Parados justo para entrar estaban mis padres.
Mi mamá al verme se abalanzó a abrazarme, aún soltando lágrimas y mi papá y Ale se miraban interrogativamente.
-M-mamá, no pue-do respirar- le dije entrecortado ya que me estaba estrujando.
-Lo siento Lya. Por cierto ¿y Miguel? ¿Esta bien?- esta vez miró a Ale.
-Bueno, Sra. Cruz, ahora mismo sigue descansando y aún no ha despertado pero pueden pasar a verlo si lo desean.- le contestó y mamá directamente entró a la habitación, pero papá sólo estrechó la mano del doctor mientras decía:
-Mucho gusto, soy Joshua Cruz, sólo Josh por favor.- le dijo con una pequeña sonrisa aunque en sus ojos aún había preocupación.
-El gusto es mío, soy el Dr. Sánchez, Alejo Sánchez.- le respondió Ale.
-Y dígame doctor, ¿qué le pasó a mi hijo? Sólo nos llamaron avisando que estaba aquí y no nos dijeron nada más- decía papá mientras iba él también para adentro, junto a Alejo, aunque yo lo que quería era ir a su despacho a por el cargador!!!
-Bueno, después de un ataque nervioso quedó en shock al punto de desmayarse y luego le dio un paro cardíaco así que tememos por su memoria ya que es muy probable que sufra de amnesia.- su cara de profesional al explicarle esto a mis padres era tan diferente de la de antes cuando estábamos viendo la grabación.
-Entiendo- dijo papá, estando todavia mamá al lado de la camilla de Mimi, cogiéndole la mano y acariciando su frente.- Pero, ¿cómo ocurrió todo esto?- preguntó al doctor pero me miraba a mi.
-Bueno, debo ir a buscar unas cosas al despacho y ahora se lo explicamos.- dijo Ale mirándome- ¿Me acompañas Nalya?-
-Si, vamos-le respondí y casi estábamos huyendo del lugar.
El despacho era medianamente grande, blanco, con estanterías repletas de libros al fondo, la pared de la derecha con algunos cuadros y diplomas y en la pared de la izquierda había unos ventanales que iban del techo al suelo, dejando ver la ciudad desde un décimo piso. En el centro había una mesa de roble con una cómoda silla a un lado y otras dos más normales al otro lado.
Al lado del mesón reposaba una especie de maletín, al cual fue directo a coger Ale y de ahí saco el cargador. Lo enchufó a la corriente y me hizo señas para que le diera el móvil, cosa que rápidamente hice.
Nos sentemos en el suelo, sin importarlo lo más mínimo si estaba frío o no. Él se apoyó contra la pared con las piernas abiertas y yo me acomodé entre sus piernas.
Encendí el móvil y volví a buscar la grabación. Pasé el trozo que ya habíamos visto y le di a Reproducir.
*En la grabación*
-Pero cuando vuelvas no esperes que esté aquí para ti porque talvez sea demasiado tarde- le iba diciendo Leo-
-Tienes razón. Ya es demasiado tarde- dijo Miguel mirando a un punto fijo y con la mirada vacía.
-No, Mimi, no. No es tarde, y menos para nosotros.- decía el alto llorando.
-Si lo es, esto ha durado demasiado ya. No podemos ni debemos continuarlo. De echo, te dejo Leo Cruz Álvarez.- y una lágrima solitaria rodó por la mejilla del castaño, manchando su cara con más marcas de lágrimas.
-No, Mimi, no me puedes terminar. ¡No puedes acabar con toda nuestra historia! ¡Lo sé todo, así que no finjas que no me amas!- dijo levantándose y yéndose enfurruñado, dando un portazo.
-Eso es lo que se escuchó- dijimos Alejo y yo a la vez. Giré la cabeza para verlo y el agachó la suya para verme también y sin darnos cuenta nuestros labios quedaron a centímetros. Había una tensión entre nosotros en ese momento que era bastante extraña para una chica y un gay.
Otro golpe como de portazo nos sacó del trance en el que estábamos y volvimos a mirar la grabación. La rebobiné unos segundos, justo donde nos habíamos quedado y pudimos ver como Miguel, que seguía tumbado en la cama, comenzaba a balbucear cosas y de sus ojos salían muchas más lágrimas, como si fuera un juguete roto, ya que ni siquiera sollozaba, sólo decía cosas muy bajito. Cerró sus ojos lentamente y quedó tendido como lo encontré.
Luego aparecí yo y paré la grabación porque esa parte ya la sabíamos.
-Es...extraño- dijo Ale.
-¿Por qué?- pregunté, girándome y quedando en la misma posición que hace un rato tanta tensión había provocado.
-Porque parece una pelea de enamorados pero lo que dicen y lo que hacen se contradicen. Es como si estuvieran diciendo que se tienen que alejar, que deben dejar de verse, pero no se separan. Lo que dicen suena a súplica para que el otro le crea y así "hacer lo que es mejor" pero lo dicen de forma que parece que no se quieran separar. Creo que definitivamente tiene un gran problema pero no sólo por culpa de Elena.- se explicó, su aliento rozando mis labios, lo cual por alguna razon me hacia tener la piel de gallina.
-Si, yo había notado algo parecido. Entonces ¿qué deberíamos hacer?- le pregunté sin saber realmente como actuar en este tipo de situaciones.
-Creo que esa decisión nos concierne a nosotros tomarla, ¿no creéis?- dijo...
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