrañabas mucho y que querías verme—dijo el ojos mieles a su bella princesita mimada.

 

¡Sipi!—contestó ella asintiendo muy seria y luego sonrió aún más mostrándole el papel que llevaba en la mano donde había estado dibujando. Era un infantil dibujo de ella y sus dos papis de la mano. Algo que atacó directo el corazón de Katsuya como Seto esperaba.

 

Estuvieron rato jugando y charlando y luego él dijo que debía volver a irse. La niña hizo puchero pero no lloró ni gritó.

 

¡Te traeré una muñecota! ¿Quieres?—preguntó el joven ojos mieles.

 

¿Y un poni?—preguntó ella. Desde un tiempo hasta esa parte había visitado una granja con la escuela y los ponis para pasear habían robado su corazón.

 

¡No creo que me dejen traer uno en el avión cariño!—le dijo el rubio.

 

Además ya hemos hablado de eso Yue. Los caballos son para niños más grandes—acotó el castaño y como siempre fue palabra santa para su hija que sentía mucho más respeto por su padre que por su papi aunque el cariño era igual para ambos.

 

¡Está bien!—dijo la pequeña--¿Harás la meme antes?—preguntó ella ilusionada.

 

Si. Papi hará la meme antes. Sube que los dos iremos a contarte un cuento. ¡Lávate los dientes rápido!—dijo el mayor de los dos.

 

Seto le leyó a su princesita mientras el rubio la admiraba con ojos tristes. Como si fuera la última vez que se vieran. Cuando ella se durmió ambos salieron de su habitación de puntillas y Jouno encaró a su esposo en el corredor.

 

¿Por qué le mentiste?—preguntó el ojos mieles.

 

¿Huh?—exclamó el ojos azules.

 

¡Sabes de lo que hablo! ¡Dijiste que haría la meme!—le acusó el otro con tono mordaz.

 

¿Y no piensas dormir?—preguntó el castaño.

 

¡Sabes a lo que me refiero! Ella cree que dormiré aquí!—le explicó Katsuya enfadado.

 

¿Y no lo harás?—preguntó Seto.

 

 

 

 

Notas finales:

gracias por leer


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