-¡Akagami! ¡Dracule! ¡Están castigados! –la profesora Nami les gritaba a dos chicos, quienes eran los causantes de que su vestido estuviera empapado.
-x-x-x-x-x-2 horas antes-x-x-x-x-x-
-Mihawk, ¡ya tengo mi plan! –un pelirrojo llego corriendo hasta su serio amigo, casi tacleándolo en el proceso.
-¡Maldición! Shanks, estate quieto. –intentaba separarlo de su cuerpo y recuperar su espacio personal, cuando sintió como alguien los separaba de manera brusca.
-Hagan el favor de comportarse dentro de la escuela. –voz grave, 181 cm, moreno y con una musculatura más propia de un espadachín que de un maestro de literatura, era quien los regañaba.
-¡Zooro~! –interrumpiendo el agradable contacto entre la mano del peliverde y el hombro del pelinegro, llego el profesor de Educación Física, abrazando por el cuello al mayor.
-¡Luffy! ¡Estate quieto! ¿Qué clase de ejemplo estas dando? –y mientras intentaba separarse de su compañero de trabajo, era fulminado sin darse cuanta por la mirada de cierto chico con cabello rojo.
-¡Pero me dejaste solo todo el fin de semanaaa! –lloriqueaba como un niño pequeño uno de los dos adultos, haciendo caso omiso a sus estudiantes.
-Agh… -haciendo un épico facepalm, Roronoa, comenzó a caminar, dirigiéndose a su oficina, con Luffy a cuestas. –Ustedes dos, si se meten en problemas una vez más van a quedar castigados.
-Realmente odio al Profesor Luffy…
-Realmente odio al Profesor Roronoa…
Los dos amigos se miraron por unos momentos, para después suspirar y dirigirse a clases, donde sin que el profesor de diera cuanta, planearon una broma que les ayudaría a acercarse a sus amados.
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-¡Akagami! ¡Dracule! ¡Están castigados! –la profesora Nami les gritaba a dos chicos, quienes eran los causantes de que su vestido estuviera empapado.
-x-x-x-x-x-5 minutos antes-x-x-x-x-x-
-La Profesora Nami nos va a matar… -comento distraídamente Mihawk mientras le pasaba la cubeta llena de agua a su amigo. –Pudiste haber escogido a alguien más…
-¡No! ¡Tiene que ser ella! –haciendo un puchero, coloco el recipiente en su posición. –Estaba coqueteando con mi profesor.
-Da igual… -aunque en realidad, por la mente del de ojos ámbar, pasaba la idea de hacerle la broma a la profesora Robin.
-x-x-x-x-x-3 segundos antes -x-x-x-x-x-
Con una enorme sonrisa, Shanks podía ver como la pelinaranja abría la puerta y terminaba empapada, antes de que soltara un grito que se escuchó por toda la escuela.
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-¡Akagami! ¡Dracule! ¡Están castigados! –la profesora Nami les gritaba a dos chicos, quienes eran los causantes de que su vestido estuviera empapado.
Completamente furica, la profesora los empujo mientras le gritaba, hasta la oficina del director Newgate.
-¡Gurararara! Bienvenidos chicos, profesora, ¿Qué puedo hacer por ustedes? –sonriendo como siempre, el gigante director los saludo, igual de amable que siempre.
-¡Estos dos demonios…! –no conseguía decir una frase entera, antes de empezar otra, siempre insultando a los dos muchachos, que miraban distraídos por una ventana.
Después de muchos intentos, por fin puso a Shirohige al tanto de su fechoría, y este, le pidió a la maestra un par de minutos a solas con sus alumnos.
-De, de acuerdo… -enfurruñada, la mujer salió y se dirigió al salón de maestros, con la esperanza de encontrarse a Luffy e intentar ligar un poco con él.
Las carcajadas que el anciano había estado aguantando, salieron después de unos segundos de silencio, los más pequeños, se quedaron perplejos al ver la reacción tan extraña de su director.
-Gurarara, ¿Qué planean mocosos? –en tono confidencial, se inclinó hacia ellos, tapándolos con su gran sombra.
-Estar… -empezó Shanks, pero la vergüenza de contárselo a otra persona impidió que siguiera hablando.
-Queríamos ganarnos un castigo para estar con el Profesor Roronoa y el el Profesor Luffy, respectivamente. –y como siempre, el de ojos ámbar, sin perder su sangre fría, explico todo por su amigo.
-Ohh, ya me esperaba algo así… -en pose pensativa, el viejo llamo a otro maestro. –Marco, lleva al señor Dracule con el Profesor Roronoa y al señor Akagami con el Profesor Luffy, para que cumplan con sus castigos.
El rubio sin cuestionar nada asintió y espero a que los mencionados lo siguieran.
-¡Marcoo-senseii~! –de pronto, de un aula, un pecoso salió disparado hacia el cuello del otro, quien simplemente lo esquivo.
-Señor Portgas, por favor compórtese, y no olvide que usted también tiene un castigo que cumplir. –los cuatro siguieron caminando.
-¿También? Podría ser que… ¿te castigaron Mihawk? –curioso, no dudo en ponerse a la altura de su compañero de clases.
-¡Hey! ¿Por qué solo te sorprende que lo castiguen a él? –haciendo pucheros y agitando los puños, Shanks reclamo.
-¿Ahh? Pero si a ti te castigan todos los días. –y durante todo el camino que restaba, continuaron haciéndose caras y peleando, olvidando la pregunta que había quedado sin respuesta.
-Muy bien, Dracule, tú te quedas aquí, Zoro no debería tardar en volver. –checo la hora en su reloj, acción que impidió que viera dos miradas de enojo, por hablar con tanta familiaridad acerca del peliverde. –Akagami, no tengo tiempo para acompañarte hasta el gimnasio, pero ahí debería estar Luffy. –de nuevo, la mirada enfadada de Ace y la de Shanks como sustituta de la de Mihawk. –Señor Portgas, se acaba de ganar una hora más de castigo por saltarse una clase, así que en marcha, hoy seré más estricto con usted.
Y sin más cada uno se fue por su lado.