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Krone Blood por CamKaidan

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Notas del fanfic:

Lo sé, no soy buena con los resumenes; pero dénle una oportunidad, no se van a arrepentir :)

Notas del capitulo:

Espero que disfruten el primer capítulo; comenten si les gusto por favor, me anima a seguir escribiendo nwn

Si antes de que él llegase alguien me hubiese dicho que yo me iba a encariñar con un desconocido jamás se lo habría creído, puesto que, ciertamente ese no soy yo, o al menos no lo fui hasta que por esas casualidades, un día caluroso de Diciembre, mamá llegó a casa con una mueca alegre, casi orgullosa y una mochila en la mano.


Ella trabajaba en la policía desde antes que yo naciera, y a pesar de que siempre le he pedido que deje ese trabajo, ella siempre se niega. A veces me alegro de eso, porque si ella me hubiese hecho caso, nunca habría llegado a conocer a ese extraño que entró en mi vida con toda comodidad.


-Él es Catriel-explicó mamá con una sonrisa cuando un chico de aproximadamente mi edad entró detrás de ella con la cabeza gacha-. Y va a vivir con nosotros a partir de hoy.


-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!-me exalté. Vamos, era el colmo que cada vez que me distraía ella tomaba una decisión que nos afectaba a todos-. ¡No eres la única que vive en esta casa!


-Y tú no eres quien la mantiene-se cruzó de brazos mientras me lanzaba una mirada seria.


-Ya… como quieras.


-Bueno, es mejor que empiece a acomodar la habitación de Cat ¿No te parece Dai?


Me encogí de hombros, ¿A qué venía esa pregunta?  Eso no era asunto mío, o al menos, no me interesaba que lo fuera.


Mi madre volvió a su expresión sonriente antes de tenderme la mochila que había estado cargando.


-Cuida a Cat mientras lo hago ¿Entiendes? Llévalo a bañarse y ayúdalo. Nuestro Cat no es un fanático del agua.


-¡¿Por qué yo?!


-¿Acaso quieres que una mujer madura entre a bañar a un adolescente? ¡Eso es una locura Daiki!


No pude decir nada al respecto, me limité a apartar la mirada mientras mi madre se escabullía hacia el piso de arriba, probablemente a reacomodar la habitación de huéspedes para que pudiera ser un cuarto permanente. El chico miró casi temeroso como mi madre se alejaba, las manos le temblaban mientras sus ojos le rogaban silenciosamente que no le dejara atrás.


En un acto casi piadoso, le rodeé los hombros con mi brazo y le aseguré:


-Todo va a estar bien-le sonreí-. Vamos al baño.


Le solté y empecé a avanzar; pero él no me siguió continuó de pie, ahí, junto a la puerta de entrada, mirándome con cierto temor, como si no quisiese ofenderme al tomarse la libertad de seguirme. Le tomé la mano y lo conduje caminando hasta el baño, podía sentir sus pisadas livianas detrás de mí, además de los músculos de su mano relajándose ante el agarre de la mía. Cuando entramos al baño, su expresión facial era un poco menos temerosa y bastante más dócil, le dije que se sacase la ropa mientras llenaba la bañera, él asintió con la cabeza. El sonido del agua tibia repiqueteando en el fondo de la bañera acompañado de un sonido de roce proveniente de la ropa al abandonar el cuerpo fueron los únicos ruidos que llenaron el baño durante unos minutos. Cuando el agua ya estaba lo suficientemente alto como para que se sumergiera una persona, me volteé para encontrarme con un Catriel sentado junto al retrete respirando con cierta dificultad, parecía estar entrando en algún estado de pánico, sus ojos estaban aferrados a sus muñecas, cerré la canilla y me acerqué a él, su rostro estaba pálido como los azulejos blancos del baño, me senté a su lado tratando de comprender qué pasaba, entonces las vi, las cicatrices en sus muñecas, apenas si estaban cicatrizadas y tenían un aspecto espantoso, amontonándose una con la otra haciendo una combinación de colores como el morado, el rojo y el rosado que daba miedo. Le miré a la cara, él no era el tipo de chico que se haría eso a sí mismo, su rostro lo delataba, alguien se las había hecho hacia no mucho, y el poder contemplarlas así estaba atrayendo malos recuerdos a su mente.


