Zoro miró a Anna mientras ella sonreía con entusiasmo al rubio que se acomodaba la servilleta en el cuello de la camisa blanca que esa noche estaba usando, en esos momentos Zoro se dio cuenta de que no estaba precisamente seguro de que hacer ahora, a veces iba a reuniones importantes con Sanji pero nunca había ido a una cena tan formal como la que de pronto se le presentaba en frente.
- Me han hablado mucho de ti, Sanji, tu padre parece estar muy orgulloso de ti – dijo Anna de pronto rompiendo el silencio que por un momento había atravesado
- Perdone señorita, fui grosero… - dijo Sanji con la galantería de la que siempre echaba mano pues era parte de su educación – mi padre también me ha hablado mucho de usted, él la hace ver como un ser en verdad maravilloso, es cierto que es muy bella, pero mi padre dijo que esa no era su mejor cualidad.
- Muchas gracias – dijo Anna algo ruborizada y con una sonrisa franca adornando su cara – en cambio del joven no sé nada… ¿olvidaste mencionarlo a propósito? – preguntó la mujer mirando primero a Zoro y luego mirando al hombre mayor en la mesa
- No, para nada…te hablaré de él…después de la cena – dijo el caballero mientras su mirada fulminaba a Sanji diciendo mudamente “no debiste traerlo”
Zoro miraba de un lado al otro de la mesa sin saber que hacer o que decir, jamás en su vida se había sentido más fuera de lugar y aun así su orgullo ordenaba que ese era el lugar correcto para estar pues no sabía con qué intenciones estaba aquella mujer sentada a la mesa con ellos y si era algo que estorbaba a su relación sin dudarlo ni por un momento lo destruiría…nadie se iba a meter entre él y Sanji.
- ¿Qué ordenarás para cenar, Zoro? – preguntó de pronto la curiosa voz de Sanji sacándolo de sus cavilaciones – nosotros ya habíamos pedido por anticipado pero no estaba planeado que aparecieras… ¿se te antoja la pasta? – preguntaba Sanji con una sonrisa cálida mientras frente a ellos aparecían meseros con platos de pasta con salsa amarillenta
- ¿puedo probarla? – preguntó Zoro y el padre del rubio bufó molesto, Anna los miraba con sus enormes y hermosos ojos y Sanji solo sonrió mientras tomaba la servilleta de Zoro y se la acomodaba al cuello, tomó un poco de su pasta y se la ofreció al chico moreno que la comió sin mucha ceremonia asombrando a la chica con el vestido rojo
- Ah, si… yo también quiero pasta – dijo el moreno cuando la comió y un mesero salió disparado a la cocina por otro plato.
- También comerá lasaña – dijo Sanji al mesero cuando este llevó la pasta y sonrió enormemente a su pareja
- Veo que no has cambiado nada, Zoro…sigues siendo torpe con estas cosas – dijo el hombre mayor mientras comenzaba a comer tranquilamente
- No lo molestes, padre – regaño el rubio mientras el moreno se notaba molesto y se escudaba dando un trago a su copa
La pasta comenzó a desaparecer lentamente, charolas de pan iban y venían mientras el único sonido era el ruido común de los cubiertos de ellos y otros asistentes al restaurante y la agradable música clásica que se tocaba en vivo aquel dia. Pronto el plato de la pasta fue retirado y Sanji miró a la muchacha con una sonrisa suave.
- ¿Por qué no nos cuentas a Zoro y a mi sobre ti? Mi padre dice que eres enfermera – dijo Sanji con una ambilidad natural
- ¿enfermera? – preguntó Zoro – perdona, solo esperaba que fueras algo más afin – dijo tratando deliberadamente de ser grosero, solo quería que aquella mujer saliera de su vida rápidamente pero la mirada que Sanji le dedico fue bastante para silenciarlo un poco
- Bueno… sé que no es una pareja común, un hombre de negocios y una enfermera, menos aún con ese tipo de negocios, seguro se esperaría de una modelo, pero así es el amor ¿Qué no? – preguntaba ella con amabilidad y Sanji solo afirmó
- ¿y tú a que te dedicas, Zoro? – preguntó ella después de unos momentos en los que nadie comentó nada, si no fuera por todo el ruido aquello se estaría tornando insoportable
- Actualmente soy fotógrafo de farándula – dijo el chico moreno con un poco más de confianza en sí mismo
- Paparazzi – dijo el viejo a la muchacha – nada seguro ni muy productivo… pero ¿Qué se le va a hacer? – dijo tratando ahora de ser molesto con el otro
Sanji apretó los dientes lo mejor que pudo tratando de morderse la lengua mientras que Zoro se levantaba de un salto
- Iré al servicio – dijo el de pelo verde antes de salir de ahí a toda prisa al ver la mirada que le dedicaba la muchacha
Zoro sintió que todo iba mal, en verdad todo iba mal, estaba terriblemente mal con su novio tratando de ser amable con aquella mujer bonita que el viejo presentaba con orgullo ante su cara, presumiéndola como si fuera mejor que él ¡demonios que quería matarla!. Mojó un poco su cara en el lavabo tratando de tragarse el enojo y de mantener la calma, hizo unas respiraciones mirándose en el espejo del baño, era un hombre guapo o al menos eso pensaba… Sanji le había hablado sin embargo de no tener una preferencia clara a alguno de los dos sexos y eso lo hizo sentir aún más perdido, se estaba ahogando en un océano de desesperación y ningún barco aparecía para ayudarlo…ese bien podía ser el fin de su relación con el hombre que tanto amaba.
