Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hipócrita por Adenio

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Estaba desesperado viendo aquella sonrisa que le revolvía el estómago y se preguntaba por qué debía ser tan jodidamente correcto, tan bueno, tan JunMyeon.

 

El mundo nunca había visto nacer a una persona intachable; que no le importasen sus millones. Que los regalara por simple altruismo sin inmutarse, sin decir nada. No podía existir gente tan religiosa, tan cristiana.

 

Sabía que toda esa fachada del buen samaritano era una gran farsa, una máscara que se había inventado para no hacer frente a sus propios sentimientos. O al menos eso esperaba. Lo ansiaba con toda el alma.

 

Su boca volvió a torcerse por enésima vez en cinco minutos.

 

Lo desquiciaba. Pulcro y bien vestido delante de sus ojos, con esa maldita sonrisa. Esa mueca que no le decía nada, ni siquiera un atisbo de alegría. Nada. Absolutamente nada.

 

Desgraciado autómata sin sentimientos.

 

Y él que se esmeró tanto en cagarle la vida. Incluso, juraba, tenía canas en el cabello por intentar lo imposible; hacerle perder las casillas con brutalidad, como nunca en su ‘bendita’ vida. Hasta había hecho pecar de infidelidad a su esposa, y él, él la perdonó porque Dios es grande y maravilloso, porque la gracia le había alcanzado incluso a la ramera ésa y sus brazos seguían abiertos como el mismísimo Mesías hubiese hecho en su tiempo. La puta no lo merecía. Nunca iba a merecerlo.

 

Pero él sí lo merecía, más que nadie en el mundo.

 

Desde pequeños crecieron juntos, aunque siendo polos opuestos, siempre uno castigado y el otro premiado, sin embargo eran parte de un todo. El yin que no podía vivir sin su yang. Balance perfecto.

 

¿Cuántas veces había soñado con los labios que –en ése momento– le sonreían sin malicia. Con las caricias ardientes y entregadas de antaño, con ésos brillantes ojos al desvelarse llenos de lujuria?

 

¿Cuántas?

 

Lo arriesgó todo al confesarse porque no lo soportaba más. También quería ser querido y mimado por sus padres, por sus amigos, por todos. Por JunMyeon… incondicionalmente, amado con el amor que le juraba a su estúpida esposa. Pero no. Era pecado. Amarse era pecado. Toda su maldición empezó a partir de sus hormonas locas en la adolescencia cuando, borrachos, hacían lo que no debían, lo que a JunMyeon le parecía una aberración y hasta asco le daba estando sobrio.

 

¡Y una joda!

 

 

Parpadeó un montón de veces dándose cuenta. Al fin. Cayó un yunque de mil toneladas dentro de su pecho encharcado haciendo un chapoteo asqueroso en todo su cuerpo que le hizo temblar como gelatina. Inaudito. Se escuchó perdiendo el aliento al abrir los ojos como plato.

 

JunMyeon lo disfrutó tanto como él. Estar borracho era un pretexto simple...

 

Recordó.

 

El único ebrio todas las veces que pasaba había sido él.

 

–Increíble. Realmente increíble. También me has engañado a mí —dijo KyungSoo incrédulo. —Si estuviera dentro de mis posibilidades podría galardonarte como el mejor actor del mundo.

 

Le recibió un silencio helado que calaba los huesos.

 

—Eres una mierda SuHo, una mierda bien hecha. Que te jodan. —KyungSoo negó con la cabeza constantemente y su ceño se frunció a cada palabra.  —Jamás estaré de tu lado otra vez, siendo tu perrito faldero, ya no, no me arrastraré más SuHo. Olvida lo que dije. No puedo amar a alguien tan perverso. —La sonrisa de JunMyeon ya no parecía tan inmaculada después de haberle visto sin ser cegado por el resplandor.

 

JunMyeon era un hipócrita que se regodeaba de sus riquezas al aparecer en cualquier revista de chismes, un idiota con sonrisa premeditada y discurso bien aprendido. JunMyeon se había encargado de desmoronarlo a trozos sin piedad ni misericordia, disfrutaba ver su sufrimiento convertido en inútiles intentos de hacerle perder el papel exhibiendo a su esposa trofeo, a la que le ‘perdonaba’ cualquier falta si se arrepentía ante él, y ante su supuesto dios, primeramente a él. Joder. Incluso su cristiandad iba condicionada a un número determinado de personas.

 

Era un espejismo, un truco.

 

Aún después de descubrirle JunMyeon permaneció inmutable.

 

—Me das lástima. —Ya no censuraría su boca, ésta vez KyungSoo le diría todo lo que había dentro de su corazón. Se lo debía a sí mismo. —¿No es cansado vivir en una burbuja inventada? Temeroso de que explote en cualquier momento. ¿Pretender ser algo que no eres?

 

¿Cómo es que no se había dado cuenta antes?

 

¿Tan desesperado estaba?

 

—No vuelvas a buscarme, SuHo. Hoy he roto contigo. —KyungSoo se mordió el interior de su mejilla con la elección de palabras que había hecho, porque ni siquiera tenía algo con el doble cara de JunMyeon, tan sólo una amistad por conveniencia.

 

Porque JunMyeon era el cachito de cielo ante todos mientras él era la bestia traída desde el mismo infierno. Sin el malo no podía existir el bueno.

 

Rió en su interior desquebrajado. Era hilarante.

 

Tan pronto como los labios de JunMyeon sellaron los suyos se sintió desfallecer olvidándose de todo el descubrimiento. KyungSoo se estaba fallando al corresponder el beso, al deslizar sus brazos en el terso cuello hasta que sus dedos pudieron enredarse en el cabello de JunMyeon, suspirando su nombre como el méndigo que era. Detrás de los párpados pesados de KyungSoo no existía el pensamiento, tan sólo el cosquilleo que invadía su estómago con las manos conocedoras de JunMyeon desnudándole el torso, con sus dientes ensañándose en la clavícula huesuda.

 

—No me estés jodiendo, D.O —la voz de JunMyeon susurrada en su cuello le hizo estremecer como un virgen puritano. —Jamás vas a poder romper conmigo.

 

En retrospectiva, el maldito bastardo no era él era JunMyeon.

 

La culpa se resbaló de su mente como una cascada en cuanto se vio perdido entre los brazos del verdadero demonio, tenía la única certeza de que el yin no podría vivir sin su yang. De que, como JunMyeon había dicho, él no podía vivir sin estar bajo su sombra siendo el desdichado amante.

 

Pero qué estúpido.

Notas finales:

;c


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).