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Yes, my lord. por Onny

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Notas del fanfic:

Etto... b-bueno, verán, este es el primer texto que publico y-y-y me g-gustaría saber que es lo que piensan, espero que disfruten tanto leyéndolo como yo disfruté escribiéndolo >////<

Por supuesto y, por mucho que quiera, estos hermosos personajes no me pertenecen, sino que son de su respectiva mangaka la cual es admirable *^*

La luna brillaba en lo más alto del cielo, me levanté de la butaca y abrí el balcón. Ya casi era mi hora de dormir y mi mayordomo no tardaría mucho, aun así, salí a la frescura de la noche, dejando caer la cortina tras de mí.

 

-Sebastian…-susurré.

 

Eso no había sido intencional. En un principio esto era solo un trato, tú el demonio encargado de protegerme hasta cumplir mi venganza y yo el alma de la cual tarde o temprano te alimentarías. Todo era un error.

 

A causa de estar tanto tiempo a tu lado, a causa de tener tu constante cuidado, habías conseguido que mi corazón poco a poco dejase de ser mío. Tenías una pertenencia que nunca debió de ser tuya y, aun así, tu no tenías ni idea de su existencia.

 

Como supuse, a los pocos minutos mi puerta emitió un suave sonido, indicando que tú estabas por entrar. Limpié con las yemas de mis dedos las lágrimas que se agrupaban bajo mis oscuras pestañas, pero no me moví del sitio, permanecí allí, inmóvil,esperando a escuchar tu hermosa voz.

 

-Joven amo-me llamaste-ya es su hora de dormir.

 

Respiré hondo, ignorando las ganas de abordarte, las ganas de entregarme a ti. Entré a la habitación, cerrando el ventanal y te dirigí una mirada indiferente, las que siempre ponía cuando estaba a tu lado, aún a sabiendas de que eso no era lo que realmente quería.

 

Me senté en el borde de la cama y tú te arrodillaste ante mí. Agachaste la cabeza y, con lentitud, desataste los cordones de mis mocasines, retirándolos con una gran gentileza y suavidad. De ellos pasaste a retirar mis calcetines, despojándome de ellos como si las mismísimas nubes fuesen las que rozaban mi piel.

 

No me di cuenta de que estaba llorando hasta el momento en que vi  las transparentes gotas caer directamente hacia ti y acabar en tu negra cabellera. Alzaste la cabeza y tus hermosos rubíes se posaron en mi rostro.

 

-Joven amo, ¿qué le ocurre?-me preguntaste, retirando una lágrima de mi mejilla con tus dedos, cubiertos por esos molestos guantes.

 

-N-nada, al parecer algún rastro de suciedad me entró en el ojo-aclaré. Pero no pude evitar un suave hipar entre las palabras.

 

-No creo que ese sea el caso-aseguraste con convicción.

 

Me limpié los ojos con el dorso de la mano y dirigí mi mirada hacia la pared.

 

-No es nada que necesites saber, Sebastian-aclaré con fría voz.

 

Un silencio se apoderó de todo, y, lo siguiente fueron tus manos retirando la chaqueta de mi cuerpo. Después de la misma siguió la camisa, la cual desabotonaste con lentitud, botón a botón y rozando el dedo por la fina tela blanquecina.

 

En cuanto llegaste al botón de mis pantalones supe que tenía que pararte o las propias reacciones de mi cuerpo me delatarían. Nunca me había pasado eso, era la primera vez que mis instintos carnales estaban tan a flote.

 

Aparté tus manos de mi cuerpo con rudeza y me miraste con una extrañada expresión.

 

-¿Qué le ocurre, joven amo? Hoy está actuando muy extraño.

 

Dirigí mi mirada al suelo ante esas palabras y me di cuenta de que en realidad mi propio intento de ser indiferente era el que me estaba delatando, el que le estaba diciendo a todos que ese no era yo y que algo realmente me pasaba.

 

Te pusiste en pie, quedando frente a mí, erguido en toda tu altura. Me agarraste por debajo de la barbilla y me obligaste a mirar tus ojos, los cuales recorrieron mi rostro al completo. No me dio tiempo a quejarme de nada puesto que tus labios chocaron con los míos en un ardiente beso que me hizo perder todo el aire en mis pulmones.

 

A pesar de que al principio solo fue un fuerte golpe de labios contra labios pronto tu lengua pidió permiso para explorar, un permiso que, algo dubitativo, le fue cedido. Tu boca recorrió por completo mi cavidad, esa que nadie había probado aún, esa que estabas profanando por primera vez.

 

Poco tiempo tardé en enlazar mis brazos alrededor de tu cuello, comenzando un tímido baile entre tu lengua y la mía. Una batalla perdida a tu favor en busca de dominar el beso.

 

Te separaste de mí, colocando uno de mis mechones detrás de mi oreja. Tu mano vagó por mi mejilla con suavidad y luego llegó hasta mi cuello, acariciándolo superficialmente con la punta de tus dedos.

 

Retiré los brazos del lugar en el que estaban hacía unos momentos y mi mirada volvió a caer, avergonzada esta vez, con un brillante y llamativo rojo cubriendo mis mejillas.

 

-No, por favor, joven amo, no baje la mirada-me pediste con voz suave, haciendo que volviese a mirarte a los ojos.

 

-Sebastian, ¿qué ha sido eso para ti?-pregunté, temeroso de escuchar la respuesta.

 

-Para mí, joven amo, ha sido la confirmación de que mis sentimientos son correspondidos-aclaraste como si fuera lo más normal del mundo.

 

Te miré, con brillo y sorpresa en la mirada para decir las palabras que llevaba guardadas y que con tantas ansias querían salir.

