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El Día en que Te Conocí por MirageUchiha

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Notas del fanfic:

Se agradecen los comentarios.

Notas del capitulo:

Se agradecen los Comentarios.

One-Shot.

 

NaruSasu

 

 

 

Capítulo Único

 

 

Apretó la mandíbula con furia, mientras sentía como algunas lágrimas amenazaban escapar de sus bellos ojos ónices. ¿¡Cómo se atrevía ese desgraciado a engañarlo con esa zorra pelirroja!?

 

Su día no podía ser peor. Estaba a punto de desaprobar el año, su padre estaba a punto de desheredarlo, su mejor amigo Neji le había anunciado que se iría a vivir a Francia, y ahora encontraba a su novio con una de las perras del barrio, metiéndole la lengua hasta la garganta como si no hubiera un mañana.

 

Por alguna extraña razón, no le dolía que ese idiota ya no lo amara. Lo que le oprimía el pecho era que no hubiese tenido las pelotas de acabar con la relación antes de dejarlo en el ridículo. Tanto haber defendido a su novio frente a su familia, y ahora tenía que presentarse en su casa y contar lo ocurrido. Ya podía escuchar a su padre decirle que era patético, incapaz como doncel de complacer a un hombre, mientras su madre comentaba que ya encontraría al amor verdadero, mientras en sus pensamientos suspiraba ante el quinto fallo de su retoño y asumía que quizá estaba destinado a morir soltero. Itachi, por suerte, estaba en el exterior estudiando para sacar una licenciatura en algo, por lo que no estaría para burlarse de sus desgracias, como siempre, para luego intentar compensar el daño hecho con un mísero helado.

 

De alguna manera sabía que su noviazgo ya no funcionaba. Hacia tiempo había asumido que quizá no se amaban como antaño, pero no tenía ninguna intención de hechar por la borda un año de amistad y dos de noviazgo. Al parecer, el bastardo no había pensado igual.

 

Mientras caminaba lentamente por la acera, repasó mentalmente la lista de “fallos”. Primero había sido Neji. Ambos se habían dado cuenta de que funcionaban mejor como amigos que como pareja, y rompieron de manera limpia. Sasuke no lo lamentaba. Neji había sido su amigo mas fiel, y siempre le había consolado y apoyado incondicionalmente.

 

Después de ello, había salido con Nagato, un viejo compañero de colegio de su hermano. Al final, el pelirrojo había encontrado que prefería más su carrera que a un mocoso de secundaria, y lo había dejado para irse a Los Ángeles a probar suerte como compositor. Tampoco se lamentaba mucho, ya que ahora que Nagato era prácticamente famoso, y habían quedado en buenos términos, tenía asegurada entradas VIP para todo concierto que quisiera, como así también acceso a los sectores mas “renombrados” de la fama. Gracias a Nagato había conseguido discos y posters autografiados por sus cantantes favoritos, como asi también fotos con estrellas conocidas. No se quejaba.

 

El tercero en la lista había sido un joven estudiante de medicina, Kabuto. Todo había marchado a la perfección, hasta que un día Kabuto desapareció. Luego de unas semanas se enteró de que había sido arrestado por la policía por el delito de trata de personas y venta de órganos. Casi le da un infarto. Por milagro, la policía no había sospechado de él como posible socio y cómplice, y no fue llamado a declarar ni nada por el estilo.

 

Después le había seguido un ambientalista, Zaku. Al principio todo había sido de color rosa, pero pronto su novio comenzó a mostrar ciertas conductas violentas, así que acabó con la relación antes de que pasara a mayores. A los meses, Zaku moría en la cárcel, después de una condena por tráfico ilegal de drogas.

 

Y ahora, este imbécil del que no quería siquiera pensar el nombre, lo engañaba con una maldita y estúpida zorra que no le llegaba ni a los talones frente a sus propios ojos. No estaba en sus planes salir de fiesta con unos amigos y encontrar a tu novio en la barra del bar montándoselas con la puta del barrio. Humillación pura.

 

Tenía unas enormes ganas de dejarse caer al suelo y echarse a llorar, pero aún le quedaba la dignidad Uchiha, que dictaba que nadie podía ver a un miembro de tan honorable familia derrumbarse y lamentar su mala fortuna. Se aferró a los aburridos discursos de su padre sobre el apellido y el honor para seguir caminando a paso firme y seguro hasta llegar al puesto de taxis, tomar uno para ir a su departamento, y allí llorar como una magdalena. Mañana podría llamar a Neji y contarle todo lo ocurrido, seguro su amigo encontraría la forma de ayudarl...

 

-Hey, encanto, necesito ayuda. ¿Sería un buen Samaritano solo por esta noche y auxiliarías a un humilde trabajador?-

 

Se giró de inmediato, observando a un hombre apoyado contra un muro. ¿Cómo no lo había visto?

 

Era alto, de piel morena y cabello rubio. En sus mejillas tenía unas cómicas marquitas que le recordaron a un zorro, mientras que sus ojos eran los más impresionantes que había visto en su vida: un azul irreal, hipnótico. Tenía una ancha sonrisa de dientes blancos adornando ese atractivo rostro, mientras que, por mas que la camisa tapara, podía notar el físico trabajado de aquel hombre que no podía pasar de los treinta.

 

-No tengo tiempo, Señor. Si lo que desea es compañía, vayase a un prostíbulo, o mejor: al bar que esta a tres cuadras aquí. La pelirroja maquillada como un payaso lo atenderá bien.-

 

Jamás había sido tan descortes con alguien, pero no estaba de buen humor como para lidiar con pervertidos que quisieran atracarlo solo por ser un doncel caminando solo por la calle.

 

-Vamos, bonito. Yo solo quiero llegar a mi casa, y para eso necesito tu ayuda. Se quien eres, y me serías de mucha utilidad.-

 

Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Qué acababa de decir?

