Después de escucharse el portazo salí de mi habitación y alcancé a ver como Leo salía por la puerta principal dando otro portazo. Intenté seguirlo pero sus piernas largas iban demasiado rápido para mi, así que volví hacia mi habitación.
Antes de mi habitación está la de ellos, donde aún debería estar Mimi y yo, como la curiosa que soy, miré hacia adentro para ver cómo estaba él.
Pero lo que nunca imaginé era verlo tendido en su cama cual muñeco de trapo
-¿M-Mimi?- pregunté con temor por hermanito:- ¿Miguel? ¿Eres tú?- Y se incorporó.
Lentamente fue girando su cabeza como si fuera la niña del exorcista y posó su mirada vacía sobre la mía, aguosa del miedo.
-¿Quien es Miguel? ¿Quien eres tú? ¿Dónde estoy?- dijo con una voz algo más ronca de lo habitual.
Giró su cabeza mirando alrededor del cuarto y cuando posó su mirada sobre una foto de Leo, que tenía sobre la mesita de noche, su semblante se transformó en uno de total dolor y agonía y cogiéndose el lado izquierdo de su pecho con una mano, volvió a desmayarse.
-¡Mimi! ¡Miguel, carajo contesta!- le gritaba mientras lo movía para que despertara.
No se ocurrió otra cosa que hacer sino que llamar a una ambulancia. Le di mi dirección y la situación (que mi hermano se desmayó después de agarrarse el pecho) y en minutos estuvieron aquí los paramédicos.
Yo sólo podía ver como lo ponían en una camilla y se lo llevaban en una ambulancia, conmigo dentro ya que me habían dado un tranquilizante y necesitaban a alguien para el papeleo y explicara que sucedió.
Cuando llegaron lo metieron a una habitación de la UCI donde no me dejaron entrar y tuve que esperar en la sala de espera. Para mi todo pasaba como en cámara lenta, igual que las horas. En algún momento llegó Leo acompañado de Ros (su mejor amigo) y podía ver como sus labios se movian y hacian gestos pero yo no escuchaba nada. Únicamente podía pensar en qué había sido lo que le había dicho Leo a Miguel para dejarlo en ese estado. Estado el cual aún no podía creer que estuviera.
Un dolor horrible en mi mejilla me hizo reaccionar y por primera vez mi cabeza funcionó correctamente desde que todo esto ocurrió.
-¡Nalya! ¡¿Qué mierdas ha pasado?!- casi chilló Leo, ya que estabamos en un hospital.
Le miré a los ojos, unos húmedos ojos que reflejaban preocupación, impotencia, pero también ira.
Me levanté de mi asiento y le di la más fuerte y sonora cachetada jamás dada.
-¡¡¡Es todo tu puta culpa, Leo Cruz Álvarez!!!- le grité, ganádome miradas reprobatorias de parte de varias personas.
Pero eso no me importaba. Aún no había visto lo que se había grabado en su habitación y por lo tanto tampoco sabía lo que había pasado pero no había duda de que Leo tenía la culpa.
-¡¿De qué mierdas hablas?!- me gritó a punto de abalanzarse hacia mi pero Ros se lo impidió, susurrándole algo al oído y luego besando éste.
W.H.A.T?
¡Oh, no! ¡No, no, no, NO!
Ya iba a comenzar a montar en cólera por su comportamiento cuando un médico bien papasote salió de donde antes se encontraba Mimi mientras que unas enfermeras llevaban una camilla con él dentro hacia uno de los ascensores.
-¿Familiares de Miguel Cruz Álvarez?- preguntó y yo rápido me giré desesperada por noticias de mi hermanito, dejando de lado al otro tonto hermano al cual le iba a partir la madre en breve.
-Yo- dijimos a la vez yo y Leo.
El doctor se acercó a nosotros y dijo mirando unas hojas:
-Bueno, el Srt. Cruz ha sufrido un ataque de nervios que lo dejó en shock al punto de desmayarse, cosa bastante peligrosa, ya que puede tener diferente efectos, entre ellos pérdida de memoria. Ya que luego tuvo la parada al corazón pero de la tratemos a tiempo eso no causará daños físicos aparte de un poco de molestia. Pero lo que más me preocupa son los daños mentales que puedan aparecer. Actualmente estará en una habitación en observación pero lo más importante será cuando despierte, ya que no sabemos en que estado se encontrará.- terminó de explicarnos con un semblante serio, profesional pero simpático. No sabía porque pero su voz me sonaba familiar.
-Emm... Gracias...- dije
-Dr. Sánchez, Alejo Sánchez- dijo sonriendo y estrechándole la mano.
-Muchas gracias doctor. Etto... ¿podríamos verle?- pregunté nerviosa. Quería verlo, necesitaba verlo. Ver que estaba bien.
-Claro, vayan.- dijo y sin escuchar más fui corriendo hacia donde se habían llevado a Mimi sin ni siquiera preguntar por su número de habitación, dejando atrás a un Leo aún en shock ya que no sabía lo que le había pasado a Miguel y recién se había enterado de golpe.
Al llegar a su habitación, después de preguntarle a una enfermera, por fin lo vi. Miguel llevaba puesta una de esas batas y lo cubría una fina mantita de hospital. Lucía algo pálido pero se destacaba un morado en su mejilla que antes no había notado.
Me acerqué más a su camilla, cogiendo una silla que había cerca y poniéndola a su lado. Su cara tranquila cual ángel se arruinó frunciendo el ceño cuando rocé su herida mejilla.
Aún no podía creerme todo lo que había pasado en tan sólo unas pocas horas. Lentamente mis lágrimas contenidas por tanto tiempo se deslizaron por mis mejillas sin dar tregua y haciendo que mi vista se tornase borrosa. Mi todo dolía de sólo pensar en todo lo ocurrido: la primera pelea que tuvieron a causa de la "rumptura", la visita de Elena, la llamada, la pelea parte 2, el accidente, Miguel en el hospital, Leo y Ros, el doctor cual voz me suena de algo y no se de qué, ...
¡Espera! ¡La pelea 2 esta grabada así que la puedo ver! Tengo que saber la verdad, todo lo que pasó, y más si talvez Miguel podría llegar a estar amnésico temporalmente.
Cuando estaba desbloqueando el móvil escuché la puerta y allí me encontré a...