 

-Hazme tuyo.

 

Con esas dos simples palabras tus ojos cambiaron a su color original, ese color endemoniado que me volvía loco. Me empujaste con suavidad, dejándome caer en la cama, y te posicionaste sobre mí, con una rodilla a cada lado de mi cadera para no aplastarme.

 

Acercándote a mi volviste a unir nuestros labios, pero esta vez en un beso mucho más lento y tierno, una muestra de tus verdaderos sentimientos, un muestra de lo que realmente sentías y una muestra de lo que yo correspondía.

 

Lo primero que hice cuando te separaste de mi después de ese beso fue quitarte los guantes, los arrojé a través de la habitación, no me importaba donde acabasen. La mano que poseía el símbolo del pacto se acercó a mi cara y retiró el parche, el cual aún seguía ahí, mientras que la otra vagaba por mi pecho, pellizcando suavemente mis pezones.

 

Suaves gemidos escapaban de mi garganta, provocando que quisiera tapar mi boca pero, la misma mano que había hecho desaparecer el parche, ahora sostenía mis brazos sobre mi cabeza. Tus labios acariciaron mi mejilla, mi barbilla y luego mi cuello, dejando suaves marcas, dejando clara tu propiedad. Finalmente tus tentadores labios llegaron a mi pecho, el cual besaste y lamiste, dejando suaves rastros de saliva. Llegando a mis pezones los mordisqueaste, provocándome un gemido de sorpresa.

 

-Sebastian…-jadeé.

 

Tus ojos se clavaron en mí una vez más durante aquella noche y una pícara sonrisa adornó tus labios. Soltaste mis manos, lo cual aproveché para empezar a desabotonar tu chaqueta de cola de golondrina. Una vez que se halló en algún lugar de la habitación, junto con tus guantes, continué con tu camisa. Mis manos temblaban mientras la desabotonaba y, finalmente, pude quitártela. Cuando llegué al botón de tu pantalón detuviste mi mano, quitando primero mi prenda, llevándote la ropa interior con ella, dejándome como dios me trajo al mundo.

 

Observaste mi cuerpo, relamiéndote los labios y dirigiste tu mano hasta mi miembro ya erguido, el cual comenzaste a acariciar con un suave vaivén que me sacó de mis casillas.

 

-Sebastian…-comencé a gemir tu nombre.

 

-Ciel…-susurraste en mi oído.

 

Mi nombre, por fin pronunciado por tus dulces labios hizo a mi cuerpo estremecer en un placentero escalofrío.

 

-Sebastian, no hagas que me impaciente-gruñí bajo.

 

En tu pecho rebotó una profunda y rica risa. Acercaste tres de tus dedos a mi boca y yo los lamí, dejándolos completamente húmedos y lubricados para lo que vendría. Dirigiste el primer de los dígitos a mi estrellada entrada y rozaste la punta contra la misma, haciendo una ligera presión que comenzaba a impacientarme, haciendo que me empujase hacia el tacto. Me sonreíste con malicia e introdujiste el dedo de una vez, haciendo que tuviese una sensación incómoda, pero no dolorosa.

 

Mi opinión cambió en cuanto un segundo dígito hizo acto de presencia y pinchazos recorrieron mi espalda baja.

 

-D-duele-gemí.

 

-Lo siento-me susurraste al oído, mordisqueándolo suavemente-pronto se pasará.

 

Introdujiste un tercer dedo que solo incrementó el dolor pero, por suerte, al poco tiempo ese dolor se convirtió en un placer inimaginable que me hizo comenzar a gemir con fuerza, rogando por más.

 

-¡Ah! Sebastian… hazlo ya-te dije.

 

-Impaciente-te regodeaste.

 

-Calla y hazlo ya-gruñí.

 

-Sí, sí-reíste sensual.

 

Tus pantalones desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos y, en seguida, pude notar la punta de tu miembro rozando contra mi entrada.

 

-Aquí voy-me dijiste antes de introducirte en mi de una sola estocada.

 

El aire abandonó mis pulmones y una lágrima cayó por mi mejilla, joder que dolor. Tu mano se dirigió a mi desatendido miembro y tus labios a los propios, haciendo que me olvidase por completo del dolor. Poco tiempo después empujé mis caderas hacia abajo, indicando que te movieses, lo cual hiciste gustoso. Empezaste con suaves y lentas embestidas, las cuales fueron aumentando en velocidad y rudeza, convirtiendo mis gemidos en gritos de placer.

 

-¡Sebastian! ¡Ah! Más… más fuerte-gemí sobre tus labios.

 

Mordisqueaste los míos antes de hacer caso ante mi mandato y hacer las embestidas aún más profundas. De un rápido movimiento, y sin salir de mí, me pusiste en cuatro, profundizando esas placenteras embestidas las cuales me estaban volviendo loco.

 

-¡Me corro!-grité justo antes de que un blanco y brillante chorro de esperma saliese de mi miembro.

 

Ante el estrechamiento de mi canal gruñiste, y luego pude notar chorros calientes explotar en mi interior. Te dejaste caer a mi lado, exhausto, tal y como yo mismo me encontraba y me apretaste entre tus brazos.

 

Hundí mi cara en el hueco de tu cuello y, tomando un poco de valor deposité un suave beso en tus labios, haciéndote sonreír.

 

-Sebastian, no me dejes nunca, es una orden.

 

-Yes, my lord.

Notas finales:

E-espero que lo hayan disfrutado mucho, l-les agradezco el haberlo leído, t-tal vez me podrían dejar lo que piensa o s-si tengo que m-mejorar en algo >/////<


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