 

-Sé que vives en un lindo departamento del Shigaki, en el octavo piso, que tuviste un gato llamado Chester, y que el otro día tu y tu novio estuvieron discutiendo sobre no se qué fiesta de despedida de solteros a la que tú no querías que asistiera.-

 

¿Cómo demonios sabía todo eso? ¿Era un acosador o algo así?

 

Al ver su cara de espanto, el hombre soltó una carcajada, y volvió a observarle divertido.

 

-No te preocupes. Somos vecinos, estamos en el mismo pasillo. Tu tienes el departamento 8-C, y yo tengo el 8-F. Te he visto mas de una vez.-

 

-Quizá no te hayas dado cuenta, pero no tengo auto. ¿Cómo pretendes que te lleve a tu casa?-

 

El hombre volvió a regalarle una deslumbrante sonrisa, mientras sacudía unas llavecitas en el aire.

 

-Yo si tengo auto. Tu manejas, yo solo seré el pasajero. Te pagaré como quieras, pastelito-

 

-Primero, deja los apodos idiotas. No nos conocemos. Que seas mi vecino no significa nada. ¿Acaso tengo pruebas de que no seas un asesino serial o lago así?-

 

Hizo un amago para marcharse, pero el rubio lo atrapó entre sus brazos, aprisionándolo con fuerza. No pudo evitar dejar escapar un jadeo al sentir esos impresionantes músculos cernirse sobre su cuerpo. Por suerte, el sujeto no se dió cuenta.

 

-Vamos, muñequito, no lo hagas mas difícil. No estoy en condiciones para conducir.- murmuró contra su oído, antes de dejar escapar una risita, mientras suspiraba sonoramente contra su oído, haciéndole estremecer -Estoy borracho.- agregó, para luego reírse como si hubiera contado el mejor chiste de la historia.

 

Consiguió zafarse de esos fuertes brazos, se alejó unos pasos, y le observño furioso.

 

-Que seamos vecinos, y que estes borracho no significan que vaya a ayudarte. No he tenido un buen día, y lo único que quiero es ir a mi departamento. No te conozco. Así que hazte la idea de ello, y búscate a otro samaritano.-

 

Y, de vuelta, fue sujetado por el rubio, quien esta vez lo apretujó contra el muro, usando su cuerpo para mantenerlo quieto. Mierda. Parecía una violación o algo así.

 

-Mi nombre es Naruto Namikaze, estudié Ciencias Económicas en la Universidad de Tokio, ahora trabajo en la empresa de mi padre, y en mis tiempos libres grabo películas porno con actrices conocidísimas.-

 

¿Qué?

 

-Bueno, lo de las películas porno es mentira, pero si soy empresario. Salí con unos amigos a una fiesta, y ninguno de ellos está en condiciones de manejar. Así que decidí esperar aquí a que una cara conocida se apareciera para que me llevara a casa, y para mi buena fortuna me encontré con mi hermoso vecino. ¿Ahora sigo siendo un desconocido, honey? Aunque realmente me gustaría que me hablaras un poco de tí, tu sabes, para hacerlo oficial.-

 

Apretó los puños, e intentó safarse de su prisión, pero ese rubio era realmente fuerte. Con unas señas, Naruto le instó a presentarse, y presintiendo que si lo hacía quizá lo soltara, se aclaró la garganta.

 

-Soy Sasuke Uchiha. Estoy en mi último año de arquitectura, no tengo intenciones de trabajar con mi familia, mi vida es una mierda, y ahora un borracho dobe me tiene atrapado contra una pared como si fuera un mero violador.-

 

Namikaze soltó una carcajada, liberándole suavemente.

 

-Bien, Sasuke Uchiha. ¿También eres actor porno en tus tiempos libres? Me gustaría buscar algún video tuyo en internet. ¿Cuál es tu nombre artístico?-

 

Desgraciado bastardo. La patada en la entrepierna que le dió era lo mínimo que merecía.

 

Observó al sujeto sollozante en el suelo, y recogió las llaves del auto que habían caído al suelo tras el doloroso golpe que Namikaze había sufrido.

 

-Muévete, no tengo toda la noche- le escupió, para luego presionar el botón de desactivar la alarma, y admirar el bello auto negro que se encontraba en la acera opuesta, listo para ser abordado. Namikaze tenía dinero.

 

El rubio se acercó tambaleandose bastante, gracias a la combinación dolor-alcohol que ahora padecía. Sasuke encendió el motor, y comenzó a conducir sin dirigirle la palabra al empresario, que le felicitaba por el golpe dado y le recomendaba que usara mas fuerza la próxima ve que algun sujeto lo aprisionara contra una pared. ¿Estaba loco, o el alcohol le había afectado demasiado?

 

-Lamento lo que dije sobre el porno. Es que creí que lo eras porque tu novio es actor y eso...-

 

Frenó de golpe. Por suerte, la calle estaba bastante vacía a pesar de ser sábado por la noche, y hubo accidentes.

 

Su ex novio... ¿actor porno? ¡En qué carajos se había convertido su vida!

 

-¿De... verdad... él es actor... porno?-

 

Namikaze lo miró de mala manera, intentando recuperar el aire que el cinturón de seguridad le había sacado por el brusco frenado.

 

-Vamos, sweet-cookie, es el conocido “Wild-Cat”. Creí que lo sabías.-

 

Joder. Su noche no podía empeorar más.

 

Sacudió un poco la cabeza. Ya no podía hundirse más. Ese desgraciado era actor porno, y él jamás se había enterado. Tendría que ir a hacerse chequeos al médico lo mas pronto posible, porque a pesar de usar protección, eso no significaba que no padeciera alguna de esas enfermedades de transmisión sexual que seguro el hijo de su madre tenía. Iba a vomitar. Todo ese tiempo... actor porno... ¡Maldito!

 

Permaneció en silencio, mientras seguía conduciendo. La tensión era palpable, así que decidió relajarse y iniciar una charla diplomática.

