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I'M FINE. [KaiSoo] por TeamKaiDi

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Notas del fanfic:

One Shot RESUBIDO (L).

-no acepto quejas-

Notas del capitulo:

Muejeje, es feo -ps, cuando no Annie-

Algun día haré un bonito fic, tal vez el ffluf que tengo en mente sea bonito...tal vez xD. Por ahora, me quedo con la tragedia y las muertes :s.

Do Kyung Soo corrió con velocidad por las calles de la Avenida Won, chocándose contra las personas y, más de una vez, con los árboles que decoraban las afueras de las casas. Pero aun así seguía con su corrida, sin desacelerar y observando a lo lejos como el autobús que debe tomarse ya se encontraba parado, recogiendo a las personas que lo tomaban. Estaba lejos y ya casi no había gente subiendo. El pelinegro llegó a la esquina, pero el maldito bus cerró sus puertas y emprendió camino, alejándose cada vez más del joven.

Cuando Kyungsoo pudo llegar por fin a la parada, el bus estaba a metros de distancia y él todo sudado y con la respiración agitada. Observaba la parte trasera del vehículo y unas risas burlonas se formaron en su cabeza, como si se estuviesen riendo de él por su mala suerte.

Lanzó insultos a todo el mundo y se sentó con impotencia en el banco de aquel lugar. Ahora debía esperar al otro autobús y eso solo implicaba llegar media hora tarde a su hogar, sin tener en cuenta el regaño que su madre le dará al notar que su pequeño hijo había tardado tanto en llegar.

Y luego de media hora, el siguiente autobús se dignó a hacer su aparición y Kyungsoo refunfuñó, sacando el dinero suficiente para pagarle al conductor.

Subió, pagó y se sentó en uno de los asientos individuales del lado izquierdo, quitando sus auriculares de la mochila para ponérselos. Mientras la música inundaba sus oídos, él pensaba en las escusas que le daría a su madre por haber llegado tan tarde a casa, ya que media hora más media hora equivalía a una hora. Eso quería decir que estaba llegando una hora tarde a su hogar, en teoría, su madre iba a hacerlo picadillo, sabiendo lo sobreprotectora y exigente que era esa mujer.

El pelinegro suspiró y, aburrido de ver el trayecto por la ventana, se puso a inspeccionar a todos los pasajeros, observándolos y clasificándolos. Hacía años que iba en el mismo autobús, a la misma hora y con las mismas personas, le era tan extraño sentarse en aquel asiento y mirar gente que era completamente diferente a los que ya conocía de antemano.

Su mirada cayó sobre la de un chico, pero no cualquier chico. Un chico que parecía tener su misma edad, de cabellos oscuros y lacios, labios provocativos y piel como un chocolate. Sus ojos del color de la maleza, tan limpios como el lago en el que los niños nadan; pero a la vez tan oscuros como la noche sin luna y sin estrellas. Estaba mirándolo a él, con rostro neutral y sin molestarse en parpadear, girado de un modo que le permitía tener una mejor imagen de Kyungsoo.

El chico de ojos limpios fue el primero en apartar la vista para seguir hablando con su grupo de amigos y el pelinegro solo se quedó observándolo unos minutos más, para luego alejar él también la mirada y posarla en la ventana, con sus mejillas ardiendo.

Kyungsoo se paró y se bajó del autobús, y cuando se giró para observar el vehículo yéndose, atrapó la profunda mirada del desconocido. Sonrió para sus adentros y tragó saliva, dirigiéndose hacia su casa.

Y aunque su madre lo había regañado como si no hubiese un mañana, no estuvo tan asustado como lo estuvo antes. Se pasó toda la noche pensando en aquel chico que le parecía tan hermoso.

 

o• o• o• o• o• o• o• o•

 

Caminaba con pasos lentos, pesados y tomándose su tiempo. Llegó a la parada del autobús demasiado rápido y se quedó parado allí, observando como los pasajeros subían al vehículo con total tranquilidad.

— ¿No subirás? —preguntó el conductor al ver que Kyungsoo, uno de sus pasajeros frecuentes, seguía parado observando a sus costados.