Tomé con cuidado sus manos, y las atraje a mí, las examiné cuidadosamente bajo su mirada, antes de apoyar mi frente con mucha delicadeza sobre las espantosas marcas, entonces solté casi en un susurro que solamente nosotros pudimos descifrar:


-Que sanen pronto.


Luego de eso, el color le fue regresando al rostro lentamente; pero al menos ya se veía visiblemente más calmado. Le ayudé a entrar en el agua y arrodillado del lado de afuera le fui lavando con cuidado la espalda, estaba un poco maltratada: tenía moretones por todas partes; sin embargo, al menos no había cortes, sólo marcas de golpes. ¿Quién demonios le había hecho eso? ¿Quién era ese chico exactamente? ¿De dónde había salido?


-Catriel, vas a estar bien-afirmé a pesar de querer preguntar muchas cosas. Sencillamente las preguntas estaban de más cuando él apenas estaba atravesando la situación mentalmente, el interrogatorio iba a tener que esperar hasta que él quisiese hablar por sí mismo-. Todo va a estar bien ahora.


Entonces, sus manos capturaron una de las mías y la apretaron contra su rostro, entonces, pude sentir como las gotas saladas se deslizaban por mi antebrazo hasta caer sobre el agua dulce de la bañera. No dije absolutamente nada, me limité a permitirle llorar cuanto quisiera, después de todo, esa era una forma de descargar todo lo malo. Unos diez minutos después le lavé el pelo, enjuagué, le ayudé a ponerse de pie y le cubrí con una toalla.


Ciertamente, siempre he odiado el contacto demasiado directo con las personas; pero con ese chico, simplemente se me hacia natural, el hecho de ayudarle me hacia sentir tranquilo como si me estuviera cerciorando de mi existencia a través de él o algo así.


Ese primer día, Catriel no tenía mucho apetito, aunque me alegro ver que al menos se esforzó por darle un par de mordidas a la porción de pizza que le dimos. Además, esa noche, él acabó por aprender a dormir en mi cuarto, le daba miedo la soledad y a mí no me importaba demasiado estar acompañado, tal vez por ello, nos complementamos bien cuando nos metimos debajo de las sábanas y nos quedamos pacíficamente dormidos, como si todo lo malo del mundo no pudiera alcanzarnos estando allí, juntos, cálidos bajo las mantas.


Poco a poco, nos fuimos acostumbrando el uno al otro, tanto así que en menos de un mes, ya nos resultaba difícil el estar lejos, después de todo él solamente me hablaba a mí, aún no se animaba a soltar palabra ante nadie más.


-Quédate quieto Cat, tengo que desenredarte el pelo antes de dormir-le advertí mientras le miraba seriamente-, o mañana no va a haber nadie que sea capaz de hacerlo.


Él me lanzó una mirada un tanto juguetona, desde hacia ya unas semanas que había comenzado a esbozar esa manera de mirar, era agradable.


-Después yo-soltó con su voz masculina y aun así adorable-, tu pelo… lo desenredo.


-Si es lo que quieres-me encogí de hombros.


A diferencia de Catriel, yo no tengo mucho pelo, además el mío es bastante dócil comparada con la melena suave y salvaje que, con el tiempo, hemos aprendido a trenzar para evitar que se enrede hasta el punto de tener que cortarlo sin más.


Con toda la paz del mundo, se sentó en el suelo dándome la espalda permitiéndome hacer lo que quisiera con su cabello, nunca fui muy bueno con todo eso de peinar; sin embargo, por su bien había practicado con mi madre para después usar todo lo que había aprendido con él. Los mechones de su pelo castaño son suaves, es raro que lo diga un chico, probablemente todavía más raro si lo dice de otro chico; pero tenía un pelo hermoso.


Cuando fue al revés, me sentí ligeramente nervioso, sus manos separando mechones de mi pelo y pasando el peine eran frías. Aun así era reconfortante.


Esa noche fue la última que compartimos cama, esa noche todo comenzó y terminó tan rápido como si el mundo se sacudiese una sola vez sin avisar y no te diese tiempo de aferrarte a nada, quizás así fue como ocurrió.

Notas finales:

Gracias por leer, y nos vemos en el próximo capítulo nwn


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