 

-¿Qué festejaban tu y tus amigos?-

 

El rubio sonrió, y comenzó a relatar como una tal Sakura había aceptado casarse con un tal Lee, y ellos para festejar habían ido a emborracharse. Durante todo el camino siguió parloteando, hablándole ahora de su familia y de como querían que sentara cabeza ahora que tenía 27 años.

 

De vez en cuando realizó comentarios monosilábicos, sin despegar la vista de la ruta, y aliviado de escuchar el constante charloteo de su acompañante que le ayudaba a no pensar en todo lo ocurrido, sumado a la información recientemente adquirida. Agh, como volviera a ver al desgraciado actor le rompería la cara a puñetazos, para dejársela inutilizada para cualquier tipo de grabacion que quisiera realizar.

 

Le tenía que pasar a él, un doncel de la respetable familia Uchiha, emparejarse con un actor porno. Definitivamente dejaría de probar suerte en el amor, ya que al parecer siempre traía las de perder.

 

Su padre lo desheredaría seguro, su madre sentiría vergüenza de hablar de su hijo solteron frente a sus amigas, y su hermano le recordaría hasta la muerte lo patético que era. Irse con Neji a Francia no sonaba del todo mal. Cualquier cosa por escapar de la humillación al que ese imbécil lo había condenado.

 

El resto del camino fue tranquilo. Naruto hablaba sobre el lío entre su secretaria y un cocinero, y el escándalo que se armó en la empresa cuando una de las contadoras confesó estar embarazada del jefe de personal, justo cuando su esposo entraba en la oficina.

 

Menuda empresa aquella. No le gustaría para nada poner un pie allí.

 

-Llegamos, dobe-

 

Se bajó del auto, admirando una última vez la belleza de este, para luego devolverle las llaves al dueño y marcharse.

 

-Muchas gracias. Eres un teme muy amable. Algún día te lo compensaré como tu quieras. Y si es una cena agradable a la luz de las velas y con una cama con pétalos al lado, mejor.- le dijo, guiñándole el ojo.

 

A punto estuvo de volverse para golpearle de nuevo en sus partes nobles, pero se lo replanteó y eligió huir a su departamento y comenzar a arrojar todo lo que tuviera que ver con su ex.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

Unas semanas habían pasado desde aquella funesta noche donde descubrió que su novio era actor porno, y que le había metido los cuernos durante toda su relación. Por suerte, eran pocos los que se habían enterado de que estaba soltero de nuevo, y casi por milagro aún sus padres no sabían nada.

 

Se había quedado a dormir en casa de Neji, que había llevado a cabo algunas investigaciones y le había confirmado lo dicho por el empresario. El maldito era actor porno.

 

Ahora llegaba tarde a clases, y no podía permitírselo. Sus notas no eran las mejores, y si desaprobaba su padre lo mandaría a matar, y se encargaría luego de borrar los rastros de su existencia.

 

Neji había pospuesto su viaje a Francia, y ahora practicamente vivía en su apartamento, ya que estaba llevando a cabo unas remodelaciones en el suyo. No quería reconocer que en realidad quería evitar a toda costa a ese extraño vecino suyo que respondía al nombre de Naruto.

 

Avanzó por las calles superpobladas de la ciudad, sintiéndose cada vez mas desesperado y al borde de un paro cardiaco, cosa que para un joven de 25 años como lo era él debería ser difícil de padecer. No podía llegar tarde. Maldita huelga de transportistas, maldita gente que le cerraba el paso, maldita economía y maldito calentamiento global.

 

Sintió, de repente, como algo se derramaba sobre su abrigo nuevo. Café extranegro.

 

Horrorizado y furioso, buscó al inepto que le había bañado en café sin detenerse a pedir disculpas, y reconoció ESA cabellera rubia. Namikaze estaba enfundado en un traje negro elegante, mientras sostenía un teléfono con la mano derecha, mientras que en la izquierda llevaba café extra negro. Ni siquiera se detuvo para ver a quién le había arruinado la ropa, perdiéndose entre la multitud de gente.

 

Oh no, no se lo dejaría pasar.

 

Al diablo la universidad. Namikaze se las pagaría.

 

Fue una tortura seguirlo entre el mar de gente, pero por suerte no fue demasiado lejos. La Rasengan Corporation se alzaba imponente en la avenida, demostrando grandeza y gloria. Si, al garete, tenía que ajustar cuentas con su querido vecino, no admirar un edificio bellamente diseñado.

 

No podía entrar así como así y pedir una cita con Namikaze así sin mas. Lo mas probable era que llamaran a seguridad y lo sacaran a patadas. Tendría que buscar una alternativa.

 

Se acercó a una de las entradas para uso de personal autorizado, intentando embozar una amable sonrisa para ganarse el favor del encargado de seguridad.

 

Era un hombre joven, de cabellos blancos, ojos grises y una gran cicatriz en el ojo izquierdo. Llevaba la mitad de su rostro oculto por una gruesa bufanda azul, y en sus manos descansaba uno de esos libros eróticos que había visto en la librería de su primo Shisui varias veces y que su hermano le había recomendado. ¿Icha-Icha no era su nombre?

 

Mmm... presa fácil.

 

-Disculpe, buen hombre. Me gustaría ver al Sr. Namikaze Naruto, pero no tengo una cita programada ni un pase especial, así que me preguntaba si...-

 

-Ni lo sueñes. Me despedirán-

 

Embozó una sonrisa alegre, sin perder la paciencia.

 

-Veo que usted es lector de la Saga Icha-Icha Paradice. Y de seguro estará esperando con ansias el estreno del tercer libro que saldrá dentro de unos días.-

 

Ahora si tenía la atención completa del hombre.

 

-Puedo conseguir que le reserven un ejemplar en la librería de Shisui Uchiha, la que esta a cinco cuadras de la avenida principal, señor... Hatake- leyó el apellido en la tarjetita identificatoria, mientras interiormente festejaba su victoria. Ese hombre estaba totalmente rendido.