Salió del baño después de un rato pues tampoco quería que se le enfriara el siguiente plato, cuando avanzaba a la mesa parecía que Sanji contaba un chiste y no pudo evitar sonreír mientras recordaba cuando le contaba chistes malos a él tratando de romper el hielo en su relación.
Zoro se sentó a la mesa tratando de poner su mejor cara esperando a que el siguiente plato apareciera, lentamente la noche fue avanzando mientras se volvía más hostil, poco pasó antes de que el viejo y Zoro estuvieran dándose picones mutuamente, Zoro con la chica y el viejo con el empleo de Zoro. Al final aquello se volvió demasiado y Zoro azotó su puño contra la mesa haciendo saltar los cubiertos y postres de todos y se arrancó la servilleta del cuello mirando a la mujer con seriedad. Ella al igual que Sanji había estado muy incomodos al ver a los otros dos pelear…tan apenados el uno con el otro, pero ahora lo miraba al igual que todos en la mesa esperando quizás una explosión nuclear.
- No quiero ser grosero…pero me va a explotar la cabeza, el hombre aquí puede decirle bien claro que soy de poca cabeza para todo lo que concierne a Sanji así que lo diré con toda claridad: mi nombre es Roronoa Zoro, soy fotógrafo profesional y actualmente prometido y futuro esposo de Kuroashi Sanji, perdone por no presentarme antes – le dijo a la muchacha mientras Sanji le miraba con una sonrisa, el viejo se llevaba una mano a la cara y la chica parecía asombrada
- ¿se comprometieron? ¿se comprometieron y no sabía? – preguntaba la muchacha asombrada
- Así es… - dijo Zoro estirando su mano con el anillo en ella – hoy es nuestro aniversario y Sanji me lo pidió…¿bien? Ustedes están interfiriendo con nuestra celebración de aniversario y estoy muy enfadado… - dijo el moreno mientras clavaba su tenedor en la porción de pastel y comenzaba a comer
- Bruto como siempre… - susurró el viejo
- Te mancharás… - le riñó Sanji tratando de ponerle la servilleta al cuello a su prometido y de ignorar el comentario de su padre
- No…no sabía que hoy era su aniversario, perdonen…es que esta es la única noche libre que tengo de la semana y quería que fuera algo especial – dijo la muchacha mientras se acomodaba el cabello nerviosamente – yo también debí presentarme antes, perdóname… - dijo ella mientras se encogía en su lugar – yo soy Anna Flair, soy enfermera de neonatología en el hospital central, vine aquí porque quiero pedir permiso tuyo y de Sanji para casarme con Francis
Los ojos de Zoro se abrieron grandemente mientras el pedazo de lasaña se atoraba en su pecho, comenzó a toser escandalosamente haciendo que las mesas cercanas lo miraran, Sanji le golpeaba la espalda mientras reía y el padre de Sanji (cuyo nombre es Francis por si no leyeron las notas) sentía que su cara se caía de vergüenza sobre la cena.
Al final la cena terminó tranquilamente para ambos bandos, Zoro pidió disculpas a la muchacha con una amplia reverencia y se aferró del hombro de su novio como si pudiera defenderlo.
- Espero que podamos salir a algún lado los cuatro – decía Sanji
- No creas…si el neandertal viene quizás no quiera ir – decía el viejo mientras encendía un habano y abría la puerta de su auto para la muchacha
- ¡grosero! – exclamó la chica dando un golpe en la cabeza del hombre que solo rio mientras subía al auto
- ¡hasta pronto, Anna! – exclamó Sanji mientras ella se iba
- Ella es muy joven para el viejo ¿no crees? - preguntó Zoro mientras ofrecía su brazo a su novio para caminar a casa
- Es cierto, es muy joven, querrá hijos, tendré hermanos, más problemas, más pañales, más niñera, el viejo no es tan viejo…solo tiene 40 y si somos sinceros…merece a alguien con quien hacer su vida…lleva toda mi vida en su empresa y eso le costó perderse lo mejor de mí, perder a mamá lo hizo serio, ahora al fin puede reír de nuevo ¿no lo oíste? Antes de que me hablara de Anna nunca antes lo había visto reír ¿sabes? Es mi padre…solo quiero su bienestar pero eso no me hace feliz…me gusta ser modelo y si en verdad él se casa me va a dejar la empresa para cuidar de su familia… ¿y que de nuestra familia? – preguntó Sanji mirando sus zapatos al andar calle arriba
- ¿Sanji, es por eso…? – preguntó Zoro deteniéndose en seco
- Que parezco tan lejano…si, eso y darme cuenta de que no puedo con todo…o modelo o soy presidente, no puedo hacerlo todo o te perderé a ti… - susurró Sanji mirando al más alto a los ojos – eres lo más bonito en mi vida y cuando cumpla 40 no quiero darme cuenta de que te dejé ir solo por un trabajo… - dijo encogiéndose de hombros
- Nunca vas a perderme, tonto…incluso no si intentas alejarme porque me has enamorado… eso significa que por siempre me vas a tener pegado a tu espalda – dijo Zoro abrazándolo y dándole un beso lleno de amor y de todos los sentimientos que no le había dicho aún y que quizás jamás podría decirle
- Aun así…no quiero sentir que eres un mueble de la casa como las esposas de los hombres con los que hago tratos, sé que tienes un empleo y una vida propia que no gira sobre mí, sé todo eso…pero también sé aunque no me digas que me extrañas, que odias tanto como yo que estemos lejos…así que debo elegir entre la felicidad de mi padre o la mía… quiero ser egoísta y elegir la mía, no dejarlo casarse y que siga siendo presidente…pero también quiero verlo reír – decía Sanji mientras reanudaba camino a casa…