—Eh…no, estoy esperando a alguien—contesto apresuradamente, sonriendo. El hombre de mayor edad asintió y cerró las puertas del bus, para luego acelerar y seguir con su recorrido.

Miró la parte trasera del vehículo y suspiró cansado, desplomándose en la banca para esperar media hora al otro. No estaba muy seguro sobre eso que había hecho, pero de lo que sí estaba seguro era que quería volver a ver a ese chico.

Media hora después, Kyungsoo ya estaba sentado y con la mirada clavada en la nuca azabache del desconocido, que reía a la par de sus amigos. Si ayer estuvo cinco asientos atrás de él, ahora se encontraba cuatro atrás.

Y así pasaban los días, Kyungsoo se iba acercando asiento por asiento, soportando las advertencias que su madre le daba todos los días y metiendo cualquier tipo de excusas sobre sus llegadas tardes.

Aquel día era importante, ya que ese iba a ser el quinto día que subía en el mismo autobús y el quinto día que conocía a ese chico. Subió con emoción acumulada, pagó y se quedó unos momentos parado, en blanco, viendo como el asiento del chico desconocido se encontraba vació. No había señal de sus amigos y al parecer nadie tenía pensado sentarse allí. Una oportunidad de oro para el pequeño Do.

Vaciló unos momentos, pero se sentó a su lado sin pensárselo otra vez. Miró al chico moreno y alejó la mirada rápidamente al ver que el joven desconocido lo había pillado observándolo.

Tomo aire incontable de veces, convenciéndose de que todo iba a estar bien, que él iba a hablar con ese chico, iba a preguntar su nombre, nada más. Se animó a si mismo mentalmente, sonrió y giró con cuidado para quedar frente a frente del muchacho que estaba muy concentrado observando el paisaje de la ventana.

—Ho…hola—saludó con nerviosismo el de ojos grandes, grabándose mentalmente las facciones del chico moreno, que pareció sobresaltarse por la voz de Kyungsoo. Se giró con curiosidad para verlo mejor.

—Hola—correspondió el saludo y  su voz sonaba tan cálida como las noches de verano y tan suave como el murmullo de las flores en primavera, sin tener en cuenta su perfecta entonación.

—Soy Do Kyungsoo, ¿cómo te llamas? —la preguntó volvió a sobresaltar al de piel caoba, que miró con cautela al chico que estaba al lado suyo.

—Me llamo Jongin.

Kyungsoo se lo quedó viendo al tal Jongin, observando todo de él, hasta que su mirada curiosa se detuvo en sus ojos. Podía notar como el moreno se incomodaba con su presencia, pero no le importo. Seguía observando sus orbes, a pesar de que estos ya estaban nuevamente sobre la ventana. A diferencia del primer día, aquellos ojos se veían tan vacíos como el lago en el que los niños nadan en invierno, como una rosa sin sus espinas que la protejan, se veía…diferente. Y la pregunta no tardó en llegar.

— ¿Estás bien?

El chico que Kyungsoo decía que era hermoso volvió a posar su mirada en él y lo miró, lo miró. El pelinegro también lo veía, observaba cada acción que hacía. Y entonces el llamado Jongin sonrió, pero era una sonrisa llena de tristeza y, a la vez, gratitud.

—Sí, estoy bien.

Kyungsoo le sonrió también, pero le sonrió con alegría total. Y antes de que pudiese decir algo más, tuvo que despedirse con apuro de Jongin y correr hacia la parte de atrás del autobús, ya que se había pasado de calle.

Bajó por completo del vehículo y se giró para observar la ventana, encontrándose con Jongin, que le sonreía con amabilidad y lo despedía con su mano.

Ese día era un viernes con cielo gris como la neblina que habitaba. Y el corazón de Kyungsoo se encontraba igual, ya que debía esperar dos días para encontrarse nuevamente con ese chico hermoso.

 

o• o• o• o• o• o• o• o•

 

El fin de semana de Kyungsoo había sido eterno. Era como una droga el poder ver a Jongin.