 

-Interesante propuesta. ¿Cómo se que no mientes?-

 

Arrancó una hoja de su cuaderno, y escribió una carta a Shisui, para que el Sr. Hatake se la presentara la mañana que retirara el libro. La firmó, y luego tomó su celular y realizó la llamada frente al hombre.

 

-Hey, Shisui, ¿cómo estas? Si, yo estoy bien. Necesito que me hagas un favor. ¿Podrías reservarme uno de los ejemplares de Icha-Icha Paradise de los que salen pasado mañana? No es para mi, es para un amigo al que le debo un favor. Gracias, primo. El irá a retirar el libro con una carta mía, para que no te confundas. Si, te llamaré luego. ¡Adiós!-

 

Ahora si, Hatake se levantó de su puesto y le acompañó hasta el ascensor, dándole indicaciones sobre como llegar a la oficina del vicepresidente de la corporación y agradeciéndole infinitamente la reserva gratis del libro que esperaba ansioso.

 

Ya, camino hacia la oficinita de su vecino, se planteó las mejores maneras de cobrarse su abrigo arruinado.

 

Las puertas se abrieron en un pasillo completamente silencioso y vacío, y con pasos firmes caminó hacia la oficina que, según le había indicado el Sr. Hatake, era de Naruto Namikaze.

 

Tocó respetuosamente la puerta, y al instante escuchó la voz de su vecino, serio y diplomático, dándole permiso para entrar.

 

Sin más dilatación, se abrió paso en la espaciosa y limpia oficina, donde un completamente sorprendido Naruto lo observaba boquiabierto, parado detrás de su escritorio. Sin darle tiempo a salir de su estupefacción, se acercó a él, y lo derribó de una patada en la entrepierna.

 

-Cuando chocas contra alguien y le derramas café encima, arruinando un abrigo que le costó una fortuna, es de buena educación detenerte y pedir disculpas como mínimo, imbecil.- le espetó, furioso, arrojándole su abrigo arruinado, y marchandose de allí antes de que alguien de seguridad lo detuviera.

 

Mientras salía observó a un hombre de unos cuarenta años, terriblemente parecido a Naruto, entrando en la oficina de su vecino. ¿El dueño de la corporación, quizá? Seguramente, habría ido a ver porqué el vicepresidente estaba sollozando de dolor en el suelo, rodando en su agonía y sujetándose la entrepierna.

 

Descendió sin problema alguno, y salió del edificio, sin olvidar despedirse amablemente del señor Hatake, quién volvió a agradecerle el favor.

 

Se perdió entre las personas que iban y venían, satisfecho consigo mismo. Ya no iba a ir a la Universidad, así que regresaría a casa de Neji y se refugiaría junto a la estufa, porque hacía un frío de los mil demonios y el ya no tenía abrigo.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

-De verdad, Nagato, estoy bien. No hace falta que contrates a un asesino a sueldo para eliminar a ese imbécil. Si, no necesito nada. Quizá vaya al concierto que darás en Kioto para contribuir a la construcción del hospital nuevo. Allí hablaremos de todo lo que quieras, no te preocupes. Dile a Konan que estoy bien, y que si acepto esa salida a tomar el té cuando regresen a Japón. ¿No crees que exageras? Bueno, bueno. No voy a negar de que lo quiero golpear hasta la muerte, pero... ¡Ni se te ocurra contratar a un karateka para que lo asesine! ¡No vale la pena, Nagato! Agh, eres peor que Neji. Bien, iré. Y ni sueñes en enviar una limusina a buscarme como hiciste la otra vez, idiota. Por suerte mi madre chantajeo a los paparazzis de que no publicaran esas fotos. Bueno, luego de tu concierto hablamos. Vigilaré si llega por correo el pase especial. Adiós.-

 

Suspiró, acariciándose las sienes con rabia. Maldito Neji que le había contado todo a Nagato, y ahora su rockero ex novio planeba ajusticiarlo.

 

Nagato le había llamado para decirle que pronto daría un concierto en Kioto, y para pedirle que asistiera, ofreciéndose a pagar todo gasto y darle un pase VIP para que pudiera verlos tras bambalinas. Konan, la actual novia de Nagato, modelo de lencería y artísta reconocida de origami, había tenido la idea encontrarse en un restaurant, pero por desgracia los paparazzis no los dejarían en paz. Así que optaron por invitarlo a los camerinos, donde podrían hablar sin interrupciones y fotos molestas.

 

Le agradaba que Nagato se preocupara por él, siendo uno de los pocos amigos con los que podía contar de verdad. A decir verdad, al principio se había negado a trabar amistad despues de lo ocurrido, pero terminaron siendo excelentes amigos. Incluso Nagato había escrito unas bonitas canciones usando como inspiración la época donde fueron novios, que se habían convertido en éxitos. Incluso uno de sus álbumes mas vendidos, “La Luna es mi Testigo”, se lo había dedicado a él por completo.

 

El problema radicaba en que Nagato era bastante sobreprotector con él, aún mas que Neji, y en mas de una ocasión había estado a punto de asesinar a Kabuto y a Zaku – recordó que Zaku había muerto asesinado en su celda, y se estremeció al cuestionarse si Nagato no abría tenido que ver en eso – y ahora quería sacar del mapa a su nuevo ex. Patético. Sus dos primeros ex querían matar a su último ex. ¿Es que acaso necesitaba que lo defendieran? ¡El no era ninguna princesa en apuros, por mas que Itachi dijera que lo parecía!

 

Bufó molesto, recordándose que pronto su madre preguntaría por su novio, y el tendría que confesar la verdad. Pero mientras tanto, aprovecharía para disfrutar del poco tiempo de gracia que le quedaba.

 

Observó lo bien que había quedado el departamento, con alfombras nuevas, paredes remodeladas, y un baño genial.

 

Alguien toco a la puerta, y creyendo que seguramente era Neji, ni se molestó en peinarse o cambiar su pijama.

