Las fotos del investigador provocaron la cólera del ojos azules. En ellas su dorado desconsuelo le sonreía a alguien más. Comiendo descuidadamente con su abogado. No parecía para nada que hablaran de algo oficial.
¿Qué rayos crees que estas haciendo?—preguntó el enfurecido castaño al otro por el teléfono ni bien Jouno contestó para que la línea quedara muda de inmediato y su teléfono le informara que le habían colgado en la cara.
Esto era inconcebible. Llamó dos veces más pero el otro dejó que el buzón de voz contestara por él.
Cuando Katsuya volvió a su apartamento rentado una limosina blanca como la nieve estaba estacionada en frente del edificio y el CEO salió de ella ni bien le vio.
¿Qué haces aquí? ¿No te quedó claro que no voy a hablarte?—dijo el ojos mieles.
¡Lo harás! ¡Explica! ¿Qué es esto?—preguntó el furioso ojos azules dándole un sobre que el otro miró por curiosidad.
Luego de verlo levantó la vista hacia su marido y dijo--¡Me has mandado seguir!—
¡No es el punto! ¿Qué diablos estás haciendo?—preguntó el millonario a punto de explotar.
El rubio sonrió y dijo después de tornar a la seriedad—Tiene gracia que tú hagas escándalo por esto. Esto simplemente es muy cómico. Quizás este buscándote un reemplazo—
¡No juegues conmigo, perro!—gritó el castaño.
¿En serio me harás una escena de celos por esto después de lo que me hiciste?—preguntó el combativo melado.
¡Eso no tiene que ver! Yo por lo menos tenía una excusa pero tú estás con ese tipo en tus cuatro sentidos. No hay excusa posible—dijo el cabreado Kaiba.
¡Yo puedo hacer lo que quiera de mi vida!—dijo Jounichi tratando de dejar al otro atrás pero el otro lo acorraló contra la pared y pegó con su palma en la pared junto a la cabeza dorada.
¡No juegues con tu suerte!—dijo el furioso Seto.
¡Tú no me amas!—aseveró el otro quitando el aliento al CEO.
¡Eso no es cierto!—denegó Kaiba.
¿Crees que aun puedo creerte después de lo que hiciste? ¡Contesta! ¡Sé sincero! ¡Si yo lo hubiera hecho aún creerías que te amo?—ante el silencio de Seto el prosiguió—¡Mira esas fotos! No hay nada de lo que puedas preocuparte. Para tu suerte yo no me parezco a ti. ¿Sabes? No creo que pueda traicionarte… aunque creo que más bien sería pagarte con la misma moneda. Yo… no voy a hacerte lo mismo. Pero no vayas a creer que es por ti. Es por los niños. Ya tú hiciste bastante. Yo no aumentaré su dolor. Aunque quizás… con el tiempo—dijo el ojos mieles.
¿Con el tiempo qué?—preguntó el ojos azules de momento volviendo a estar enardecido.
Jouno contestó mirándole a los ojos--¡Con el tiempo te olvidaré!—
Esas palabras helaron el corazón de Seto que antes de que se diera cuenta se vio sin el rubio a su lado.
Habían pasado dos semanas de su discusión con Zane cuando lo vio de nuevo. Fue por un momento y de lejos pero eso hizo que viera que seguía con su vida sin él y además sintió algo raro al verlo en compañía de la pareja de Kaiba.
Estaban en el edificio de la discográfica en la que estaba grabando. La cual tenía un hall enorme en el que al primer piso se podía acceder por una gran escalera por la que él estaba bajando mientras ellos entraban por la puerta principal. Él estaba casi arriba por lo que no le vieron y además había mucho movimiento de gente. El peliverde charlaban mientras se dirigían al ascensor y el otro le sonreía.
Sintió tristeza de verlo así con alguien más. Hace unos años ellos hacían eso. Entraron juntos a uno de los ascensores y los perdió de vista.
Habían pasado 20 días desde la última vez que Seto y él se encontraran. Lo sabía porque muy a su pesar los estaba contando. Los primeros días se los esperó, pero… ¿Tres semanas?
Estaba esperando. Le habían maquillado y estaba en un salón de espera de TV TOKYO esperando para entrar a un programa de música a ser entrevistado mientras leía una revista. Había otro cantante allí por el momento siendo entrevistado. Después de él sería su turno.
El programa estaba en el televisor del salón pero él no le miraba porque se encontraba tenso. ¿El motivo? El de siempre. Seto.
De pronto empezó el musical del otro y escuchó una voz aterciopelada, incluso más linda que la suya y entonces miró la pantalla para encontrarse con su cara. Era él. Era cantante como él. Quizá mejor. Su balada era suave como el terciopelo y su capacidad de transmitir lo que debía era impresionante.
Por un instante se sintió fascinado, luego asediado y por fin temeroso. ¿Ese era el hombre que había tenido Seto en su cama? Se le parecía, era cantante como él o mejor y…
Tenía que salir de ahí.
¡Rápido!
Se sintió en inferioridad de condiciones y en verdad pensó:
“¡Él podría reemplazarme!”
“En el canto”
“En el corazón de Seto”
“¿Y si Seto se sentía más atraído por él que por su esposo?”
“¿Si veía en él una renovación?”
“¡Quizás él era menos reclamante y más sumiso!”
“¡Quizá lo de Seto era culpa!”
“Por sentir eso por alguien más”
“¡O quizás… era por los niños! Para no separarlos de uno de sus padres”
Pronto los gemelos volverían del campamento y… el solo pensar en sus caras confundidas, en su tristeza, en su furia, todo eso le rompía el corazón. La peque Yue era demasiado pequeña para darse cuenta de lo que estaba pasando y los otros estaban grandes y podían asimilarlo mejor, aunque cabía dudar, pero los gemelos… estaban llegando a los 16.
Con esos pensamientos confusos y dolorosos se alejó de ese lugar y después de la estación de televisión. Cuando le fueron a buscar se vieron en un aprieto y lo llamaron al cel pero no contestó. Tenía mucho en que pensar.