Seguía esperando allí sentado, peinándose los cabellos con sus falanges, masticando un chicle para tener buen sabor en la boca y afinando su voz para que no se quiebre. Tenía en mano un papel para preguntarle al chico que lo mantuvo en desvelo desde hacía una semana.

El esperado autobús llegó y Kyungsoo, feliz de la vida, subió en él con una sonrisa deslumbrante decorando su muy arreglado rostro. Pero su sonrisa decayó al ver que Jongin no se encontraba en su asiento, ni en ninguno de los demás. Y sin saber por qué, algo dentro de él se rompió y tuvo que sentarse con decepción en donde el chico hermoso se hubiese sentado si estuviese allí.

 

o• o• o• o• o• o• o• o•

 

Llegó a su hogar con la peor de las caras, con el cuerpo pesado y la mente caída, su estado de ánimo daba que desear, al igual que ese extraño dolor en su pecho.

Entró y, como todos los días de semana luego de la escuela, su madre lo recibió con un regaño. Pero aun así, Kyungsoo no le importó estar castigado por tres meses, ni le importó que su padre también le regañara. Él se encontraba roto interiormente, de algún modo inexplicable.

Se sentaron todos en la mesa para poder almorzar y su padre encendió la televisión, poniendo las noticias como ya era costumbre a todas las horas que la familia estaba en la mesa.

Kyungsoo comía su comida sin gana, sin oír nada a su alrededor. Era como si estuviese desconectado de todo el mundo, como si él no estuviese presente en ese momento. Y era extraño ya que sentía así por un completo desconocido, por un chico hermoso que no había ido al autobús.

 — ¡Qué locura! —exclamó su madre en un momento, sobresaltando a su hijo que no entendió a que se debía aquello. Siguió la mirada de la mujer y paró en seco en la televisión que estaba dando una noticia.

—El día sábado tres de mayo del dos mil catorce, fue encontrado el cuerpo sin vida de un joven. Al parecer, el joven había sufrido una sobredosis luego de consumir una lamentable cantidad de ‘La píldora del suicidio’ o también conocida como ‘Píldora letal’.

» El fallecido fue identificado como Kim Jong In el mismo día de su muerte por las autoridades, estudiante de la escuela de Gangwon y de apenas quince años de edad. Sus padres no se encontraban en casa cuando ocurrió esta tragedia. Completamente solo y con un pequeño frasco lleno de las píldoras del suicidio, aquellas las tabletas que contienen una sustancia altamente letal que se ingiere y causa inmediatamente la muerte.

Lo único que el fallecido dejó antes de irse por completo de esta vida fue una carta a sus amigos diciendo que los quería, otra a su familia diciendo que lo sentía. Y por último, una carta al... la locutora hizo una pausa para observar determinadamente aquel papel—. Una carta al chico del autobús que se sentó aquel viernes con él, diciendo que era hermoso.

»Las autoridades hicieron una nota a los padres que ve…

— ¡Era una criatura!—interrumpió la madre del pelinegro, cambiando de canal rápidamente y poniendo uno de cocina, impidiendo que las desgracias de la vida la desanimaran más de lo que ya se encontraba por aquella nota—. Quince años y con falta de sentido para vivir, ¿puedes creerlo amor? Esto es tan triste, tan pequeño…Oh, Kyungsoo, hijo, ¿estás bien?

Kyungsoo tragó el nudo que se comenzó a formar en su garganta y asintió, girándose hacia su madre para dirigirle una mirada falsa al igual que su sonrisa, esperando que no notase nada de lo que pasaba dentro de su cabeza.

—Sí. Estoy bien.

 

 

FIN.

Notas finales:

Eh...tal vez tengo los errores de mi vida, I'm so sorry. Ojala les guste >w< no es de negativa, pero es tan feucho. La historia en sí esta basada en un pack de 4 fotos que vi en Tumblr, buscando información para psicología (sí, busco información de Psicología en Tumblr) y la vi y fue como WOW debo escribir...y cuenta la leyenda que así fue como la profesora de Psicología me retó por no haber hecho la tarea >w< bien que aprobé tu prueba, vdm xD.

Lo subí aquí y allí porque sí.

XOXO.


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