 

-Te he dicho que...-

 

No era Neji.

 

Era su vecino de sonrisa idiota al que le había pegado una patada en las pelotas esa mañana en su oficina, eludiendo toda seguridad. Mierda.

 

-¿Cómo estas, Sasu-honey?-

 

Un tic en el ojo se hizo presente. Al parecer, por mas sobrio que estuviera no dejaría los apodos azucarados e imbéciles.

 

-¿Qué quiere, Señor Namikaze?- escupió, intentando parecer cortés, cuando en realidad había sonado como una mujer ofendida. Gr. Su reputación de chico frío se iría al carajo si seguía así.

 

-Simplemente te he traido dos abrigos nuevos, para compensar el que te arruiné esta mañana. No me di cuenta de que eras tu, si no hubiera mandado al infierno la reunión con los accionistas y me hubiera quedado a compensarte los daños causados. Lo siento, de veras. ¿Qué tal si vamos al pequeño restaurant de aquí a la vuelta para tener una charla civilizada y contar como nos va en nuestras vidas?-

 

Se lo pensó unos momentos. No había cocinado nada porque había tenido que completar varias tareas de la universidad, gracias a que su amiga Guren se había pasado por su departamento a llevarle lo realizado en el día.

 

Y realmente tenía hambre.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

La cena de la otra noche había sido interesante. El le había contado a Namikaze lo ocurrido con su ex, empezando desde la noche que lo conoció hasta cuando lo encontró besandose con la zorra para luego enterarse de su oficio secreto.

 

Naruto se había disculpado por haberle soltado la verdad tan tajante, mientras le prometía que golpearía al sujeto la próxima vez que le viera. Otro idiota más que quería golpear a una basura que no merecía la pena.

 

Luego le contó sobre sus otros fracasos amorosos, sin mencionar muchos detalles ni nombres, pero el rubio había comprendido lo desgraciada que era su vida amorosa. Para animarlo, luego lo había llevado a una heladería en el centro de Tokio, donde compraron unos helados gigantes que no acabaron de comerse, y luego pasearon por un bonito parque a la luz de la luna. Había sido una velada estupenda. Lástima que no contara como cita.

 

La madre del rubio, Kushina Uzumaki, una arquitecta de renombre, le había llamado por teléfono para disculparse en nombre de su retoño en caso de que este no lo hubiera hecho, y para pedirle que, cualquier cosa que necesitara, la llamara y se lo pidiera.

 

No iba a abusar de la buena voluntad de la gente, no era característico de un Uchiha, pero se había planteado pedirle ayuda con algunos planos que debía presentar a fin de mes para aprobar y graduarse de una vez por todas. Por supuesto que esa idea se desvaneció de su cabeza en cuanto imaginó la cara de su padre al enterarse de que había necesitado ayuda para graduarse.

 

Namikaze lo saludaba y pasaba a visitarlo de vez en cuando, y en menos de una semana eran amigos. Neji lo había conocido, y aunque al principio ambos se mostraron recelosos y desconfiados, terminaron entablando una buena conversación. Ahora que Naruto era su amigo, este podría mantenerlo alejado de patanes indeseables mientras Neji organizaba su mudanza a Francia. Aún no se creía que Naruto hubiese aceptado de buena gana ser su “guardaespaldas”.

 

Su vecino y su ex estaban locos.

 

Acabó de mezclar la pintura, y se dispuso a empezar a recubrir la pared. Pero unos fuertes golpes en la puerta lo detuvieron.

 

¿Quién podría ser? Naruto estaba en la empresa, y Neji visitando a unos parientes del sur. Nagato aún estaba en Florida, dando los últimos conciertos antes de regresar a Japón, y sus padres jamás venían a visitarlo.

 

Dejó la brocha dentro de la lata de pintura, y malhumorado por la interrupción atendió al visitante.

-¿Me extrañaste, Sasu?-

 

Era el bastardo desgraciado de su ex.

 

-¿Qué mierda haces aquí? ¿No te dije que no quería volver a verte en lo que me quedara de vida, infeliz?-

 

El muy maldito se limitó a sonreírle burlón y cínico, relamiéndose los labios mientras lo observaba de arriba a abajo.

 

-Vete de aquí, Mangetsu.- gruñó, mientras intentaba cerrarle la puerta en la cara. Pero el maldito se lo impidió, colocando el pie.

 

-Vamos, Sasu, ¿sigues enojado por lo del otro día? Ya te dije que Karin no era más que...-

 

-¡¡No quiero escucharte!! ¡¡Lárgate a grabar videos porno o lo que sea que hagas, imbécil!!-

 

Mangetsu abrió los ojos, sorprendido. Y luego se echo a reir como el imbécil que era.

 

-Así que ya te haz enterado. Y yo que pensaba que eras demasiado inocente como para ver videos triple equis por internet. ¿O haz alquilado mi última producción, “Fieras en el Bosque Ardiente”, que esta en el sector adulto de los videoclubs? Salgo genial. Hasta pondría cachondo a una piedra.-

 

Sintió deseos de vomitar. ¿Cómo no se había dado cuenta de la profesión que el muy desgraciado tenía?

 

-Vete. Ahora. O. Te. Mataré-

 

-Sasuuuu... no seas aguafiestas. Podemos grabar la sesión de esta noche, si quieres, para que no te sientas mal.-

 

Lo mataría. Oh si, lo mataría.

 

Se lanzó sobre él, furioso, lanzándole un puñetazo que el maldito apenas esquivó. Lástima que casi nunca hacía ejercicio. Por culpa de ello, no tenía un físico demasiado trabajado, si no mas bien delicado, y a Mangetsu no le costó nada aplastarlo contra el suelo, a horcadas suya, relamiendose los labios y mirándolo con hambre.

 

Mierda. Cerró los ojos, y rezó a cualquiera que estuviera escuchándole, que por favor alguien le rescatara antes de que el desgraciado le hiciera algo irreparable. Para su fortuna, lo que sea que estuviera arriba le escuchó, porque escuchó un quejido de dolor y sintió que Mangetsu era sacado de arriba suyo.

 

Abriendo los ojos, se encontró con un Naruto completamente furioso que golpeaba a Mangetsu como si no hubiera un mañana. Sus ojos azules relucían con tanta ferocidad que le dieron un escalofrío, mientras que sus cabellos se veían mucho mas alborotados que de costumbres. Casi podía ver un aura roja y caliente alrededor de su vecino, preso de un ataque de ira.

 

-¡Naruto, detente! ¡Lo matarás y estarás en problemas!-

 

Al ver que este no lo escuchaba, hizo lo primero que se le vino a la mente.

 

Lo abrazó con fuerza, ocultando su rostro en su pecho.

 

Naruto se calmó instantáneamente, y le devolvió el abrazo, mientras Mangetsu huía como podía, ya que su cuerpo había recibido miles de golpes por parte de un magnate furioso.

 

-Gracias...-

 

Casi sin poder evitarlo, ambos terminaron besandose. Un beso tranquilo, tierno, romántico, el beso con el que un príncipe besaría a su princesa luego de rescatarla de las garras de un dragón. Un beso delicado, de esos que frenaban el tiempo y paraban corazones.

 

Se separaron lentamente, mientras Sasuke apoyaba su frente en el hombro de Naruto. El empresario rió entre dientes, aferrándose a la estrecha cintura del pelinegro, y besándole varias veces la cabeza.

 

-Si es así como me darás las gracias, tendré que rescatarte mas seguido-

 

Se acomodó mejor entre los brazos del rubio, y poco a poco cayó en el mundo de los sueños.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

No se quejaba, para nada.

 

Gracias a los consejos de Kushina – que ahora lo obligaba a llamarla mamá o, al menos, suegra – acabó por conseguir aprobar las materias restantes y estaba a un paso de graduarse en Arquitectura. También se había hecho la idea de estudiar Diseño de Exteriores, pero desecho la idea. Obito ya era el diseñador de espacios oficial de la familia.

 

Había conocido a la familia de su rubio vecino – que se había autoproclamado su novio – incluyendo al presidente de la Rasengan Corporation, Minato Namikaze, padre de Naruto y quien había auxiliado a su hijo entre risas cuando este había recibido una patada en sus partes por parte de su “adorable” vecino. Minato lo había felicitado por su conducta – le dijo que era una excelente forma de enseñar modales – y le dio una cálida bienvenida a la familia.

 

En su casa ya sabían sobre lo ocurrido con Mangetsu, y también sobre Naruto.

 

Y, para su sorpresa, no hubo quejas ni regaños. Incluso hubo felicitaciones.

 

Su padre se mostró orgulloso de él, diciéndole que al fin había encontrado un buen partido, recomendándole también de que no lo dejara escapar. Su madre casi lloraba de felicidad al enterarse de que su retoñito salía con el hijo de su vieja amiga Kushina, y practicamente ahora ambas consuegras eran inseparables. Iban de compras, tomaban el té... incluso se las imaginaba preparando la boda.

 

Itachi lo había llamado por teléfono solo para burlarse de él y llamarlo cazafortunas, mientras le preguntaba si el maldito Mangetsu no lo había satisfecho en la cama y por eso se iba detrás de un empresario con cara de idiota, para luego comentarle que no siempre los actores porno eran tal cual se los veía en los videos.

 

Sasue acabó amenazándole con subir a internet fotos de cuando era niñito y se peleaba con un bebé por los peluches de ositos. Tras eso, Itachi le colgó, ofendido, no sin antes decirle con mucho amor que si veía esas fotos en internet, era hermano menor muerto.

 

Las risas valieron la pena.

 

Llendo hacia la empresa, ahora donde todos lo conocían y lo saludaban emocionados al verle, convertido en leyenda – fue épico haberle golpeado la entrepierna al vicepresidente – se encontró con Kakashi, que ahora tenía aumento de sueldo y su querida novela en manos. El hombre le saludó alegre, y se dispusieron a hablar un rato, mientras esperaba que Naruto acabara el papeleo y pudieran ir a cenar a ese restaurant que estaba en uno de los barrios mas elegantes de Tokio.

 

Pronto, su rubio novio-autoproclamado salió del ascensor, poniéndole mala cara a Kakashi, mientras lo abrazaba posesivamente. El guardia de seguridad le guiñó el ojo y se despidió, mientras se marchaba leyendo y sin presarle ni pizca de atencion a la mujer de cabello violeta adicta a los dulces que parloteaba sobre una fiesta a su lado.

 

Se marcharon de inmediato, subiendo al bonito auto negro del empresario, ese que había conducido la noche cuando lo conoció. La diferencia era que Naruto conducía, y el era el copiloto.

 

-No hables demasiado con Kakashi. Es un pervertido de primera.-

 

-¿Celoso?-

 

Naruto le puso mala cara, pero luego sonrió al sentir los labios de su “novio” pelinegro en la comisura de los labios. Casi se desvía del carril, y un par de automóviles le tocaron bocina, pero no le importó mucho. Pero la sonrisa no se le borró del rostro.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

-¿Regresas a Japón, Neji? ¡Genial!-

 

Recostado en el sofá de su departamento, recibió alegre la noticia que Neji acababa de darle.

 

Suspiró al saber que solo habían pasado dos años desde que se despidió de su amigo en el aeropuerto. Ya tenía veintisiete años, una buena fortuna y un trabajo estable como arquitecto.

 

Se sentía completamente cansado, pues toda esa mañana había estado trabajando en los planos de la nueva mansión de Nagato, que regresaría a Japón a vivir y mantenerse al márgen de giras y conciertos por un tiempo, ya que la bella Konan esperaba un hijo, del que Sasuke sería el padrino.

 

El ringtone de su celular lo obligó a finalizar la llamada de Neji, y tras despedirse, leyó el mensaje recibido.

 

“Ve de inmediato al lugar donde nos conocimos la primera vez. N.”

 

Extrañado, se quedó pensando para qué Naruto le habría pedido eso. Pero decidió hacerlo de todos modos, así que pidió un taxi, y le dió la dirección. El sol se estaba poniendo, así que tendría que darse prisa para poder regresar para la cena.

 

El viaje fue bastante corto, y pronto estuvo en el lugar donde vió a Naruto por primera vez.

 

Allí, apoyado contra una de las farolas, se encontraba un hombre canoso, de piel bronceada y algunas arrugas en su rostro. El hombre le sonrió, y le tendió un sobre.

 

Sin saber que decir, tomó el sobre con un leve temblor en las manos.

 

“Ahora que haz recibido el sobre de manos del famoso Arquitecto Hiruzen Sarutobi, ve al restaurant donde tuvimos nuestra primera `cita´. No tardes demasiado. N”

 

¿Hiruzen Sarutobi? ¿El mismísimo Sarutobi al que tanto alababan sus profesores, y que el idolatraba por sus grandes diseños?

 

Alzó la vista, mientras el anciano seguía sonriéndole.

 

-¿Us-usted... es...?-

 

-Hiruzen, a su servicio-

 

No podía ser. Maldito Dobe. Ahora tendría que agradecérselo con una buena sesión de sexo.

 

Tardó una hora en llegar al restaurant, después de hablar largo y tendido con el famoso arquitecto, que le ofreció una tarjeta con su número de teléfono para que lo llamara si estaba interesado en formar parte de la delegación de arquitectos que remodelaría la Casa Gubernamental. Sasuke le prometió hacerlo, y tomó un bus para llegar a destino.

 

Entró apurado, buscando el característico cabello Namikaze, pero no lo encontró. ¿Dónde estaba ese idiota?

 

-¿Sr. Uchiha?-

 

Un hombre se le había acercado, y por como estaba vestido, trabajaba en el restaurant. En silencio, lo condujo hacia una mesa donde había un hombre de cabello naranja y ojos avellana. Casi se le cae la mandíbula al piso al reconocer al famoso actor Yahiko Tendo. Su actor favorito.

 

Yahiko le regaló una sonrisa impresionante, como la que estaba en las publicidades de su última película, “La Ciudad que Llora”. Con unas señas, lo invitó a sentarse.

 

Aún mudo, y sin dejar de mirar al famoso actor, se sentó sin saber que hacer en ese momento.

 

-¡Oh, con ese rostro tan lindo que tienes serías un éxito en Holliwood! Pero no estoy aquí para convencerte de que vengas conmigo a Estados Unidos para grabar el próximo éxito. Aunque si quieres hacerlo, no me negaré. Volviendo al tema, me encargaron que te diera este sobre. No puedes detenerte mucho tiempo conmigo, o creeran que te fugaste conmigo, cosa que tampoco estaría mal, así que date prisa y acude a tu próxima cita.-

 

Tras esto, Yahiko comenzó a comer el platillo hindú que el mesero le había traido, mientras Sasuke se limitaba a despedirse amablemente, no sin antes tomarse algunas fotos con el celular.

 

A la salida lo esperaba un taxi, que abordó de inmediato y le pidió unos minutos para abrir el sobre y saber dónde era el próximo destino.

 

“Ahora, ve al Salón de Arte donde esta tu escultura favorita. Espero que no se te haya pasado por la cabeza dejarme por Yahiko. N.”

 

Soltó una carcajada. Ese dobe seguía siendo el mismo celoso de siempre.

 

El viaje esta vez fue un poco mas largo, por eso cuando llegó ya eran prácticamente las nueve y media. Pagó el viaje, y comenzó a recorrer los pasillos de la galería buscando a Naruto. Ya no sabía que esperar.

 

Pronto localizó la preciosa escultura que simbolizaba el matrimonio de Izanami e Izanagi, dos dioses pertenecientes a la mitología japonesa. Esas estatuas siempre lo hacían sentirse pequeño, de tan majestuosas que eran.

 

Admiró por algunos minutos esa obra que aún le impresionaba, y comenzó a buscar algún sobre, o en su defecto, a Naruto.

 

Encontró una cabellera rubia, pero no era la de Naruto.

 

-¡Tu debes ser Sasuke Uchiha! ¡Yo soy Deidara, el creador de esta maravillosa expresión de arte moderno, hn!-

 

Maldito Naruto. Definitivamente tendría que casarse con él.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

Tras el paseo por la galería con el artista rubio, que le dió todo un impresionante monólogo sobre arte, y le presentó obras que aún no estaban a exposición del público, Sasuke abrió el último sobre.

 

“Ve al punto mas alto de la ciudad. Te espero allí. N.”

 

Y el punto mas alto de la ciudad era donde se encontraba la Rasengan Corp.

 

Hambriento y nervioso, se dirigió de inmediato hacia donde Naruto lo había citado. No sabía como darle las gracias por haberle permitido conocer a las figuras que mas admiraba. Conociéndole, quizá con un gran tazón de ramen y sexo al por mayor se conformaría.

 

Se bajó nervioso del taxi, sorprendido al no ver a absolutamente nadie en la empresa. Ni siquiera los de seguridad. Por lo que sabía, había quienes se quedaban hasta las tres de la mañana realizando papeleo. Pero esta vez no había nadie. Ni un alma.

 

Siguiendo las intrucciones de unos letreros pegados por las paredes, tomó un ascensor y presionó directo el botón del último piso.

 

Que extraño. ¿Para qué Naruto lo citaría allí?

 

Al salir del ascensor, una notita le indicó que subiera las escaleras en dirección a la azotea del edificio. ¿Es que iba a suicidarse?

 

Algo asustado por su último pensamiento, subió corriendo las escaleras, y abrió la puerta que daba a su destino. Un viento frío golpeó su rostro, pero apenas lo sintió al observar el lugar.

 

El piso de cemento estaba recubierto de pasto real, y había un montón de plantas y flores acomodadas como si fuera un invernadero, iluminadas por varios faroles de luz suave y romántica. A sus pies había un bonito camino de cerámicos, que atravesó hasta encontrarse con una pérgola. Bajo ella, descansaba una mesa de mantel blanco, velas que chispeaban, y un Naruto vestido de traje que lo aguardaba con una sonrisa impaciente.

 

-Vaya, creí que te habías fugado con alguno de mis emisarios-

 

Se limitó a rodar los ojos, para luego abrazar a su amigo-novio – no eran pareja oficial – y besarlo. Naruto le sujetó por la cintura, acercándole a su cuerpo, devolviendo el beso con cariño.

 

Luego se sentaron para cenar. Naruto había cocinado, sorprendiendo a su vecino, que aún lo creía incapaz de cocinar algo que no fuera ramen o pedir una pizza.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

La cena había sido espectacular. Hablaron de temas triviales y se rieron mucho. No podía evitarlo. Toda vez que salía a cenar con su “vecino-novio”, acababa reconociendo que había sido una de las mejores noches de su vida.

 

Observó el reloj que Naruto chequeaba cada cierto tiempo. Faltaban unos siete minutos para la medianoche.

 

De pronto, el empresario se puso de pie, le tomó de las manos y lo llevó un poco cerca del borde del edificio. Namikaze lo observó con cariño desmedido, mientras le acariciaba el rostro y besaba su frente.

 

-¿Qué ocurre, Naruto?-

 

-Te amo tanto... no te imaginas el tamaño de mi amor, Sasuke. Pero no puedo decirte lo que quiero porque toda la ciudad está en movimiento, y si voy a decirtelo, quiero que la luna y las estrellas sean nuestros testigos. Así que lo mejor sería que la ciudad se apagara por unos minutos, ¿no crees?-

 

Al decir esto, unos segundos después pudo contemplar como, de golpe, las luces se apagaban y sumían el paisaje a las sombras, mientras que los edificios mas altos eran iluminados por la luna y las estrellas. No podía estar pasando esto.

 

Un apagón, justo cuando Naruto...

 

Volteó a buscar a su vecino, que se encontraba tomando sus manos mientras se arrodillaba y... ¡¡Se arrodillaba!!

 

-Sasuke Uchiha. Ahora que solo las estrellas y la luna nos ven, quiero decirte lo que pienso de una vez. Eres la razón de mi mundo. Antes solía conformarse con verte de vez en cuando por los pasillos de nuestro piso, cuando ibas a tu departamento, y resignarme al verte con Mangetsu. Pero ahora... después de que hablaramos como personas civilizadas en nuestra primera cita, encendiste un fuego que aún no se ha apagado en mi corazón, al contrario, a crecido mas. En menos de un mes te volviste la persona que mas aprecio, y en dos, el aire indispensable para mi vida. Sin tí no veo el cielo, ni estrellas, ni luna, ni sol, ni aves ni rostros. Solo es vacío gris y sin sentido. Hasta el infierno me parecería un paraíso si tu estas conmigo. Sin tus ojos no veo, sin tus manos no siento, sin tus besos no respiro. Lo eres mi todo. Todo lo que quiero y necesito.-

 

Sintió la irremediable necesidad de llorar.

 

-No voy a jurar por la luna, porque es cambiante y no quiero que pienses que mi amor variará según la ocasión. No voy a jurar por las estrellas, porque siempre permanecen lejos, frías e insensibles. No voy a jurar por el sol, que cada día se marcha para seguir su camino, sumiendonos en la oscuridad de la noche. Juraré por el tiempo, que es eterno y jamás se detiene. Por eso, Sasuke Uchiha, juro por el tiempo que siempre te amaré y cuidaré, que estaré para ti cuando me necesites y cuando no, cuando quieras llorar o reir, o simplemente disfrutar del momento. Juro que te acompañaré todos los días de tu vida, si tu me dejas. Sasuke... ¿honrarías a este pobre ser humano con tu compañía eterna? ¿Aceptarías casarte con este hombre que quiere ofrecerte todo lo que tiene, incluyendo su alma?-

 

Definitivamente iba a llorar.

 

La respuesta no tardó.

 

-Pues claro que quiero, dobe idiota. Si quiero casarme contigo, y si quiero que estes conmigo siempre.-

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo

 

 

 

-Y así fue como acabé casado con tu padre.-

 

Su primogénito sonrió, soltando una carcajada.

 

-¿Golpeaste a otousan dos veces “ahí”? Me sorprende que hayamos nacido-

 

Sasuke se limitó a reir junto a su hijo, abrazándolo y agradeciéndole a la vida los dos hermosos angelitos que les había obsequiado. Menma y Shion, sus dos preciosos hijos, la luz de los ojos de sus orgullosos abuelos.

 

La pequeña niña rubia de seis años entró corriendo a su estudio, en sus manos el dibujo de una casa. Kushina solía decir que la pequeña sería arquitecta, mientras que Minato insitía en que ambos niños trabajarían en las empresas de la familia, ahora que la Rasengan Corp. se había unificado con la Uchiha S.A.

 

Menma felicitó a su hermanita por el excelente dibujo, mientras Sasuke lo pegaba con unos imanes en el armario metálico que tenía, justo al lado de otras obras de arte de la princesita de la casa.

 

-Aún no me has contado como fue la boda, ni como le dijiste a papá que estabas embarazado de mi, otouchan-

 

Sonrió, mientras Naruto entraba en el estudio, abrazando a la pequeña Shion y admirando su nuevo dibujo. Le guiñó el ojo a Menma, antes de marcharse a la cocina para iniciar la cena, sin olvidar besar a su esposo que acababa de llegar del trabajo.

 

-Eso ya es otra historia, hijo.-

Notas finales:

¿Qué les pareció?

Lamento no poner lemon, pero no soy buena para eso.

 

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